Contemporáneo del que conocemos
Por Miguel
Carrillo Bascary
El relato de viajes
titulado “Cinco años en Buenos Aires.
1820-1825”, es una jugosa crónica que pinta la vida en el Río de la Plata
en la segunda década del siglo XIX. Debemos esta obra a quien solo se identifica como “Un Inglés”. No sería otro que George Thomas Love, editor del periódico
"The British Packet and Argentine News" que circuló en idioma inglés
en esa ciudad desde 1826. Con este antecedente extraemos de sus páginas la
referencia a un Manuel Belgrano, que no
es el prócer a quien debemos la creación de la Bandera nacional, pero que
registra un estrecho vínculo familiar con su distinguido pariente. La cita es
la siguiente:
“En el Colegio de Buenos Aires, los alumnos
reciben clases de todas las ramas de los clásicos. No tienen la ventaja de
contar con profesores, como en Oxford, Cambridge, Eton, Westminster y el resto
de nuestras escuelas públicas; profesores cuyo talento no solo honra a su país,
sino a la humanidad en general. Algunos estudiantes han desarrollado un talento
considerable.
Un miembro más joven de la familia
Belgrano, Manuel, escribió una obra de teatro basada en ‘La Virgen del Sol’,
que se representó con éxito; también ha adquirido conocimientos de inglés y
actualmente trabaja en la oficina del Cónsul Británico”.
El citado es Manuel Belgrano Cabral, sobrino de su
ilustre homónimo. Nació en la ciudad de Buenos Aires, aunque no hay precisión
sobre el año, en cierta fuente se dice que en 1803, en otra que al año
siguiente y hay quien consignan que en 1808.
Al practicar las
verificaciones del caso se halló que el portal Family Search[3]
da como fecha de nacimiento el año 1803, sin otro dato. Empero, en el asiento
correspondiente a su padre, se reproduce el empadronamiento de la familia
practicado en 1809[4],
en el que Manuel acusa 7 años de edad, de lo que cabe deducir que habría visto la
luz en 1802.
Este segundo Manuel Belgrano fue abogado y literato de vasta cultura, pero también se comprometió
activamente con la realidad política de su tiempo.
Sin embargo, antes de
referirnos a él interesa aludir al autor de sus días, el coronel José Gregorio
Belgrano (1762-1823)[5],
hermano del general Belgrano, quien
manifestó una temprana vocación
militar, ya que ingresó muy joven como cadete (portaestandarte) en el cuerpo de
milicias de caballería de Buenos Aires. Adquiridos los conocimientos básicos tuvo
que abandonar las filas para encargarse de los negocios familiares en Potosí;
no olvidemos que su progenitor, Domingo Belgrano, era un fuerte comerciante con intereses en todo el Virreinato del Río de la Plata. En 1786 volvió a su
ciudad natal y se reincorporó a la misma unidad. En 1803 alcanzó el grado de
capitán graduado, al par que se lo promovió al Estado Mayor de Buenos Aires
(1804). Combatió en las Invasiones Inglesas (1806-1807). Participó del Cabildo
Abierto del 22 de mayo de 1810 y votó por la deposición del virrey. En 1811 fue
ascendido a teniente coronel graduado y se lo nombró segundo sargento mayor de
la guarnición. Intervino en la represión de los “Patricios[6]”,
en lo que se conoce como el “Motín de las Trenzas” ocurrido el 6 de diciembre de ese
año. En 1815 se lo confirmó en esa comisión, donde se mantuvo hasta 1819,
cuando se lo ascendió a coronel graduado. En 1823 enfermó, debió apartarse del
servicio y falleció el 27 de diciembre de ese mismo año. En 1801 José Gregorio
se había casado con Casiana Cabral y
Gutiérrez de la Bárcena, quince años menor, con la que tuvo 9 hijos.
Justamente Manuel, a quien se dedica esta nota, fue su primogénito.
Como su ilustre tío,
Manuel Belgrano Cabral aprendió las primeras letras en el Real Colegio de San
Carlos de Bs. Aires. Posteriormente estudió Derecho en la Universidad de Buenos
Aires, donde accedió al título de abogado.
Vicente Cutolo[7]
nos dice que ejerció la abogacía en el foro porteño “adquiriendo reputación por su honradez en el manejo
de las causas confiadas a su patrocinio”. Paralelamente, su excelente inglés le permitió trabajar
para el consulado del Reino Unido y enseñar el idioma, en la citada
universidad.
Además de esta faceta
profesional, puede decirse que el espíritu de este Manuel Belgrano era muy
inquieto, particularmente con referencia a las letras. El 6 de noviembre de 1821 se contó
entre los fundadores de una sociedad
literaria secreta, que tomó el nombre “Valeper” y que se fundó en el
domicilio de Manuel. Se discute si la asociación tenía carácter masónico o si
adoptó la metodología propia de las logias como una medida de prudencia, atento
las convulsiones de la época. Para referenciar la inserción social de nuestro
referenciado vale citar a otros de los miembros iniciales de la entidad, entre
los que se contó su propio cuñado, Martín
Diego Alcorta (médico, filósofo y docente; 1801-1842) que estaba casado con
María Josefa Belgrano y Cabral (1810-1887). También: Valentín Alsina (jurista y
literato; 1802-1869), Juan Crisóstomo Lafinur (educador y poeta; 1791-1824),
quien presidió la entidad; Ireneo Portela (médico; 1802-1861); Ruperto Godoy
(más tarde constituyente en 1853 y gobernador de San Juan, su provincia;
1803-1873) y Francisco Pico (hijo del militar que colaboró activamente con el
general Belgrano durante su campaña al Alto Perú; 1805-1875). Esta pléyade se
inscribió dentro de los primeros románticos que actuaron en nuestro país, un
movimiento que eclosionará en la llamada “Generación del 37”.
Manuel escribió la tragedia en cinco actos “Molina”,
ambientada en los primeros años de la conquista hispana. Sus
personajes son “Ataliva”, rey de Quito; “Molina”, oficial español, quien se
enamora de “Cora”, virgen del Sol. Su género es una transición entre el pseudo
clasicismo y el romanticismo[8].
Escrita en versos endecasílabos, fue impresa en 1823 con dedicatoria a Bernardino Rivadavia, por entonces ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores del gobernador bonaerense Martín Rodríguez (1820 y 1824), lo que no sorprende dado que recién arribado de Europa estaba profundamente influido por el liberalismo y el movimiento de la Ilustración. Por esto fomentó la actividad de la sociedad “Valeper”, la que no integró posiblemente por ser de una generación mayor a la del resto de sus miembros. Además, no olvidemos que Rivadavia era gran amigo del general Belgrano, pese a las notorias diferencias que mantuvo con este, de manera que parece natural que apoyara a un joven tan prometedor. Por otra parte, dedicar una obra a un poderoso siempre fue buen recurso para cimentar un esperado éxito en las Artes. Seguidamente consta el tenor de esa dedicatoria:
La pieza se estrenó en medio de gran expectativa el 25 de mayo de 1824,
lo cual es muy significativo. Evidentemente ayudó la naturaleza de su temática;
la crónica indica que alcanzó un gran éxito. Como pieza literaria sus méritos
pueden ser relativos, pero bien lo destaca Ricardo Rojas, “Molina” fue una de las primeras tragedias de la cultura argentina.
Manuel cultivó la veta
dramática no solo bajo el formato teatral, también lo hizo en la poesía y en la sátira, lo como era habitual tendencia por entonces, por la que los
intelectuales buscaban acercarse el pueblo llano.
Comprometido con sus ideales liberales y unitarios, advirtiendo Manuel el cariz tiránico que encarnaba
Juan Manuel de Rosas desde la gobernación de Bs. Aires, tuvo una activa
participación en el complot que procuró desalojarlo del poder. Se trató de lo
que la historiografía llama la “conspiración
de Maza”, con referencia a uno de sus cabecillas, el coronel Ramón Maza;
otra de las figuras enroladas en el intento fue Juan Galo de Lavalle.
Descubierto, el complot Maza fue asesinado por la Mazorca[9]
y Belgrano se internó en la provincia de Bs. Aires para no ser apresado; algo
más tarde, en un barco francés pudo exilarse en Montevideo. Fiel a sus ideas
retronó a Bs. Aires y formó parte de la revolución
de los “Libres del Sur” que procuró derrocar a Rosas, pero que fue ahogada
en sangre. Belgrano se había enrolado como oficial de la “Legión Argentina” que
estuvo al mando del general Martín Rodríguez; sin embargo, no llegó a combatir
ya que no se encontraba en Dolores donde estalló (7 de noviembre de 1839), partió hacia allí pero todo
había terminado cuando llegó a esa ciudad. Temiendo ser tomado por los rosistas
Manuel retornó a Montevideo, ya estaba enfermo, y falleció catorce días más tarde, el 26 de diciembre de 1839.
Queda así reseñada
la vida y los antecedentes de este otro
Manuel Belgrano. Tuvo en común con
su destacado homónimo: haber cursado la carrera en Derecho, poseer un
notable nivel cultural, su decisión por impulsar los valores del liberalismo y la
promoción humana; también su compromiso con la realidad política, hasta el punto
de arriesgar la vida por sus ideales. Su existencia quedó trunca cuando
aproximadamente contaba unos 35 años, mucho había dado en tan corto espacio
temporal.
Sin dudas que, al llegar a la casa de nuestro Padre común, el otro Belgrano, Manuel Joaquín del Corazón de Jesús, le habrá salido a su encuentro para estrecharlo en un gran abrazo.
[1] Litografía de Solá, Sesé y Cia. La Plata. Imagen tomada de: https://buenosaires.gob.ar/noticias/aniversario-del-nacimiento-de-manuel-belgrano
[2] Imagen tomada de: https://museosarmiento.cultura.gob.ar/noticia/dia-de-la-bandera-1/
[5] https://ancestors.familysearch.org/es/LZZ2-835/jos%C3%A9-gregorio-belgrano-gonz%C3%A1lez-1762-1823
[6] Se referencia su biografía a partir de: “Belgrano”, Mario Belgrano.
Inst. Nacional Belgraniano. Bs. Aires. 2006; accesible desde: https://inbelgraniano.cultura.gob.ar/media/uploads/site-40/multimedia/biografia_de_belgrano.pdf
[7] Era comandante del regimiento su hermano Manuel, posteriormente
brigadier y reconocida como "padre de la Patria".
[8] “Nuevo diccionario biográfico argentino”. Ed. Elche. Tomo 1, p. 395. Bs.
Aires, 1968.
[9] Puede leerse esta obra en: https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/molina-tragedia-en-cinco-actos--0/html/00339ea4-82b2-11df-acc7-002185ce6064_8.htm Fue prologada por Ricardo Rojas y se editó en 1925.
[10] Se trataba de la “Sociedad Popular Restauradora”, una agrupación de incondicionales
y fanáticos rosistas, el brazo clandestino del gobierno. Se caracterizó por perseguir
a los opositores. En la actualidad calificaríamos a sus miembros como parapoliciales.