viernes, 13 de junio de 2025

¿Renovación de la promesa a la Bandera?

¿Por qué no?

Renovación de la promesa a la Bandera 
en el Colegio del Salvador (Ciudad de Bs. Aires)

Por Miguel Carrillo Bascary 

Desde Morón me realizan la consulta en los términos del primer título, desde Tucumán se repite. Desde Rosario contesto con el interrogante del segundo. Veamos la cuestión.

La promesa a la Enseña patria entraña un alto compromiso para los niños de cuarto grado de primaria que habitualmente la concretan. Las condiciones del acontecimiento graban profundamente esta vivencia en sus memorias, así resulta de los testimonios de quienes, ya en su mayoría de edad, recuerda el instante en que respondieron ¡Sí, prometo!

Podemos decir que, sin tener las connotaciones de un juramento, la solemnidad de esa promesa es un compromiso de vida que, desde el raciocinio, hace innecesario repetirla. Más aún, si esto se hiciera se trataría de una redundancia, sin mayor efecto de fondo, aunque con un gran potencial para enriquecer la conciencia sobre el vínculo.

Concluyamos entonces en que, la promesa a la Bandera es una sola, no es necesario reafirmarla, ni tampoco renovarla.

Sin embargo, desde hace algunos años hay regiones y comunidades educativas en que cuando aquellos niños de entonces llegan a la adolescencia, próximos a finalizar el ciclo secundario, usan renovar el compromiso desde una perspectiva propia de la edad en que la experiencia vital implica un mayor grado de compromiso.

La posición tradicional indica que esto sería no solo innecesario, sino que podría interpretarse como un cuestionamiento de la seriedad del acto cumplido en cuarto grado. Un razonamiento que implicaría evitar la reiteración.

Una postura sedicente como “moderna”, plantearía la procedencia de la renovación, lo que aportaría diversos factores positivos, particularmente emotivos. No tengo presente que pueda indicarse ninguna faceta en contrario.

La normativa vigente solo estipula con respecto a la promesa en el nivel primario, nada dice sobre su renovación en el secundario, por lo que subjetivamente entiendo que el principio de libertad contenido en la Constitución Nacional autoriza a llevar adelante la segunda ceremonia.

Creo valido traer a colación un paralelismo significativo, aunque de un ámbito radicalmente distinto, pero que aporta una imagen habilitante. Es dato de la realidad que un acto tan definitorio como el de protagonizar el sacramento del matrimonio, que, en el marco de la doctrina de la Iglesia Católica, establece un vínculo de por vida. Es claro que no puede volverse a concretarse, pero en ciertas circunstancias los esposos disponen reiterar sus votos ante la comunidad, seguramente en presencia de sus hijos y hasta de sus nietos. Obvio es que la Iglesia, a través del sacerdote actuante, los bendice. Más aún la actitud constituye ejemplo de vida que se destaca ante la comunidad.

Lineamientos

Para el nuevo acto servirá de ejemplo el que es tradicional en primaria, pero la fórmula deberá adecuarse para destacar que se trata de una renovación.

Eventualmente, alguno de los jóvenes quizás no haya podido concretar la promesa oportunamente. La ocasión será válida para que lo haga ahora, en cuyo caso lo prestará en forma diferenciada, antecediendo a sus compañeros, como forma de jerarquizar el evento.

Es obvio que se deberán trabajar en clase los contenidos propios de la ceremonia y sus implicancias para la vida. Esta propedéutica es fundamental.

Posición de los abanderados

Este punto suscita algunas dudas que considero oportuno esclarecer, veamos:

Durante la ceremonia realizada en la escuela primaria los abanderados y escoltas son niños del último grado que, por ende, ya hicieron la promesa al cursar cuarto. Estos se colocan al frente de los promesantes para que tengan ante su vista la bandera de ceremonia del establecimiento. Cumplido el acto, se reintegran a la formación. esto parece haber generado la idea de quienes prometen deben estar indefectiblemente ante el vexilo.

Si la ceremonia se concreta en el último año de la secundaria, el abanderado y los escoltas están cursándolo, lo que suele dar lugar a las siguientes preguntas:

¿El abanderado y los escoltas, se colocan al frente de quienes deben renovar la promesa? o ¿cómo debe hacerse?

La respuesta al aparente problema es muy simple. Ellos cumplen una función de representación y por esto es claro que, no solo pueden, sino que deben desprenderse de sus pares para destacarse colocándose a su frente para que estos puedan ver con claridad al vexilo. Es en esta posición que cuando la dirección requiere la respuesta a la fórmula de renovación, es desde esta posición que responden. Obviamente que en el momento deben dirigir su mirada al símbolo. En cuanto al abanderado, no se le exige similar gesto, ya que al estar sosteniendo el lábaro su compromiso con el mismo y lo que este representa es absolutamente evidente.

Si en la jurisdicción suele acompañarse el acto con el brazo derecho extendido, así lo hacen los escoltas, pero nunca el abanderado, ya que toda su atención debe centrarse en ser portados de la Enseña patria.

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Fotografías tomadas de: https://colegiodelsalvador.esc.edu.ar/acto-de-renovacion-de-la-promesa-a-la-bandera-camada-153/

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