martes, 31 de octubre de 2017

Banderas conmemorativas

Banderas de conmemoración histórica
(Dos  experiencias a título de ejemplo) 

Bandera conmemorativa de la “Gesta de Malvinas” (Municipalidad de Rosario - 2017)

Por Miguel Carrillo Bascary

Como su mismo nombre lo indica este tipo de banderas tiene por función recordar algún acontecimiento que una comunidad valora en forma especial.

Para elaborarlas no existen cánones específicos su diseño obviamente debe relacionarse con el acontecimiento que se quiere conmemorar. Esto se evidenciará particularmente con sus cargas (elementos que se aplican sobre sus paños)

Esta falta de formalidad en el diseño no excluye observar las pautas que la Vexilología define como aconsejables para componer una bandera (tema que alguna vez trataremos).

Tampoco se requiere una norma que autorice el uso. Para aquellas que adopten las entidades oficiales bastará una simple resolución administrativa. Mientras que los particulares y las instituciones privadas tienen amplia libertad.

Primer  análisis

El caso que exponemos nace en el decreto Nº48.113 emitido por el Concejo Municipal de la ciudad de Rosario, que dispuso diversos homenajes para recordar el 35º aniversario de la “Gesta de Malvinas” a cumplirse en el año 2017.

En consecuencia se mandó preparar una bandera conmemorativa que se colocó durante todo este año en los balcones del Palacio Municipal, acompañando a la Bandera oficial argentina y las que representan a la provincia de Santa Fe y la ciudad de Rosario.

La Bandera en la fachada el Palacio Municipal, Rosario (a la derecha del observador)

El emblema escogido se reprodujo en el programa del acto oficial a cumplirse el día 2 de abril, fecha en que las tropas argentinas desembarcaron en Puerto Argentino.

Carátula del programa de actos conmemorativos

Más allá del siempre subjetivo juicio que merezca el diseño elegido, el analizado tiene una interesante fuerza expresiva ya que vincula a las Islas Malvinas con el número que expresa el aniversario (35), liados entre sí por los colores nacionales. La leyenda "Rosario x Malvinas" establece la aspiración de rosarinos por mantener la vigencia de la lucha por las Islas. Los valores de “orgullo; memoria y compromiso” también tienen una relación directa con la Gesta y con la percepción que de ella tiene el pueblo argentino.

Segundo caso

La desafortunada enseña conmemorativa usada en el año 2012

Destinada a conmemorar el bicentenario de la creación de la Bandera argentina (2012), esta otra bandera merece decididas críticas. El Sol incásico de la Enseña nacional fue reemplazado por un emblema de color negro, absolutamente inexpresivo y falto de vida, cuyo reducido tamaño impide identificar de qué se trata. ¡El resultado queda a la vista!


Este logo fue diseñado en algún ámbito del gobierno de la provincia de Santa Fe. Esto puso en evidencia la tradicional puja entre su ciudad capital y la de Rosario, como lo revela el uso de la antigua denominación de esta última que la vincula expresivamente con la primera: “Rosario de Santa Fe”.

En lo personal desaconsejo utilizar una bandera oficial a la que se hayan aplicados textos o imágenes.

No corresponde banalizar una bandera oficial; la pauta básica debería respetar su integridad, sin alterarla de manera alguna

Ni qué decir cuando las aplicaciones contengan leyendas o emblemas sectoriales, ya  que esto evidencia un propósito, consciente o no, de identificarse con el Estado argentino, algo desproporcionado. El concepto de “Argentina” no puede instrumentarse en beneficio de un sector determinado.

Este material fue preparado como una aporte al Programa Rosario, Cuna de la Bandera y ciudad de la inclusión” de la Secretaría de Gobierno, Municipalidad de Rosario

domingo, 29 de octubre de 2017

Banderas históricas argentinas: Curuzú Cuatiá

Algo más sobre  la bandera de Curuzú Cuatiá

  Primera y segunda versión del blasón de la ciudad

Por  Miguel  Carrillo  Bascary

Significado y descripción del escudo de Curuzú Cuatiá

Es de forma oval, partido, circundado por un borde en sinople (verde). El campo superior es azur (azul) y el inferior plata (blanco); directa referencia los colores nacionales. Sobre la partición, que representa al horizonte, destaca un Sol naciente, aludiendo al momento en que la ciudad quedó formalmente fundada y definitivamente organizada por orden del general Manuel Belgrano, bajo el nombre de “Nuestra Señora del Pilar de Curuzú Cuatiá”. Por sobre el astro, una cruz en gules (rojo), que significa, valentía, intrepidez, victoria alcanzada con sangre.

En el campo inferior dos caminos se cruzan graficando que la ciudad se fundó en una encrucijada vial donde se hallaba la antigua “Posta de Cruz”; en el ángulo superior de la misma hay una imagen de la Virgen del Pilar patrona de la ciudad. Distribuidos con armonía entre las rutas hay nueve algarrobos en sinople (verde), que existían en el lugar desde épocas remotas.

Orlan el escudo una rama de ceibo en flor (a la diestra) y otra de laurel (a la siniestra), que representan el sentimiento popular en las gestas de la Patria. Un lemnisco con los colore nacionales (celeste y blanco) anuda los gajos con un moño ubicado en segundo plano. Dos lanzas de tacuara en sotuer (cruzadas) rematadas en hojas de cuchillo recuerdan las que usaron los correntinos en las luchas por la emancipación. En algunas representaciones los caminos se muestran en su color (marrón) en otras, en sinople (verde).

Como timbre, un pergamino con la cifra “1810” año de la fundación de la ciudad, escrita en sable (negro) según el modelo más reciente que se observa en la pagina Web de la municipalidad solo se consigna ese último (ver: http://www.curuzu.gov.ar) En versiones anteriores la cartela contenía el antiguo nombre de la ciudad junto al año de fundación.

Primer "pueblo patrio”

Con todo derecho Curuzu Cuatia se llama a si mismo con tan honroso apelativo. La decisión de Belgrano de constituirlo como una avanzada en la inmensidad de la región Litoral,  muy poco poblada luego de la destrucción de las misiones por la expulsión de los jesuitas y la agresiva acción de los forajidos bandeirantes. 

Esto fue una medida geopolítica de significación que evidenció la presencia del naciente Estado. Belgrano supo interpretar que la presencia del Estado no se basa en las armas sino en el trabajo silencioso y productivo de sus habitantes.

Cuando los primeros gobiernos patrios intentaban desarrollar su acción en críticos momentos, Belgrano fue el único de nuestros próceres que concretó una medida fundacional, y lo hizo a los pocos meses del pronunciamiento de Mayo.

Aquél 16 de noviembre de 1810 se hizo Historia, haciendo Patria.

Logotipo conmemorativo de la fundación de Curuzú Cuatiá

Curuzú y Dolores, ciudad de la provincia de Bs. Aires. compiten por tan significativa denominación. Sin embargo, corresponde aclarar que Dolores es la primera fundación "luego de la Independencia", ya que el 21 de agosto de 1817 se formó el curato de “Nuestra Señora de los Dolores” y la comandancia de este nombre en el paraje conocido como “Montes" o "Islas del Tordillo”.

Bandera de Dolores

Dilucidó la cuestión la ley nacional Nro. 27.315 sancionada en el año 2016, cuyo texto se transcribe:

“Artículo 1° — Declárese como Primer Pueblo Patrio a la ciudad de Curuzú Cuatiá, provincia de Corrientes, fundada por el general Manuel Belgrano en nombre de la Primera Junta de Gobierno el 16 de noviembre de 1810.”
  
Asó lo recuerda un testimonio marmóreo colocado en el monumento levantado en honor del general Belgrano, en Curuzú Cuatiá.



El doctor Horacio Julio Rodríguez, promotor de la reivindicación de la enseña.

Nació el 6 de enero de 1928 en Villa Cañás (Santa Fe) y falleció el 9 de diciembre de 2015 en la ciudad de Córdoba.
Se graduó como abogado en la “Universidad Nacional del Litoral”, 1949.
En 1951 se radicó en Curuzú Cuatiá, donde ejerció como abogado; con los años su labor y personalidad le valieron que fuera reconocido como “ciudadano distinguido”.
Oportunamente sus colegas lo eligieron como presidente del “Colegio de Abogados de la provincia de Corrientes”. Fue uno de los fundadores de la “Federación Correntina de Abogados” (hoy Colegio Público), también presidio su Tribunal de Ética.
Integró la Mesa Directiva de la “Federación Argentina del Colegio de Abogados”.
Miembro de A.C.Y.A.C. (“Asociación Cultural y Artística Curuzucuatiense”)
Profesor secundario y universitario.
Presidió la “Sociedad Belgraniana de Curuzú Cuatiá”.
Investigador y divulgador del pasado de su ciudad, es autor de obras jurídicas y literarias, rama en la que obtuvo premios en cuentos y novelas.
También fue miembro de honor de la “Junta de Historia de Corrientes”.

Formó parte del Concejo Municipal de Curuzú Cuatiá, durante su mandato impulsó la ordenanza que oficializó como "enseña oficial de la ciudad" a la bandera, creada por Belgrano en 1810, con lo que se transformó en la primera ciudad de Argentina con bandera propia.

Escribió el opúsculoLa bandera de Curuzú Cuatiá, Su creación por Belgrano en 1810. Su adopción como enseña de la ciudad en 1988 (Ed. Tuyarandú. 1988) y con esto contribuyó a la difusión sobre tan significativo hecho histórico.

El distinguido belgraniano

El presente es un nuevo aporte del Programa Rosario, cuna de la Bandera y ciudad de la inclusión (Secretaría de Gobierno – Municipalidad de Rosario)

sábado, 28 de octubre de 2017

Bandera belgraniana en el Monumento

La enseña de Curuzú Cuatiá en el Monumento a la Bandera nacional

La histórica bandera ondea en el Monumento (12 de noviembre, 2012)

Por Miguel Carrillo Bascary
Preparativos

El bicentenario de la creación de la Bandera nacional argentina dio lugar a numerosas actividades por las que se procuró resaltar el inmenso significado de la fecha. Por lógica tuvieron epicentro en la ciudad de Rosario, cuya Municipalidad actuó como anfitriona.

La vinculación entre el doctor Horacio Rodríguez, impulsor de la ordenanza que oficializó esta bandera como emblema de Curuzú, y quién esto escribe que por entonces detentaba la dirección del Monumento Nacional a la Bandera, alentó al primero a interesar a las autoridades de Curuzú Cuatiá para hermanar en el afecto ambas ciudades, privilegiadas en común por las respectivas decisiones del general Belgrano que motivaron la creación del pabellón argentino y el que utilizó la Expedición al Paraguay.

En consecuencia, el mes de mayo de 2012 el intendente curuceño, Ernesto Gabriel Domínguez se entrevistó con su par, la doctora Mónica Fein, y delineado el proyecto. Se estableció un canal oficial entre las intendencias de ambas ciudades y se consensuó un emotivo programa previsto para el mes de noviembre del año 2012. En Curuzú se formó una comisión ad-hoc, con participación de autoridades municipales; agrupaciones tradicionalistas; el Ejército Argentino y otras fuerzas vivas. Con toda justicia se designó como su presidente al doctor Rodríguez, titular de la “Asociación Belgraniana”.

Curuzú se movilizó en forma significativa para resaltar el protagonismo popular en la gesta belgraniana y se acordó que una docena de tradicionalistas curuceños unieran ambas localidades a lomo de caballo llevando una réplica de la bandera de Curuzú. Al llegar a Rosario sería depositada en la “Galería de Honor de las Banderas de América”. La idea fue presentada en forma oficial, bajo el declarado auspicio de la Intendencia curuceña, que desde el primer momento alentó el proyecto. La adhesión popular a la iniciativa fue inmediata.

La peregrinación patriótica partió desde la Intendencia de Curuzú, donde su titular Ernesto Gabriel Domínguez, entregó a los gauchos el cofre mandado a construir por la Municipalidad para contener el paño lo que permitiría que fuera apreciado por los visitantes al Monumento.

El intendente estuvo acompañado por el doctor Rodríguez, otras autoridades y numeroso público. La banda de música “Fuerte Sancti Spiritu” del Batallón de Comunicaciones 121 (Ejército Argentino) con asiento en Mercedes solemnizó el acontecimiento interpretando el Himno nacional.

Nota: este Batallón fue creado en 1964 y se le fijó asiento en Rosario; su excelente banda militar durante más de cuarenta años acompañó las conmemoraciones que tuvieron lugar en el Monumento Nacional a la Bandera y también actuaba en toda la jurisdicción del II Cuerpo de Ejército (Litoral argentino). En el año 2006 se dispuso el traslado de la unidad a la ciudad de Mercedes (Corrientes)

En declaraciones al “Diario” de Curuzú, el doctor Horacio Rodríguez manifestó sobre el traslado de este lábaro a Rosario: “Es una presencia importantísima, no por ser la primera ciudad argentina que tuvo bandera propia sino porque esa bandera la creó Belgrano acá y es la hermana mayor de la azul-celeste y blanca”,

El desplazamiento de la columna gaucha comenzó el 2 de noviembre; se concretó por rutas de Corrientes y de Entre Ríos y fue seguido con singular interés por las poblaciones que debieron cruzar hasta llegar a Rosario, vía el puente que la vincula a Victoria. El Ejército Argentino tuvo un silencioso pero fundamental rol en toda la logística.

Fotografía tomada del periódico “El Libertador”

Ceremonia de entronización

El día 12 de noviembre de 2012 fue un día muy especial, en la víspera había llegado la columna tradicionalista, presidida por su titular Lucio Aspizú. La actividad oficial comenzó a las 8 horas al pie del Mástil Mayor cuando el director del Monumento recibió a la delegación de Curuzú Cuatiá presidida por su jefe comunal.

A los pocos minutos se hizo presente la intendenta municipal de Rosario, doctora Mónica Fein quién saludó a los visitantes. Instantes después se izó la Bandera nacional. Autoridades locales y miembros de diversas instituciones civiles de la ciudad participaron de la actividad. También lo hizo un nutrido número de curuceños llegados desde su ciudad y otros, radicados en esta. Seguidamente todos se dirigieron al Patio Cívico del Monumento donde el intendente Rodríguez izó la bandera de Curuzú y de la fuerza expedicionaria de Belgrano en el mástil que escolta a la enseña nacional.

Instantes previos al izamiento

Posteriormente se desplazaron a la “Galería de Honor de las Banderas de América”; donde en una sencilla pero emotiva ceremonia el doctor Domínguez entregó a la doctora Fein el cofre que contenía la réplica de la enseña belgraniana.

La intendenta Fein recibe la bandera de su par curuceño

Ambos mandatarios destacaron la ocasión como una sentida oportunidad que hermana a los rosarinos y curuceños en las predilecciones del general Belgrano, así como el patriotismo que alentó a sus respectivos antepasados. La firma de un acta formalizó la donación; mientras que el doctor Rodríguez una copia de la documentación relativa a la enseña para ser guardada en el archivo del Monumento. Terminado el encuentro protocolar los visitantes fueron acompañados por el director del Monumento en una visita especial a sus instalaciones.

Cabe señalar que el cofre de referencia fue construido en Curuzú por artesanos locales que emplearon maderas propias de la zona. Un conjunto de periodistas curuceños cubrió la actividad.

El intendente de Curuzú, doctor Ernesto Rodríguez y parte de la delegación curuceña

Su exhibición

Días más tarde de lo relatado se colocó el cofre con la bandera en un espacio de la “Galería de Honor” donde permaneció evidenciando su carácter testimonial de la epopeya belgraniana y de los vínculos entre Rosario y Curuzú.

Luego de algunos años, un nuevo responsable del Monumento dispuso que la enseña curuceña fuera quitada de la vista de los visitantes; una decisión que cuestioné inútilmente. Hoy, bajo otra gestión, sería justo se la restableciera en el lugar que merece; lo que debería ocurrir cuando se termine la restauración del memorial que está en pleno curso.

Nota: Una cobertura del acto consta en la página oficial de la ciudad de Curuzú de donde nos permitimos tomar la mayoría de las fotos que ilustran este post: http://www.curuzu.gov.ar/index.php?option=com_k2&view=item&id=377:la-bandera-curuzucuate%C3%B1a-flamea-en-rosario&Itemid=146

Varios tradicionalistas de Curuzú en la Galería de las Banderas

El presente es un nuevo aporte del Programa Rosario, cuna de la Bandera y ciudad de la inclusión (Secretaría de Gobierno – Municipalidad de Rosario)

viernes, 27 de octubre de 2017

Banderas históricas: la de Curuzú Cuatiá

La  bandera de Curuzú Cuatiá en perspectiva  histórica


En el presente resumimos las referencias históricas sobre una bandera que creó y mandó a bendecir Belgrano cuando en noviembre de 1810 se hallaba en Curuzú Cuatiá y que colocó al frente de la Expedición al Paraguay. Se especula también sobre el significado; diseño y el destino de esta enseña, indudablemente belgraniana.

Por Miguel  Carrillo  Bascary

Introducción

El 22 de septiembre de 1810 el vocal de la Junta revolucionaria de Bs. Aires, Manuel Belgrano, fue comisionado para comandar la “Expedición Auxiliadora” que debía llevar las nuevas ideas hasta el Paraguay. Su designación como “general en jefe” le otorgaba jurisdicción sobre los pueblos de la Banda Oriental; Santa Fe; Corrientes y Paraguay, comprendiendo a Entre Ríos (ver “Documentos para la historia del Gral. Don Manuel Belgrano”; tomo III, vol. 1; pág. 257. Inst. Nacional Belgraniano; Bs. Aires; 1997); aunque su rango militar era el de coronel.

Nota: La fuerza originalmente estaba formada por un contingente de los regimientos de Infantería 3 “Arribeños”; “Pardos y Morenos”, “Granaderos de Terrada” o “de Fernando VII”, unos doscientos efectivos que se incrementaron durante el trayecto que cubrió la columna. Pasando por San Nicolás se les sumaron elementos del regimiento “Voluntarios de la Frontera” (también llamados “Blandengues”); en Rosario se incorporó como voluntarios casi un 10% de su población masculina; mientras que en Santa Fe se agregó la compañía de “Blandengues” y más tarde se les adicionaron paisanos del interior de Entre Ríos que revistaron como “Milicia Patriótica del Paraná”. También ocurrió lo propio con una sección de “Patricios”; los milicianos de Corrientes y de las Misiones.

Este ejército cruzó el Paraná, se afianzó en la villa de La Bajada donde recibió los auxilios logísticos aportados por los hacendados de la región (entre ellos, los de la patricia Gregoria Pérez de Denis) y marchó dividido en cuatro divisiones para reagruparse en el paraje de Curuzú Cuatiá; aproximadamente unos 350 kilómetros.

Fue allí que este cuerpo armado habría recibido de manos de Belgrano una bandera particular que motiva el presente análisis. La temprana aparición de esta divisa, a pocos meses del pronunciamiento de Mayo y cuando aún se mantenía oficialmente la “máscara de la fidelidad a Fernando VII” es motivo de diversas especulaciones.

Documentos antecedentes

Desde Paraná, Belgrano solicitó a la delegación de la Real Hacienda con asiento en Santa Fe que le remitiera telas de diversos colores “para banderas”.
Se debe al investigador Federico Cervera (miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia) la difusión del precioso documento que dio a conocer debidamente circunstanciado en una colaboración de su autoría, “Belgrano y la primera bandera paraguaya”, publicada en la revista “Historia” Nº27 (1962); que posteriormente redondeó bajo el nombre “Banderas de Belgrano en 1810” (difundido en el “Boletín de la Academia Nacional de la Historia” de 1977; págs. 185 a 202). Allí informa que el documento es una hoja suelta que obraba en el Archivo de Santa Fe. Sección Contaduría; tomo XV; legajo 13; folio1178 nueva denominación: Documento 99)

El oficio está dirigido a los “Señores Ministros de la Real Hacienda” residentes en Santa Fe, que dice en lo medular: (en esta publicación se ha dispuesto conservar la grafía original de los documentos)
En el instante remitirán Vms [“Vuesas Mercedes”, arcaico título de cortesía], 2 varas de gro de lana azul, 2 de amarillo y 2 de encarnado, como pa vanderas, y quando de esta calidad no se encuentre lo facilitarán de hilo o seda” (sic)
Otro documento, complementario del anterior consiste en la factura/recibo del siguiente tenor:
“Decimos nosotros Da. [Doña] Ma. del Tránsito Troncoso y Dn. [Don] José Seguí, que hemos vendido a los SS. [Señores] Ministros de Rl. [Real] Hacienda de esta ciudad los gros que siguen: 2 vs. [varas] tafetán amarillo a 9 rs [reales] 2,2; 2 id. azul a id. 2,2; 2 id. Encarnado a 12 rs. 3 [lo que totalizaba] 7,4. Cuya cantidad hemos recibido de dhs. [dichos] Srs. y para constancia lo firmamos en Sta. Fe a 21 de Octubre de 1810. A ruego de dicha Sra. Nicolás Hernández, por ocupación de mi pe político Don José Seguí; Juan Fco. Morcillo”.
Cervera sigue contando que en el margen izquierdo de la pieza anterior con signatura de Belgrano se lee:
“He recibido las 8 vs. de tafetán que Vsm me remiten con ofo. [oficio] del 23 del corrte. [corriente] a que contesto. Dios guarde a Vms. ms. as. Bajada del Paraná, 23 Octb. 1810”.
En nota a su trabajo publicado en el “Boletín de la Academia”, Cervera da el correspondiente crédito a Modesto Osuna que descubrió el documento en 1937, pero que no lo difundió sino hasta 1974 (en “Revista de la Junta Provincial de Estudios Históricos”, tomo 47). Señala también que la pieza fue reproducida en el “Anuario del Instituto de Historia de la Univ. Nacional del Litoral”, Nº4, 1960, como parte de un ensayo de la investigadora Elda González.

Simplificando: Belgrano solicitó la compra de género “para banderas” en colores “amarillo”; azul y “encarnado”, lo que se concretó en Santa Fe y se le remitió al campamento de La Bajada (Paraná), lugar donde las recibió el requirente. Esto pone de relieve que hubo una decisión concreta del prócer, lo que pone en valor el destino que les asignaba.

Los paños hechos banderas

El 20 de octubre de 1810 Belgrano dirigió otro oficio a la Junta detallando el plan de operaciones que había dispuesto. Es allí donde los géneros que pidió aparecen formando sendas banderas monocolores que se asignaron a cada una de las tres divisiones de la Expedición: “roja” para la primera; azul para la segunda y amarilla para la tercera; mientras que a la Plana Mayor y reserva quedaba sin elemento de identificación alguno (Ver la composición del contingente en el Anexo al presente).

Una reflexión personal: la comunicación de Belgrano indica a todas luces que estas banderas tenía como función identificar a cada segmento del ejército; constituían señales que facilitaban que fueran percibidas todo desenvolvimiento, lo que se certifica si se reflexiona que la Plana Mayor bajo el mando directo del citado jefe no llevaba distintivo alguno, simplemente por que no lo necesitaba.

En su trabajo de 1977 Cervera destacó sagazmente que el uso de estas enseñas contravenía las disposiciones castrenses coloniales que de hecho aplicaban las fuerzas patriotas. Indica también que cuando la Junta a recibió la comunicación las aprobó en los siguientes términos: “es de aprobación de la Junta” (AGN; 2ª. 4; Nº15, folios 195 y subsiguientes)

El acontecimiento de Curuzú Cuatiá

Decíamos que desde La Bajada partieron los expedicionarios en forma escalonada, lo que facilitaba la logística del desplazamiento. Tenían como objetivo el caserío de la “posta de Cruz”, ya conocido como Curuzú Cuatiá, que hoy es parte del territorio de la provincia de Corrientes.

Trayecto de la expedición al Paraguay

El 7 de noviembre Belgrano comunicó a la Junta su llegada a Curuzú Cuatiá, donde ya se encontraban las dos primeras divisiones; que al día siguiente arribó la 3ª. división, y manifiesta su calculo que dos jornadas más adelante haría lo propio la 4ª. (Ver “Documentos …”; tomo III; Vol. 1; pág. 317)

Es ampliamente conocido que en uso de las facultades de su competencia Belgrano resolvió establecer formalmente esta villa, previo el necesario deslinde, con lo que resolvió una antigua controversia de jurisdicciones entre el cabildo de Corrientes y las posesiones de los “indios del Yapeyú”. El acta lleva fecha del 16 de noviembre de 1810. La Historia llama a este acontecimiento “la fundación de Curuzú Cuatiá”, en rigor “Nuestra Señora del Pilar de Curuzucuatiá”, como la llama Belgrano (ver. “Documentos …”; tomo III; vol. 1; pág. 325). Esto justifica el slogan con que hoy se identifica la ciudad: “primer pueblo patrio”.

Esto revela a Belgrano como un maestro de la sicología social, como forma de expresar las características progresistas del gobierno al que representaba Belgrano magnificó su decisión fundadora y la rodeó de un aparato ceremonial destinado a impresionar a los lugareños y a fortalecer el espíritu de cuerpo de su tropa. Para ello es evidente que dispuso solemnizar la ocasión con una ceremonia solemne en la que hizo bendecir una bandera para el ejército expedicionario lo que ejecutó el capellán, padre Arboleya.

El momento era el apropiado, ya que la reunión de los diversos cuerpos de la expedición era el paso previo para el comienzo de las acciones bélicas, lo que justificaba contar con una bandera propia. Recordar que si bien Curuzú hoy se encuentra al sur de Corrientes en aquella época los límites no eran claros y que poco más adelante ya existía la posibilidad de enfrentar a los realistas paraguayos.

En el pensamiento de Cervera y de muchos otros, a los que me sumo, esta bandera fue divisa particular de la Expedición Auxiliadora al Paraguay, o sea, que fue un emblema de la Revolución de Mayo a cuyo gobierno representaba la fuerza bajo mando legítimo de Belgrano. Sin embargo, no dejo de señalar que el significado atribuido no cuenta con fundamento documental indubitable.

La existencia de la bandera bendecida en Curuzú resulta de una carta de tipo que el propio Belgrano dirigió al secretario de la Junta, Mariano Moreno; lleva fecha del 13 de noviembre de 1810 y dice en lo pertinente:
Porqué me ha olvidado Ud. tanto a nuestro Arboleya. Es muy bien Patricio y no pierde ocasión de hacer servir su ministerio a la sagrada causa: dos veces ha predicado en la bendición de la Bandera, y el día de San Martín con que conviene Ud. esas episcopales que tanto desea” (Fuente original: “Carta inédita de Belgrano a Moreno”, colaboración del historiador y sacerdote Guillermo Furlong publicada en la “Revista de Estudios”; tomo 19; págs. 67 a 79; 1920. Reproducido íntegramente en “Documentos …”, tomo III; vol. II; pág. 387. Inst. Nacional Belgraniano, Bs. Aires, 2004).

Análisis del documento

En el documento observamos tres hechos significativos para el análisis en curso:

I.- Se alude a una “Bandera” (sic) lo que permite inferir que identifica a todo el Ejército, en consecuencia a partir de su oficialización, manifestada en su bendición que estaba en concordancia a los usos y reglamentos de entonces debía hallarse en la jefatura de la fuerza y ser custodiada por la guardia personal del comandante. Una antigua costumbre nacida en la Edad Media daba libertad para que los generales en campaña pudieran adoptar banderas para su ejército si el mismo carecía de ella, por lo que la decisión de Belgrano estaba dentro de sus atribuciones y de debió extrañar. Una oportuna discreción sería destacar que no ocurrió lo mismo en Rosario cuando el prócer creó la Bandera nacional, ya que entonces no comandaba un ejército sino un reducido destacamento y su cometido era netamente defensivo y posicional. En cambio otras unidades de menor entidad, como por ejemplo el “Regimiento Fijo de Bs. Aires” o el “Regimiento América” debieron solicitar instrucciones al gobierno para disponer sobre sus insignias.

II.- Se omite toda referencia a las tres banderas divisionales. Nada dejó escrito Belgrano al respecto lo que autoriza a suponer su desaparición, pues en caso contrario hubiera sido ocasión propicia para hacerlas bendecir y luego entregarlas solemnemente a cada división ya que con esto se exaltaría su identificación con ellas en ocasión de las marchas y los combates que protagonizarían. Y si esto no ocurrió la interpretación posible es que los paños de esas banderas se reunieron para formar la nueva insignia del ejército. Recordar aquí que Curuzú estaba en medio de la campaña y que las telas para banderas eran bienes tan significativos que solo podían conseguirse en una importante ciudad como Santa Fe, de manera que no podemos pensar que Belgrano tuviera otra fuente de provisión más que la reseñada. Soy del parecer que a partir de Curuzú Cuatiá las banderas divisionales perdieron todo objeto, ya que Belgrano informó a la Junta: “… mi plan es no dividir de ningún modo mis fuerzas, para seguir la empresa del Paraguay adelante …” (Ver: “Documentos …”; tomo III, Vol 1; pág. 318). Entiendo que fue luego de tomar esta decisión que se le hizo evidente la inutilidad de tales enseñas, por lo que ideó reunir sus paños para formar una nueva que representara a todo su ejército; volveremos sobre el punto.

III.- Se menciona a una persona de apellido “Arboleya” quien fue un clérigo comprometido con la causa patriota. Se conoce una carta el 6 de junio de 1810 que éste le dirigió a Cornelio Saavedra, donde manifiesta su adhesión a la recién formada Junta, de ella se infiere conocía a su presidente desde su juventud y que aspiraba a que Rosario del Colla (ubicado a unos 50 kilómetros hacia el Este de Colonia) enviara un diputado para sumarse a dicha corporación, para lo que invocó la antigüedad de la villa, fundada en 1775 y constituida en parroquia en 1802 por disposición del obispo de Bs. Aires, Benito Lue y Riega. También deja entrever su aspiración de desempeñar ese cargo, a cuyo fin señala los doce años de ministerio en la misma. (Ver. “Boletín Histórico”; Nos. 64-87; Estado Mayor del Ejército; Montevideo; 1960; desde https://www.estudioshistoricos-en.edu.uy/assets/069-bolet%C3%ADn-hist%C3%B3rico-n%C2%BA-084---087---a%C3%B1o-1960.pdf)

La Junta rechazó la pretensión, por entender que solo debían enviar diputación las poblaciones que fueran cabeza de partido, lo que no hizo más que renovar las muestras de almibarada adhesión del clérigo en otra carta fechada el 12 de julio. Tales evidencias no permanecieron ocultas a los ojos de las autoridades realistas de Montevideo, de forma que Arboleya debió huir y se refugió en Santa Fe, en donde se incorporó al ejército de Belgrano como capellán.

De la nota de Belgrano a Moreno se desprende la existencia de otra comunicación, donde el primero abogaba a favor del religioso con relaciona unas “licencias episcopales” (ver nota al final de este ítem). Lo que en definitiva interesa a nuestro análisis es el declarado patriotismo de Arboleya. Por esto se estima que arbitró todos los medios para rodear con las mayores solemnidades la ceremonia de bendición de la bandera, lo cuál seguramente fue muy del gusto de Belgrano por coincidir con el objetivo estratégico de impresionar a la población y de dignificar la revolución por medio del sentir religioso.

En la “Gaceta Extraordinaria de Buenos Ayres” del 12 de febrero de 1811 Arboleya describió con lujo de detalles la batalla de Paraguarí, que tuvo lugar el 19 de enero de 1811; allí se trascribe su carta a Joaquín Correa y Morales, residente en Tebiquarí, fechada el 25 de enero de ese año.

Nota: Ocurre que Arboleya era cura de Rosario del Colla por lo que no podía ausentarse sin licencia nel obispo. Su patriotismo lo obligó a retirarse y se puso al servicio de Belgrano. A todas luces su situación personal era irregular, por esto se pedía la autorización que le permitiría liberar su responsabilidad por faltar a su sede y para ser formalmente nombrado capellán de la expedición.

Forma de la bandera y otras disquisiciones

En conclusión, si Belgrano dispuso formar una nueva bandera a partir de los paños de aquellas otras que habían usado las divisiones de referencia, correspondería analizar cuál fue el diseño ordenado, destacando que se carece de referencias documentales y que tampoco se conservó alguna tradición oral. Tan escasas fuentes generan numerosos interrogantes.

En primer lugar se trató de una enseña materialmente reciente, tanto que no había sido bendecida al ponerla en servicio, como se acostumbraba entonces. Presumiblemente se construyó en la misma Curuzú, ya que en los aprestos de la marcha no se la menciona. Alguien podría decir que Belgrano ya contaba con ella y que por eso omitió mencionarla en el oficio a la Junta (13 de noviembre) pero parece poco probable que se refiera a las enseñas divisionales y que haya olvidado la principal, si la hubo. Además, no hay que olvidar que Belgrano no comandaba una unidad orgánica que podía contar con bandera; se trataba de un conglomerado militar de muy diversa extracción, de manera que este variopinto conjunto no permite entender que tuviera entidad para poseer una divisa propia.

Aún considerando las referencias previas y la escasa logística disponible, la confección de una bandera no era tema menor. Demandaba que luciera “con decencia”; la tropa debía reflejarse en ella lo que requería cierta dignidad en sus materiales. Si recordamos que Belgrano debió solicitar que se comprara en Santa Fe un género específico para elaborar las enseñas divisionales esto indica que faltaba en las existencias del ejército. Y, si en el pueblo de La Bajada no existía alguna tienda capaz de proveerla, menos aún en Curuzú Cuatiá que solo tendría unas ochenta casas y, a lo sumo, pulperías de campaña.
Esto avala razonablemente la presunción de que Belgrano haya echado mano de las enseñas divisionales para preparar la que debía identificar al cuerpo expedicionario.

Otro punto a considerar es ¿qué colores tenía? La respuesta surge sola, aquellos que formaron las enseñas divisionales: roja, amarilla y azul.

Lo que no quedó documentado es su disposición, por lo que vale preguntarse ¿las franjas eran verticales u horizontales?

La Historia cuenta que, excepto la “Bandera Nacional de la Libertad Civil” (que es lisa) las varias banderas que creó Belgrano tuvieron segmentos horizontales; esto corresponde a la tradición española de usar emblemas franjados, salvo que utilizan paños monocromos. Repasando las primeras banderas de Sudamérica la disposición apaisada predomina casi en absoluto (la excepción es Perú, pero recordemos que previamente usó una de franjas planas). Esto indica como razonable que la enseña nacida en Curuzú Cuatiá haya tenido franjas horizontales.

¿En qué orden pudieron disponerse los colores? Cervera señala que pudo seguirse el esquema empleado por los seguidores de Francisco de Miranda, que luego se reflejarían en los pabellones de Venezuela, Colombia y del Ecuador: amarillo; azul y rojo.

Por lo demás, estimo que su paño no llevó carga alguna. Baso esta afirmación en los escasos medios de que disponía Belgrano; en la complejidad que hubiera demandado bordar algún distintivo y en los pocos días que mediaron entre la llegada a Curuzú y la bendición. En esa época, para bordar una bandera se necesitaban hilos de oro o plata; sedas para las figuras aplicadas y alguna pedrería; ninguno de estos elementos debieron estar al alcance de Belgrano en la remota Curuzú. Razón que avala la ausencia de toda aplicación.

Podemos formularnos otra pregunta ¿cuándo y de qué forma se empleó? Se contesta aseverando que como bandera de guerra era natural que presidiera las formaciones y, salvo orden expresa en contrario, era portada por miembros de la guardia personal del jefe.

Carecemos de seguridad sobre la fecha en que se bendijo. En su oficio a Moreno (13 de noviembre de 1810) Belgrano refiere la intervención previa de Arboleya; mientras que el acta de constitución de Curuzú Cuatiá lleva fecha de 16 de noviembre (puede verse en http://www.curuzu.gov.ar/htdocs/ciudad/fundacion.htm)

En consecuencia, la bendición pudo ocurrir en la primera formación que se realizó ya con el ejército al completo, es decir entre el 10 y el 12 de noviembre. El rito fue una oportunidad excepcional para que Belgrano intentara crear espíritu de cuerpo en sus hombres tomando como referencia la novísima bandera que les presentaba.

Finalmente, ¿hasta cuando se usó esta bandera? Sabemos que luego de su honrosa derrota en Tacuarí (el 9 de marzo de 1811) Belgrano capituló ante el jefe paraguayo, Manuel Atanasio Cabañas y Gamarra. No hay ninguna referencia documental, ni tampoco proveniente de la tradición oral que indique haya entregado la bandera de su ejército. Por otra parte, las capitulaciones con honores excluían la entrega de los emblemas del vencido, por lo que cabe concluir que la unidad comandada por Belgrano conservó su bandera. Más tarde, cuando ya retornado a Buenos Aires, el ejército expedicionario se terminó de disolver la enseña perdió su función y a falta de disposición expresa se perdió en algún momento y destino impreciso.

Esto es cuanto podemos avanzar sobre la histórica enseña. Son muchas las dudas que genera, pero su existencia está fuera de toda duda; más aún se trató de una insignia creada por el general Manuel Belgrano.

Ejemplaridad de la nueva bandera

Federico Guillermo Cervera

Cervera aduce que fue azul, amarilla y roja en franjas horizontales, basándose en que la bandera de la expedición criolla se habría sido el modelo para la que usaron los revolucionarios del Paraguay durante los hechos del 17 de junio de 1811. En consecuencia, a su entender, habría sido la “primera bandera paraguaya”. Esto lo funda en una relación de los dichos del patriota asunceño Mariano José de Molas quien describió el uso de “una bandera tricolor de azul, encarnado y amarillo con el escudo de las armas del rey”, de lo que se hizo eco la “Gaceta de Montevideo” del 12 de septiembre.

Sobre esta enseña revolucionaria se extiende Vicente Ayala Queirolo en su obra “Origen y evolución de la bandera nacional” (originalmente publicado en el diario “La Tribuna” del 1º de mayo de 1961), allí cita al historiador Agustín Berazza quién dio a conocer el expediente formado a consecuencia del apresamiento de la balandra “San José” por el bergantín “El Paraná”. En el mismo se rescata el testimonio de una persona de apellido Beltrán, donde consta que los patriotas de Asunción “tienen bandera azul, encarnado y medio amarilla en tres listas a lo largo y el escudo de armas”.

El fracaso militar de la expedición al Paraguay así como la escasa referencia documental sobre esta bandera precipitó el olvido que le dispensó la bibliografía, hasta las publicaciones de Cervera, principalmente, pero también las de Osuna y Elda González.

La bandera de la ciudad de Curuzú Cuatiá

Es evidente que los trabajos de Cervera asistieron a la sensibilidad belgraniana del doctor Horacio Julio Rodríguez y a su amor por la ciudad de la que hizo su hogar. Estimo que en sus años de duro trabajo concibió y pulió la iniciativa de vincular formalmente a Curuzú con el olvidado lábaro nacido en 1810. Al par que su autoridad intelectual se aquilataba Rodríguez desandaba el derrotero de este emblema desde su brumoso origen histórico soñando que fuera reconocido como enseña del municipio correntino. Cuando el azar del destino y la consideración de que llegó a gozar en vida lo ungieron concejal de Curuzú Cuatiá, Rodríguez encontró el momento oportuno para promover que se oficializara como tal; veremos cómo.

Horacio Julio Rodríguez

Con silenciosa sencillez y habilidad de curial promovió desde su banca un ambiente favorable a la consideración de su iniciativa. En aquellas conversaciones con sus pares, supo despertar buen eco, pero halló que algunos de sus pares cuestionaron el uso del vocablo “bandera” por entender que implicaba connotaciones de soberanía alejadas de la naturaleza jurídica de un municipio. Fue así que con toda ductilidad de criterio propuso reemplazar el término cuestionado por el de “enseña”, con lo que la prevención inicial desapareció.

Nota: la Vexilología considera varios vocablos como sinónimo de “bandera”, sin que pueda distinguirse jerarquía entre ellos. Citamos: pabellón, enseña, emblema, confalón, banderola, divisa, estandarte, gonfalón, guion, pendón, gallardete, flámula, oriflama, insignia, grímpola, lábaro, todos tienen una naturaleza común, son “vexilos”, aunque varios de estos nombres indiquen su forma aproximada (cuadrangular, triangular, farpados, etc.) Las precedencias entre ellos radican en la función que les asigna en la normativa o en los usos y costumbres de cada pueblo o estado.

En esta instancia, una concejal señaló la oportunidad de adoptar una canción oficial local para lo que se eligió el chamamé “A Curuzú Cuatiá” compuesto por el popular artista folklórico Antonio Tarragó Ros, una iniciativa que complementó el anteproyecto de ordenanza que Rodríguez estaba elaborando.

Sobre su composición cromática, Rodríguez explicó que no quiso que fuera igual a la empleada por los estados del área bolivariana, lo que justificó alterar el orden de sus colores y disponerlos con el amarillo, arriba; el rojo en el medio y el azul, en la base. En sus publicaciones, sigue relatando don Horacio, pidió al doctor Raúl Antonio Brambilla que acompañara con su firma el proyecto que presentó en el Concejo Municipal de Curuzú. El expediente se trató el 7 de abril de 1988 y obtuvo sanción como Ordenanza Nº496, unanimidad.

En lo particular la norma dispone sobre la bandera y también contiene un artículo transitorio relativo a su primer izamiento. Veamos sus términos:
“Art. 1º.- Decláranse símbolos oficiales de la ciudad y de la municipalidad de Curuzú Cuatiá, además del Escudo otorgado por decreto del Poder Ejecutivo provincial, la canción oficial y la Enseña municipal. […]
Art. 3º. La Enseña municipal será una réplica de la “Bandera de Belgrano”, que en franjas horizontales e iguales, con los colores oro, rojo y azul, izó Belgrano en Curuzú Cuatiá en la época de la fundación de la ciudad y en oportunidad de la marcha al Paraguay de la Expedición Auxiliadora. […]
Art. 5º.- En el próximo aniversario de la fundación de la ciudad el 16 de noviembre de 1988 se inaugurará la enseña de Curuzú Cuatiá, que desde ese día estará izada en el edificio municipal y en los actos oficiales, junto y a la izquierda de la Bandera Nacional”. […]
La bandera apronada

En la actualidad verificamos que la ordenanza de referencia no definió los colores a usar según alguna escala cromática, una faceta hoy indispensable según los cánones de la Vexilología. Es de esperar que en un futuro cercano se dicte una nueva ordenanza que complete este aspecto; única manera que la enseña tenga una coloración indubitada.

Afianzamiento del símbolo

Cuando llegó el día dispuesto, el protocolo asignaba al intendente de la ciudad el doctor Abel Grela protagonizar el primer izamiento de la enseña, pero con notable sentido de la dignidad y reconocimiento a su figura le cedió tal honor al doctor Horacio Rodríguez.

El lugar elegido fue el mástil ubicado en la conjunción de España y Juan Pujol. La Bandera nacional ascendió seguida por la que representa a Curuzú Cuatiá compartiendo la misma driza. Ese mismo día la celebración cobró particular brillo porque para conmemorar la efeméride se hicieron presentes en Curuzú el entonces presidente de la Nación, doctor Alfonsín y el gobernador de Corrientes, Ricardo Leconte.

La Semiótica enseña que una vez formalizada la adopción de un símbolo se abre el proceso de enriquecimiento de su rol representativo. La población de Curuzú acogió la nueva bandera en forma muy favorable. Más tarde, en 1994, cuando la ciudad se dio su carta orgánica, su artículo 3º ratificó la bandera en los términos de la Ordenanza Nº496.

Además cuando se aproximaba el bicentenario de la creación de la Bandera nacional (2012) el pueblo curuceño quiso vincular su enseña con aquella otra también creada por Belgrano. Para esto, se concibió que una caravana de gauchos llevara la enseña de Curuzú hasta la ciudad de Rosario, para ser depositada en el Monumento Nacional a nuestra Enseña patria … pero esto y mucho más será materia de otro post que se dará a conocer en fecha próxima.

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 Anexo: Composición de la expedición auxiliadora al paraguay al mando de Belgrano

Fuente: informe de Belgrano a la Junta fechado el 20 de octubre de 1810, con un total de 673 hombres.

Plana Mayor:
Sargento Mayor [segundo jefe de la Expedición]: José Machain
Ayudantes: Francisco Sáenz y Gabriel Meléndez
Comisario: Miguel Garmendia
Capellán: desde el 11 de octubre Belgrano le asignó esta función al presbítero Juan José Arboleya
Cirujanos: Juan Frubé (o Froure) y Mariano Vico

1ª. División, bandera roja:
Comandante interino: Celestino Vidal
Ayudantes generales: José Espínola (hijo) y Ramón Espínola
Compañía de “Granaderos de Fernando VII”, también llamados “de Terrada” por el apellido de su jefe
Regimiento de “Caballería de la Patria”: 1ª, 4ª y 6ª compañías
Compañía de “Blandengues” de Santa Fe: 30 hombres
Con dos cañones de a 4 del tren volante en un carro capuchino; un tercio de las municiones y otros útiles del parque conducidos en ocho carretillas.

2ª. División, bandera azul:
Comandante interino: José Ramón Elorga
Ayudante general: Pedro Aldecoa
Compañía de “Pardos”
Regimiento de “Caballería de la Patria”: 2ª, 5ª y 8ª compañías
Compañía de “Blandengues” de Santa Fe: 30 hombres
Con dos cañones de a 4 del tren volante en un carro capuchino; un tercio de las municiones y otros útiles del parque, conducidos en ocho carretillas.

3ª. División, bandera amarilla:
Comandante interino Manuel Campos
Ayudante general: Manuel Artigas
Compañía de “Arribeños”
Regimiento de “Caballería de la Patria”: 9ª compañía
Compañía de “Blandengues” de Santa Fe: 30 hombres
Con dos cañones de bronce de a 2; un tercio de las municiones y otros útiles del parque conducidos en carretillas.

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Notas:
Cervera consigna que el oficio del que se extrae la información antecedente consta en el Archivo General de la Nación con las siguientes referencias: 2ª. 4; Nº15, folio 195 y siguientes.

El 21 de octubre de 1810 Belgrano ordenó un itinerario a cada jefe de división y les impartió otras directivas.

El presente es un nuevo aporte del Programa Rosario, cuna de la Bandera y ciudad de la inclusión (Secretaría de Gobierno – Municipalidad de Rosario)