sábado, 30 de julio de 2022

Delicado análisis

Cuando no todo es el orden de precedencias

Por Miguel Carrillo Bascary

Hoy les propongo un ejercicio de aplicación de los conocimientos propios del Ceremonial y del sentido del buen gusto.

Vamos a simular que ustedes son los asesores de Ceremonial del funcionario cuyo despacho fotografiamos para esta nota.

La consigna consiste en analizar muy detenidamente la toma.

Por favor, anotar TODAS las observaciones que les merezca.

Ahora les planteo gozar del paisaje, como para que nadie se tiente de mirar los aportes que resultarán del ejercicio.

 

Quizás muchos conozcan el “cerro de los siete colores” de Purmamarca (Jujuy), pero para gozar “en vivo y en directo” del lugar de la foto hay que viajar lejos, a Irán, a la provincia sureña de Bushehr. Son los montes Jashak, donde existen 144 de estos conos formadas por estratos de sal que muestran una paleta cromática verdaderamente increíble.

Ahora sí, vamos a confrontar las notas que han tomado:

Las banderas están correctamente armadas, utilizan los accesorios normados por el Decreto Nº1.650/ 2010 (asta, lanza, corbata y pie soporte) a los que se suman los invisibles expansores, de manera que los paños luzcan en plenitud.

Pero, falta el planchado de los paños que debió hacer desaparecer esos notorios pliegues.

Debido al escaso espacio disponible se optó por disponerlas según la “regla del orden oblicuo”, en la que enseña de primera magnitud “encima” parcialmente a la segunda.

Aquí surge la opción: a) se dejan como están o bien, b) ¿se coloca la “Bandera Nacional de la Libertad Civil” a la derecha de la primera? Ambas posiciones son correctas, pero yo optaría por la “b” teniendo en cuenta que el anfitrión ocuparía el sillón que vemos. De esta forma cederá la derecha a su visitante, lo que siempre es una galantería (aunque el foráneo no lo note). En tanto que, la Bandera argentina quedará a la derecha del anfitrión, lo que reafirmará tácitamente su investidura. Esto destacará particularmente si se realizan fotografías que documentar el encuentro. Las redes sociales no perdonan.

La lámpara sobra, debería retirarse, más aún porque compite en su volumen con las banderas. No debería ser así. Se trata de un artefacto de escritorio, como lo evidencia su generosa pantalla. No parece necesario contar con una luz en el lugar porque la luminosidad del entorno permite visualizar correctamente las teclas del dispositivo.

Sobre la mesita vemos un intercomunicador, no es lo ideal, pero convengamos que priva la funcionalidad que otorga su presencia.

Lo que sobra también es el pequeño portarretrato que permanece semioculto por el dispositivo anterior. ¿Para qué dejarlo si el retratado apenas se ve? En realidad, hay un destrato para con el mismo.

Tras retirar la gran lámpara y el portarretrato, se liberará gran parte de la mesita, lo que habilitará que ahí puedan depositarse sendos vasos con agua y/o dos tacitas de café para confort de los usuarios.

Sobre la pared vemos otro retrato, esta vez del presidente Macri, por lo que se supone que el titular del despacho es un funcionario de su gobierno. Nada que observar al respecto. Pero, mirar bien el trazo claro, consiste en una línea destinada a operar la lámpara de luz cenital ubicada más arriba. No queda elegante, debió ser traslúcida para que se disimule con el entorno. En la forma que la vemos pareciera que el retrato presidencial fue colocado para ocultar parcialmente el dispositivo. Como una mejor opción cabría equipar al artefacto con un cable adosado a la moldura que corre por uno de los vanos de la pared y dotarlo de un interruptor en la punta, lo que permitirá operar su encendido y apagado.

Finalmente, el sillón que afectamos al uso del funcionario entraña una posición inconveniente, pero que no da opción. Su ancho dificulta la apertura de la puerta interna que se vislumbra más atrás. El estilo del mueble indica que se trata de los que hace años están destinados a la repartición. La solución ideal hubiera sido cambiar el par por algunos más ligeros que minimicen el inconveniente señalado. Es lógico que esto hubiera ocasionado una inversión presupuestaria que repugna a la austeridad republicana. En consecuencia, ¡dejemos las cosas así! Aplausos para el funcionario que evitó gastar en algo superfluo el presupuesto que aportamos todos los argentinos. 

Seguidamente, una autoevaluación y, si olvidé algo, háganmelo saber para bajarme la nota.

viernes, 29 de julio de 2022

Deplorables condiciones

Desidia, responsabilidad y sus causas

Por Miguel Carrillo Bascary 

El título que abre esta nota procura sensibilizar sobre las condiciones en que se exhiben las banderas, como se verá de esta selección de fotografías la mayor parte de tan lamentables situaciones tiene por objeto a las que se muestran sobre astiles.

Según indica la experiencia estos destratos tienen varias causas, sin perjuicio de alguna otra que se me escapa circunstancialmente: 

  • Cotidianeidad. Ocurre que la reiterada visión por efecto de la costumbre hace perder perspectiva al sujeto de la omisión. Podría resumirse con las siguientes palabras: tanto se ve que se termina por no ver.
  • Ausencia de un rol de tareas. La falta de inclusión de las banderas en un rol de mantenimiento, particularmente en reparticiones publicas o entidades, deriva en el abandono de aquellas que se encuentran colocadas por lo que quedan a merced de los factores meteorológicos, hasta que alguien lo advierte por pura casualidad y manda retirarlas o cambiarlas.
  • Falta de supervisión. La persona que debería velar por las debidas condiciones de exhibición de una bandera no cumple con su función, de tal modo que un subordinado descuidado medra con la situación.
  • Indiferencia. Esto es grave, pero demasiado común. Evidencia que no se llega a percibir la importancia del símbolo.
  • Polución ambiental. Ambientes con un alto nivel de polución acortan la vida útil de las banderas precipitando su degradación material.
  • Olvido. Suele ocurrir que se embanderan las fachadas en vísperas de las Fiestas Mayas al terminar las celebraciones patrióticas (estoy hablando de Argentina) hasta que con el paso del tiempo su integridad se desvanece.
  • Factores meteorológicos. La acción de la luz solar y en ocasión de nieve, lluvias o viento fuerte se producen daños en los embadurnamientos que a veces no implican la degradación material de la pieza pero que afectan las debidas condiciones de exhibición, como por ejemplo cuando se suelta alguna de las cintillas que la vinculan al astil. O, cuando alguna ráfaga de viento la enrolla sobre el tope del mástil o astil.
  • Intencionalidad ideológica. ¡Sí! También este factor incide en el debido lucimiento de las banderas ya que hay personalidades que en un equívoco ejercicio de su libertad de pensamiento trasladan sus concepciones a cuanto la rodea hasta el punto de sustituir con su voluntad las disposiciones vigentes y el respeto del pensamiento que sustentan dichas disposiciones y los usos y costumbres vigentes. Se registran casos en que las banderas, en tanto que tienen naturaleza de símbolos se muestran con total desidia o se banalizan.
  • No te metás. Muchas personas de buena voluntad que advierten este tipo de deficiencias en principio se molestan con toda razón ante el destrato que afecta el símbolo máximo de la Nación, sin embargo, más allá de manifestar su disgusto con alguna otra, no trasladan la queda al responsable.

Constataciones varias. A título de ejemplo bastan las fotografías siguientes:







 

jueves, 28 de julio de 2022

Banderas indígenas de Chile/ 2: Los pueblos del Norte

Sol, piedra y cerámica 

Bandera de Chile acompañada por una wiphala y la enseña de una comunidad 

Por Miguel Carrillo Bascary 

La caracterización de “pueblos del Norte” de Chile comprende a cuatro grupos: aymaras, atacameños, diaguitas, quechuas y collas. La Ley Nº19.253, sobre “Protección, Fomento y Desarrollo de los Indígenas” (1993), dispone en su Artículo 62:


Son aimaras los indígenas pertenecientes a las comunidades andinas ubicadas principalmente en la I Región[1], y atacameños los indígenas pertenecientes a las comunidades existentes principalmente en los poblados del interior de la II Región[2] y, en ambos casos, los indígenas provenientes de ellas.

Estas disposiciones se aplicarán a otras comunidades indígenas del norte del país, tales como quechuas y collas”.

Como se verá, para la Ley, la designación de aymara o aimara, engloba a los quechuas y collas.

Más aún, la interpretación jurídica de la última parte del artículo indica que el enunciado no es taxativo, por lo que abarcaría también a los diaguitas y, eventualmente, a “otras comunidades”.

Si se compara con lo que dice el Proyecto de reforma constitucional hay una evidente evolución en el tiempo que va desde que se sancionó la Ley en el año 1993 y el momento presente. Veamos que propone el Proyecto:

“Son pueblos y naciones indígenas preexistentes los Mapuche, Aymara, Rapa Nui, Lickanantay, Quechua, Colla, Diaguita, Chango, Kawashkar, Yaghan, Selk'nam y otros que puedan ser reconocidos en la forma que establezca la ley”.

A la fecha varios de estos pueblos se han dado vexilos que los representan, pero por un fenómeno de simplificación fáctica bastante extendido es usual que se emplee el emblema aymara, es decir la wiphala, como un símbolo que comprende a todos los pueblos norteños. La distribución de sus poblaciones abarca las regiones chileas de Arica y Parinacota, Trapacá, Antofagasta, Atacama y Coquimbo, con amplia presencia en las provincias del Norte argentino. Trataremos ahora cada pueblo en particular. 

Aymaras

La mayor parte de los aymara de Chile habitan el extremo Norte del territorio, en regiones de Tarapacá y Arica y Parinacota. En el Censo 2017, hubo unas 157.000 personas que se reconocieron como tales.

El símbolo de identidad aymara, la wiphala[3] (por tomar su grafía más extendida) posee un incierto origen y evidencia una compleja cuestión que atraviesa lo antropológico, lo arqueológico y lo histórico con fortísimas connotaciones ideológicas, ya que se le atribuye representar desde la cultura de Tiahuanaco y el imperio Inca hasta novísimas concepciones propias del esoterismo new age.

Empero, por lo general se le reconoce un origen aymara y se expresa como emblema de una “comunidad emotiva[4]”, por lo que tiene un amplio uso como divisa folklórica. Con propiedad no es una bandera sino un elemento cultural complejo que representa a la cosmogonía andina expresada en un paño, con lo que se constituye propiamente en un vexilo[5].

De hecho he recopilado una veintena de variantes de wiphala[6] y sin dudas que hay muchas otras. La más difundida es la que se muestra seguidamente, lleva los seis colores del espectro solar que se sintetizan en una línea de cuadros blancos en su diagonal céntrica (taypi). Un conjunto al que algunos identifican con el Qullasuyo, región Sur del Tawantinsuyo[7] aunque otros autores rechazan esta asignación. 

La más difundida versión de Wiphala 

Advierto que los significados que se atribuyen a los colores de la wiphala varían según sea el autor o el comunicador, puede afirmarse sin dudas que son polisémicos. Intentaré compendiarlos, por lo que este punto puede parecer sobreabundante o escaso, según la subjetividad del lector:


El color amarillo, corresponde la energía del Sol, al poder vital, a la fuerza, la ley y la alegría, también a la solidaridad. El rojo, alude a la Pachamama, la madre tierra, la identidad ancestral y la sabiduría popular. El naranja, expresa la memoria oral, la cultura, la salud y la medicina. El blanco, se refiere al tiempo, a la ciencia y a la técnica, al desarrollo, al trabajo y a las artes. Mientras que el verde, remite a la naturaleza, a la agricultura y a la economía comunitaria, al trabajo rural y a la minería. En tanto que el azul, representa al espacio cósmico, a la energía, a la chakana (cruz andina), vínculo entre la vida terrenal y el cosmos. Finalmente, el violeta manifiesta al poder comunitario, al orden social y a la ley.

También se constata el uso de una wiphala apaisada, donde el motivo básico se multiplica en una sucesión de espacios semejantes, según se muestra en la fotografía siguiente: 


Wiphala, variante 

El uso de este diseño de 49 cuadros plantea un conflicto de naturaleza política, toda vez que es la segunda bandera del Estado Plurinacional de Bolivia desde que así lo declaró la reforma de su constitución en el 2009[8], si bien su Artículo 6 no la describe la imagen reproducida se impuso de facto.

Asimismo, consta en el cantón de la llamada “bandera de la reivindicación marítima[9], que alude a los departamentos perdidos por Bolivia en la “guerra del salitre” que la enfrentó con Chile (1879-1894), desde 1966 se empleaba como insignia de su Fuerza Naval una versión más clara (azul-mar), con el pabellón de Bolivia en el cantón[10]. 


Bandera de la "reivindicación marítima" y de la Fuerza naval, Bolivia 

Evaluación vexilológica. El tipo de wiphala difundido como símbolo del pueblo aymara posee una innegable originalidad, su colorido atrapa y el significado que se atribuye a sus formas y policromía, si bien no cuenta con referencias documentadas y por ende revista mucho de subjetivo. En general es de muy difícil reproducción, pese a lo cual su difusión es notable, este factor negativo se potencia, tratándose del tipo apaisado. La peculiar forma cuadrada entraña serias dificultades desde la perspectiva del Ceremonial. En si caso lucirá "disminuida" respecto de aquellos vexilos con los que luzca en conjunto. En atención a los cánones de exhibición protocolar igualitaria, el lado de la vaina de la wiphala deberá ser idéntico a de aquellas banderas con las que se presente.

Collas (kollas)

Este pueblo se radica en la región nor-andina, en las provincias de Copiapó y Chañaral, de la región de Atacama y otros espacios aledaños[11], también existen núcleos collas en la región Metropolitana. En el Censo 2017, unas 21.000 personas se identificaron con la etnia.


Bandera colla

La bandera usada por los collas al menos desde el 2017[12], consta de cuatro franjas: cuyo significado es el siguiente:


El color amarillo representa a Tata Inti, Tata Sol; el negro representa a la medicina, la cultura, las ceremonias y los rituales; el blanco corresponde a la pureza, la montaña, la nieve, la cordillera y el color rojo representa la fuerza, el hombre, la sangre y el poder[13]”.

Recientemente se conoció una variante, que incorpora una barra amarilla en el lado del asta[14]. Además, se computa otra versión que muestra los mismos colores, pero dispuestos en damero.


Banderas del pueblo colla, variantes 

Evaluación vexilológica. La simpleza, tanto en los tonos como en las formas, de los diseños analizados es un valor destacado que sin dudas facilitará la reproducción.

Changos

El término abarca a las comunidades costeras comprendidas desde más allá del límite entre Chile y Perú hasta la cuenca del río Elqui, en la región de Coquimbo. También se lo llama pueblo camanchaco o camanchango. En el Censo 2017, unas 4.700 personas manifestaron ser changos. La Ley Nº19.253, sobre “Protección, Fomento y Desarrollo de los Indígenas” (1993), en su Artículo 65 bis, explica que:


Son changos las comunidades costeras ubicadas principalmente desde la II a la V Región” (desde las regiones norteñas de Antofagasta, Atacama, Coquimbo, Valparaíso y O’Higgins, en el centro del país).


Se identifican mediante la wiphala chango que, si bien tiene forma de bandera, es un símbolo complejo que expresa la cultura ancestral. Se adoptó formalmente en el año 2020[15]. Resultó de un procedimiento participativo que a lo largo de tres meses protagonizaron el “Consejo Nacional del Pueblo Chango”, representativo de 30 organizaciones, y el artista plástico Jaime Valderrama quien dibujó los trazos. Su estilo en general remite inmediatamente a las enseñas que utilizan diversas “primeras naciones” radicadas en los Estados Unidos y el Canadá. Expresa un rico simbolismo, donde sobresalen las referencias duales al mar y a los cerros. La infografía que se muestra desarrolla el significado de sus elementos y colores[16].


 

Notas: Las nueve etnias a las que se alude son las que había reconocido el Estado chileno hasta el año 2020. La embarcación es un chinchorro.

Evaluación vexilológica. Se trata de un diseño de agradable policromía, bien contrastada. Los elementos que carga en el círculo central, si bien cuentan con innegable significado cultural resultan demasiado pequeños para poder ser apreciados cuando el paño ondea por efecto del viento, en su versión de ceremonia no presenta demasiado problema.

Diaguitas[17]

Habitan mayoritariamente a lo largo del río Tránsito, cuenca alta del río Huasco, en la región de Atacama; también hay comunidades dispersas en otras zonas, como en Coquimbo. En el Censo 2017, unas 88.500 personas manifestaron ser diaguitas.

En realidad, este término fue impuesto por el imperialismo de los incas para designar a varios pueblos hablantes de la lengua cacán, lo que implicó una fuerte transculturización. Este fenómeno de dominación suele ser soslayado en el relato ideologizado que hoy predomina, se prefiere insinuar la existencia de una suerte de plena armonía entre los pueblos americanos antes de la llegada hispana lo que, por supuesto, está lejos de ser realidad ya que las luchas fueron una constante.


Mayoritariamente en el pueblo diaguita se observa el empleo de dos diseños de banderas[18], como se verá más adelante. Sus atributos expresan una cosmovisión chamánica. El primer vexilo posee un alto nivel de abstracción donde la dualidad Sol/Luna se relaciona con los conceptos de varón/mujer. En la segunda enseña predominan los elementos naturales: el Sol, el algarrobo (su árbol sagrado), el cóndor, la llama, la chinchilla y la ballena en trazos estilizados; también lo usan grupos étnicamente afines que habitan en la República Argentina.

En ambos casos los paños están guarnicionados con el estilo de la alfarería propia de la cultura, sus trazos componen una simetría rítmica a la vista del observador. En cuanto a los colores, ambos vexilos se expresan en el ocre, el rojo y el negro, lo que llama la atención es la falta del blanco.

Un tercer diseño de bandera, mucho menos difundido, reproduce una ornamentación diaguita preincaica que nos explica la Lic. Paola González Carvajal[19].Consiste en una greca de múltiples giros rectangulares en forma de laberinto que producen un efecto cuasi-hipnótico, encerrada entre dos hileras paralelas de cuatro motivos aproximadamente triangulares (¿una serpiente?), todo en rojo y negro sobre fondo blanco. Las excavaciones indican que este motivo corresponde al período preincaico. 


Bandera diaguita, la “hipnótica” 

Pese a mi esfuerzo no he podido clarificar cuál es el diseño de uso más propio como bandera diaguita, que en principio parecería ser el primero, sin restar legitimidad a los restantes. Agradeceré toda información al respecto. 

Entre las comunidades en particular destaco el hermoso diseño de la bandera diaguita-huascoaltina, grupo que habita la cuenca del río Tránsito (región de Atacama). Expresa la economía basada en los camélidos, la agricultura y el vínculo fluvial. En ocasiones el emblema se representa en color borra vino. 


Bandera del pueblo diaguita-huscolatino, variantes de color

Se deje constancia también de la enseña distintiva del “Consejo Nacional Diaguita”, que plantea un excelente contraste entre el rojo y el negro. Circundando al algarrobo ubicado en el centro se observa una sucesión de elementos circulares que expresan las fases de la Luna. Los colores empleados reconocen como antecedente los utilizados en la cerámica excavada en el yacimiento de Yavi, Jujuy, Argentina (ca. 900 a 1530)


Bandera del “Consejo Nacional Diaguita” de Chile

Como expresión de la “diversidad en la unidad” de la etnia, los molle-diaguitas del valle del río Copiapó utilizan una bandera particular que se mantiene dentro de los parámetros cromáticos clásicos y que toma su diseño de una pieza cerámica propia de la cultura de El Molle, en la que puede señalarse un puma y el Sol, trazos que se remontan al período Diaguita II (1.200 a 1.470) 

Bandera molle-diaguita 

Evaluación vexilológica. Los diseños de las banderas analizadas presentan una complejidad elevada. Esto dificulta su reproducción y conspira contra la posibilidad de difundir los emblemas. El color del paños de las dos primeras enseñas también vaticina dificultades para la reproducción correcta.

Lickanantay, licán antai o atacamaeño

Este pueblo se radica principalmente en las comunas de Calama y San Pedro de Atacama, región de Antofagasta, en la cuenca media y alta del río Loa Viejo, Lasana, Cupo, Ayquina, Toconce, Caspana, Chiu Chiu y en el salar de Atacama. En el Censo 2017, unas 30.000 personas manifestaron ser lickanantays.

La falta de un vexilo característico se debería a la diversidad cultural de las comunidades atacameñas, lo que por ahora no derivó en la adopción de un símbolo común, aunque en algunas manifestaciones públicas se acompañan con wiphalas, como las usadas por los aymaras.

Por el momento es factible mostrar la enseña que caracteriza al “Consejo de Pueblos Atacameños”[20], asociación indígena constituido en 1994 por 18 comunidades en la III Región, hoy Atacama-Coquimbo. Su emblema muestra una vasija, cargada sobre un símbolo que no he podido identificar[21], flanqueados ambos por dos mazorcas de maíz y gajos de laurel sobre un fondo blanco azulado, que se traslada al paño, netamente albo. Este tipo de diseño es similar a los usados por muchas de las “primeras naciones” que habitan Canadá y los Estados Unidos, los mismos se centran en sus “grandes sellos” (great seal) sobre un paño de color pleno.

Bandera del “Consejo de Pueblos Atacameños”

Evaluación vexilológica. Como hasta el momento no existiría una bandera representativa de este pueble, cabe hacer reserva al respecto. Desde ya que el tipo de diseño correspondiente a la enseña representativa del Consejo es contraria a los cánones de la Vexilología, por ser de difícil lectura al observador.

Quechuas

Se afirma que los quechuas (quichuas, kechuas o qhishwa, además de otras nominaciones similares) se definen como un pueblo a partir de su lengua, pues sus raíces étnicas son plurales. Las principales comunidades quechuas en Chile se encuentran en la región de Antofagasta, sobre la cuenca del río San Pedro, en el río Loa Superior, en la región de Tarapacá y en otras localidades. El Censo 2017, expresó que unas 34.000 personas dijeron ser quechuas.

En cuanto a su bandera, utilizan mayoritariamente la que identifica a Cusco[22] (Perú), que algunos llaman unancha (signo, estandarte, bandera). Consiste en los colores del arco iris (warkaya kuychi) que representa la evolución del ser humano, un reflejo de la captación de este fenómeno meteorológico que estuvo presente en los estandartes que utilizaron como divisas personales varios soberanos incas.

Bandera quechua de uso en Chile

El diseño simple de estas siete listas de colores fue propuesto como bandera de la ciudad de Cusco en 1973 y se oficializó como tal el 9 de junio de 1978. Desde el año 2001[23], porta como atributo central el escudo que la ciudad adoptó en 1986[24]

Se trata de la “Placa de Echenique”, una fabulosa pieza arqueológica construida en oro, que representa al Sol (Inti) con aspecto felino, aludiendo al jaguar. Sobre su data hay interpretaciones extremas, ya que se ubicaría desde los años 500 hasta el 3.000 a C., en cuyo caso se remontaría a las culturas de Paracas y Chavín. Pese a ser muy similar la enseña no se identifica con la multicolor del colectivo LGTB que, cuando apareció en noviembre de 1978 en ese mismo año, tuvo ocho franjas[25]. 

Evaluación vexilológica. La reproducción de la "Placa de Echenique" en la bandera, desde lo conceptual indica un loable propósito de vincular el presente con un pasado que raya en lo mítico, un propósito atendible, si bien no es histórico. En cuanto a los cánones de la disciplina, dicha reproducción es ciertamente compleja, lo que dificulta la tarea y eventualmente conspira con la difusión del símbolo.


Advertencia. Compuse esta nota en base a fuentes heterogéneas. Algunas de ellas son evidentemente parciales, también podría deslizarse un eventual error de información o de interpretación y, seguramente, omisiones significativas. La premisa fue no “hacer política” ni permear alguna ideología, por lo que se puso todo el esfuerzo para practicar las comprobaciones necesarias. Reitero, en Vexilología se estudian las banderas sin formular juicio respecto de las realidades y valores que expresan.

Agradeceré cualquier información que permita avanzar en el análisis o completar las referencias consignadas, en cuyo caso sería pertinente expresar su origen a fin de considerar incorporarlo a una segunda versión del estudio. 



Notas y referencias

[1] Desde el 2018 se las denomina: Arica y Parinacota y Tarapacá.

[2] Alude a la región de Antofagasta.

[3] Cabe señalar que el término wiphala, se escribe y pronuncia de diferentes maneras, aún en el territorio de Bolivia.

[4] Conf. MAMANÍ, Pablo. La Paz. 2005.

[5] Las más lejanas representaciones de wiphalas obran en queros (vasos) que no se datarían más allá del siglo XVI, si bien algunos creen verlas en textiles prehispánicos. Una referencia olvidada en la bibliografía que trata de la wiphala de las últimas décadas es la que consigna el viajero francés Alcides D’Orbigny al describir la fiesta de San Pedro, en 1830.

[7] LA CRUZ BONILLA, Juan.  Dibujando un Inca. Representaciones visuales de los incas según ilustradores gráficos de Lima Metropolitana (tesis). Pont. Univ. Católica del Perú. Lima, 2016, p.60, informa: “en el año 2011 el Congreso del Perú citando a la Academia Nacional de Historia indicó “El uso oficial de la mal llamada bandera del Tahuantinsuyo es equívoco e indebido. En el mundo prehispánico andino no se vivió el concepto de bandera, que no corresponde a su contexto histórico”. Referencia en: https://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/bitstream/20.500.12404/8165/1/LA_CRUZ_BONILLA_JUAN_DIBUJANDO.pdf

[9] La ley Nº920 (2017) instituyó esta bandera. La misma define el color de su paño como “azul marino, código Pantone 281 C”.

[18] Sobre el arte diaguita recomiendo: GONZÁLEZ CARVAJAL, Paola. Arte y cultura diaguita chilena. Simetría, simbolismo e identidad. Ucayali edit. Santiago de Chile. 2013. Accesible desde: https://www.academia.edu/41173428/ARTE_Y_CULTURA_DIAGUITA_CHILENA_SIMETR%C3%8DA_SIMBOLISMO_E_IDENTIDAD

[19] GONZALEZ CARVAJAL, P. Ob. cit. p. 78.

[21] Se agradecerá cualquier información al respecto.

[22] Por Acuerdo Nº78 de 1990 el Consejo Municipal del Cusco instituyó el nombre de Qosqo (centro/ ombligo) en sustitución del de Cusco, por considerarlo más fiel expresión histórica-lingüística. Empero, en esta nota utilizo su expresión castellanizada, Cusco, tal como lo había definido en 1932 el “XXV Congreso de Americanistas”, reunido en La Plata, Argentina.

[23] Los fundamentos de esta disposición consignan una detallada relación de los antecedentes de la bandera y del escudo del Cusco que son por demás ilustrativos. Referencia: https://www.cusco.gob.pe/wp-content/uploads/transparencia/2021/O.M.2021/O.M.008-2021_DISPONER%20INCLUSION%20DE%20ESCUDO%20EN%20BANDERA.PDF

[24] Acuerdo municipal Nº63/86 A/MC SG-86.

[25] Sumaba una franja rosa por sobre la roja, representativa de la sexualidad, pero solo se mantuvo inicialmente. Desde 1979 se le quitó la turquesa.