El aplauso a los himnos nacionales
Alegoría publicada en la fecha por el medio local Rosarionet
Por Miguel Carrillo Bascary
El 25 de Mayo y los actos patrios
Para
información de nuestros lectores que no sean argentinos les cuento que el 25 de
Mayo celebramos la formación del primer gobierno patrio, fecha inicial del
desarrollo de Argentina como una nueva nación.
Entre los
patriotas de entonces no hubo banderas en aquél 25 de mayo de 1810, pero sí
distintivos de diversos tipos: cintas blancas y rojas (solas o combinadas);
florecillas celestes (junquillos) y hasta divisas con el rostro estampado del
rey español Fernando VII, como señal fidelidad al entonces prisionero de
Napoleón.
El uso de
estos emblemas está sobradamente probado por la Historia, sin embargo persiste
la leyenda de que los activistas criollos (“chisperos”) French y Beruti
repartiendo cintas blancas y celestes entre los partidarios del nuevo gobierno.
Nada más alejado de la verdad.
En recuerdo
de aquellos hechos, desde el año 1812, los 25 de Mayo de cada año se realizan
en todas las comunidades del país actos conmemorativos que incluyen el canto del
Himno nacional. Esta composición musical que data de 1813 se entona en solo dos
fechas más del calendario acompañando el izamiento de nuestra Bandera nacional.
El resto de los días se utilizan otras marchas y composiciones musicales.
Un ejercicio práctico
Hoy
queremos llamar la atención sobre un aspecto del ceremonial que se desconoce,
mayormente, lo que justifica la oportunidad de tratarlo en este blog.
Con
propósito didáctico les pido que nos ubiquemos en un teatro como espectadores
de una obra está próxima a finalizar. Si alguien comenzara a aplaudir cuando
falta que los protagonistas encaren su diálogo final se consideraría el hecho
como una absoluta falta de respeto a la obra, a los actores y al resto del
público. Demás está decir que los otros espectadores harían callar al
desubicado y es factible que los actores interrumpan la representación como
gesto de fastidio.
Quienes
manejan los códigos de un evento cultural de categoría saben que los aplausos
se contengan hasta el completo final de la escena, más aún debería prolongarse el
respetuoso silencio unos instantes más, para degustar el climax de la pieza
ejecutada, luego sí, será el momento de realizar todas las manifestaciones de
entusiasmo que sean pertinentes: aplausos; vivas; golpeteo de pies contra el
suelo; pedido de bises; arrojar flores y otras formas de expresión acordes a la
circunstancia.
El aplauso a los himnos nacionales
Cuando se
ejecuta algún himno nacional en un acto patrio deberíamos comportarnos con la
delicadeza que corresponde a educados conocedores de teatro. A los himnos se los
debe escuchar hasta su último acorde y recién entonces aplaudir.
Sin embargo
la actitud general es muy otra, el aplauso comienza cuando termina de cantarse
el último verso, como si los presentes tuvieran apuro para pasar al otro ítem
del programa previsto.
Esto no
está bien. Tal precipitación indica una clara ausencia de cultura y una falta
de respeto a toda la Nación, representada por su símbolo.
Lo peor es
que los responsables de la organización de estos actos, muchas veces
profesionales del Ceremonial, permanecen impasibles ante tamaña muestra de
grosería, cuando ellos mismo deberían procurar conducir la situación hasta
lograr el debido respeto por el símbolo nacional.
¿Qué hacer entonces?
La solución
es muy simple, cuando el locutor anuncia que se cantará el Himno nacional debe
introducir una glosa muy breve, de neto contenido didáctico. Podemos enunciarla
así:
“En señal
del debido respeto recordamos que solo debemos aplaudir cuando haya finalizado
el último acorde musical”
De esta
forma se jerarquizará los himnos en la consideración general y se hará la
debida docencia. Esto
también es construir cultura y contribuye a reverenciar a la Patria.
Nada más,
ni nada menos
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