jueves, 20 de julio de 2017

¿Abanderados sentados?

¡Desde  cuando!

Serie: Errores de Ceremonial

  ¡Así, no!

Por Miguel  Carrillo Bascary

En el permanente recorrer Internet buscando aprender suelen surgir verdaderos hallazgos, como el que comparto.

No interesa la situación; tampoco la entidad responsable, pero resulta imperioso explicar que es absolutamente improcedente que los abanderados y escoltas se sienten durante un acto.

El Ceremonial universal rechaza unánimemente esta “comodidad”. El abanderado y los escoltas tienen el rol de destacar a la bandera por sobre todas las cosas, el primero es un verdadero mástil viviente que “no puede darse el lujo de cansarse.”

Es obvio que los jóvenes que vemos no tienen responsabilidad por el desatino mostrado, pero no podemos decir lo mismo sobre la institución organizadora.

En la eventualidad de que el acto sea excesivamente prolongado; para que esto no afecte a los alumnos de la escuadra corresponderá que en el lugar asignado a la bandera se coloque un pie, para que la última pueda colocarse allí. Esto permitirá que el abanderado y los escoltas se retiren hasta el momento en que vuelvan a buscarla, próximo ya el fin del evento.

Hay otras dos opciones factibles pero ambas son tan poco ortodoxas que las desaconsejamos:
a) luego de cierto tiempo, intercambiar roles entre los miembros de la escuadra, de manera que el primer escolta tome la bandera y que el abanderado pase al lugar del anterior; o bien,
b) reemplazar a la escuadra completa por un nuevo trío de alumnos.

¡Así, sí!

En este segundo caso hallamos que uno de los escoltas parece haberse cansado pues lo vemos sentado, mientras que el abanderado permanece correctamente de pie. Cualquiera podría señalar también que el portador ha colocado la enseña patria sobre su izquierda y que tanto el tahalí esta en posición invertida.
  
20 de mayo de 2008

El caso adquiere particular destaque si observamos que se trata de un acto oficial, organizado por una entidad del Gobierno nacional y que, además el evento es de tanta importancia que participa el mismísimo Emanuel Ginóbili. Debería suponerse que la entidad aludida cuenta con la experiencia y la sapiencia necesarias para no dar lugar a desatenciones como las apuntadas.

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