lunes, 13 de diciembre de 2021

Podios, tribunas, atriles y personas con discapacidad

Un imperativo, prever

 

Por Miguel Carrillo Bascary 

En la praxis de actividades de Ceremonial hay circunstancias donde se tiene que presentar a una persona con discapacidad, lo que puede entrañar un compromiso delicado ya que es primordial evitar que esta quede resaltada. 

Como las discapacidades pueden ser muy variables será imprescindible analizar cada una de ellas y proveer en consecuencia. Para esto hay que organizar la presentación con adecuada antelación ya que las soluciones suelen ser de cierta complejidad y demandar elementos que no suele estar disponibles con facilidad. 

Toda presentación implica exponer al sujeto ante un auditorio, sea este inmediato o remoto. En este cometido los condicionantes respecto de una persona con discapacidad pueden demandar adaptaciones para el desplazamiento con sillas de ruedas, bastones u otro tipo de elementos ortopédicos. Similares requisitos se deberán contemplar si se trata de un ciego o ambliope o si requiere acompañamiento de un auxiliar, en que se requerirán otras previsiones. Ni que decir si los sujetos con discapacidades son varios, como puede ocurrir en el caso de premiaciones de para atletas. 

En consecuencia, esta breve nota solo tiene el propósito de poner en evidencia la necesidad de considerar la temática mediante el tratamiento de algunos casos paradigmáticos que puedan servir de guía orientativa a los colegas ceremonialistas y organizadores de eventos. 

El caso de podios 

Este tipo de elementos se usa para resaltar una jerarquía entre habitualmente tres grupos de atletas o de personas merecedoras de una distinción ante un público, generalmente numeroso. Por tradición se utilizan en premiaciones, donde se expone a quienes obtuvieron un triunfo ante otros competidores. 

Lo usual es evidenciar al primero (oro), al segundo (plata) y al tercero (bronce), según la clasificación derivada de las ceremonias olímpicas. 

Si la presentación implica el uso de sillas de ruedas u otro elemento ortopédico, habrá que disponer de peanas que mantengan la tradicional diferencia de niveles donde las personas destacadas puedan acceder al nivel correspondiente por sus propios medios. El principio general es desterrar la asistencia de un tercero para posicionarlas. Para esto se utilizarán rampas con la adecuada pendiente, procurando que el usuario pueda acceder a la posición del caso con la mayor naturalidad y mínimo esfuerzo posible. 

En ocasiones las limitaciones del espacio pueden ser un verdadero problema, por lo que la práctica aconseja realizar las presentaciones manteniendo a los distinguidos en un mismo nivel, jerarquizando su posicionamiento mediante dispositivos marcadores similares a los que vemos en las siguientes fotografías. 

Estos pueden ser de idéntica forma, pero la jerarquización se concretará mediante el uso de números o colores (referenciándolos con los que tradicionalmente se identifican las medallas olímpicas), asignando al primer puesto el color más contrastante y el más frio al tercer puesto, eligiendo uno relativamente neutro para el segundo lugar.


Si en la ceremonia participan otras personas en plenitud física, los elementos marcadores podrán retirarse una vez que cumplieron su cometido, por esto serán suficientemente livianos y cómodos para permitir la operatoria.

Como pauta igualadora, cuando en la ceremonia se presentan personas con y sin discapacidades no hay ningún inconveniente para que todos utilicen los mismos marcadores, lógicamente.  

Las tribunas, ambones o atriles 

Cuando tratamos de estos ya estamos tratando de situaciones mucho más formales donde el expositor tiene un rol más extendido en el tiempo implicado en la ceremonia. El usuario puede ser un personaje de cierto relieve, el invitado principal, un directivo corporativo, un líder político o social, etc. 

Si la discapacidad implica cierta dificultad para desplazarse, lo adecuado será colocar la tribuna, atril o ambón con un desnivel lo más discreto posible respecto del espacio de la presentación. Lo propio vale para las personas de baja talla. La jerarquización la aportara el propio elemento, no la altura. 

Sin embargo, puede haber ciertas discapacidades que demanden un dispositivo adaptado a la altura relativa del usuario, con se evidencia en las siguientes fotografías.


 

En estos casos la organización deberá implementar que un auxiliar o un equipo de ellos, que reemplace el elemento de uso habitual por otro de menor longitud, operación que se ejecutará con total naturalidad, en la misma forma con que se regula la barra de un micrófono de pie, para lo cual aquel debe ser suficientemente liviano y portable. Obvio que el personal tiene que hallarse debidamente capacitado para desarrollarla con eficiencia y la mayor celeridad, también deberá encontrarse ataviado acorde a la ocasión. 

Lo que no debe hacerse 

Hablará muy poco del profesionalismo de la organización que existan faltas de previsión en esta materia. 

Nunca, pero nunca, deberíamos ver cosas como las que revelan las siguientes fotografía ¿No les parece?



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