jueves, 29 de agosto de 2024

1906: la Bandera de la Libertad y la Casa Histórica

Pueblos hermanos en vigente emoción

La Bandera legada y la comisión  presidida por el Dr. Joaquín Carrillo (sombrero en mano) que la transportó desde Jujuy

Por Miguel Carrillo Bascary

En 1906, a nueve décadas de proclamada la independencia nacional Argentina se perfilaba como uno de los países con mayor desarrollo socioeconómico. El aniversario pareció fecha propicia para reivindicar la épica común y cultivar el espíritu patriótico con vistas al Centenario.

Tucumán mostraba una novedad de la que estaba orgullosa. La casa donde se declaró la independencia se había demolido en 1904 por amenazar ruina, lo que evidenciaría la falta de sensibilidad de los argentinos por su pasado; pero, lo real es que existía otro concepto respecto de la forma en que se debía conservar el patrimonio arquitectónico. Afortunadamente se preservó íntegro el llamado “Salón de la Independencia”, entre cuyas paredes se proclamó la histórica decisión. El sagrado solar quedó incluido bajo un templete estilo francés, ampliamente vidriado, precedido de un patio ceremonial. Los espectaculares bronces de Lola Mora[1] le daban marco. Esta situación se mantuvo hasta 1943, cuando se inauguró la reconstrucción de la casa con el aspecto que presentaba en 1816, la nueva construcción se levantó sobre los antiguos cimientos[2] y se emplearon materiales provenientes de edificaciones preservadas por el tiempo. De esta manera alcanzó el aspecto con que hoy puede verse.

El templete, con el “Salón de la Independencia”, destacado en rojo y amarillo

En 1906 gobernaba por segunda vez la provincia de Jujuy el Dr. Manuel Bertrés[3]. Junto a sus colegas en la profesión de abogados, Benjamín Villafañe Chaves[4] y Joaquín Carrillo[5], más el concurso del gobernador tucumano, el ingeniero Luis Nougués[6], protagonizarían un evento por demás significativo en la historia del país y del Nor-Oeste. A la iniciativa se sumaría un entusiasta grupo de universitarios de varias provincias y todo el pueblo tucumano.

A: Manuel Bertrés. B: Joaquín Carrillo. C: Benjamín Villafañe. D: Luis Nougués

¿En qué consistió el proyecto?

La idea era celebrar los noventa años de la declaración de la Independencia argentina transportando hasta la ciudad de San Miguel de Tucumán la Bandera Nacional de la Libertad Civil[7]. Como se sabe, esta reliquia cívica fue donada por el general Manuel Belgrano al pueblo de Jujuy, como testimonio por su sacrificio en las batallas de Tucumán y Salta, con lo que literalmente se salvó la Revolución en Sudamérica. Su significado trasciende, abarcando a todos los que con su silencioso aporte contribuyeron a la causa de la libertad, aunque la Historia no haya guardado sus nombres. Esa bandera es la única de las que se conservan que estuvo probadamente en manos del general Manuel Belgrano, por eso es un testimonio histórico para todos los argentinos.

La bandera legada, tal como se encuentra hoy[8]

El evento tenía como antecedentes la presencia de la reliquia en Salta (1894), en ocasión de conmemorarse el triunfo en la batalla del 20 de febrero de 1813, y su visita a la ciudad de Rosario, cuando se instaló la piedra fundamental del Monumento Nacional a la Bandera (9 de julio de 1898). Es de imaginar la expectativa que despertó la idea cuando se formuló a fines de 1905. Muchos se sumarían desde diversos sectores, prestando su apoyo a tan significativa evocación.

Es evidente que entre Bertrés y Nougués hubo varios puntos en común. Los dos verían que el evento les permitiría obtener mutuos réditos políticos, no olvidar que ambos militaban en el partido autonomista (roquismo). Villafañe también lo capitalizaría para su futura proyección, mientras que el Dr. Carrillo aportó su perspectiva de eminente jurista y señalado historiador.

Un detenido análisis de estas personalidades nos revela vínculos insospechados que los trascienden y que se enlazaron en una experiencia de enorme riqueza simbólica. Los tres estaban emparentados con prestigiosas familias tucumanas. Además, tenían en común una sólida formación profesional, un amplio desempeño en la gestión pública desde diversos perfiles y un espíritu de gestión que, sin descuidar sus intereses de sector procuraba el desarrollo de sus respectivas provincias, al par de coincidir en la necesidad de afianzar la argentinidad.

Como anfitriones, Nougués y los tucumanos organizaron un ambicioso programa de actos y festejos para dar realce al encuentro entre dos pueblos que se habían compenetrado tan hondamente en los dramáticos días que antecedieron a la batalla de Tucumán. Era una ocasión para demostrar, una vez más la hospitalidad tucumana hacia sus hermanos de Jujuy, como lo hicieron sus mayores en las aciagas jornadas de 1812.

Prolegómenos

Al parecer, Bertrés estaba profundamente compenetrado del significado del que hoy es símbolo histórico nacional. Durante su función de gobierno conoció al Dr. Joaquín Carrillo, y posiblemente hayan compartido reflexiones al respecto.

Carrillo era ya una eminencia en los estudios históricos desde que en 1877 publicó su libro “Jujuy, provincia federal argentina”, donde por primera vez, calificó como “Éxodo” a la gesta que protagonizaron los jujeños en 1812. También había acompañado a la Bandera legada en su visita a Salta (1894). Poco menos de una década lo separaba del nacimiento de Bertrés, por lo que podemos decir que eran parte de la generación, surgida a la vida cívica cuando la Constitución nacional era ya un hecho y las pasiones de las luchas entre unitarios y federales se habían atemperado sensiblemente. Además, Carrillo y Bertrés compartieron esfuerzos en la comisión que en 1884 reformó profundamente los Códigos de Procedimientos de la provincia.

Los Dres. Carrillo y Villafañe se conocían desde 1893 cuando fueron convencionales durante el proceso de reforma a la constitución jujeña, en el curso del primer mandato de Bertrés. Villafañe había sucedido a Carrillo en la cátedra de “Historia”, del muy prestigioso Colegio Nacional de Jujuy. Estos antecedentes lo revelaban como una personalidad en ascenso.

En estas circunstancias el gobernador Bertrés entendió que designar al frente de la delegación a los doctores Joaquín Carrillo y Villafañe era un recurso que jerarquizaría la visita de la Bandera reliquia a Tucumán. Junto a los citados acompañaron la histórica pieza hasta Tucumán: Manuel Buitrago, Julio Carrillo, Carlos González Pérez, Gabriel Carrillo, Ricardo López Iriarte, Eulogio Solari, Genaro González, Arturo Mendoza y Manuel Carrillo. Muchos estudiantes jujeños se sumaron a la comitiva, entre ellos: René Buitrago (quien actuó como presidente de los jóvenes), Miguel Zenarruza, David Carrillo, Domingo Baca, Adolfo Meyer, Julio Wiaggio, Raúl Bertrés, Ernesto Claros y David Arias[9].

A quienes no son jujeños y a los que no conocen suficientemente la historia que encierra esta verdadera reliquia cívica se les hace difícil llegar a comprender el valor que tiene para los nacidos en esa provincia. Es algo visceral, forma parte misma de la identidad común, implica una reverencia fuera de toda duda y la emoción tiñe sus voces cuando se refieren a ella. Su origen se enlaza con dramáticos momentos en que la supervivencia misma de Jujuy estuvo en juego, se vincula nada menos que con el general Manuel Belgrano, quien concibió la bandera que luego confió a Jujuy. Constituyó así el prototipo de bandera del estado que debió declarar independiente la Asamblea del Año XIII, un propósito que no llegó a su alumbrar[10]. Por estas y por muchas razones más, llevar la pieza fuera de la provincia fue un acto de enorme y fraternal generosidad.

La locomotora, engalanada

La comitiva partió desde Jujuy en un tren del F.F.C.C. “Central Córdoba”. Según el uso vigente se ornamentó su locomotora con palmas y banderas argentinas. Cuando el 7 de julio llegó a destino, el recibimiento fue apoteótico. Pocos minutos después arribó desde Buenos Aires y Córdoba otro tren, que tras un viaje de 25 horas transportaba a un conjunto de estudiantes afiliados a la “Unión Universitaria”, altamente motivados por sumarse a la recordación. La crónica estimó que fueron despedidos por “casi todos los estudiantes de Buenos Aires”. En ambos contingentes se registró la presencia de oriundos de Santa Fe, Entre Ríos y Santiago del Estero. Los esperaban en la estación tucumana, el gobernador Nougués y miembros de las comisiones de acogida, lo que revela la importancia que se asignaba al contingente. Les dio la bienvenida el titular de la Comisión Popular de festejos, Miguel P. Díaz, al que agradeció el presidente de la agrupación porteña, Esteban Larco. La delegación cordobesa estaba presidida por Gregorio Martínez.

Algunos de los universitarios

Los actos conmemorativos

El programa oficial de la celebración fue organizado por las autoridades municipales, bajo la presidencia del intendente local, Santiago Maciel y se extendió por varios días. De más está decir que todos los visitantes fueron amistosamente hospedados por la sociedad tucumana, con las que seguramente existían vínculos entrañables, en otros, la generosidad hizo lo suyo. Indudablemente que la ocasión fue de particular beneplácito para las niñas locales y los caballeros foráneos.

La Bandera legada se colocó en una carroza y se la paseó por las calles, acompañadas por los visitantes y las autoridades jujeñas, en medio de la efervescencia general. Los vítores fueron reiterados y una copiosa lluvia de flores acompañó el recorrido. Las arterias estaban embanderadas y se ornamentaron con arcos evocativos construidos con follaje.

Acceso al templete

El templete que estaba iluminado con lamparillas eléctricas que diseñaban todo su perfil. Al llegar la histórica enseña se apeñuscaron en derredor del “Salón de la Independencia” las autoridades locales, la delegación jujeña, invitados especiales, curiosos y los estudiantes universitarios. Sobre las pocas baldosas que subsistían de las que habían hollado los congresales en 1816 se depositó el marco vidriado que contenía la reliquia patria, ante ella se presentaron sucesivas coronas alegóricas.´

El “Salón Histórico” rodeado de asistentes al acto

Desde la terraza interna que permitía un amplio panorama del recinto el Dr. Joaquín Carrillo se dirigió a los presentes, que se agolpaban en derredor del ilustre salón, obviamente lo hizo en representación del pueblo de Jujuy (ver foto que abre esta nota). El joven Andrés Ferreira (h) respondió el panegírico, seguido por las autoridades locales.

Desde el balcón interno del templete

Llagada la noche, en el teatro “Belgrano” de la Biblioteca “Alberdi” se concretó una velada literaria donde destacó el joven porteño Eduardo Duffau, quien más tarde sería un notable literato y educador; la entidad era una institución señera en la cultura de Tucumán. El gobernador Nougués estuvo presente, mientras que la delegación jujeña fue especialmente invitada, colmando las localidades los representantes del gobierno y de la sociedad anfitriona. El programa también tuvo rasgos populares, en esa primera noche la “Casa de España” organizó una kermesse de beneficencia cuyo producido se dedicó a los más necesitados.

Durante la velada

Luego de tantas emociones todos se recogieron al descanso con vistas al programa previsto para el día 8 de julio que amaneció encapotado. Todo comenzó con un concurso de tiro en el “Stand Manantial”. Eran ya las nueve cuando en la plaza Belgrano, donde se libró la batalla de Tucumán[11], se renovó la tradición de agradecer a Nuestra Señora de la Merced la victoria alcanzada por las armas de la patria. Mons. Sixto Colombres celebró una misa de campaña, mientras que el reconocido canónigo Joaquín Tula (párroco de la Merced), puso en valor el acontecimiento ante los efectivos militares. Terminada la Eucaristía desfilaron rumbo a sus cuarteles.

Celebrando la misa de campaña

Siguiendo con la perspectiva popular, a las 10 hs. partió en carrera una troupe de ciclistas con destino a Yerba Buena, unos 11 km. Más tarde regresaron por calle Las Heras hasta el Cabildo, donde se distribuyeron los premios. Mientras que en el “Sport Club” se daban cita los entusiastas deseosos de intervenir en otras de las actividades previstas como, por ejemplo: la carrera de sortijas, un concurso de caballos engalanados y pruebas acrobáticas, también se repartieron alimentos entre los necesitados. Como vemos, hubo para todos los gustos y se pudo participar con total regocijo.

Jugadores de sortija

Alumnos de diversos colegios visitaron el Cabildo. Algunos brindaron lucidos cuadros alegóricos, como los niños de la escuela del convento Santo Domingo y la “Casa Escuela de Pobres”, que vistieron uniforme, lo que era habitual por aquellos años, donde se brindaba instrucción militar a los colegiales.

Los funcionarios, tanto locales como foráneos, asistieron a los actos formales vistiendo riguroso frac y galera, al igual que los invitados especiales, aunque algunos optaron por el bombín. Lo mismo ocurrió con los estudiantes que podían costearse estas vestimentas, los menos lo hicieron con traje de calle que incluía chaleco, y el reglamentario sombrero. Como vemos, las pautas culturales de la época eran muy estrictas si las comparamos con las hoy vigentes.

Algunas de las utoridades

Llagaba ya la noche y la multitud se dirigió hacia la plaza “Independencia”, que estaba adornada con guirnaldas luminosas en toda su extensión, al igual que los edificios fronteros. Ahí tuvo lugar un espectáculo de fuegos de artificio y una retreta miliar acompañada de antorchas. El sumum radicó en la función de cinematógrafo realizada entre los prolijos canteros[12]. La clase dirigente y sus invitados celebró el acontecimiento con un gran baile de gala en el “Club Social[13]”.

Durante la gala

Salón de baile, "Club Social"

Finalmente llegó el día de la magna celebración. Los estudiantes de todas las escuelas de la ciudad abrieron su paso frente al templete histórico, para continuar desfilando frente a los balcones del antiguo Cabildo, que existía en el solar que hoy ocupa el palacio gubernamental; se lo demolería en 1908. Cuenta la crónica que la escuela “Alberdi” se hizo acreedora al primer premio, por el carro alegórico representativo de las 14 provincias. El segundo correspondió al colegio del Convento Dominico, cuyos alumnos que también desfilaron de uniforme.

Alumnos de la escuela del convento de “San Francisco”

Era ya la una de la tarde cuando frente a la Catedral formaron las tropas y el cuerpo de bomberos. Autoridades y público ingresaron al templo para cumplir con el tradicional Te Deum que condujo Monseñor Romero. Luego acompañaron la carroza que transportaba la placa votiva, que habían suscripto los estudiantes y que se llevó hasta el templete. En el acto de entrega disertó por los jóvenes porteños Julio Iribarne[14], quien con los años sería un gran sostenedor de la reforma universitaria. Gregorio Martínez, lo hizo por los cordobeses, Vicente Zuloaga, por los de Santiago, Julio Cordeiro por la “Sociedad “Sarmiento” y un joven local, que la crónica menciona como J. Silva, en nombre de quienes concurrían al “Colegio Nacional” de Tucumán. Más tarde hubo una recepción en el Cabildo.

Además se dieron otras actividades, como por ejemplo, la colocación de una placa que testimoniaba el cambio de nombre de la calle San Isidro, a la que se impuso el de “General Bartolomé Mitre” y el aporte que realizó una activa mujer, que desmiente el papel secundario que les asigna la historiografía berreta. Se trató de la profesora y filántropa Juana Elena Blanco[15], quien a fines del año anterior había fundado la "Sociedad Protectora de la Infancia Desvalida" con el objeto de promover la educación de este grupo etario. Ella había llegado a Tucumán desde Rosario para inaugurar la escuela que solventaría la institución.

La célebre educadora

Que el deporte siempre sirvió para nutrir amistades es una verdad sin discusión, aunque a veces desarrolle rivalidades viscerales. No pareció ser esto último lo que ocurrió en el Tucumán de 1906. Los festejos incluyeron la disputa de la “Copa de Honor” durante un “match foot-ball” que enfrentó al “Club Atlético” (Tucumán)[16] y, aquí aparece una contradicción, ya que en un tramo de la crónica se menciona a un combinado santiagueño y en otro a uno de Córdoba. Tampoco es claro quien se adjudicó el trofeo, podrían haber sido los visitantes, pero que para no agraviar a los locales, se omitió en el informe; una segunda lectura parece sugerir que el triunfo fue tucumano, pero que no se aclaró como atención a los foráneos. De las fotos resulta que los equipos usaban boinas y medias hasta las rodillas.

El team del Atlético y sus trainers, con traje y sombrero

La programación oficial culminó con una nueva velada, esta vez en el teatro de la “Sociedad Sarmiento[17]”, donde hubo declamaciones y lecturas a cargo de jóvenes tucumanos y foráneos: Abraham de la Vega, Juan Heller, Adolfo J. Bernard, Luis B. Picarel, Carlos A. Leuman y Eduardo Héctor Duffau.

El día siguiente mostró el regreso a sus provincias de algunos estudiantes. Los futuros ingenieros se sumaron a la comitiva de Jujuy, que volvían a sus lares, habían sido invitados a conocer diversos emprendimientos industriales en esa. Otros visitantes aceptaron convites de varias familias tucumanas. Hubo quienes marcharon hacia Marcos Paz para recorrer la “Quinta Argentina” y el monte de “Los Naranjos”, mientras que algunos se llegaron hasta Yerba Buena, invitados a un lunch por el señor Fermín Cariola. Para este periplo se apeló a los mateos, como se apodaba a los coches de plaza, y otros vehículos a tracción a sangre que aportaron varias familias.

En Yerba Buena

También visitaron los ingenios “La Florida”, de la familia Padilla; “La Esperanza”, que en 1845 fundó Wenceslao Posse, y el “San Pablo”, en cuyos jardines se sirvió un almuerzo, donde el ministro de Hacienda, Dr. Manuel Cossio, ofició como anfitrión en nombre del gobernador Nougués.

Improvisado pic-nic de los universitarios

Como recuerdo de la ocasión los esrtudiantes hicieron acuñar medallas que distribuyeron entre sus amistades [18]

Conclusión

  • La confluencia entre el proyecto motorizado desde el Gobierno de Jujuy y el de los jóvenes universitarios permitió que se penitenciaron entre sí. La simpatía que despertaron estos últimos contribuyó mucho a generar un clima de entusiasmo.
  • Otro aspecto a señalar fue la recreación del espíritu fraterno que animó a los locales cuando acogieron a sus hermanos jujeños, a consecuencia del Éxodo de 1812.
  • El evento de 1906 fue una oportunidad en que la provincia de Tucumán pudo mostrar su desarrollo cultural e industrial, sembrando relaciones con jóvenes de todo el país que con los años fructificarían en proyectos de común interés. En este marco es lógico que el joven gobernador Nougués luciera con luz propia.
  • El pueblo de Tucumán dio una generosa bienvenida a los visitantes y le permitió lucir su pujante realidad socioeconómica y su variado movimiento cultural, abarcando tanto manifestaciones propias de la elite como otras más vinculadas con las clases populares.
  • La comisión jujeña también lució en el evento, ya que Bertrés pudo posicionarse positivamente ante la opinión pública, al igual que Villafañe, a quien la ocasión sirvió como un peldaño más para su trayectoria política que culminará años más tarde cuando accedió al gobierno de su provincia. Las amistades forjadas con sus pares le permitirían motorizar un acuerdo que sirvió como antecedente del agrupamiento regional que hoy se conoce como el NOA.
  • Sin dudas que la emotiva presencia de la Bandera Nacional de la Libertad Civil expuesta en el “Salón de la Independencia” fue la imagen cúlmine que vinculó el glorioso pasado con lo que era un presente de progreso muy positivo. Ambas reliquias, el antiguo paño y el histórico espacio, testimoniaban un pasado de grandes luchas y de un ansia de libertad que los argentinos de 1906 habían podido capitalizar bajo el orden institucional consagrado por la Constitución nacional.
  • En suma, el festejo de la Independencia nacional de 1906 en Tucumán no quedó en un simple acontecimiento social nacido de un pretexto conmemorativo, sino que se proyectó como un sensible hito de integración nacional.



[1] Son los enormes frisos que representan al 25 de mayo de 1810 y al 9 de julio de 1816. Hoy pueden verse en el último patio del Museo Casa Histórica de la Independencia. Lola Mora (1866-1936) es el paradigma de los escultores argentinos.

[2] En 1941 se había aprobado por ley Nº12.640 la reconstrucción de la Casa Histórica; en 1943 el Decreto Nº147.819 dispuso lo propio respecto del interior.

[3] Manuel Bertrés (San Salvador, 1861 – Bs. Aires, 1936). Comenzó su carrera pública en 1889 como diputado local y presidió la Legislatura en 1893 y 1894. En mayo de 1895 asumió como gobernador por tres años, posteriormente fue ministro de su sucesor, Sergio Alvarado. Entre 1900 y 1904 representó a Jujuy en la Cámara de Diputados de la Nación y se convirtió en un sólido referente político. Fue precisamente en 1904 que accedió por segunda vez a la gobernación provincial, la que desempeñaría durante un trienio. Entre su accionar se registra la contratación de la empresa Stramandinoli para construir la Casa de Gobierno de Jujuy, una obra que solventó el Gobierno nacional. Esto indica los estrechos vínculos que pudo formar durante su estancia en la Capital Federal, cuando presidía el país Carlos Pellegrini; en los planos se incluyó el gran “Salón Blanco” que a partir del año 1927 habría de contener la Bandera Nacional de la Libertad Civil. Corría el año 1910 cuando Bertrés llegó a la Intendencia de San Salvador de Jujuy; entre 1924 y 1928 otra vez ocupó una banca como diputado por su provincia. Esta trayectoria evidencia una continuidad en el desempeño de altas funciones políticas, aquilatadas por amplias relaciones familiares y comerciales.

[4] Benjamín Villafañe Cháves (Orán, Salta, 1877 - Buenos Aires, 1952). Estudió Derecho en Bs. Aires. En Jujuy fue docente de Historia entre 1905 y 1909. Desde 1902 a 1906 se desempeñó como juez de instrucción en esa ciudad. En 1909 fue electo diputado provincial por el departamento de Humahuaca y siete años más tarde por el de San Antonio. Desde 1918 presidió el Consejo General de Educación de la provincia. Entre 1920 y 1924 fue diputado nacional por la Unión Cívica Radical, fracción anti personalista. En 1924 accedió a la gobernación jujeña, que ejerció hasta 1927, en su transcurso desarrolló una gestión progresista. Por ejemplo, promovió la instalación de hilandería de alpaca en Abra Pampa y en 1924 dispuso que Jujuy fuera la primera provincia que abonó aguinaldo para los agentes de la administración pública, antecediendo por mucho a ley nacional que dispuso lo propio en 1945. También, creó la Conferencia de Gobernadores del Norte Argentino, que sin bien no tuvo mayores concreciones fue el antecedente directo del Tratado de la región NOA. Durante su mandato el Ejecutivo nacional terminó el ferrocarril entre La Quiaca y Tupiza, completando la conexión entre la Argentina y La Paz. Al finalizar su período inauguró el “Salón Blanco” de la Casa de Gobierno, digno lugar de acogida a la Bandera Nacional de la Libertad Civil. También fue senador nacional entre 1932 y 1941. Según sus biógrafos tuvo un desempeño probo, en cuyo transcurso denunció los negociados por: las tierras de El Palomar, el puerto de Rosario, la Corporación de Transportes de Bs. Aires (CTCBA) y las Minas Pirquitas. Presidió el Banco Hipotecario Nacional (1930-1931) y formó parte del directorio de YPF. Paralelamente se distinguió como ensayista en temas regionales y de Historia. Era reconocido como un gran orador y fue un ferviente promotor de roles activos para la mujer en la realidad cotidiana.

[5] Carrillo Bascary, Miguel. Homenaje a quienes cultivan la memoria histórica, en la persona del Dr. Joaquín Carrillo https://banderasargentinas.blogspot.com/2021/07/dia-del-historiador.html

[6] Luis Francisco Desiderio de Jesús Nougués (Tucumán, 1871- Tucumán, 1915). Se graduó como ingeniero en la Univ. Nacional de Bs. Aires en 1895. Su vida fue muy intensa pero efímera. Dirigió el Ingenio “San Pablo” fundado su abuelo, cuya casa patronal diseñó durante sus estudios. Su capacidad era acorde a su popularidad, lo que lo llevó a fundar el partido Unión Popular (1903). También fue diputado y senador provincial. En 1906, con 35 años fue electo como gobernador tucumano y desarrolló intensa actividad. En 1899 fundó la villa veraniega que hoy lleva su nombre.

[7] La bandera ha sido objeto de numerosas notas contenidas en este Blog. Remito a los interesados un link que reúne las principales: https://banderasargentinas.blogspot.com/2023/08/la-bandera-de-la-libertad-civil-en-este.html

[8] Se halla en el centro de interpretación donde se depositó en el año 2021, en la Casa de Gobierno de Jujuy.

[9] Varios de ellos tendrían destacado protagonismo en la vida de Jujuy.

[10] Por aquellos años los estados usaban un color con el que se identificaban sumando su escudo nacional en el centro. En el caso de las Provincias Unidas del Río de la Plata, era natural que el paño fuera blanco, remitiendo al metal (plata) que emplea la Heráldica en los blasones.

[11] Se trata del mismísimo “Campo de la Ciudadela”, ya que allí, en 1814, se levantó tal fortificación por orden del general José de San Martín. En 1812 se lo llamaba “de las Carreras”.

[12] No existieron cines en Tucumán sino hasta 1912, cuando se estableció el “Moderno”, que persistió hasta 1970. Anteriormente las contadas funciones se brindaban en las principales confiterías, como “El Buen Gusto”, la “París” o la “Londres”.

[13] Se constituyó en 1875 y fue centro de la vida social de Tucumán. En 1939 se fusionó con su similar, “El Círculo”, para dar lugar al “Jockey Club”.

[14] Se graduó en 1909 y fue dos veces elegido decano de la Facultad de Medicina en Buenos Aires. Fue además uno de los fundadores del Museo Social Argentino, y presidente de la Sociedad Argentina de Ginecología.

[15] La Prof. Blanco nació en Rosario, provincia de Santa Fe, en 1863; falleció en esa misma ciudad en el año 1925.

[16] El “Club Atlético Tucumán” hoy disputa la Liga Profesional de Futbol, habiendo realizado grandes campañas a nivel nacional e internacional. Se había establecido en el año 1902 y fue el primero de la provincia, por lo que se lo conoce como “el Decano”.

[17] La entidad se fundó en 1882. Hasta que se estableció la Universidad fue el centro de la actividad cultural tucumana y un activo foco de movilidad social.

[18] Ver la nota publicada en: https://banderasargentinas.blogspot.com/2024/08/una-medalla-y-un-sentimiento.html

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