Generalidades y protagonistas
Panorámica de una ceremonia de promesas en el
Monumento a la Bandera
(foto de José Granata /Télam)
Por Miguel Carrillo Bascary
En nuestro país es una larga tradición que
los alumnos protagonicen una ceremonia que se conoce con el nombre de “promesa a la Bandera”. La misma está
profundamente arraigada en la experiencia social y constituye uno de los
momentos de mayor emotividad en la vida de un niño de escuela primaria.
Comenzaremos el análisis de este verdadero ritual cívico aportando algunos
elementos sobre su historia y posteriormente se brindarán respuestas a los
interrogantes que suele despertar en quienes procuran conocerlo con mayor
profundidad. Debido a lo extenso de la temática lo haremos en sucesivos
posteos.
Un
vistazo a la Historia
Todas las civilizaciones practicaban y practican juramentos, en diversas
formas y circunstancias. La promesa que hoy prestan los niños se manifestaba
usualmente como un juramento que implicaba el compromiso de cooperar en la
defensa de la comunidad, si era preciso tomando las armas y, en ocasiones,
hasta perder la vida.
La promesa a la bandera arraiga en prácticas sociales inveteradas que
reelabora el antiguo juramento de
los militares al incorporarse a filas. La ceremonia estaba prescrita en las
“Ordenanzas para el régimen disciplina, subordinación y servicio de mis
ejércitos”, más conocidas como las “Ordenanzas militares de Carlos III”
(Tratado III, Título VIII, pág. 415 y ssgts. de la edición de A. Marín; 1786)
que rigieron también en América, aún después de emancipadas las antiguas
colonias. De este texto derivan las regulaciones castrenses vigentes en las
naciones de Hispanoamérica, cuya influencia se prolongó al sistema escolar.
Un
soldado del histórico Regimiento “Patricios” presta juramento a la Bandera
(foto de Natasha Pisarenko)
Al parecer, su práctica en el ámbito
escolar llegó a Argentina por conducto de las maestras estadounidense traídas por el educador y presidente
Sarmiento a partir de 1879. quienes replicaron la usanza vigente en su país.
Se
reglamentó por primera vez
para las escuelas bajo jurisdicción del “Consejo Nacional de Educación” por
resolución de su plenario, fechada el 11 de febrero de 1909. Allí se dispuso el
siguiente esquema para la ceremonia:
1) Himno Nacional cantado por todos los alumnos de la escuela. 2) Discurso
alusivo. 3) Jura de la Bandera 4) “Saludo a la Bandera”, clásica composición
cantada por todos los alumnos presentes. 5) Marcha (con la que se retiraban los
alumnos siguiendo a la Enseña nacional portada por su abanderado) También se
consagró una fórmula para la toma,
citando algunas frases que incluyó Domingo Sarmiento, en el discurso que
pronunció al inaugurar el monumento al general Belgrano en la “Plaza de Mayo”,
el 24 de septiembre de 1873.
En 1950, se reemplazó el juramento de los
escolares por una promesa, esquema que se mantiene hasta la actualidad.
Esta
modificación se fundamentó en las
implicancias religiosas de los juramentos,
donde se pone a Dios por testigo del acto, lo que sensibilizaba a ciertas
confesiones religiosas y suscitaba cuestiones que convenía evitar en por su
edad (aproximadamente 10 años) los niños no gozaban de total comprensión sobre
las implicancias de su decisión. Además, se tuvo presente que era habitual que
prestaran juramento a la Patria cuando se incorporaban a las filas de las
fuerzas armadas durante el servicio militar;
en cuyo caso constituía una redundancia evidente, al menos para los varones, ya
que las mujeres estaban eximidas de esa conscripción.
¿Quiénes
prometen?
Por lo general, el acto se concreta durante
el cuarto grado de la escuela primaria,
como una manifestación de que los niños han alcanzado un grado de madurez que
les permite comprender el valor de asumir este público compromiso. Pero si no
pudiera hacerse entonces, nada obsta a prestarlo con posterioridad.
Mucho se ha debatido sobre la posibilidad o
no de que los extranjeros puedan
prometer fidelidad a nuestra Bandera nacional, lo especifico del tema justifica
tratarlo algo más adelante.
En cuanto a las personas mayores, la
reciente ley Nº26.481 (2009)
establece previsiones mínimas para que puedan hacer la promesa a la Bandera los
no pudieron hacerlo durante su escolaridad. Nos referiremos a esto en un futuro
post.
¿Y
si un alumno no quiere hacer la promesa?
Lo primero es aclarar es el origen de la negativa, si obedece a una decisión
del pequeño o si resulta de una imposición familiar.
En el primer caso
corresponderá, dilucidar la motivación de la negación. Esa una muy delicada
tarea que corresponderá al docente. Luego habrá que trabajar la situación con
toda prudencia y delicadeza.
En la segunda opción, los
sujetos de análisis serán los padres, también en la ocasión debe actuarse con
lógico tacto, más aún si el niño manifiesta el deseo de concretar la promesa.
En épocas pretéritas la normativa preveía sanciones al protagonista del acto; que
incluso podían llegar a la separación de la escuela. En no pocas circunstancias
hubo padres que interpusieron amparos judiciales procurando se eximiera de la
promesa a sus hijos. Afortunadamente
los tiempos han cambiado.
¿Qué
se promete?
El compromiso radica en prometer “fidelidad a la Bandera”, como
representación de todo lo que simboliza la Nación y el pueblo argentino en
su multiforme riqueza humana. Lo que lleva implícito que también se promete
“querer” a la Enseña patria, posiblemente la faceta que llega más hondo en la
apreciación de los niños de diez años.
Ese
compromiso abarca
la identificación con la historia de nuestra Nación; a sus costumbres; valores;
tradiciones y demás elementos que hace a la caracterización de argentinos, una
expresión polisémica con profunda emotividad. Al respecto, nunca será mejor
aplicada la extendida afirmación popular de que “Argentina es un sentimiento”.
En suma, la promesa implica un compromiso de vida para con los conceptos
expresados.
Lo expuesto puede parecer muy abstracto
para la mentalidad de un niño de diez años, pero bien podemos traducir lo dicho
en los siguientes interrogantes que subyacen en la fórmula de la promesa: ¿quieres a la Bandera argentina; te
comprometes a seguir queriéndola y a respetarla a lo largo de toda tu vida?
¿Ante
qué bandera se promete?
Corresponderá hacerlo ante la Bandera oficial de la Nación en su versión de ceremonias que
corresponda al establecimiento. Si no se dispone de ella es factible pedir una prestada a una escuela o
institución de las inmediaciones.
En muchas regiones es común que se “invite”
al acto a sus similares de otras instituciones; pero la atención de los
promesantes y de todo el entorno tiene que focalizarse en el emblema propio de
la entidad convocante.
La enseña será portada por el abanderado y sus escoltas titulares,
como naturales representes de la comunidad educativa.
Abanderada
de 6º grado y promesantes de 4º
Un problema
particular se pone de relieve cuando los niños de cuarto grado realizan un
viaje, en cuyo transcurso harán la promesa en un lugar histórico. Llevar a los
abanderados y escoltas titulares que, generalmente cursan el último grado de la
primaria, implica un esfuerzo económico que muchas comunidades educativas no
pueden permitirse.
Al respecto se perfilan dos soluciones
básicas. La primera implica llevar al
abanderado titular y disponer que sus escoltas sean niños de cuarto grado.
La segunda consiste en asignarles este
rol a un terceto de los alumnos promesantes, en cuyo caso deberán ser debidamente adiestrados en
el manejo de la enseña y en las evoluciones del Ceremonial. Desgraciadamente es
bastante común que prive la improvisación y, si los niños no están debidamente
preparados, la experiencia puede tener facetas traumáticas.
Si la ceremonia de promesas se concreta en
un ámbito donde existe un mástil, la
Enseña nacional debe estar izada.
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