jueves, 1 de julio de 2021

"Día del Historiador"

Homenaje a quienes cultivan la memoria histórica, en la persona del Dr. Joaquín Carrillo

 Dr. Joaquín Carrillo

En marzo de 2002, el Congreso Argentino declaró el 1 de julio como “Día del Historiador”.

La Ley Nº25.566, aprobada en el año 2002 dispuso: 

      “Artículo 1º. — Declarar “Día del Historiador” el 1ro. de julio de cada año a los efectos de recordar y homenajear el esfuerzo que han realizado y realizan los escritores, investigadores, profesores y aficionados dedicados al estudio, propalación y análisis de los acontecimientos de carácter histórico”.

La elección de esta fecha se justificó en recuerdo del decreto que emitió el Primer Triunvirato ese mismo día pero de 1812, donde se estableció:

“(…) el gobierno ha determinado se escriba la historia filosófica de nuestra feliz revolución, para perpetuar las memorias de los héroes, las virtudes de los hijos de América del Sud, y a la época gloriosa de nuestra independencia civil, proporcionando un nuevo estímulo, y a la única recompensa que puede llenar las aspiraciones de las almas grandes (…)”.

Ta tarea se asignó al Dean Gregorio Funes y la obra salió de imprenta en 1816 con el título de “Ensayo de la Historia Civil del Paraguay, Buenos-Aires y el Tucumán” en dos tomos. Puede bajarse desde: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/72/Ensayo_de_la_historia_civil_%28Tomo_1%29_-_Gregorio_Funes.pdf 

En esta fecha tan especial en que quiero enviar un abrazo remoto y virtual a todos mis colegas, me permito presentar un emocionado homenaje a una persona que con su vida se constituyó en un paradigma del “ser historiador”, sin que por esto se haya reducido a las tareas de gabinete, todo lo contrario. Como la mayoría de los alcanzados por la definición contenida en la Ley citada, se desenvolvió en su profesión, en la función pública, en la cátedra, en el profesorado y en la gestión universitaria, en las tareas de investigación, en la extensión y, por si fuera poco, como esposo y padre de familia, conjugando en cada cosa una riqueza intelectual envidiable y un espíritu de servicio superlativo.

Me refiero a Joaquín Carrillo, el “historiador de Jujuy”

Nació en la ciudad de San Salvador de Jujuy, el 22 de agosto de 1852 (1). Era hijo de Ignacio Noble Carrillo y de Luisa Graz Zegada, miembros de caracterizadas familias asentadas en la provincia.

En 1868 ingresó al Colegio Monserrat de Córdoba y en 1871 a la Facultad de Derecho de esa ciudad, donde se graduó como abogado a la corta edad de 21 años. En 1874 se doctoró en Jurisprudencia en la Universidad de Bs. Aires, con una tesis sobre los “Contratos aleatorios de juego”, la que dedicó a sus padres y al recuerdo de su “protector y tío” (como dejó constancia en su publicación), el presbítero Escolástico Zegada, otro prohombre jujeño. Este había solventado los estudios de su sobrino, al reconocer tempranamente sus talentos y fue permanente aliento en la tarea de formar su espíritu.

El Dr. Joaquín Carrillo en su juventud

Inició su desempeño profesional en el prestigioso estudio jurídico del académico Antonio E. Malaver, en la Capital Federal, pero tiempo después ingresó al Poder Judicial, sobre lo que se volverá más adelante.

Durante su carrera el doctor Carrillo se hizo tiempo para investigar en los archivos públicos, en los papeles que le legó su tío y en la tradición oral, con los que amplió sus investigaciones y le permitieron componer la gran obra “Jujuy, provincia federal argentina. Apuntes de su historia civil (Con muchos documentos)”, tal su nombre completo; aunque también se la conoce como “Historia Civil de Jujuy” o “Jujuy, apuntes de su historia civil”, la que aún hoy es citada en la mayoría de los ensayos que tratan este período. Tiene como peculiaridad el método expositivo basado en documentos enriquecidos por la tradición oral, en un tiempo en que la Historia se escribía mayormente basada en las memorias de los protagonistas de los hechos relatados.

 Portada de la obra original y de su edición facsímil

La primera edición fue por subscripción, vio la luz en 1877 y recibió una muy favorable crítica, como que entre los que la alentaron se contó el mismo Bartolomé Mitre, por entonces el referente máximo de los estudios historiográficos en nuestro país. La obra constituye el primer ensayo de su naturaleza que no tuvo a Bs. Aires como eje, por lo que se la considera la piedra fundamental de la historiografía regional argentina.

En ella el doctor Carrillo abordó la evolución comunitaria de Jujuy desde los primeros gobernadores españoles hasta el mandato de Restituto Zenarruza en 1871, pasando lógicamente por el complejo período de las luchas por la emancipación y de la organización nacional.

Otro hecho que singulariza el aporte de Carrillo es que fue el primero que calificó como “éxodo” a la retirada estratégica del pueblo de Jujuy que planteó Belgrano en agosto de 1812 (ver página 173 de la primera edición de su libro), esto desautoriza a algunos historiadores atribuyen dicha calificación a Ricardo Rojas, cuyas investigaciones sobre la historia de Jujuy fueron muy posteriores (“Archivo Capitular de Jujuy”; tomo I; 1912)

Interesa señalar que, en el libro, si bien se reconoce y valora el extraordinario rol de Güemes en la guerra por la Independencia, se expone el negativo concepto que mereció en la sociedad de Jujuy, a consecuencia de diversas arbitrariedades. Podemos decir así que Joaquín Carrillo fue un anticipado “revisionismo” de la historia canónica liberal, aunque lógicamente alejado de los cánones tradicionales de la corriente que se centra en la figura de Rosas. Su perspectiva de análisis desplaza a Bs. Aires y centra su desarrollo en el aporte del Nor Oeste.

Son 536 páginas, donde Carrillo copió “numerosos documentos” que puso al alcance de los investigadores y curiosos, rescatándolos de los caóticos archivos públicos jujeños y preservando mucho de la tradición oral. En 1980 el gobierno jujeño reeditó la obra en facsímil y en el 2012 se registró una segunda reimpresión.

Previamente había compuesto la introducción a la obra del doctor Federico Espeche “La provincia de Catamarca” (1875), la que mereció ser destacada por el entonces presidente de la Nación, Nicolás Avellaneda, quién dijo de Carrillo en carta autógrafa que le dirigiera con fecha 28 de diciembre de 1876: “Me ha complacido ver en Ud. un joven pensador e inteligente; que revela excelentes disposiciones como escritor”.

El gobernador Tello le encargó redactar otro libro, “Descripción brevísima de Jujuy”, que vio la luz en 1889 en edición oficial, la que se preparó para representar a la provincia en la Exposición Universal que se abrió en París. Es de señalar que la participación de la Provincia en ese notable espacio constituyó su presentación oficial ante el mundo, por lo que el trabajo del doctor Joaquín Carrillo debe ser apreciado desde tan notable perspectiva.

También para la misma Exposición, Carrillo formó un catálogo de las especies forestales de Jujuy y preparó el correspondiente muestrario de sus maderas, lo que sirvió para promover el potencial silvícola de la provincia, trabajo que lo posiciona como un verdadero naturalista y lo revela como un hombre verdaderamente polifacético.

Se le debe también en coautoría: “Cuestión de Límites; provincia de Jujuy” (1884), preparado para reivindicar los derechos de la provincia a la integridad de su territorio y el “Código de Procedimientos Penales de Jujuy” (1894)

Fue así que Carrillo es considerado popularmente como “el historiador de Jujuy” y, como tal, representó a la provincia en numerosos eventos científicos y en comisiones oficiales. Entre estas cabe destacar la representación que ejerció acompañando a la “Bandera Nacional de la Libertad Civil” cuando fue llevada a Tucumán, en 1906. Más tarde, desde el Senado de la Nación se le requirió dictamen sobre la historicidad de la pieza, la que obviamente fue ampliamente favorable, lo que con el tiempo coadyuvó a su reconocimiento como símbolo patrio histórico, según lo dispuso la Ley Nº27.134.

Además, fue vocal del Consejo General de Educación; convencional para la reforma de la Constitución de Jujuy; diputado; consejero de los bancos Hipotecario y del “Nación”, profesor de “Historia” del “Colegio Nacional”, docente titular de “Derecho Procesal Penal” en la Universidad de La Plata, donde llegó a desempeñarse como vicerrector y rector interino.

Su espíritu de servicio lo llevó actuar en política cuando fue ministro de Gobierno de Pablo Blas en 1882; pero donde verdaderamente encontró su vocación fue en la magistratura. En 1884 se trasladó a San Nicolás (provincia de Bs. Aires) como juez del Crimen. En 1895 volvió a Jujuy como juez federal y posteriormente presidió el Superior Tribunal de Justicia de la provincia. Terminó su carrera judicial como vocal de la Cámara de Apelaciones Federal en La Plata, cargo con el que se retiró en 1910.

Durante los años en que se desempeñó fuera de la Jujuy, en realidad siempre mantuvo contacto con la provincia con la que estaba entrañablemente vinculado. Al llegar los veranos se reintegraba su finca de Yala (Jujuy) la antigua posta enclavada en la ruta de los ejércitos patriotas, que había pertenecido a sus mayores. Allí fijó su residencia luego de retirarse de la actividad. Al respecto, el referenciado supo trasmitir a su descendencia el cariño que él sentía por las tierras ancestrales, y la responsabilidad de preservar la antigua sala de sus posesiones, la que aún hoy permanece en poder de sus descendientes quienes a lo largo de más de siete generaciones han sabido mantener las características edilicias fundamentales de la histórica construcción.

Cabe reseñar también que el doctor Carrillo mantuvo casa en la ciudad de Jujuy hasta 1920, año en que la vendió al fisco provincial lo que permitió ampliar el parque circundante a la Casa de Gobierno, ya que estaba construida en la esquina de las calles San Martín y Gorriti.

Joaquín Carrillo fue públicamente homenajeado por el gobierno y el pueblo de Jujuy cuando este se aprestaba a recordar los cien años de su formación como provincia autónoma (1934). En la oportunidad se testimonió su contribución a la identidad local, caracterizada en aquél libro de su juventud y en los demás aportes que protagonizó durante toda su vida. Para esto, se decidió obsequiarle un álbum recordatorio de características únicas; se trató de una pieza en pergamino iluminado con guardas de diversas culturas originarias, donde destaca netamente la representación de la “Bandera Nacional de la Libertad Civil”. La dedicatoria dice:

        “Al investigador de ilustrado y sereno juicio, al escritor de noble estirpe que apenas egresado del aula universitaria, evocó en páginas inmortales la gesta gloriosa de su provincia mereciendo la consagración definitiva de los representantes más esclarecidos de la mentalidad argentina. En el primer centenario de la emancipación política de Jujuy. 1834 -18 de noviembre- 1934”.

El álbum le fue entregado al doctor Carrillo en un acto oficial muy emotivo, que se cumplió en la sala de su finca. Presidió la delegación el ministro de Gobierno y también se contó entre sus miembros al de Hacienda y al intendente de San Salvador.

El 27 de diciembre de 1881 había casado en Córdoba con Carolina Echenique Altamira, de una antigua familia de esa provincia, a quien conoció cuando estudiaba en “la Docta”. Tuvieron nueve hijos: María Angelina, religiosa de la congregación de Ntra. Sra. Huerto; María Rosario, casada con Delfín Sánchez de Bustamante, ingeniero agrónomo; Alicia, casada con Francisco López; Rodolfo, juez federal en Jujuy, casado con Evelina Sánchez de Bustamante, magistrado; Rosa Nicolasa, casada con Román Garriga, juez de la Cámara Civil Segunda de la Capital Federal; Elímena, quien murió muy joven; Elvira, casada con Adolfo Tello, magistrado; Eliseo, ingeniero ferroviario, casado con Marina Del Castillo y Miguel, camarista federal en Rosario, casado con María Adela Ávila Echenique.

Joaquín Carrillo falleció en Yala, el 1º de abril de 1935, posteriormente sus restos fueron llevados por tren hasta la Capital Federal y depositados el día 4 de ese mes en el panteón familiar, ubicado en el cementerio de La Chacarita. La escuela fiscal primaria Nº6 de la localidad de El Carmen y una importante avenida de la ciudad de San Salvador de Jujuy, llevan su nombre. 

Su descendencia, que en 1935 se hallaba mayormente radicada en la ciudad de Bs. Aires y aledaños hoy se encuentra difundida en decenas de otras ciudades, en diferentes provincias y hasta en el exterior, aunque su mayor número se encuentra en Jujuy, hay pleno consenso de que los restos mortales de este gran historiador puedan ser reintegrados a la provincia donde nació y donde murió, ahí es donde pertenece.

 (1) En su documento de identidad (libreta de enrolamiento) consta que nació el 23 de agosto de 1852.

(2) Referencias biográficas compuestas por su bisnieto, Miguel Carrillo Bascary

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