Homenaje a quienes cultivan la memoria histórica, en la persona del Dr. Joaquín Carrillo
En marzo de 2002, el Congreso Argentino
declaró el 1 de julio como “Día del Historiador”.
La Ley Nº25.566, aprobada en
el año 2002 dispuso:
“Artículo 1º. — Declarar “Día
del Historiador” el 1ro. de julio de cada año a los efectos de recordar y
homenajear el esfuerzo que han realizado y realizan los escritores,
investigadores, profesores y aficionados dedicados al estudio, propalación y
análisis de los acontecimientos de carácter histórico”.
La elección de esta fecha se
justificó en recuerdo del decreto que emitió el Primer Triunvirato ese
mismo día pero de 1812, donde se estableció:
“(…) el gobierno ha determinado se escriba la
historia filosófica de nuestra feliz revolución, para perpetuar las memorias de
los héroes, las virtudes de los hijos de América del Sud, y a la época gloriosa
de nuestra independencia civil, proporcionando un nuevo estímulo, y a la única
recompensa que puede llenar las aspiraciones de las almas grandes (…)”.
Ta tarea se asignó al Dean Gregorio Funes
y la obra salió de imprenta en 1816 con el título de “Ensayo de la Historia
Civil del Paraguay, Buenos-Aires y el Tucumán” en dos tomos. Puede bajarse
desde: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/72/Ensayo_de_la_historia_civil_%28Tomo_1%29_-_Gregorio_Funes.pdf
En esta fecha tan especial
en que quiero enviar un abrazo remoto y
virtual a todos mis colegas, me permito presentar un emocionado homenaje a una persona que con su vida se constituyó en
un paradigma del “ser historiador”, sin que por esto se haya reducido a las
tareas de gabinete, todo lo contrario. Como la mayoría de los alcanzados por la
definición contenida en la Ley citada, se desenvolvió en su profesión, en la
función pública, en la cátedra, en el profesorado y en la gestión
universitaria, en las tareas de investigación, en la extensión y, por si fuera
poco, como esposo y padre de familia, conjugando en cada cosa una riqueza
intelectual envidiable y un espíritu de servicio superlativo.
Me refiero a Joaquín Carrillo, el "primer historiador de Jujuy” como lo reconoció la ciudad de San Salvador por medio de la Ordenanza Nº7.555 (2021) y la Legislatura de la Provincia con su Resolución Nº57-LJ del 16 de abril del año 2024. (referencias agregadas en 2024)
Nació en la ciudad de San
Salvador de Jujuy, el 21 de agosto de 1852 (1). Era hijo de Ignacio Noble Carrillo y de Luisa Graz Zegada, miembros de
caracterizadas familias asentadas en la provincia.
En 1868 ingresó al Colegio
Monserrat de Córdoba y en 1871 a la Facultad de Derecho de esa ciudad, donde se
graduó como abogado a la corta edad de
21 años. En 1874 se doctoró en Jurisprudencia en la Universidad de Bs.
Aires, con una tesis sobre los “Contratos aleatorios de juego”, la
que dedicó a sus padres y al recuerdo de su “protector y tío” (como dejó
constancia en su publicación), el
presbítero Escolástico Zegada, otro prohombre jujeño. Este había solventado
los estudios de su sobrino, al reconocer tempranamente sus talentos y fue
permanente aliento en la tarea de formar su espíritu.
Inició su desempeño
profesional en el prestigioso estudio jurídico del académico Antonio E. Malaver, en la Capital
Federal, pero tiempo después ingresó al Poder Judicial, sobre lo que se volverá
más adelante.
Durante su carrera el
doctor Carrillo se hizo tiempo para investigar en los archivos públicos, en los
papeles que le legó su tío y en la tradición oral, con los que amplió sus
investigaciones y le permitieron componer la gran obra “Jujuy, provincia federal
argentina. Apuntes de su historia civil (Con muchos documentos)”, tal
su nombre completo; aunque también se la conoce como “Historia Civil de Jujuy” o “Jujuy,
apuntes de su historia civil”, la que aún hoy es citada en la mayoría de
los ensayos que tratan este período. Tiene como peculiaridad el método
expositivo basado en documentos enriquecidos por la tradición oral, en un
tiempo en que la Historia se escribía mayormente basada en las memorias de los
protagonistas de los hechos relatados.
La primera edición fue por subscripción, vio la luz en 1877 y recibió una muy favorable crítica, como que
entre los que la alentaron se contó el mismo Bartolomé Mitre, por entonces el referente máximo de los estudios
historiográficos en nuestro país. La obra constituye el primer ensayo de su
naturaleza que no tuvo a Bs. Aires como eje, por lo que se la considera la
piedra fundamental de la historiografía regional argentina.
En ella el doctor Carrillo
abordó la evolución comunitaria de Jujuy
desde los primeros gobernadores españoles hasta el mandato de Restituto
Zenarruza en 1871, pasando lógicamente por el complejo período de las luchas
por la emancipación y de la organización nacional.
Otro hecho que singulariza
el aporte de Carrillo es que fue el
primero que calificó como “éxodo” a la retirada estratégica del pueblo de Jujuy
que planteó Belgrano en agosto de 1812 (ver página 173 de la primera
edición de su libro), esto desautoriza a algunos historiadores atribuyen dicha
calificación a Ricardo Rojas, cuyas investigaciones sobre Jujuy
fueron muy posteriores (“Archivo Capitular de Jujuy”; tomo I; 1912)
Interesa señalar que, en
el libro, si bien se reconoce y valora el extraordinario rol de Güemes en la
guerra por la Independencia, se expone el negativo concepto que mereció en la
sociedad de Jujuy, a consecuencia de diversas arbitrariedades. Podemos decir
así que Joaquín Carrillo fue un
anticipado “revisionismo” de la historia canónica liberal, aunque
lógicamente alejado de los cánones tradicionales de la corriente que se centra
en la figura de Rosas. Su perspectiva de
análisis desplaza a Bs. Aires y centra
su desarrollo en el aporte del Nor Oeste.
Son 536 páginas, donde
Carrillo copió “numerosos documentos” que puso al alcance de los
investigadores y curiosos, rescatándolos de los caóticos archivos públicos
jujeños y preservando mucho de la tradición oral. En 1980 el gobierno jujeño
reeditó la obra en facsímil y en el 2012 se registró una segunda reimpresión.
Previamente había
compuesto la introducción a la obra del doctor Federico Espeche “La provincia de Catamarca” (1875), la que mereció
ser destacada por el entonces presidente de la Nación, Nicolás Avellaneda, quién dijo de Carrillo en carta autógrafa que
le dirigiera con fecha 28 de diciembre de 1876: “Me ha complacido ver en Ud. un joven pensador e inteligente; que revela
excelentes disposiciones como escritor”.
El gobernador Tello le
encargó redactar otro libro, “Descripción
brevísima de Jujuy”, que vio la luz en 1889 en edición oficial, la que se
preparó para representar a la provincia en la Exposición Universal que se abrió en París. Es de señalar que la
participación de la Provincia en ese notable espacio constituyó su presentación
oficial ante el mundo, por lo que el trabajo del doctor Joaquín Carrillo debe
ser apreciado desde la notable perspectiva de un verdadero naturalista.
También para la misma
Exposición, Carrillo formó un catálogo
de las especies forestales de Jujuy y preparó el correspondiente muestrario
de sus maderas, lo que sirvió para promover el potencial silvícola de la
provincia, trabajo que lo posiciona como un verdadero naturalista y lo revela
como un hombre verdaderamente polifacético.
Se le debe también en
coautoría: “Cuestión de Límites; provincia de Jujuy” (1884), preparado para
reivindicar los derechos de la provincia a la integridad de su territorio y el
“Código de Procedimientos Penales de Jujuy” (1894)
Fue así que Carrillo es considerado popularmente como
“el historiador de Jujuy” y, como tal, representó a la provincia en
numerosos eventos científicos y en comisiones oficiales. Entre estas cabe
destacar la representación que ejerció acompañando a la “Bandera Nacional de la
Libertad Civil” cuando fue llevada a Tucumán, en 1906. Más tarde, desde el
Senado de la Nación se le requirió dictamen sobre la historicidad de la pieza,
la que obviamente fue ampliamente favorable, lo que con el tiempo coadyuvó a su
reconocimiento como símbolo patrio histórico, según lo dispuso la Ley Nº27.134.
Además,
fue vocal del Consejo General de Educación, convencional para la reforma de la
Constitución de Jujuy, diputado, consejero de los bancos Hipotecario y del
“Nación”, profesor de “Historia” del “Colegio Nacional”, docente titular de
“Derecho Procesal Penal” en la Universidad de La Plata, donde llegó a
desempeñarse como vicerrector y rector
interino.
Su espíritu de servicio lo llevó actuar en política cuando fue ministro de
Gobierno de Pablo Blas en 1882; pero donde verdaderamente encontró su vocación
fue en la magistratura. En 1884 se trasladó a San Nicolás (provincia de Bs.
Aires) como juez del Crimen. En 1895 volvió a Jujuy como juez federal y
posteriormente presidió el Superior Tribunal de Justicia de la provincia.
Terminó su carrera judicial como vocal de la Cámara de Apelaciones Federal en
La Plata, cargo con el que se retiró en 1910.
Durante los años en que se
desempeñó fuera de la Jujuy, en realidad siempre mantuvo contacto con la
provincia con la que estaba entrañablemente vinculado. Al llegar los veranos se
reintegraba su finca de Yala (Jujuy)
la antigua posta enclavada en la ruta de los ejércitos patriotas, que había
pertenecido a sus mayores. Allí fijó su residencia luego de retirarse de la
actividad. Al respecto, el referenciado supo trasmitir a su descendencia el
cariño que él sentía por las tierras ancestrales, y la responsabilidad de
preservar la antigua sala de sus posesiones, la que aún hoy permanece en poder
de sus descendientes quienes a lo largo de más de siete generaciones han sabido mantener las características
edilicias fundamentales de la histórica construcción.
Cabe reseñar también que
el doctor Carrillo mantuvo casa en la
ciudad de Jujuy hasta 1920, año en que la vendió a bajo precio al Fisco provincial lo que
permitió ampliar el parque circundante a la Casa de Gobierno, ya que estaba
construida en la esquina de las calles San Martín y Gorriti.
Cuando en 1927 se reunió en Jujuy el “II Congreso de Historia Americana” que presidió el gobernador Villafañe, los representantes de todo el continentereunidos a tal efecto se dirigieron a Yala para rendir un sentido recnocimiento al Dr. Carrillo.
Joaquín Carrillo fue públicamente homenajeado por el
gobierno y el pueblo de Jujuy cuando
este se aprestaba a recordar los cien años de su formación como provincia
autónoma (1934). En la oportunidad se testimonió su contribución a la identidad
local, caracterizada en aquél libro de su juventud y en los demás aportes que
protagonizó durante toda su vida. Para esto, se decidió obsequiarle un álbum recordatorio de características
únicas; se trató de una pieza en pergamino iluminado con guardas de
diversas culturas originarias, donde destaca netamente la representación de la
“Bandera Nacional de la Libertad Civil”. La dedicatoria dice:
“Al investigador de ilustrado y sereno juicio, al escritor de noble
estirpe que apenas egresado del aula universitaria, evocó en páginas inmortales
la gesta gloriosa de su provincia mereciendo la consagración definitiva de los
representantes más esclarecidos de la mentalidad argentina. En el primer
centenario de la emancipación política de Jujuy. 1834 -18 de noviembre- 1934”.
El álbum le fue entregado
al doctor Carrillo en un acto oficial muy emotivo, que se cumplió en la sala de
su finca. Presidió la delegación el ministro de Gobierno y también se contó
entre sus miembros al de Hacienda y al intendente de San Salvador.
El 27 de diciembre de 1881 había casado en Córdoba con Carolina Echenique Altamira, de una antigua familia de esa provincia, a quien conoció cuando estudiaba en “la Docta”. Tuvieron nueve hijos: María Angelina, religiosa de la congregación de Ntra. Sra. Huerto; María Rosario, casada con Delfín Sánchez de Bustamante, ingeniero agrónomo; Alicia, casada con Francisco López; Rodolfo, juez federal en Jujuy, casado con Evelina Sánchez de Bustamante, magistrado; Rosa Nicolasa, casada con Román Garriga, juez de la Cámara Civil Segunda de la Capital Federal; Elímena, quien murió muy joven; Elvira, casada con Adolfo Tello, magistrado; Eliseo, ingeniero ferroviario, casado con Marina Del Castillo y Miguel, camarista federal en Rosario, casado con María Adela Ávila Echenique.
Joaquín Carrillo falleció en Yala, el 1º de abril de 1935, posteriormente sus restos fueron llevados por tren hasta la Capital Federal y depositados el día 4 de ese mes en el panteón familiar, ubicado en el cementerio de La Chacarita. La escuela fiscal primaria Nº6 de la localidad de El Carmen, una importante avenida de la ciudad de San Salvador de Jujuy y una calle en Yala llevan su nombre.
Su descendencia, que en 1935 se hallaba mayormente radicada en la ciudad de Bs. Aires y aledaños hoy se encuentra difundida en decenas de otras ciudades, en diferentes provincias y hasta en el exterior, aunque su mayor número se encuentra en Jujuy.
Post scriptum:
En el año 2024 sus familiares disposieron repatriar los restos del Dr. Joaquín Carrillo a su provincia natal. Así se hizo el día 3 de mayo, se preservan en dependencias de la parruia Santiago Apostol de Yala, a la espera de que el gobierno disponga su intalación en un padrón de prohombres jujeños. Para la ocasión se organizó un amplio programa de actividades (3)
Tanto la Municipalidad de la ciudad de San Salvador como la Legislatura de la provincia reconocieron al Dr. Joaquín Carrillo como "primer historiador de Jujuy".
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(1) En su documento de identidad (libreta de enrolamiento) consta que nació el 23 de agosto de 1852.
(2) Referencias biográficas compuestas por su
bisnieto, Miguel Carrillo Bascary
(3) Véase "Crónica de un día distinto" https://banderasargentinas.blogspot.com/2024/05/cronica-de-un-dia-distinto.html
Qué lindo homenaje para recordarlo Miguel. Gracias!
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