jueves, 29 de julio de 2021

Sorpresa en una ceremonia oficial de la Cancillería

Cuando lo imprevisible ocurre, no debe repetirse

Serie: Problemas de Ceremonial


El viento y su jugarreta, ante la mirada del Canciller argentino, el anfitrión

Por Miguel Carrillo Bascary 

Los hechos

Durante el desarrollo de una ceremonia es factible que surjan imprevistos como el que implicó a los gobiernos de Argentina y España. Fue durante la visita del Rey Felipe VI en marzo del año 2019, durante la recepción oficial que le brindó el entonces presidente de la Nación Argentina, Mauricio Macri. 

El evento se concretó, en la sede de la Cancillería, el Palacio “San Martín”, de la ciudad de Buenos Aires. En el amplio patio de acceso, se dispusieron sobre una discreta pedana (plataforma) las banderas oficiales de Argentina, acompañada de la del MERCOSUR, junto a las de España y la Unión Europea. Flanqueaban a las mismas una escolta especial, a cargo de dos efectivos del histórico Regimiento de Granaderos a Caballo con uniforme de gala. 

En el preciso momento que los dignatarios se aproximaban al lugar, frente al que estaba previsto que recibieran los saludos de algunos invitados, un golpe de viento derribó a las enseñas de Argentina y del MERCOSUR, embarazosa situación que registraron las cámaras y que se ilustra en esta nota. 

La incidencia causó la lógica preocupación de los funcionarios del Ministerio, más allá que la causa haya sido un evento de la Naturaleza. La verdad es la ráfaga que no pudo ser menos oportuna, máxime que es conocida la aplicación a la preparación de los actos en este ámbito, más aún en tiempos de su titular Jorge Faurie, quien fue director de Ceremonial de Cancillería. 

Ninguno de los primeros mandatarios dio mayor importancia a la cuestión y hasta bromearon entre ellos. Digamos aquí que, a juzgar por las crónicas que nos llegan, en la praxis del Ceremonial hispano no es muy extraño que ocurran gafes, particularmente en el acondicionamiento de los espacios oficiales. 

Lo ocurrido fue una clásica muestra la ley de Murphy, esto es «Si algo puede salir mal, así ocurrirá». 

Consideraciones

Me permitiré hacer algunos comentarios, como forma de capitalizar tan azarosa experiencia. 

El armado del dispositivo fue formalmente impecable. Las banderas de sitio se correspondían con los modelos oficiales, estaban correctamente armadas y presentadas con todos sus complementos ajustados a las Normas IRAM captadas por el Decreto Nº1.650/ 10. Lo dicho incluye a los pies-soportes destinados a las astas, en los que me detendré más adelante.

Es interesante el detalle de la pedana, muy propio para el armado de dispositivos en exteriores, ya que jerarquiza la posición de las banderas con respecto al ambiente. Obsérvese también, que la misma estaba muy bien revestida, con el mismo material de la alfombra sobre la que se encontraba. Así, se contribuye a resaltar la posición. 

Las banderas se colocaron conforme al principio de “centro vacío”. Naturalmente correspondió la derecha a la de Argentina, como estado anfitrión; a su izquierda se ubicó la del MERCOSUR, alineamiento regional al que está integrada. En cuanto a la de España, ocupó la izquierda y a su lado se colocó la que representa a la Comunidad Europa. 

Prescindiendo de toda otra consideración, el impacto visual de las dos enseñas principales y las de aquellas que las acompañaron, fue mucho más importante que si se hubieran puesto solo las primeras. Siguiendo con esta faceta, alguien podrá indicar que, para alcanzar idéntico efecto de vista, bien se pudieron colocar dos o más ejemplares de cada una de las nacionales, pero, me permito disentir, ya que se trataba de una ocasión en extremo formal, donde las banderas respondían a la representación que les incumbe. En lo personal entiendo que la multiplicación de paños idénticos es una opción de aplicación excepcional, a la que cabe acudir con criterio muy restrictivo. 

La emergencia en particular 

Cuando el acontecimiento se precipitó concurrieron a remediarlo dos funcionarios, los imprescindibles, ya que el evento afectó a un par de elementos. Lo que estuvo correcto. Imperó la moderación y la razonabilidad, sin aspavientos. No se abalanzó una pluralidad de comedidos, guiados por el empeño de restablecer el orden ¡10 puntos para los que actuaron y 10 también para los que no lo hicieron! 

Los funcionarios señalados restablecen la vertical de las banderas

Eso sí, en el apuro quizás no se midió que la moharra que se desprendió de la bandera nacional pudo ser colocada antes de erigir el asta, ya que la baja estatura de la asistente que atendió este punto le complicó la operación. Convengamos que esto es un comprensible detalle. 



Estas prisas impidieron el correcto armado, como se evidencia en las siguientes fotos, donde ambas corbatas quedaron desprolijas y el asta de la enseña del MERCOSUR "lució" notoriamente torcida.

Tomas en detalle

Los granaderos permanecieron impertérritos, como corresponde al rol de custodia que era su cometido. Es muy factible que si hubiera sido un personal menos formado en estos menesteres se habrían distraído de su función para ayudar a restablecer las banderas. ¡9 puntos para ellos! 

Lo apuntado sobre el personal, enseña que, en materia de Ceremonial la capacitación previa de todos los involucrados es un imperativo esencial. 

Conjurado el desliz, los dignatarios saludaron a los invitados, sin embargo, en la precipitación el asta y la corbata de la enseña del MERCOSUR no quedaron bien colocadas.

Sin embargo ... la secuencia muestra a una tercera persona que aparece desde atrás de las banderas y desde la misma pedana avanza hasta los mandatarios. No resulta posible conocer su función pero su posición, al venir desde atrás y al colocase por sobre el nivel del Rey y del Presidente de la Nación resulta totalmente inaceptable. 

La persona señalada se encuentra a mayor nivel que el Rey y el Presidente

Preguntémonos ahora ¿se pudo evitar que las banderas se precipitaran al piso? Entiendo que no. La ráfaga debió ser fuerte para vencer la resistencia de un pie-soporte que ha sido debidamente estudiado para dar suficiente sostén excepto, claro, en circunstancias como la ocurrida. 

Cuando se arman dispositivos en ámbitos abiertos, donde puede ser factible la acción de los vientos, existe un medio para aportar mayor estabilidad al conjunto, sin apartarse de la norma que manda usar un tipo específico de pie-soporte. Consiste de anillo de material plástico o tela fuerte, que puede rellenarse con arena (o, eventualmente agua). Este complemento se inserta por la boca del pie y se deposita sobre su base, con lo que se otorga mayor estabilidad al conjunto. 

Aun así, en regiones particularmente ventosas lo aconsejado puede ser insuficiente, en cuyo caso habrá que aumentar su volumen. De todas formas, en un espacio de extrema formalidad, como lo fue la recepción oficial, no es pertinente colocar este tipo de complemento ya que desluciría la presentación. 

Esto nos lleva a otra pregunta: ¿cómo podría capitalizar Cancillería la mala experiencia ocurrida? 

Es indudable que, si ocurrió una vez, bien puede repetirse. Sin duda que la arquitectura del espacio contribuyó o facilitó la formación de una fuerte corriente de aire que, eventualmente, podría generar un evento similar en el futuro, por lo que no cabe desaprovechar la amarga experiencia. 

Para conjugar el peligro les comparto una sencilla sugerencia, que en principio, consiste en implementar una pedana a donde se puedan atornillar los pies-soportes de las banderas. Sin embargo, esto solo no bastará ya que la presión de la brisa sobre dos o más elementos quizás venza al conjunto y, en vez de dos, sean cuatro enseñas las que se precipiten al suelo. 

¿Entonces? La solución está en incrementar la base de sustentación, para lo que habrá que ampliar la pedana en forma razonable. Entiendo que a Cancillería no le será difícil hacerse con una plataforma adecuada.

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