lunes, 21 de febrero de 2022

¿Un solo escolta para la Bandera Nacional?

¿Qué podemos hacer?

 Taller de Ceremonial

 

Por Miguel Carrillo Bascary 


En esta nueva entrega de la ya clásica columna “Taller de Ceremonial” analizaremos una situación que, si bien no es frecuente, dista de ser excepcional y nos presenta varios perfiles para nuestro estudio. 

La fotografía ilustra el paso de la bandera de ceremonia de una escuela en la “Galería de Honor” del Monumento levantado a nuestra enseña nacional en la ciudad de Rosario. Acaba de finalizar el acto de las tradicionales promesas que prestan los alumnos de los cuartos grados. 

Como resulta evidente hay un solo escolta y como también destaca ante el ojo atento, éste se ubica a la izquierda de la portadora, lo que obviamente es incorrecto. Señalado esto, nos dedicaremos específicamente al tema propuesto. 

Es una convención internacional que las banderas llevan dos escoltas, al menos. Esto nos remite al pasado, cuando se llevaban al combate y debían ser protegidas como piezas preciadas para que no cayeran en manos enemigas. En consecuencia, los usos militares asignaban dos escoltas, como mínimo para que cada uno cuidara uno de los flancos del abanderado, quien se desplazaba arriesgando no solo su vida, sino la posesión del emblema, por, sobre todo. 

La tradición conservó esta forma de acompañamiento, que al mismo tiempo remarca la importancia de la enseña en el curso de una ceremonia. También se evidencia en la banda de los escoltas que se extiende desde el hombro derecho hacia la cintura izquierda, reflejando la posición de los tahalíes de los que pendían las espadas. 

Los abanderados y escoltas eran seleccionados entre los mejores efectivos del cuerpo armado, por lo que constituía todo un honor desempeñar estas funciones. 

Es obvio entonces, que presentar en una ceremonia una bandera oficial con un solo escolta es una anomalía que no debería ocurrir, pero no nos quedemos con esto y avancemos un poco más en nuestro análisis. 

Si una entidad, en nuestro caso una escuela, presenta un solo escolta implica que no posee otro alumno con méritos suficientes para cumplir la función, lo que obviamente desmerece a la institución. 

Puede haber circunstancias en que un escolta no pueda desempeñarse. Lo más típico es que lo aqueje un momentáneo malestar físico. En consecuencia, la tradición indica que el docente encargado de la delegación deberá sustituir al ausente por otro alumno, en lo posible aquel que siga en orden de méritos. Esto justifica que el equipo a cargo de la bandera sume a un cuarto integrante en carácter de suplente, cosa que muy pocas veces se tiene en cuenta. Si no fuera factible contar con ocupe el cuarto puesto en orden de méritos, la falta podrá cubrirla cualquier otro alumno presente, debiéndose preferir aquellos con mejor aplicación y conducta. 

También puede ser que algún imprevisto haya impedido llegar a uno de los miembros del equipo de portadores, lo que no suele ser poco habitual. Razón de más para tener presente lo positivo de llevar a un suplente. 

Otra circunstancia que me tocó verificar durante mi experiencia en el Monumento a la Bandera ocurre cuando la dirección del establecimiento dispone que los abanderados y escoltas que se llegan a Rosario para realizar las promesas son alumnos de séptimo grado, es decir aquellos que por su posición en la cursada son los titulares de estas funciones. No siempre será factible que éstos se sumen a la delegación, por incrementarse el costo del viaje, por compromisos escolares y por algunas otras circunstancias. 

Al respecto las posibilidades que se visualizan pueden ser varias:

 

a) se envía a uno solo de los titulares y dos chicos de cuarto grado se desempeñan como escoltas, seleccionando para esto a a los que acrediten mejores condiciones;


b) se manda a dos de los titulares de séptimo, uno se desempeñará como abanderado y el otro como primer escolta, completando la escuadra con el más destacado de los alumnos de cuarto grado; y


c) circunstancialmente desempeñan estas funciones los tres niños o niñas más meritorios del cuarto grado que concurre al acto. 

Algo muy importante que la experiencia también aconseja cuidar, quienes no se desempeñan habitualmente como abanderados y escoltas deben ser capacitados debidamente en los movimientos y actitudes que deberá protagonizar. Para los “debutantes” la experiencia es emocionalmente muy fuerte y por esto un entrenamiento previo contribuirá a disminuirles el stress y a proporcionarles una vivencia muy enriquecedora. 

Téngase presente que la bandera no es tan fácil de manejar, como muchos piensan, máxime que los niños de cuarto grado suelen tener un físico menos desarrollado que los de séptimo. Colaborar en la capacitación de sus compañeros de cuarto grado será una instancia muy estimulante para los miembros de la escuadra titular. 

Finalmente otra observación pertinente vinculada a la menor complexión física general, es la de adecuar el largo de las bandas de los escoltas. 

En conclusión, nunca debería presentarse una bandera con un solo escolta, con la única excepción de que en la delegación solo haya dos alumnos, claro está.

Con estas reflexiones termino la presenta nota, no sin señalar que pueden existir otras circunstancias a podremos analizar en conjunto, si me fueran remitidas.

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