domingo, 13 de abril de 2025

¿Escarapela o banderita?

Pequeña historia de una opción

Por Miguel Carrillo Bascary

Las escarapelas se impusieron como emblema de nacionalidad en el siglo XVIII, como forma de distinguir en el fragor del combate a la tropa propia de la enemiga. Era necesaria establecerlo ya que por entonces no existía el concepto de uniformes diferenciados de cada país. En consecuencia, eran distintivos militares que, habitualmente se llevaba sobre en el sombrero y se construían en tela de colores, que se atribuían a cada nación o región.

Cuando con la Revolución Francesa surgió el ejército popular, se difundió extraordinariamente el gorro rojo que usualmente sumó una escarapela tricolor de forma redonda; desde entonces también los civiles comenzaron a usarla prendida al pecho, a la altura del corazón o en el pelo, las mujeres. Más tarde desapareció el bonete y quedó la cucarda. 

Foto: Santiagonostalgico/ Flick

A principios del siglo XIX las escarapelas redujeron su tamaño y se las comenzó a construir con mostacillas o chapa de metal pintada; al par que se divulgaron ampliamente entre los civiles. Paralelamente se difundieron las llamadas “divisas”, inspiradas en las cintas que reproducían las medidas de la imagen de una Virgen, santo o santa, que gozaban de popularidad den los santuarios. Por entonces las hoy muy comunes, medallitas, tenían un costo estaba fuera de las posibilidades de los peregrinos.

Medidas de la imagen de Ntra. Sra. del Pilar, Zaragoza

Siempre según el precedente de las medidas, las divisas incluyeron: lemas, siglas, figuras de todo tipo y hasta perfiles de gobernantes. En Argentina las divisas federales y unitarias marcaron una época, particularmente trágica.

Divisa federal - Confederación Argentina, ca. 1840

Cuando los uniformes nacionales se universalizaron en los ejércitos la escarapela pasó a ser un complemento esencial e, incluso, trascendió del ropaje y se pintó en los equipos militares. No sorprendió entonces que pasara a los tanques y aún a los aviones[1]; un uso que persiste hasta hoy, pese a que la tecnología permitiría prescindir de ellas ya que no se necesita visualizar ningún elemento para identificar a la propia tropa.

Biplano Nieuport, Aviación Francesa, I Guerra Mundial

Blindado MC 36 - Guerra Española

El advenimiento de la educación sistemática en escuelas públicas determinó que se estableciera el uso de escarapelas como distintivo común tanto para los cursantes como para los docentes, particularmente durante las fiestas patrias. Esto se positivizó a través de normas que impusieron su uso obligatorio. La industrialización permitió preparar escarapelas en gran número, tanto en metal como con textiles, en una enorme cantidad de diseños. De esta manera la escarapela trascendió los ámbitos de la castrenses y escolares para expandirse en todas las clases sociales, más allá de la actividad que realizara el portador.

Su sencillez, bajo costo y forma aleatoria son factores que caracterizan al emblema, mientras que aseguran su popularidad.

Como reflejo de este fenómeno, los funcionarios gubernamentales adoptaron la escarapela en sus atuendos. De esta manera evidenciaron su nacionalidad y el orgullo de representarla. En los varones, las escarapelas siempre fueron muy simples y se acomodaron en las solapas, hasta el punto que muchos trajes aún hoy llevan un ojal sobre el lado izquierdo, que originalmente se les destinó. Por parte de las damas la creatividad de su vestir permitió fantasías en forma de lazos, piedras, esmaltes, flores, etc.; generalmente como broches decorativos.

Entre tanta variedad también aparecieron pequeñas banderitas. Un ejemplo clásico, al menos para la cotidianeidad argentina, es el suntuoso broche que lució por primera vez Eva Duarte de Perón, primera dama del país, en acto en que se juró la Constitución Nacional de 1949. La fabricó con zafiros y brillantes por la afamada casa de joyeros Oscar Heyman Hnos. de origen ucraniano, afincados en Nueva York desde 1912 Esa joya en particular fue adquirida a la firma Van Cleef & Arpels, de la que Heyman era proveedora. Se la denominó “Sol de Mayo”.

"Sol de Mayo", 1948/ 1849

Este tipo de realizaciones ya era bastante común a fines del siglo XIX, confeccionadas en metal esmaltado en colores. El estilo art nouveau les dio un sofisticado impulso. Vale recordar que Heyman confeccionaba diminutas banderas de E. Unidos y del Reino Unido con pedrería engarzada en oro y platino desde el año 1917; son verdaderas joyas, de alto costo. Otros artistas siguieron el ejemplo.

Primeras creaciones de Heyman

Más allá de la sofisticación informada el uso de banderitas como broches para la mujer y de solaperos para los hombres se ha desarrollado con preponderancia en las últimas décadas. Esto marca una disociación entre la clásica escarapela en forma de botón, cuadrado o incluso triángulo, de neto origen militar con las banderitas que abundan en la actualidad.

Luis Caputo (Min. Economía, Argentina) - George Biden (Presidente de E.U.)

Claro está que aquellas que tiene la naturaleza de verdaderas joyas quedan relegadas a las grandes recepciones o a ocasiones especialísimas, pueden alcanzar precios superiores a la decena de miles de dólares.

Otro diseño de Heyman que bien puede oficiar de escarapela argentina

Nada impide que en otras circunstancias menos solemnes se empleen banderitas esmaltadas o confeccionadas con piedras o cristales industrializados; bien sean estáticas o flameantes, a gusto del usuario.

Con origen en los estados Unidos, como tendencia hoy predomina al uso de banderitas por sobre el de las escarapelas, aunque estas tienen gran aceptación den Latinoamérica.

De una forma u otra tanto las escarapelas como las banderitas demuestra a propios y extraños la nacionalidad de su portador o portadora.

miércoles, 9 de abril de 2025

Acto de entrega de banderas

Razón de una tradición


San Martín presenta la bandera al Ejército de los Andes (Mendoza, 1817)

Por Miguel Carrillo Bascary

Al aproximarse las Fiestas Patrias es natural que en algunas escuelas o instituciones se programe entregar/ recibir una nueva Bandera nacional. En esta nota aporto algunas referencias para planificar el acto y se explica el origen de la tradición que lo inspira.

Digamos para empezar, que la legislación argentina no ordena la forma en que se debe presentar una nueva bandera de ceremonia. Sobre las de izar me expresaré en otra oportunidad.

Este silencio autoriza diversos procedimientos, a condición de que la pieza no se vea afectada en su dignidad ni quede desplazada en la atención de los presentes. Advierto esto ya que en la práctica proliferan circunstancias que contravienen los principios indicados, con lo negativo que esto resulta.

En todos los casos se la entrega/ recepción se concretará en una ceremonia formal, con la participación de la comunidad con la que la enseña se caracterizará. Generalmente se integrará en el acto donde se conmemore una fiesta patria u otra o circunstancia especial como, por ejemplo: en la fecha que recuerde la inauguración de una escuela, el aniversario de la institución, el 2 de Abril y similares. La ocasión es un excelente medio para reflexionar en lo que significa nuestra Bandera, fortalecer la identidad común y afianzar los valores inherentes.

Las siguientes líneas también podrán aplicarse cuando se trate de una Bandera Nacional de la Libertad Civil, de las enseñas provinciales, de ciudades o pueblos. Igualmente, con respecto a las de otros países, lo que ocurrirá cuando la escuela lleve su nombre, o se trate de una institución referenciada con aquellos; en estos casos la actividad será en una fecha vinculada con dicho estado o con el establecimiento en sí mismo, ya que no corresponde en una fiesta patria.

En consecuencia, se definen dos formas básicas para el acto: la bandera se podrá entregar armada en su asta o plegada. Eventualmente es factible que se presente contenido en un cofre vidriado. 

La entrega de una bandera encofrada, puede servir como referencia

En ningún caso abullonada o encestada, una manera que se reserva para las enseñas de izar.

Nos detendremos ahora en analizar cómo proceder cuando la pieza se presente plegada.

Según la tradición, lo más solemne será hacerlo sobre una bandeja de plata, pero no es imprescindible que sea de este material, bastará con que tenga la debida dignidad. Hasta que la entrega se consume la fuente estará depositada sobre un tapete que recubrirá una mesa apropiada.

Origen

Es interesante referenciar la génesis de esta usanza, que nos remite al 5 de enero de 1817, cuando el general San Martín presentó la bandera que debía guiar al Ejército de los Andes en su campaña libertadora. Afortunadamente contamos con un relato minucioso que nos dejó el general Gerónimo Espejo[1], por entonces joven oficial. En sus célebres memorias, publicadas con el nombre de “El Paso de los Andes[2]” nos comparte sus vivencias, de las que extraemos lo pertinente:

“La columna hizo alto al llegar a la esquina del convento de San Francisco (noroeste de la plaza), para esperar que saliera del templo Nuestra Señora del Carmen, patrona electa, y escoltada como prescribía el ceremonial. Salió la procesión encabezada por el clero secular y regular, presidiéndola el Capitán General, acompañado del Gobernador Intendente, del Cabildo, los empleados y los más distinguidos ciudadanos, siguiendo majestuosamente la marcha hasta la iglesia Matriz[3], donde en un sitial cubierto con un tapete de damasco[4], estaba doblada la bandera sobre una bandeja de plata. En este momento, entró al templo una guardia de honor al mando de un capitán, compuesta de piquetes de las compañías de granaderos de los cuatro batallones de infantería y un abanderado que se situó en la nave del costado del Evangelio[5]. (…) el General San Martín se levantó de su asiento y subiendo al presbiterio[6] acompañado de dos edecanes, tomó la bandeja con la bandera y la presentó al preste (sacerdote) Este la bendijo en la forma del ritual (…) El General por su mano amarró la bandera en el asta, y colocándola de nuevo en el sitial volvió a tomar su asiento (…) y luego, tomando la bandera, se acercó al perfil de la plataforma, donde en alta y comprensible voz pronunció las siguientes palabras : - SOLDADOS: ESTA ES LA PRIMER BANDERA QUE SE HA LEVANTADO EN AMÉRICA-, la batió[7] por tres veces cuando las tropas y el pueblo respondían con un VIVA LA PATRIA, rompieron dianas las bandas de música, de cajas y clarines, y la artillería hizo otra salva de 25 cañonazos. El General entregó la bandera al abanderado para llevarla a su puesto, (…)”

Se advierte que la iconografía con la que distintos artistas han intentado representar la ceremonia, incluso la imagen que abre esta nota, adolece de diversos errores a la luz del testimonio del general Espejo.

La cita nos ofrece varias referencias que podrían adaptarse a nuestra realidad al momento de planificar la ceremonia.

Por ejemplo, en la provincia de Jujuy se estila presentar una bandera sobre un característico poncho[8] local.

La enseña también puede mostrarse en la caja con que los fabricantes suelen presentar sus productos. 

En este caso, jamás, debería hacerse con la tapa colocada, el vexilo debe verse con toda claridad, no solo para destacar la dignidad del símbolo, también porque de lo contrario pareciera que lo entregado es una pizza.

Una empresa en particular ofrece cajas con visor que permiten observar la pieza; es una solución creativa; aunque en siempre será preferible que en el acto se presente el vexilo habiéndose retirado la tapa.

Se advierte que, si en la misma caja se acompaña la corbata y/o el tahalí, conviene colocar estos elementos bajo el paño, para que no tapen el bordado del Sol.


Bandera de E. Ríos, casi totalmente cubierta por la corbata y el tahalí

Cuando la bandera venga en una bolsa de material transparente, lo adecuado será quitarla previamente.

En cuanto al tapete

En 1817 se usó una pieza de damasco, textil de calidad que habitualmente es rojo pero que bien pudo ser de otro color, como dorado, blanco, bronce, verde, naranja o azul.

No lo aclaró Espejo, pero la tradición consagra el uso del colorado.

Obviamente que este tipo de tela tan fino puede no estar disponible, en cuyo caso la opción más general será emplear una de color blanca, sin estampado alguno, o bien, puede ser un género azul oscuro, gris o negro, para que la bandera destaque con toda nitidez. Otro material habitualmente utilizable es el terciopelo.


Si fueran varias las banderas a entregar se ubican sobe una misma mesa procurando resaltarlas debidamente.

Jamás de los jamases se utilizará una bandera para recubrir la mesa del caso. De hecho, servirse del símbolo nacional para estos menesteres u otro parecido es, objetivamente, una supina falta de respeto.

Tras la recepción …

Recordando lo ocurrido en 1817 durante el acto se podrá armar la enseña colocándola en el asta que le estuviera destinada[9]. La operación la protagonizará el/la titular del establecimiento o entidad, con la ayuda de una o más personas. En el trámite se evitará que el paño toque el piso. Advertimos que el procedimiento puede presentar su complejidad por lo que conviene ensayarlo previamente. Posteriormente dicha autoridad entregará el conjunto al abanderado quien estará acompañado de los escoltas.

Enastando una bandera de Entre Ríos

Obviamente que la Bandera argentina es conocida por todos, pero si fuera la Bandera Nacional de la Libertad Civil, la de una provincia, ciudad o pueblo, es factible que esto no ocurra y que exista una cierta curiosidad al respecto. En consecuencia, la persona que recibió la pieza bien podrá desplegarla, para que aprecie el diseño, lo hará preferentemente con ayuda de un tercero y luego la plegará para colocarla en su caja o la bandeja.



Claro que se debe cuidar de presentar correctamente el paño

Observaciones finales

Será elemental precaución asegurarse que la bandera se corresponda exactamente con el modelo oficial. Nada más patético que constatar que no es así. 


El Sol de la entregada no corresponde al legal

Recordemos que las características técnicas de la Bandera Oficial de la Nación están reguladas en el Decreto Nº1.650/ 2010.

Esquema de colores

Proporciones

De mostrarse la bandera en su caja corresponderá estar atento para que el Sol “mire” a los presentes o al objetivo de la cámara. Es bastante usual que se encuentre invertido o torcido y esto afecta a la solemnidad del momento.

Si estuviera previsto hacer bendecir el símbolo, el sacerdote lo hará con el mismo enastado, en su caja o sobre la bandeja, nunca con el paño desplegado sobre la mesa. De ser varios ejemplares, es factible que el acto litúrgico sea conjunto.

Finalmente, es fundamental señalar que un correcto dispositivo de ceremonial evidencia la imagen institucional de la entidad o escuela que lo protagonice. Es factible que cualquier desliz pueda ser percibido por los presentes, pero esto no quedará ahí; debido a la cultura de la imagen en que vivimos, cada filmación, cada registro fotográfico puede divulgarse por las redes proyectándose hasta el infinito.


[1] Nació en Mendoza en 1801 y falleció en Bs. Aires en 1889. Los interesados en su biografía tienen una síntesis a su alcance en: https://liceoespejo.edu.ar/lmge/biografia-del-general-espejo/

[2] Google Books aporta la versión virtual de esta interesantísima obra, que los interesados podrán leer o bajar íntegramente https://books.google.com.ar/books?id=Caw923yhBSQC&printsec=frontcover&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false

[3] El templo matriz es el más antiguo de la ciudad.

[4] El damasco es un tipo de tejido de sarga o raso de seda, que se prepara formando dibujos característicos su anverso es brillante y mate el reverso. Toma su nombre de la ciudad de Damasco, por ser una producción originaria en el Medio Oriente.

[5] A la derecha del altar, izquierda de los fieles que participan de la ceremonia.

[6] El presbiterio es la parte del templo en donde se ubica el altar mayor, el lugar destinado a las ceremonias litúrgicas más significativas.

[7] El batir la bandera era una forma de proclamar la investidura que caracterizaba al vexilo.

[9] Es un requisito obvio que el asta y la moharra sean las reglamentarias, conforme al Decreto Nº1.650/ 2010.

lunes, 7 de abril de 2025

“Rosario, Cuna de la Bandera”

Una increíble omisión

Por Miguel Carrillo Bascary

Que la ciudad de Rosario es la “Cuna de la Bandera nacional argentina” constituye un timbre de honor indiscutible. Cualquier niño argentino conoce que, cuando ella era un pequeño villorrio, allí se izó por primera vez nuestra Enseña patria.

Rosario, Cuna de la Bandera” es una frase cargada de identidad y trae al presente un hecho histórico fundamental para la argentinidad. Los rosarinos se ven reflejados en la leyenda con lógico y legítimo orgullo. Todos los argentinos sienten, que en ese primer flamear nació la Patria, más allá que se debió esperar hasta 1816 para declarar la independencia nacional. La referencia trasciende lo formal y se extiende a todas las formas de la comunicación social.

En el año 1990, cuando Rosario se aprestaba a conmemorar un nuevo aniversario del 27 de febrero de 1812, la Intendencia Municipal consideró oportuno consagrar el lema que preside esta nota, a cuyo efecto dictó el Decreto Nº313, que suscribió su entonces titular, el Dr. Héctor Caballero, primer socialista que accedió al gobierno local[1].

Desde entonces la expresión que caracterizó a Rosario se difundió en forma instantánea, hasta el punto que ese decreto constituye en una de las normas fundamentales para la historia de la ciudad, pero …

El caso es que, si una persona quisiera conocer sus fundamentos, por toda lógica irá al portal oficial donde se recopila la normativa rosarina[2], ya sea que tenga forma de ordenanza, decreto y otras más. Utilizando la herramienta “buscador” consignará el número, el año y el tema, esperando que en una fracción de segundos aparezca el texto. Pero, en su lugar, la pantalla arrojará como resultado: ¡“No se encontraron coincidencias”. ¡SORPRENDENTE!

Afortunadamente, como quien esto escribe mantiene un archivo físico, acudí al mismo, sabedor que en alguna ajetreada carpeta debía tener un ejemplar de la norma buscada. El resultado esta vez fue positivo, aunque la fotocopia era de pobre calidad, lo que poco importó. En su humildad era la prueba concreta de del acto de gobierno ocurrido 35 años atrás.

Resulta inexplicable que el Decreto Nº313/ 1990 no esté disponible en la base de datos oficial. Por eso considero oportuno y pertinente reproducir su tenor en este medio, para ponerlo al alcance de cualquier interesado en conocer cómo se oficializó el lema que caracteriza a Rosario ¡Nada menos!

Esto no es óbice para promover ante las autoridades municipales la necesidad de subsanar tan increíble omisión, lo que se encarará por las vías pertinentes, recabando la colaboración del “Instituto Nacional Belgraniano”, del “Centro de Estudios Belgranianos Rosario Siglo XXI” y de la asociación “Valor Rosario”, entidades de la que me honro en pertenecer.

El Decreto 313/ 1990 en comentario

Tiene la clásica estructura que era de esperar, consta de sus fundamentos y de una brevísima parte resolutiva, ya que la declaración no demandaba más.

Es obvio que la norma recuerda al hecho histórico del primer izamiento de nuestra Bandera Nacional, destaca el protagonismo del entonces coronel Manuel Belgrano, de la tropa bajo su mando y del pueblo que componía al poblado. Recuerda el juramento que el prócer reclamó a sus soldados. Referencia escasamente el evento de 1862, en donde se rescató para la memoria el acontecimiento del 27 de febrero de 1812. El relato se remonta luego a 1920, centenario de la muerte del general Belgrano y a los actos a que dio lugar y sin más, se da por concluido el trayecto histórico que, sorprendentemente no menciona al Monumento Nacional a la Bandera[3]. Lo hace con las siguientes palabras:

“Tal es el acontecimiento que siempre debemos recordar los rosarinos. El más importante de su patrimonio histórico, eso es, la enarbolación (sic) de la Bandera por Manuel Belgrano”.

Acto seguido, los fundamentos reproducen varios párrafos de oraciones, alocuciones y ensayos con que diversas personalidades destacaron al símbolo nacional. Ya cerrando las consideraciones, se expresa el propósito de la norma:

“El Ejecutivo Municipal quiere vincular, al cumplirse un nuevo aniversario del 27 de Febrero, la gloria de la creación con nuestra ciudad de Rosario, resultando que fue la Cuna de la Bandera Argentina”.

Tras lo cual consta el mandato en concreto:

“Art. 1º.- A partir del 27 de febrero de 1990 todas las disposiciones que emanen del Departamento Ejecutivo Municipal llevaran luego de Rosario, y antes de la fecha, la firma “CUNA DE LA BANDERA”.

Además, se invita al Concejo Municipal[4] y otros entes oficial para que adhieran a lo establecido, lo que de hecho así ocurrió.

Análisis de la técnica legislativa

La trascripción es textual, se conservó en detalle tanto la grafía como los signos de puntuación. Con su sola lectura se revelarán una serie de incoherencias de sintaxis, en el uso de mayúsculas, signos de puntuación y comillas. Hay repeticiones evidentes en el relato, y deficiencias en las referencias a las citas. En algunos casos se hizo necesario consignar el término “sic” para advertir al lector. Destacar puntualmente las observaciones aludidas sería sobreabundante y hasta tedioso, razón que justifica evitarlo.

Análisis histórico

Desde esta perspectiva, el decreto consigna una secuencia de hechos que para quien los conoce resultan obvios, pero que es necesario explicar al lector no informado. También contiene tergiversaciones y errores que no debieron ocurrir, ya que el acontecimiento del 27 de febrero de 1812 está suficientemente documentado. No es posible silenciar estos negativos factores sobre un hecho fundamental para la Historia, tanto de Rosario como de la Nación misma.

El primer párrafo alude al trayecto que emprendió Belgrano hacia Rosario al frente del Regimiento de Infantería Nº5[5], que abarcó desde el     24 de enero hasta el 7 de febrero de 1812. El prócer dejó un minucioso relato en su “Diario de Marcha[6]” que expone el primer error histórico. En el asiento que corresponde al día 7 de febrero se lee: “… cerca de una legua se formó la tropa, sacaron las banderas, y con todo orden seguimos hasta el Pueblo”. La crítica aclara que estos vexilos eran los que por reglamento correspondían a la unidad, conforme a las regulaciones hispanas que aún se mantenían vigentes. O sea, la bandera regimental o coronela, carmesí, con el blasón real aplicado, y la segunda en color blanco, con las aspas de Borgoña y emblemas particulares de la unidad. En el decreto se expresa que la fuerza ingresó “…con sus banderas “coronelas” desplegadas”, cuando cada regimiento solo tenía una de este tipo.

En el segundo párrafo se relata al acto del 27 de febrero en que se dejó inaugurada la batería “Independencia”, que se levantaba en la isla, frente al poblado, mientras que la “Libertad” aún faltaba terminar, pese a lo cual, fue este lugar la sede de la ceremonia. La cita encomillada, que explica el evento corresponde al oficio que el prócer dirigió al Gobierno. Al finalizar el sector se evidencian nuevos errores.

Se expresa en la norma: “Y el cántico de los paisanos y el golpeteo frente al pueblo, un pequeño golpeteo de martinetes prosiguió en la batería “Libertad”. No hay referencia alguna que los paisanos hayan cantado en la ceremonia, la música solo existió en la imaginación del redactor. Era un acto de naturaleza militar, de manera que un cántico popular no cuadraba. En cuanto al “golpeteo de martinetes”, también parece otra licencia del relator, solo había un martinete y se emplazó al pie de la batería “Libertad”, para enclavar sobre el lecho de tosca los pilotes que soportarían la base de disparo de la artillería. Obvio que su accionar se debió suspender en ocasión del acto. Tampoco hay referencias de que en la batería “Independencia” se haya usado el martinete que, por lógica, debió preferirse emplearlo en la principal, la ubicada junto al poblado.

Dice el texto: “Esa mañana, llevando la bandera en sus manos, Belgrano recorrió la línea formada por las tropas y el pueblo todo, allí reunidos”. Del propio oficio cursado por Belgrano resulta que la actividad ocurrió a las 6,30 horas de la tarde, no de mañana. Que haya o no llevado la bandera en sus manos solo obedece a la fantasía del redactor.

No corresponde escribir que Belgrano “dio a los soldados la siguiente Proclama”, la referencia verbal es desafortunada.

Es aventurado afirmar que la hizo “jurar y bendecir, antes de colocarla en el mástil” ya que el pretendido “juramento” a la Bandera no existió. De la lectura del oficio emitido por Belgrano resulta claro que lo que se juró fue “vencer a los enemigos”, tal como el mismo decreto refiere en el párrafo siguiente. Veamos, consta en el decreto y en el documento histórico: “… juremos vencer a nuestro enemigo, interiores y exteriores, y la América del sur será el templo de la independencia, de la unión y de la libertad”. Es un error muy común interpretar que en Rosario se juró la Bandera, lo que no exime de la responsabilidad inherente tratándose de una norma municipal.

Todavía hay más alteraciones. La proclama citada no contiene la expresión “(las glorias)”, no se visualiza ninguna razón para que redactor lo haya intercalado. Se dice también “… nuestro enemigo interiores y exteriores”, cuando el sustantivo debió ir en plural. En los vítores solo se usó mayúscula en el vocablo “Viva”.

El siguiente párrafo contiene una gravísima tergiversación en la descripción la Bandera. Dice el decreto, a manera de cita tomada del oficio emitido por Belgrano: “Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer celeste y blanca …”, cuando en el original se consigna “blanca y celeste”, expresión que da lugar a interpretar cual pudo ser el diseño primigenio de la Enseña patria. 

Trascripción:

D E C R E T O   Nº0313

Rosario, 26 de febrero de 1990.-

VISTO:

QUE el próximo 27 de febrero se conmemora un nuevo aniversario de la creación de nuestra bandera nacional, acontecimiento histórico que tuviera lugar en esta ciudad.

CONSIDERANDO:

QUE como nos enseña la historia, luego de una larga marcha desde Morón, en Buenos Aires, los reclutas de Manuel Belgrano, a pie la mayoría y en carreta los enfermos por el esfuerzo, arribaron a rosario por el camino real, hoy calle Buenos Aires, penetraron en la plaza del pueblo, simple baldío, con sus banderas “coronelas” desplegadas.

El 27 de febrero de 1812 Manuel Belgrano izó por primera vez la Bandera argentina en la batería Libertad. La batería Libertad se construyó en la alta barranca de las ceibas, situada en el lugar que hoy ocupa el Monumento a la Bandera y su entorno. Aproximadamente a las seis y media de la tarde el pueblo de Rosario, y las tropas arribadas, se hallaban reunidos en la alta barranca. Belgrano los había convocado. Y lo expresó en la comunicación al gobierno “para entusiasmar a estos habitantes y a las tropas”. Y el cántico de los paisanos y el golpeteo frente al pueblo, un pequeño golpeteo de martinetes prosiguió en la batería “Libertad”, mientras en la Isla, frente al pueblo, un pequeño destacamento con sus cañones, la “Independencia”, así se la denominó, cumpliría también sus funciones. Esa mañana, llevando la bandera en sus manos, Belgrano recorrió la línea formada por las tropas y el pueblo todo, allí reunidos. Allí la hizo jurar y bendecir, antes de colocarla en el mástil.

Belgrano, dio a los soldados la siguiente Proclama “Soldados de la Patria en este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro Excelentísimo Gobierno, en aquel (señalando), las baterías de la Independencia, nuestras armas aumentarán las suyas (sus glorias); juremos vencer a nuestro enemigo, interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la independencia, de la unión y de la libertad. A fe de que así lo juráis, decid conmigo ¡VIVA LA PATRIA!

El 27 de Febrero de 1812 Belgrano dice al Gobierno: “Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer celeste y blanca conforme a los colores de la escarapela nacional…”

Cincuenta años después, esos mismos vecinos, muchos de ellos ya ancianos, que presenciaron la enarbolación, se reunieron otra vez en el sitio de la antigua barranca de las ceibas, en parte ya desmontadas, allí, detrás de la iglesia, para recordar el episodio. Más de cien años después de aquel 27 de Febrero, en 1920, se recordó el hecho histórico. Miles de estudiantes, obreros, autoridades civiles y eclesiásticas concurrieron a los diversos actos y a la gran manifestación que marchó desde la plaza Sarmiento hasta la llamada plaza Belgrano, donde se halla el Monumento.

Tal es el acontecimiento que siempre debemos recordar los rosarinos. El más importante de su patrimonio histórico, eso es, la enarbolación de la Bandera por Manuel Belgrano.

“Nuestro suelo argentino, nuestro suelo de plata, está en el blanco heráldico de su paño, el metal que en la ciencia de los armoriales es además pureza y paz. Nuestro cielo infinito y nuevo de una esperanza, donde brillan las pléyades germinadoras y la Cruz del Sud, fraterna trasúntase en el azul celeste, cuyo color es un emblema de eternidad y amor. La inteligencia está, por fin, autorizada en el sol que es su mejor empresa; emblema de tradición incaica, de iniciación apolínea, de renovación universal. Ya veis si ese pabellón puede servir de enseña a todos los hombres y a todos los ideales”. Ricardo Rojas[7].

“Hela ahí, eterna como los cielos que transita inmutable como la soberanía suprema que representa, serena como nacionalidad que simboliza”. Belisario Roldán[8].

“Bandera de la patria, celeste y blanca, símbolo de la unión y la fuerza como nuestros padres nos dieron independencia y libertad; guía de la victoria en la guerra, y del trabajo y la cultura en la paz, vinculo sagrado e indisoluble entre las generaciones pasadas, presentes y futuras”. Joaquín V. González – Oración: 9/7/1910.

Nuestra bandera está unida a ese varón insigne que fue Manuel Belgrano, quien evocara nuestros deseos de libertad y lo simbolizara en los suaves colores del estandarte. La Patria fue para él una forma perfecta de esa religión de amor y simbolizó, como dice el poeta, su propia vida y su ideal de amor en los suaves colores de la bandera.

“El general Belgrano fue el primero en hacer flotar a los vientos la Banda Real (sic), para coronarnos con nuestras propias manos soberanas de esta tierra, e inscribirnos en el gran libro de las naciones que llevan su destino en la historia de nuestra raza…” D. F. Sarmiento[9] 24/9/1873.

“En el Rosario se enarboló la bandera como símbolo militar; el nombre de aquella ciudad se vincula con esa gloria; en ella fue creada, frente a las aguas del Paraná, que parece ofrecerla en cada nube cuando su vaho de vapor se azula y flota sobre las ondas turbias y movidas como sobre una muchedumbre en marcha…” Ricardo Rojas – La Argentinidad[10] pág. 181.

“Vamos ahora a cobijarnos todos bajo sus pliegues y pidámosle que calme las pasiones rencorosas, que haga brotar a su sombra la virtud del patriotismo, como en otro tiempo al laurel de guerrero, y conozca a su pueblo por la paz, por el honor, por la libertad laboriosa hasta ponerlo en posesión de sus destinos que le fueron prometidos por Belgrano al hacerla flamear sobre su cuna”. (Nicolás Avellaneda[11] 22/4/1880).

El Ejecutivo Municipal quiere vincular, al cumplirse un nuevo aniversario del 27 de Febrero, la gloria de la creación con nuestra ciudad de Rosario, resultando que fue la Cuna de la Bandera Argentina.

Por todo ello, en uso de sus atribuciones,

EL INTENDENTE MUNICIPAL

D E C R E T A

Art- 1º.- A partir del 27 de febrero de 1990 todas las disposiciones que emanen del Departamento Ejecutivo Municipal llevarán luego de Rosario, y antes de la fecha, la firma (sic) “CUNA DE LA BANDERA”.

Art. 2º.- Invitase al Honorable Concejo Municipal y a los demás entes públicos a adherirse al presente decreto.

Art. 3º.- INSERTESE, comuníquese, publíquese y dese a la Dirección general de Gobierno. -

Firman: Dr. Héctor Caballero, Intendente Municipal de Rosario.                  Dr. Raúl A. Lamberto, Secretario de Gobierno y Cultura.


[1] Llegó de la mano del Partido Socialista Popular. Su mandato se extendió desde el 10 de diciembre de 1989 a igual día de 1995.

[3] Nota para lectores no argentinos: el citado memorial recuerda, precisamente, la creación de la Bandera. Tras diversos intentos previos comenzó a construirse en 1943, se inauguró en 1957 y desde entonces es el ícono que caracteriza a la ciudad, de la que también es el principal elemento de interés turístico.

[4] Se trata del órgano legislativo a nivel municipal.

[5] Se trataba de la antigua “Legión Patricios”, formada en ocasión de las Invasiones Inglesas (1806-1807), primera unidad americana, por lo que tomó el nombre de Regimiento de Infantería Nº1, guarismo de honor que perdió a fines de 1811 a consecuencia de su participación en el llamado “Motín de las Trenzas”.

[6] Se publicó bajo el título “Diario de Marcha del Coronel Belgrano a Rosario”. Inst. Nacional Belgraniano. Bs. Aires. 1995.

[7] En su obra “Blasón de Plata”. Ed. Lozada. Bs. Aires. 1941.

[8] “Oración a la Bandera”. Pronunciada por Belisario Roldán en el acto de juramento a la bandera de los soldados conscriptos clase año 1888.

[9] Discurso pronunciado por el presidente de la Nación, Domingo Faustino Sarmiento, al inaugurar la estatua del general Belgrano en Bs. Aires, el 24 de Setiembre de 1873.

[10] El título completo de la obra es “La Argentinidad. Ensayo histórico sobre nuestra conciencia nacional en la gesta de la emancipación. 1810-1816”. Librería “La Facultad”. Bs. Aires. 1916

[11] La “Oración a la Bandera” de Avellaneda fue parte del discurso que pronunció el 22 de abril de 1880 en el acto de bendición de la bandera del Regimiento 19 de Caballería.