Una increíble omisión
Por Miguel
Carrillo Bascary
Que la ciudad de Rosario es la “Cuna de la
Bandera nacional argentina” constituye un timbre de honor indiscutible. Cualquier niño
argentino conoce que, cuando ella era un pequeño villorrio, allí se izó por
primera vez nuestra Enseña patria.
“Rosario, Cuna de la Bandera” es una frase cargada de identidad y
trae al presente un hecho histórico fundamental para la argentinidad. Los
rosarinos se ven reflejados en la leyenda con lógico y legítimo orgullo. Todos
los argentinos sienten, que en ese primer flamear nació la Patria, más allá que
se debió esperar hasta 1816 para declarar la independencia nacional. La
referencia trasciende lo formal y se extiende a todas las formas de la
comunicación social.
En el año 1990, cuando
Rosario se aprestaba a conmemorar un nuevo aniversario del 27 de febrero de
1812, la Intendencia Municipal
consideró oportuno consagrar el lema que preside esta nota, a cuyo efecto dictó
el Decreto Nº313, que suscribió su
entonces titular, el Dr. Héctor Caballero, primer socialista que accedió al
gobierno local[1].
Desde entonces la expresión
que caracterizó a Rosario se difundió en forma instantánea, hasta el punto que ese decreto constituye en una de las normas fundamentales para la
historia de la ciudad, pero …
El caso es que, si una
persona quisiera conocer sus fundamentos, por toda lógica irá al portal oficial
donde se recopila la normativa rosarina[2],
ya sea que tenga forma de ordenanza, decreto y otras más. Utilizando la
herramienta “buscador” consignará el número, el año y el tema, esperando que en
una fracción de segundos aparezca el texto. Pero, en su lugar, la pantalla
arrojará como resultado: ¡“No se encontraron coincidencias”. ¡SORPRENDENTE!
Afortunadamente, como
quien esto escribe mantiene un archivo físico, acudí al mismo, sabedor que en
alguna ajetreada carpeta debía tener un ejemplar de la norma buscada. El resultado esta vez fue positivo, aunque
la fotocopia era de pobre calidad, lo que poco importó. En su humildad era la
prueba concreta de del acto de gobierno ocurrido 35 años atrás.
Resulta inexplicable que el Decreto Nº313/ 1990 no
esté disponible en la base de datos oficial. Por eso considero oportuno y pertinente reproducir
su tenor en este medio, para ponerlo al alcance de cualquier interesado en
conocer cómo se oficializó el lema que caracteriza a Rosario ¡Nada menos!
Esto no es óbice para promover ante las autoridades
municipales la necesidad de subsanar tan increíble omisión, lo que se encarará
por las vías pertinentes, recabando la colaboración del “Instituto Nacional
Belgraniano”, del “Centro de Estudios Belgranianos Rosario Siglo XXI” y de la
asociación “Valor Rosario”, entidades de la que me honro en pertenecer.
El Decreto 313/ 1990 en comentario
Tiene la clásica estructura que era de esperar,
consta de sus fundamentos y de una brevísima parte resolutiva, ya que la
declaración no demandaba más.
Es obvio que la norma recuerda al hecho histórico
del primer izamiento de nuestra Bandera Nacional, destaca el protagonismo del
entonces coronel Manuel Belgrano, de la tropa bajo su mando y del pueblo que
componía al poblado. Recuerda el juramento que el prócer reclamó a sus
soldados. Referencia escasamente el evento de 1862, en donde se rescató para la
memoria el acontecimiento del 27 de febrero de 1812. El relato se remonta luego
a 1920, centenario de la muerte del general Belgrano y a los actos a que dio
lugar y sin más, se da por concluido el trayecto histórico que,
sorprendentemente no menciona al
Monumento Nacional a la Bandera[3].
Lo hace con las siguientes palabras:
“Tal
es el acontecimiento que siempre debemos recordar los rosarinos. El más
importante de su patrimonio histórico, eso es, la enarbolación (sic) de la
Bandera por Manuel Belgrano”.
Acto seguido, los
fundamentos reproducen varios párrafos de oraciones, alocuciones y ensayos con
que diversas personalidades destacaron
al símbolo nacional. Ya cerrando las consideraciones, se expresa el propósito
de la norma:
“El
Ejecutivo Municipal quiere vincular, al cumplirse un nuevo aniversario del 27
de Febrero, la gloria de la creación con nuestra ciudad de Rosario, resultando
que fue la Cuna de la Bandera Argentina”.
Tras lo cual consta el mandato en concreto:
“Art.
1º.- A partir del 27 de febrero de 1990 todas las disposiciones que emanen del
Departamento Ejecutivo Municipal llevaran luego de Rosario, y antes de la
fecha, la firma “CUNA DE LA BANDERA”.
Además, se invita al
Concejo Municipal[4]
y otros entes oficial para que adhieran a lo establecido, lo que de hecho así
ocurrió.
Análisis de la técnica legislativa
La trascripción es textual, se conservó en detalle tanto la grafía
como los signos de puntuación. Con su sola lectura se revelarán una serie de
incoherencias de sintaxis, en el uso de mayúsculas, signos de puntuación y
comillas. Hay repeticiones evidentes en el relato, y deficiencias en las referencias
a las citas. En algunos casos se hizo necesario consignar el término “sic” para
advertir al lector. Destacar puntualmente las observaciones aludidas sería
sobreabundante y hasta tedioso, razón que justifica evitarlo.
Análisis histórico
Desde esta perspectiva, el
decreto consigna una secuencia de hechos que para quien los conoce resultan
obvios, pero que es necesario explicar al lector no informado. También contiene tergiversaciones y errores que
no debieron ocurrir, ya que el acontecimiento del 27 de febrero de 1812 está
suficientemente documentado. No es
posible silenciar estos negativos factores sobre un hecho fundamental para
la Historia, tanto de Rosario como de la Nación misma.
El primer párrafo alude al trayecto que emprendió Belgrano hacia Rosario
al frente del Regimiento de Infantería Nº5[5],
que abarcó desde el 24 de enero hasta
el 7 de febrero de 1812. El prócer dejó un minucioso relato en su “Diario de
Marcha[6]”
que expone el primer error histórico.
En el asiento que corresponde al día 7 de febrero se lee: “… cerca de una legua
se formó la tropa, sacaron las banderas, y con todo orden seguimos hasta el
Pueblo”. La crítica aclara que estos vexilos eran los que por reglamento
correspondían a la unidad, conforme a las regulaciones hispanas que aún se mantenían
vigentes. O sea, la bandera regimental o coronela, carmesí, con el blasón real aplicado,
y la segunda en color blanco, con las aspas de Borgoña y emblemas particulares
de la unidad. En el decreto se expresa que la fuerza ingresó “…con sus banderas
“coronelas” desplegadas”, cuando cada regimiento solo tenía una de este tipo.
En el segundo párrafo se relata al acto del 27 de febrero en que se dejó
inaugurada la batería “Independencia”, que se levantaba en la isla, frente al
poblado, mientras que la “Libertad” aún faltaba terminar, pese a lo cual, fue
este lugar la sede de la ceremonia. La cita encomillada, que explica el evento
corresponde al oficio que el prócer dirigió al Gobierno. Al finalizar el sector
se evidencian nuevos errores.
Se expresa en la norma: “Y
el cántico de los paisanos y el golpeteo frente al pueblo, un pequeño golpeteo
de martinetes prosiguió en la batería “Libertad”. No hay referencia alguna que los paisanos hayan cantado en la ceremonia,
la música solo existió en la imaginación del redactor. Era un acto de
naturaleza militar, de manera que un cántico popular no cuadraba. En cuanto al
“golpeteo de martinetes”, también parece otra licencia del relator, solo había un martinete y se emplazó al
pie de la batería “Libertad”, para enclavar sobre el lecho de tosca los pilotes
que soportarían la base de disparo de la artillería. Obvio que su accionar se
debió suspender en ocasión del acto. Tampoco hay referencias de que en la
batería “Independencia” se haya usado el martinete que, por lógica, debió
preferirse emplearlo en la principal, la ubicada junto al poblado.
Dice el texto: “Esa
mañana, llevando la bandera en sus manos, Belgrano recorrió la línea formada
por las tropas y el pueblo todo, allí reunidos”. Del propio oficio cursado por
Belgrano resulta que la actividad
ocurrió a las 6,30 horas de la tarde, no de mañana. Que haya o no llevado
la bandera en sus manos solo obedece a la fantasía del redactor.
No corresponde escribir que Belgrano “dio a los soldados la siguiente
Proclama”, la referencia verbal es desafortunada.
Es aventurado afirmar que
la hizo “jurar y bendecir, antes de colocarla en el mástil” ya que el pretendido “juramento” a la Bandera no
existió. De la lectura del oficio emitido por Belgrano resulta claro que lo que se juró fue “vencer a los enemigos”,
tal como el mismo decreto refiere en el párrafo siguiente. Veamos, consta en el
decreto y en el documento histórico: “… juremos vencer a nuestro enemigo,
interiores y exteriores, y la América del sur será el templo de la
independencia, de la unión y de la libertad”. Es un error muy común interpretar que en Rosario se juró la Bandera, lo
que no exime de la responsabilidad inherente tratándose de una norma municipal.
Todavía hay más alteraciones. La proclama
citada no contiene la expresión “(las glorias)”, no se visualiza ninguna razón
para que redactor lo haya intercalado. Se dice también “… nuestro enemigo
interiores y exteriores”, cuando el sustantivo debió ir en plural. En los
vítores solo se usó mayúscula en el vocablo “Viva”.
El siguiente párrafo contiene una gravísima tergiversación en la
descripción la Bandera. Dice el decreto, a manera de cita tomada del oficio
emitido por Belgrano: “Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la
mandé hacer celeste y blanca …”, cuando en
el original se consigna “blanca y celeste”, expresión que da lugar a
interpretar cual pudo ser el diseño primigenio de la Enseña patria.
Trascripción:
D E C R E T O Nº0313
Rosario, 26 de febrero de 1990.-
VISTO:
QUE el próximo 27 de febrero se conmemora un nuevo
aniversario de la creación de nuestra bandera nacional, acontecimiento
histórico que tuviera lugar en esta ciudad.
CONSIDERANDO:
QUE como nos enseña la historia, luego de una larga
marcha desde Morón, en Buenos Aires, los reclutas de Manuel Belgrano, a pie la
mayoría y en carreta los enfermos por el esfuerzo, arribaron a rosario por el
camino real, hoy calle Buenos Aires, penetraron en la plaza del pueblo, simple
baldío, con sus banderas “coronelas” desplegadas.
El 27 de febrero de 1812 Manuel Belgrano izó por
primera vez la Bandera argentina en la batería Libertad. La batería Libertad se
construyó en la alta barranca de las ceibas, situada en el lugar que hoy ocupa
el Monumento a la Bandera y su entorno. Aproximadamente a las seis y media de
la tarde el pueblo de Rosario, y las tropas arribadas, se hallaban reunidos en
la alta barranca. Belgrano los había convocado. Y lo expresó en la comunicación
al gobierno “para entusiasmar a estos habitantes y a las tropas”. Y el cántico
de los paisanos y el golpeteo frente al pueblo, un pequeño golpeteo de martinetes
prosiguió en la batería “Libertad”, mientras en la Isla, frente al pueblo, un
pequeño destacamento con sus cañones, la “Independencia”, así se la denominó,
cumpliría también sus funciones. Esa mañana, llevando la bandera en sus manos,
Belgrano recorrió la línea formada por las tropas y el pueblo todo, allí
reunidos. Allí la hizo jurar y bendecir, antes de colocarla en el mástil.
Belgrano, dio a los soldados la siguiente Proclama
“Soldados de la Patria en este punto hemos tenido la gloria de vestir la
escarapela nacional que ha designado nuestro Excelentísimo Gobierno, en aquel
(señalando), las baterías de la Independencia, nuestras armas aumentarán las suyas
(sus glorias); juremos vencer a nuestro enemigo, interiores y exteriores, y la
América del Sur será el templo de la independencia, de la unión y de la libertad.
A fe de que así lo juráis, decid conmigo ¡VIVA LA PATRIA!
El 27 de Febrero de 1812 Belgrano dice al Gobierno:
“Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer celeste y
blanca conforme a los colores de la escarapela nacional…”
Cincuenta años después, esos mismos vecinos, muchos de
ellos ya ancianos, que presenciaron la enarbolación, se reunieron otra vez en
el sitio de la antigua barranca de las ceibas, en parte ya desmontadas, allí,
detrás de la iglesia, para recordar el episodio. Más de cien años después de
aquel 27 de Febrero, en 1920, se recordó el hecho histórico. Miles de
estudiantes, obreros, autoridades civiles y eclesiásticas concurrieron a los
diversos actos y a la gran manifestación que marchó desde la plaza Sarmiento
hasta la llamada plaza Belgrano, donde se halla el Monumento.
Tal es el acontecimiento que siempre debemos recordar
los rosarinos. El más importante de su patrimonio histórico, eso es, la
enarbolación de la Bandera por Manuel Belgrano.
“Nuestro suelo argentino, nuestro suelo de plata, está
en el blanco heráldico de su paño, el metal que en la ciencia de los armoriales
es además pureza y paz. Nuestro cielo infinito y nuevo de una esperanza, donde brillan
las pléyades germinadoras y la Cruz del Sud, fraterna trasúntase en el azul
celeste, cuyo color es un emblema de eternidad y amor. La inteligencia está,
por fin, autorizada en el sol que es su mejor empresa; emblema de tradición
incaica, de iniciación apolínea, de renovación universal. Ya veis si ese
pabellón puede servir de enseña a todos los hombres y a todos los ideales”.
Ricardo Rojas[7].
“Hela ahí, eterna como los cielos que transita
inmutable como la soberanía suprema que representa, serena como nacionalidad
que simboliza”. Belisario Roldán[8].
“Bandera de la patria, celeste y blanca, símbolo de la
unión y la fuerza como nuestros padres nos dieron independencia y libertad;
guía de la victoria en la guerra, y del trabajo y la cultura en la paz, vinculo
sagrado e indisoluble entre las generaciones pasadas, presentes y futuras”. Joaquín
V. González – Oración: 9/7/1910.
Nuestra bandera está unida a ese varón insigne que fue
Manuel Belgrano, quien evocara nuestros deseos de libertad y lo simbolizara en
los suaves colores del estandarte. La Patria fue para él una forma perfecta de
esa religión de amor y simbolizó, como dice el poeta, su propia vida y su ideal
de amor en los suaves colores de la bandera.
“El general Belgrano fue el primero en hacer flotar a
los vientos la Banda Real (sic), para coronarnos con nuestras propias manos soberanas
de esta tierra, e inscribirnos en el gran libro de las naciones que llevan su
destino en la historia de nuestra raza…” D. F. Sarmiento[9]
24/9/1873.
“En el Rosario se enarboló la bandera como símbolo
militar; el nombre de aquella ciudad se vincula con esa gloria; en ella fue
creada, frente a las aguas del Paraná, que parece ofrecerla en cada nube cuando
su vaho de vapor se azula y flota sobre las ondas turbias y movidas como sobre
una muchedumbre en marcha…” Ricardo Rojas – La Argentinidad[10]
pág. 181.
“Vamos ahora a cobijarnos todos bajo sus pliegues y
pidámosle que calme las pasiones rencorosas, que haga brotar a su sombra la
virtud del patriotismo, como en otro tiempo al laurel de guerrero, y conozca a
su pueblo por la paz, por el honor, por la libertad laboriosa hasta ponerlo en
posesión de sus destinos que le fueron prometidos por Belgrano al hacerla
flamear sobre su cuna”. (Nicolás Avellaneda[11]
22/4/1880).
El Ejecutivo Municipal quiere vincular, al cumplirse
un nuevo aniversario del 27 de Febrero, la gloria de la creación con nuestra
ciudad de Rosario, resultando que fue la Cuna de la Bandera Argentina.
Por todo ello, en uso de sus atribuciones,
EL INTENDENTE MUNICIPAL
D E C R E T A
Art- 1º.- A
partir del 27 de febrero de 1990 todas las disposiciones que emanen del
Departamento Ejecutivo Municipal llevarán luego de Rosario, y antes de la
fecha, la firma (sic) “CUNA DE LA BANDERA”.
Art. 2º.-
Invitase al Honorable Concejo Municipal y a los demás entes públicos a
adherirse al presente decreto.
Art. 3º.-
INSERTESE, comuníquese, publíquese y dese a la Dirección general de Gobierno. -
Firman: Dr. Héctor Caballero, Intendente Municipal de Rosario.
Dr. Raúl A. Lamberto, Secretario de Gobierno y Cultura.
[1] Llegó de la mano del Partido Socialista Popular. Su mandato se
extendió desde el 10 de diciembre de 1989 a igual día de 1995.
[3] Nota para lectores no argentinos: el citado memorial recuerda, precisamente, la creación de la Bandera. Tras diversos intentos previos comenzó
a construirse en 1943, se inauguró en 1957 y desde entonces es el ícono que
caracteriza a la ciudad, de la que también es el principal elemento de interés
turístico.
[4] Se trata del órgano legislativo a nivel municipal.
[5] Se trataba de la antigua “Legión Patricios”, formada en ocasión de
las Invasiones Inglesas (1806-1807), primera unidad americana, por lo que tomó
el nombre de Regimiento de Infantería Nº1, guarismo de honor que perdió a fines
de 1811 a consecuencia de su participación en el llamado “Motín de las
Trenzas”.
[6] Se publicó bajo el título “Diario de Marcha del Coronel Belgrano a Rosario”.
Inst. Nacional Belgraniano. Bs. Aires. 1995.
[7] En su obra “Blasón de Plata”. Ed. Lozada. Bs. Aires. 1941.
[8] “Oración a la Bandera”. Pronunciada por Belisario Roldán en el acto
de juramento a la bandera de los soldados conscriptos clase año 1888.
[9] Discurso pronunciado por el presidente de la Nación, Domingo Faustino
Sarmiento, al inaugurar la estatua del general Belgrano en Bs. Aires, el 24 de
Setiembre de 1873.
[10] El título completo de la obra es “La Argentinidad. Ensayo histórico sobre
nuestra conciencia nacional en la gesta de la emancipación. 1810-1816”. Librería
“La Facultad”. Bs. Aires. 1916
[11] La “Oración a la Bandera” de Avellaneda fue parte del discurso que pronunció
el 22 de abril de 1880 en el acto de bendición de la bandera del Regimiento 19
de Caballería.