La bandera de Cristo resucitado
“La Resurrección” (Botticelli, 1490)
Por Miguel
Carrillo Bascary
¡Cristo ha resucitado! ¡Feliz Pascua!
Asociándonos
a la Festividad Pascual analizaremos esta curiosa “bandera” cuyas dos versiones
han influenciado poderosamente a la Vexilología universal.
Sirva
también el presente post como un amistoso saludo de Pascuas dirigido a todos
nuestros sufridos seguidores.
En innumerables composiciones artísticas de
diversos períodos históricos se representa a Nuestro Señor Jesucristo saliendo
triunfador del sepulcro, tras su resurrección. La temática comenzó a difundirse
desde la Baja Edad Media y se multiplicó en el período del Renacimiento,
prolongando su vigencia hasta la actualidad. Ese es el origen pictórico de la
supuesta “bandera de Cristo resucitado” que de hecho nunca existió.
La imagen responde al deseo de los artistas de
reforzar el triunfo de Cristo sobre la muerte, un acontecimiento central en la
historia universal que dio sentido a tan supremo sacrificio redentor sustentado
en el inmenso amor Dios.
La Resurrección en al Arte
“La
Resurrección” (Rafael, ca. 1500)
Quizás la más famosa obra sobre el tema se la
atribuida a Rafael Sanzio, un óleo sobre tela que atesora el Museo de Arte de
Sao Paulo (Brasil), puede datarse entre 1499 y 1502. Posee una estructura
rítmica en la que participan los diversos elementos de la composición
destacando el protagonismo central de Cristo que con su mano izquierda empuña
un estandarte blanquirojo, mientras bendice al observador con su derecha.
Al finalizar este post ofrecemos numerosas
imágenes ordenadas cronológicamente que ilustran a Cristo resucitado portando
el lábaro del que tratamos aquí.
Las dos versiones del estandarte de la
Resurrección
En las investigaciones que sustentan este
material hallamos que la versión de la “bandera del Resucitado” más difundida
tiene fondo blanco y la cruz roja. En menor medida el Arte aporta una visión inversa;
donde el paño es rojo y la cruz es blanca.
No se trata
de una imagen positiva y otra negativa; ambas se nos presentan autónomas;
legítimas en sí mismas; perfectamente válidas, tanto una como la otra. Sus
valores son equivalentes y ambas coinciden en destacar algunos de los atributos
de Cristo y el hecho mismo de la maravilla de su triunfo sobre las tinieblas de
la muerte.
La cruz; el paño y el asta
En la Resurrección la cruz pierde su condición de
un patíbulo que tenia originalmente; de un instrumento de la vindicta pública contra
los mayores delincuentes y se transforma en un símbolo del triunfo sobre la
muerte, hasta el punto de identificarse con Cristo, verdadero Dios y verdadero
hombre; Alfa y Omega de toda la Creación.
La cruz es el atributo central que carga el
paño del estandarte resurreccional y se refuerza, por lo general, cuando se reitera
en el remate del asta que la sostiene ratificando el poder vivificador del
símbolo.
En manos de Cristo el asta se refleja en el
cayado que utiliza el “Buen Pastor”, una imagen que nos acostumbráramos a ver desde
el beato Pablo VI y que luego utilizaron todos sus sucesores.
El
beato Paulo VI, con su báculo favorito
En cuanto al paño, la pieza es representación
misma de Cristo. En las expresiones artísticas vemos que se usa en dos
composiciones:
a) Blanco con una cruz
roja:
El color del paño remite a la
luminosidad del blanco, símbolo de la luz, lo que establece una directa
antítesis con el negro que sugiere la muerte, consecuencia del voluntario
apartamiento del Hombre de los designios de su Creador, algo que habitualmente
se conceptúa como “pecado”. El blanco es también imagen de pureza; de alegría; de
la perfección; del bien; aunque que no dejamos de señalar que para algunas
culturas que este color remite a la muerte por recordar la palidez cadavérica, a
los fantasmas y al vacío. Sin embargo, en Occidente siempre se le asignó un sentido
positivo.
Para los interesados en la simbología de los colores recomiendo
calurosamente las obras de Michel Pastoureau (son muy numerosas y a cuál más
apasionante) o bien “Psicología del Color” de Eva Geller (Edit. GG, Barcelona;
2004)
La cruz caracteriza el supremo sacrificio
del Hijo de Dios en aquél instrumento de suplicio que era la cruz en tiempos de
Roma. Paradojalmente, en manos de Cristo, la cruz implica el triunfo del Amor
de Dios por su creatura quién no trepidó en enviar a su Hijo para morir por el
género humano que lo rechazó, como lo vemos en el relato del Génesis.
El rojo de los trazos es una
reminiscencia de la sangre corriendo por el cuerpo de Nuestro Señor; que se
desliza desde ambas manos, traspasadas por los clavos que las fijan al madero,
para coincidir con el flujo que cae en vertical desde su cabeza lacerada por la
corona de espinos; para formar literalmente un riacho que se precipita por su
cuerpo torturado y que se prolonga más allá de sus pies (también clavados) para
chorrear por el madero hasta empapar la tierra, símbolo que alude a la
redención por la Cruz de toda la Creación y de todo el género humano que la habita.
En consecuencia, el estandarte
blanco con la cruz roja es una imagen del mismo Cristo crucificado; composición
que interpretaban sin dificultad los contemporáneos de los artistas que usaron esta
imagen en sus creaciones.
A la vista del observador el lienzo
blanco con la cruz roja contrasta nítidamente con el fondo de las pinturas,
generalmente oscuro o multicolor, lo que otorga a la imagen una sensación de
profundidad que destaca al estandarte y que se complementa con las albas
vestiduras del Resucitado en un paralelismo que refuerza ambos elementos.
“La
Resurrección” (Andrea di Bartolo, ca. 1400)
b) Rojo con una cruz
blanca
También aquí el paño del estandarte
es imagen del cuerpo de Cristo glorificado, teñido de rojo por el sangrando de
la infinidad de las heridas recibidas, en tan cruento sacrificio. En la Antigüedad
el rojo saturado tenía origen en la púrpura, un pigmento cuyo altísimo precio
lo reservaba para los reyes, transformándose en símbolo de la majestad; del
poder. Como alegoría espiritual el rojo alude al sacrificio supremo de oblar la
sangre; el martirio; pero también alude al Amor; a las llamas amorosos que
consumen la totalidad de la persona; a la vida; a la alegría y al dinamismo. También
puede asignársele significados negativos (ira; odio; pasión carnal; etc.), pero
el contexto histórico de la Resurrección excluye este correlato.
En definitiva, podemos ver en el
rojo la realeza y la magnificencia de Cristo como hijo de Dios; imagen misma
del Amor en su más alta expresión que admitió la entrega total en la Pasión y
muerte; y muerte de cruz.
Si observamos detenidamente el paño
teñido de rojo con la cruz blanca en su centro, esta última destaca aún más y
establece una mutua correspondencia que potencia ambos colores. Contrastando con
el blanco de las vestiduras de Cristo se complementan íntimamente y se
proyectan te a la consideración del observador.
“La
Resurrección” (Autor desconocido, ca. 1400)
El estandarte de Cristo en manos de los Santos
El lábaro de la Resurrección también aparece en
manos de diversos santos captados por el Arte, cual campeones de Cristo en la
lucha contra el mal. Curiosamente no ocurre igual con las santas, como si los
artistas hubieran reservado este atributo para aludir justamente a
enfrentamientos bélicos, donde según las convenciones del pasado el género
masculino monopolizaba los puestos de lucha de los estaba excluida la mujer. Obviamente
nuestra concepción actual ha reformulado tan rígidos roles. La iconografía nos
manifiesta este hecho en:
San
Jorge de Capadocia
a) San Jorge de Capadocia.
La Cristiandad ubica a este santo hacia fines
del siglo III y es recordado por su victoria en el singular combate sobre Satanás
que había adoptado la forma terrorífica de un dragón. Fue martirizado el 23 de
abril del año 303. El acontecimiento real se ha confundido con la leyenda; al Santo
se lo suele representa en el Arte con la figura de un caballero que con su
espada hiere de muerte al monstruo; lleva capa roja y monta en un caballo
blanco, a veces porta un escudo albo ornamentado con la roja cruz de Cristo.
Antonio se convirtió tempranamente en uno de los santos más populares y su
veneración se extendió por todo el mundo.
La cruz roja sobre campo blanco fue distintivo
durante las Cruzadas, lo que implicó
la difusión del símbolo. Mas tarde fue la divisa de la poderosa Orden de
Caballeros del Templo (Templarios).
Desde el año 930 Milán tomó como
propia la bandera blanca y granate que enarbolara su obispo Adalberto. Cuenta
la leyenda que en el 1096 Pedro I de Aragón
sitiaba la ciudad de Huesca, en poder de los musulmanes, cuando los cristianos
se retiraban descendió de los cielos San Jorge portando enseña con una cruz
roja, la aparición les dio renovados brios y consiguieron la victoria; desde
entonces Huesca asumió la esa divisa. Génova izo lo propio al menos desde 1198 (según el “Annales
Januenses”) y la
difundió durante sus años de predominio en el Mar Mediterráneo.
El “Libro de todos los
Reinos” (1350) asigna a Georgia una
bandera Blanca cargando una cruz roja:
Eduardo el confesor, de Inglaterra, reconoció a San Jorge como santo patrono del reino en
1348 lo que determino que los colores predominantes en su tradicional imagen
pasara a identificar a Inglaterra; pero, aunque de hecho esta disposición ya
caracterizaba las huestes de este origen desde que Ricardo III, Corazón de León
se sumo a la III Cruzada con muchos de sus súbditos.
Bandera de la cruz de San Jorge / Inglaterra
La ciudad de Londres adoptó una enseña similar, con un sable
en el cantón:
La “cruz de San jorge” es parte esencial del
diseño de la Unión Jack, emblema del Imperio Británico y origen de una extensa
familia de banderas:
El posterior desarrollo del Reino Unido como
potencia marítima y el hecho de que el principal grupos de sus navíos utilizada
la llamada insignia blanca (“White Ensigne”) potenció el uso de este diseño que fue ofilializado en 1864:
Es entendible que otras naciones no quisieron
que sus pueblos asociaran la bandera de San Jorge (con Inglaterra y Génova, por
ejemplo) con la que el Arte atribuía a Cristo resucitado, por esto se prefirió
usar la segunda versión de la bandera de gloria, la que tiene paño rojo con la
cruz alba cuyo usos algunos remontan al Imperio Romano de Oriente; otros a la Orden
de los Caballeros Hospitalarios u Orden
de Malta, que la conserva hasta nuestros días, bien que con algún
diferencia de diseño.
Dinamarca reconoce
también un origen milagroso que se identifica con Cristo, ya que según la
leyenda cuando el rey Valdemar II combatía a los estonios en 1219 se vio
descender del cielo una enseña roja ornada de una cruz blanca, a cuya
consecuencia se produjo el triunfo danés.
La “Dannebrog”
El ducado de Saboya y, consecuentemente, el
Piemonte también usan el mismo esquema como su signo tradicional:
b) San
Santiago Apóstol, cuya devoción se hizo muy popular durante las luchas de
los españoles contra los moros, también suele ser representado munido de un estandarte blanco con la cruz roja.
San
Santiago "mata-moros"
c) San Juan el Bautista es otro a quién el imaginario
popular inviste con un pendón similar. La lista no se agota con él, podríamos
señalarse otros muchos integrantes del santoral que por tradición se
representan con el atributo que comentamos.
La forma de pendón o gonfalón
Gonfaloneros: recreación moderna e imagen antigua
Para quienes recién se aproximan a la
Vexilología, el “pendón” es un vexiloide cuyo largo es mayor que su ancho y que cuelga
de un travesaño que cruza perpendicularmente el asta. En consecuencia, “pende”
(cae), de donde toma su nombre.
Los gonfalón o confalón (gonfaloni), terminología que se origina en las regiones itálicas;
alcanzan amplio uso por parte de las comunas y gremios medievales.
Este tipo de insignia permite apreciar su
contenido mejor que una bandera pues su flamear es casi inexistente. Por esta
razón, los pendones se prestan excelentemente para ser usados en ceremonias
solemnes, donde al lento paso de su portador permite que el público aprecie
fácilmente los símbolos que carga el paño; circunstancia que históricamente favoreció
el uso del pendón en la Liturgia y en eventos institucionales.
Como una excepción vemos que el pendón predominó
durante el periodo medieval del Japón aunque en este caso la fijación se
realizaba por uno de los laterales y por el superior.
Banderas
samurai (Excelente imagen diseñada por Emmanuel)
La adopción del pendón para acompañar la figura
de Cristo, resalta su protagonismo con el acompañamiento del vexilo.
“La
Resurrección” (José Espinoza Chamorro, Lima)
La “bandera del Cordero de Dios”
En tanto que Cristo es el llamado “Cordero de
Dios” (Agnus Dei), víctima pura e inocente inmolada por el perdón de los
pecados; hoy se constituye como un símbolo del sacrificio de Jesús en la cruz.
Alude al cordero que sacrificó el pueblo judío en la conmemoración de la Pascua
y a Isaac, que estuvo a punto de ser inmolado por su padre Abraham. San Juan
Bautista alude a Cristo al decir “He ahí el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, como nos relata el evangelista
San Juan en el capítulo 1, versículo 27. La alusión la repite el mismo Juan en
el Apocalipsis y San Pablo hace lo propio en su Primera Carta a los Corintos; también
puede verse una remisión en el Antiguo Testamento, en palabras de los profetas
Isaías (Is 53, 7) y Ezequiel (Ez 46, 13). Son numerosas las representaciones
artísticas que presenta a este animal sosteniendo un estandarte similar al de
la Resurrección, consecuencia de la idealización de Cristo Resucitado que adoptaron
los artistas.
Por lo general el Agnus Dei embanderado aparece
con pendón blanco y cruz roja; en otras versiones la enseña es totalmente
blanca o dorado; también se lo ve portando una cruz en el remate de un asta
larga; solo por excepción carga un estandarte rojo de cruz blanca.
Mosaico
con el Agnus Dei embanderado
Las
siguientes imágenes ilustrarán lo expuesto, entre las que se cuenta el escudo
de armas de Puerto Rico:
Escudo de Puerto Rico
¿Es la bandera del Cristianismo?
Contra lo que podría creerse los hipotéticos
diseños que vemos en las expresiones artísticas de la Resurrección no son el
símbolo del Cristianismo. De hecho, esta religión no tiene una bandera que la
identifique, aunque hay algunas confesiones parciales que hayan adoptado una
enseña particular como la episcopal.
Bandera
de la iglesia Episcopal
La Iglesia Católica Apostólica y Romana,
tampoco posee hoy una bandera propia, aunque su conductor, el Papa, haya tenido
diversos pabellones para representar su autoridad terrenal; en la actualidad
utiliza la bandera del Estado de Ciudad del Vaticano:
Bandera
oficial del Vaticano (en suso desde 1824)
Influencia en la Vexilología
Estas supuestas banderas que el Arte atribuye a
Cristo Resucitado tendrán una enorme influencia en la definición de numerosas
enseñas a lo largo de los siglos.
Tanto su variedad blanquiroja como en la
rojiblanca engendraron extensísimas “familias de banderas” que multiplicaron
sus imágenes a todo lo ancho del orbe.
En un
futuro post expondremos diversas banderas que se basan en las que aquí comentáramos.
Cumpliendo lo prometido:
Aportamos otras imágenes pictóricas de la Resurrección:
Autor moderno cuyo nombre no conocemos
Peruggino ca. 1500 Sin datos
Meister des Hausbuches Retablo de Trebon, ca. 1380
Para los más interesados: