martes, 20 de junio de 2017

Semblanza de Manuel Belgrano

Pinceladas  belgranistas 

 

Por  Mario Golman

Belgrano  vivió  cincuenta años. Su objetivo de vida es, aun hoy, muy revelador: generar un espíritu nacional a favor del bien público. Compulsivo escritor de cartas, gracias a las cuales conocemos aspectos relevantes de su personalidad y de nuestra historia.

Su familia lo envió a estudiar a España donde obtuvo el título de abogado. Políglota y con vastos conocimientos en economía regresó al Río de la Plata como Secretario del Consulado. Desde allí fomentó la agricultura, la industria y el comercio.

Predicó incansable contra la ociosidad. Comprometido con la educación, manifestó una atención preferente por el saber. Propuso la creación de escuelas gratuitas de primeras letras para que los niños aprendieran a escribir, a leer, a contar y a conocer de gramática castellana. Anhelaba que los docentes, bien preparados, inspiraran en sus alumnos honradez en el obrar, moderación y amor al trabajo.

Desde el inicio de nuestra Libertad Civil (25 de mayo de 1810) resolvió luchar por la independencia de las Provincias Unidas (hoy República Argentina). Y así, este hombre sencillo y a la vez extraordinario, se convirtió, sin tener formación militar, en un líder guerrero.
Inspirado en la escarapela que había decretado el Primer Triunvirato, ideó una bandera nacional blanca y celeste y la hizo enarbolar a orillas del río Paraná, en Rosario, por entonces un pequeño poblado. Su gesto libertario le ocasionó una severa reprimenda gubernamental.

Siguió su patriótico periplo hacia el norte. Allí comandó el Éxodo Jujeño, enfrentó a los enemigos realistas y los venció en las batallas del río de las Piedras, Tucumán y Salta. Se preocupó por la formación de soldados y de oficiales para que dieran un buen ejemplo ante los demás.

Luego, este celoso cuidador de los fondos públicos, llegó al Alto Perú (hoy Estado Plurinacional de Bolivia). Ya en Potosí, tomó juramento de obediencia a la Soberana Asamblea del año XIII en castellano, quechua y aimara. Derrotado en Vilcapugio y en Ayohuma emprendió la retirada a Tucumán.

Jugador de ajedrez y degustador de frutillas, se preocupó por la salud y el bienestar de sus compatriotas. Amigo sincero, entre otros, de José de San Martín, Martín Miguel de Güemes y Bernardino Rivadavia.

          Nunca se casó. Fue padre de Pedro Pablo y de Manuela Mónica. 

       Se desempeñó como diplomático ante las cortes europeas. De regreso, fue convocado y escuchado con atención en las sesiones del Congreso de Tucumán, cuyos diputados declararon nuestra independencia el 9 de julio de 1816.

Y todo tiene un final, todo termina: Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, un fiel servidor de la Nación, falleció en Buenos Aires, su ciudad natal, el 20 de junio de 1820 en la extrema pobreza, rodeado de necesidades y consolado por su ferviente fe católica.

Un argentino modelo, uno de los Padres de la Patria, quien, como dejó escrito, supo en su vida reír, alegrarse, entristecerse e incomodarse. Igual que usted estimado lector, igual que yo.

Referencias sobre la imagen: retrato al óleo para el que Belgrano posó en persona ante el artista Francoise Cabonnier en ocasión de su misión diplomática ante las cortes europeas. Hoy se encuentra en el Museo Nacional de Bellas Artes.

lunes, 19 de junio de 2017

Apuntes para abanderados

Abanderados y escoltas 
(apuntes para  quienes desempeñan estas funciones en la República Argentina)


Por Miguel Carrillo Bascary

En la Antigüedad, las banderas se consideraban objetos religiosos del más alto valor; por eso los abanderados y escoltas se elegían entre los guerreros de mayor bravura y sagacidad. Debían defenderlas aún a costa de la vida, porque su pérdida señalaba que los dioses los habían abandonado y muchas veces esto decidía la suerte de las batallas. Era un honor desempeñar estas funciones y quienes lo hacían gozaban de gran prestigio, ya que representaban a sus compañeros de armas y, aún más, a todo su pueblo. Esta distinción determinaba que tuvieran su uniforme y equipo en forma impecable. No era importante el lujo, sino que las prendas y las armas se llevaran con la mayor dignidad, aunque fueran modestas o estuvieran gastadas por las sucesivas campañas.
Abanderado samnita (ca. 400 antes de Cristo)
Si el abanderado moría en el campo de batalla alguno de sus escoltas tomaba la bandera para que no cayera en poder del enemigo. Si caían todos, los reemplazaba cualquiera de los soldados que se congregaban para proteger a su enseña. 
 Batalla de Boquerón del Sauce (1866)
En la actualidad, ser abanderado o escolta sigue siendo un gran honor cívico; el espíritu de quienes lo fueron en tiempos pretéritos debe vivir en el presente. Se espera que los abanderados y escoltas tengan plena conciencia de lo elevado de su función: representar a sus compañeros, a la institución; al resto de la comunidad educativa y a todos los que cursaron en el establecimiento.
Por ello deben extremar su aseo personal y el de sus atuendos, caminar con paso seguro y naturalidad; mantener firme el mástil y seguir el ceremonial de la Bandera. Es apropiado que el/la docente de Actividades Físicas sea el/la encargado/a de entrenar a los abanderados y escoltas.
Nada impide que una persona con discapacidad o quién no sea argentino pueda ser abanderado o escolta. De hecho, fue el propio general Manuel Belgrano quién confió la primera bandera nacional a un extranjero, el barón Eduardo K. von Holmberg (austríaco), coronel del ejército patriota, en ocasión de la solemne ceremonia del 25 de Mayo de 1812, realizada en la ciudad de Jujuy.

Von Homberg
El asta debe llevarse siempre firme. En la posición de “descanso” se la toma con la mano derecha, colocando el regatón junto a la punta del pie derecho (cara exterior), sin que el paño cubra al portador.
El tahalí del abanderado cruza su pecho desde el hombro izquierdo hasta el lado derecho de la cintura, aun en el caso de las personas zurdas. Las bandas de los escoltas ocupan la posición inversa (de derecha a izquierda); pues recuerdan el tahalí con que se llevaba la espada para poder defender la bandera. Los escoltas deben mantenerse como mínimo un paso atrás del abanderado, aún en posición estática. En los desplazamientos forman un triángulo equilátero donde el abanderado ocupa el vértice hacia adelante.
Si el abanderado sufre alguna afección a su estado físico, lo reemplaza el primer escolta; en cuyo caso, completará la escolta otro alumno designado en la emergencia por la autoridad presente.
En señal de respeto es importante no apoyarla contra una pared y evitar que el paño toque el suelo. La corbata se fijará firmemente a la moharra. Antes y después de la ceremonia la bandera debe estar en manos del abanderado, no corresponde que la tome el docente que lo acompañe. Para simplificar, se recomienda que terminada la actividad el asta y la bandera se coloquen dentro de una urna, para preservarla debidamente. En los traslados se la llevará enfundada y se armará unos minutos antes de comenzar el acto.
En los momentos solemnes, como por ejemplo, durante la ejecución del Himno Nacional, izamientos; arríos y otros que están bien determinados por la reglamentación, la bandera se elevará y se colocará en la cuja.
Como Argentina es una democracia donde el soberano es el pueblo argentino, la bandera nacional no debe inclinarse hacia delante, siempre se mantiene erguida con la lanza hacia el cielo y el asta perpendicular al suelo. La costumbre de inclinar una bandera rige en naciones donde hay un rey al que se reverencia con esta posición; algunos países democráticos pero con pasado de monarquía mantienen este uso; pero, se reitera: en Argentina las banderas no se inclinan.
Lo reseñado es aplicable a los abanderados y escoltas de las banderas provinciales, municipales; extranjeras y a quienes llevan los estandartes de la institución.
El 22 de septiembre es el “día del abanderado”, en recuerdo del rosarino Mariano Cleto Gandoli quién a sus 17 años murió heroicamente en el asalto a Curupaytí (1866) empuñando la bandera que juró defender.
Mariano Grandoli
En definitiva, ser abanderados o escolta es una experiencia emotiva muy fuerte que será atesorada por su protagonista para toda la vida.

Notael presente es una actividad del "Programa Rosario Cuna de la Bandera", de la Municipalidad de Rosario 

lunes, 12 de junio de 2017

Cofres y banderas

Preservación de banderas de carácter patrimonial

Cofre para bandera de estilo moderno

Por Miguel Carrillo Bascary

En Argentina no está regulada la forma de guardar las banderas retiradas de servicio pero se impone realizarlo preservando su dignidad y con los cuidados del caso. Seguidamente brindaré algunas referencias que pueden ser de interés.

Por diversas circunstancias hay banderas que con el paso del tiempo adquieren un carácter patrimonial con referencia a la escuela o institución a la que pertenecen, en consecuencia conviene preservarlas como testimonio de los hechos a los que se asocian.

Por ejemplo: la primera bandera que perteneció a la institución; aquella que fue donada por algún benefactor sobre quién se guarda especial memoria; la que ondeó al cierta ocasión particular que hace a la historia de la entidad; etc.

En su caso corresponderá que el titular de la institución disponga formalmente la preservación del paño; bien sea por propia decisión, si sus atribuciones se lo permiten o por acuerdo de directorio o comisión directiva.

La última vez que se use esa bandera deberá rodearse de especiales detalles para que la comunidad tome conocimiento cabal de por qué se ha dispuesto la preservarla como testimonio destinado a las futuras generaciones. De esta forma conviene que en el acto el locutor o maestro de ceremonias destaque lo pertinente y que en el momento de dirige a los presentes el titular de la institución se refiera a las motivaciones de lo dispuesto.

Luego de la ceremonia las autoridades firmarán un acta (debe estar pre-redactada) donde con términos sencillos se dejará constancia del hecho. Como cierre es factible que la autoridad invite a otros miembros que así lo deseen para que suscriban el acta de referencia; esta apertura a la participación general sin dudas que será positivamente valorada.

Cofres para banderas de estilo antiguo

Las banderas retiradas del servicio se preservan en cofres también llamados “arquetas”, cuyas características pueden ser muy variadas. Los más antiguos solían ser de bronce o conformaban verdaderas piezas de ebanistería, muy elaboradas, particularmente en su tapa. En la actualidad se impone la sencillez y la practicidad.

En el mercado hay negocios especializados que pueden ofrecer cofres para banderas en medidas estándares, pero lo más común es que se confecciones a pedido, en cuyo caso cualquier hábil carpintero podrá hacerlo.

Antes de mandar construir un cofre de este tipo se debe considerar dónde se colocará y qué dimensiones tiene la bandera; esto es fundamental para que pueda acomodarse en el lugar de jerarquía que corresponda. Un cofre muy grande puede ser engorroso, uno muy pequeño no llegar a contener la pieza.

Corresponde que el recinto donde se instale tenga un uso acorde: lo ideal será el lugar donde sesione la comisión directiva o sala de directorio; el despacho del titular de la entidad o, mejor aún, el museo institucional; eventualmente, la biblioteca; pero siempre deberá asignársele un lugar destacado.

Para su construcción se recomienda usar maderas típicas de la zona. Decía que su exterior bien puede ser muy sencillo o tallado; realzado con herrajes o tachas. Siempre se preferirá darle un lustre que resalte la veta de la madera; personalmente desaconsejo recubrirlo con pintura.

En ocasiones se encuentran cofres tapizados en su fondo interior y, a veces, también sus laterales; en algunos casos se los rellena para que adopten una forma de almohadillado. Desaliento totalmente estas prácticas por que con el tiempo en el revestimiento pueden anidar insectos que eventualmente afectarán el paño.

Cofre moderno con laterales y tapa vidriados

La costumbre consagra que tenga una tapa vidriada para dejar que se aprecie el contenido. Aconsejo colocar un burlete de fieltro en el sector donde la tapa hace contacto con los laterales, esto preservará el interior del ingreso de polvo.

Al cofre se le colocará una cerradura, como signo de respeto por el valor de su contenido.

Si la bandera a preservar es “de izar” se guardará encanastada, con el Sol hacia arriba. Si fuera “de ceremonia”, se plegará cuidando que el Sol quede en el centro, sin doblez alguno.

Bajo la pieza se colocará el acta de referencia o una copia (si es que el original debe permanecer en el libro respectivo o guardarse en otro sector). En su caso, el acta se introducirá en un sobre plástico transparente, bien cerrado.

Como protección para el ataque de la polilla, entre los pliegues del textil conviene esparcir naftalina la que deberán renovarse periódicamente (un par de veces por año)

También pueden atesorarse las corbatas, en cuyo caso se colocan bajo el paño, en su mismo cofre.
Cuando se prescinda de un tahalí que tenga algún significado especial, se colocará bajo el paño de la bandera retirada de servicio. Hay tahalíes antiguos cuyas características hacen muy aconsejable guardarlos, particularmente por el bordado de su Sol o por contener escudos.

Usualmente las bandas no se preservan.

Las mismas apreciaciones corresponden para las banderas provinciales (subnacionales) y municipales.

Notael presente es una actividad del "Programa Rosario Cuna de la Bandera", de la Municipalidad de Rosario 

sábado, 10 de junio de 2017

Tragedias y banderas

Para  pensar … para acompañar... : las banderas en las tragedias

Inundaciones en el litoral, Argentina

Por Miguel  Carrillo Bascary

Vientos huracanados; terribles maremotos; inundaciones salvajes; terremotos dantescos; incendios pavorosos; epidemias de espanto; son algunas de las catástrofes que muestran a los hombres qué pequeños somos ante la fuerza desatada de la Naturaleza.

En estas circunstancias, donde cientos y miles de vidas humanas son arrasadas, el esfuerzo de trabajos de años desaparece en menos que un suspiro y los sueños se disipan como la niebla ante la salida del Sol.

Una residente noruega ayuda a otra víctima; terremoto en Italia, 2016 

Pese a todo, la Historia nos enseña que los pueblos se levantan de sus ruinas; superan sus pérdidas y siguen adelante impulsados por la esperanza en un mañana para ellos y para sus hijos, principalmente.

Terremoto en Haití, 2010

En estos aciagos días las banderas se erigen como símbolos tangibles, visibles, manifiestos de la continuidad de la vida que alienta al género humano desde su primer noche en la Tierra.

Tsunami en Japón - 2011

Así lo testimonian las fotografías que acompañamos.

Tornado en Mississipi, Estados Unidos, 2014

Mostramos algunas, podrían ser cientos, miles ...

Maremoto y terremoto en Chile, cualquier día de muchos años

En su ondear sobre las ruinas, flameando entre los despojos, muchas de ellas deshilachadas; sucias y maltrechas muestran en la brisa la perennidad de la esperanza.

Inundaciones en Entre Ríos, Argentina, 2014

Sea este blog un sentido homenaje a todas las víctimas; las que desaparecen a diario entre las fuerzas naturales y las que sobreviven para alentar con tesón por el día de mañana, llevando la memoria del dolor y de los recuerdos.

Estados Unidos, 2014

A todas ellas, nuestro abrazo fraterno. Nuestra oración a Dios que nos ha dado este mundo para que el Hombre complete su obra (aunque nos cueste entenderlo)

Maremoto en Ecuador

lunes, 5 de junio de 2017

Belgrano en el poblado del Rosario

El creador de la bandera llega  a Rosario

Ingreso del coronel Manuel Belgrano a Rosario el 7 de febrero de 1812
(Infografía elaborada según investigaciones y directivas del autor de este post)

Por Miguel  Carrillo  Bascary

Manuel Belgrano, reconocido por los argentinos como el creador de su bandera nacional dejó escrito de su puño y letra las incidencias del viaje que lo llevó desde la ciudad de Bs. Aires hasta el poblado de la Capilla del Rosario, distante unos 350 kilómetros hacia el interior del territorio del antiguo virreinato del Río de la Plata.

Lo hizo al mando del Regimiento de Infantería Nº5 (ex Legión Patricia), cumpliendo ordenes de la superioridad, con el fin de guarnecer el punto de llegada en donde se construía un complejo de baterías de artillería. Con el mismo se procuraba cerrar las aguas del río Paraná a las depredaciones ejecutadas desde los navíos españoles surtos en la sitiada ciudad de Montevideo, baluarte de los realistas en la región.

El destino no contaba más que con unos 600 habitantes, pero su ubicación era estratégica pues allí confluía el Camino Real, cruzando la población se fraccionaba en la ruta que llevaba a las ciudades de Santa Fe y Asunción, hacia el Norte y su ramal lateral que se dirigía a Córdoba, en el centro de la jurisdicción. En menos de ochenta años Rosario evolucionaría hasta ser la segunda ciudad de Argentina.

El día 7 de febrero de 1812 y no el 9, como figura en algunas obras y publicaciones; relata Belgrano, se comenzó el trayecto final por un terreno llano que facilitaba la marcha partiendo a la una y media de la mañana, para evitar el intenso calor del día en el hemisferio sur.

Hizo su entrada a la zona aledaña a Rosario desde el Sur, luego de cruzar el arroyo Saladillo reordenó a sus tropas, mandó desplegar las banderas de ordenanza; dispuso la formación en columna, seguida de los carromatos donde se llevaba el equipo de mayor peso y los soldados enfermos.

Pasó por la posta del Rosario, llamada también “de Aguirre”, por el nombre de su encargado. Su emplazamiento es impreciso pero puede ubicárselo sobre la actual calle Alem en su interjección con Virasoro; aproximadamente.

Desde allí siguió el camino trazado por el perenne pasaje de las carretas con dirección a la población. En la mitad del trayecto fue recibido por el comandante de las milicias locales, el capitán Pedro Moreno, el alcalde Alejo Antonio Grandoli y varios vecinos notables que le habían salido a su encuentro.

La infografía que presentamos en la oportunidad fue publicada en la portada del diario “La Capital” de Rosario el 20 de junio de 2004. Recrea aproximadamente el trayecto de Belgrano en el último periplo de su viaje; atravesando un sector que hoy está densamente poblado, como lo evidencia la cuadrícula de las manzanas que definen las calles con sus nombres actuales.

El punto final fue la mismísima plaza del poblado, el que con el tiempo evolucionó hasta ser conocido por Rosario, a secas. Esta plaza era de hecho una superficie sin árboles ni adorno alguno ubicada frente a la modestísima capilla que le daba nombre. En la plaza Belgrano hizo formar a la tropa, para impresionar a los vecinos que sin dudas se habían nucleado en el lugar ante lo inusitado del acontecimiento.

Es previsible que ese momento se le presentara a reconocerlo como comandante de la guarnición el coronel al mando del destacamento de Caballería de la Patria”; sus oficiales y el capitán de artillería José Rueda. Desde allí dio ordenes de ir a ocupar el lugar donde se estableció el campamento, a menos de un kilómetro, en donde se armaron las carpas y fogones. Por su parte, según las costumbres de la época, Belgrano se dirigió a la casa de una de las familias principales del lugar, correspondiente a la familia Echevarría, ya que tenía amistad con el abogado y comerciante  con Vicente Anastasio, a quién conoció cuando eran condiscípulos en el colegio de San Carlos, en Bs. Aires.

Exactamente veinte días más tarde, en las barrancas aledañas al pueblo, en la plaza de armas de la batería “Libertad”, Belgrano presentó una nueva bandera a la que llamó “nacional” que hoy representa al estado y al pueblo de la República Argentina.

Reconstrucción histórica del primer izamiento 

Notael presente es una actividad del "Programa Rosario Cuna de la Bandera", de la Municipalidad de Rosario 


Fuente citada: “Diario de marcha del coronel Belgrano a Rosario”. Instituto Nacional Belgraniano. Bs. Aires, 1995.


jueves, 1 de junio de 2017

Crónicas del Monumento: Pje. Juramento

Pasaje Juramento, un proyecto centenario

 
Imagen nocturna del pasaje Juramento, segundo tramo

Por  Miguel Carrillo Bascary

A fines del siglo XIX Rosario (Argentina) era una urbe en plena expansión, la mayoría de sus habitantes habían llegado desde el exterior y buscaban conformar una sociedad pluralista, pujante, orgullosa del trabajo que le imprimía su vertiginoso desarrollo. Entre aquellas gentes surgió el designio de adecuar el anárquico trazado urbano de una ciudad nacida como una humilde villa, dándole rasgos de modernidad.

La propuesta que origina el pasaje Juramento data de 1898, pero recién en 1910, durante la intendencia de Isidro Quiroga, se proyectó abrir lo que pomposamente se llamó la “Avenida Juramento”. En rigor se trataba de una arteria de solo una cuadra, que partía por su centro la manzana que generó la ciudad, la misma donde se edificó la capilla de la Virgen que le dio nombre y que más de ciento cincuenta años después alojó la sede del gobierno municipal de Rosario. Se encuentra en el cuadrante encerrado por las calles que hoy llamamos Bs. Aires, Córdoba, J. M. de Rosas y Santa Fe. 

La plaza "Belgrano" antes de comenzar las obras para el Monumento

De esta forma se procuraba establecer un eje parquizado entre la primera plaza de la ciudad, la “25 de Mayo” y la que por entonces llevaba el nombre de “General Belgrano”, donde se quería levantar el monumento a la Bandera nacional, el espacio verde seguía el diseño del urbanista francés Joseph Bouvard

Plano de la remodelación de la plaza proyectada por el arquitecto Bouvard

Para construir la arteria proyectada era necesario expropiar numerosas propiedades, un procedimiento ciertamente costoso que hubiera demandado ingentes recursos a un municipio que no tenía. Pese a los esfuerzos por conseguirlos, a poco se abandonó el proyecto y aún el mismo monumento a la Bandera se vio postergado.

El diseño propuesto por Guido

Casi cuarenta años más tarde los estudios del ingeniero Ángel Guido rescataron del olvido la vieja iniciativa. Por entonces Guido y su equipo se habían adjudicado el primer premio en el concurso de anteproyectos destinados a construir el Monumento Nacional a la Bandera. Ya comprometido como director de la obra, hacia 1943, esbozó una hipotética visión de cómo debía ser el entorno desde su particular criterio. Si bien se trató de un mero ensayo o estudio arquitectónico el resultado es realmente espectacular tal como hoy puede verse en la “Sala Antártida” del Monumento. Tiene una superficie de casi catorce metros cuadrados; está ejecutado con carbonilla e iluminado con cerillas de colores. 

Boceto del entorno del Monumento, según el arquitecto Angel Guido

En el mismo se advierte que aquella “avenida Juramento” se ha magnificado; en realidad toda la primera manzana ha desaparecido, para ser sustituida por un amplio paseo centrado en un largo espejo de agua, que comunica el Propileo del Monumento con la plaza “25 de Mayo”; mientras que el Palacio Municipal también luce por su ausencia (Guido lo planteaba ocupando la manzana comprendida por las calles Córdoba, Laprida, Santa Fe y Maipú), al igual que la Catedral, que se proponía instalar en el cuadrante vecino (Córdoba, Bs. Aires, Rioja y J. M. de Rosas). Obviamente que estos trazos oníricos no pasaron de ello; pero tuvieron la virtud de actualizar el proyecto de 1910; aunque en la concepción general se le atribuyó a Guido.

Maqueta del anteproyecto que ganó el concurso

Hacia 1996 las condiciones económicas permitieron avanzar y desde el municipio se llamó a un concurso de anteproyectos que fue ganado por un estudio de jóvenes arquitectos rosarinos. La obra se ejecutó en dos etapas; la primera se inauguró el 7 de octubre de 1997 y abarcó desde el Propileo hasta las medianeras Este de la Catedral y del Palacio. La segunda completó el desarrollo e implicó una traza peatonal que separa estas dos grandes construcciones; se habilitó el 27 de febrero de 1999.

Una vista durante las obras del Pasaje

De esta manera el pasaje Juramento adquirió las características con que hoy lo vemos. En el destacan dos elementos: el camino-puente que vincula al Monumento con el centro comercial de la ciudad y un conjunto de silentes personajes en mármol que parecen flotar en el agua de la fuente que recuerda a Lola Mora. Son vestigios del monumento destinado a resaltar a la Bandera nacional que debió inaugurarse en 1910, año del centenario del primer grito de libertad. 

Otros tramos peatonales traen el recuerdo de Ángel Guido (sector que prolonga la calle J. M. de Rosas, hacia la avenida Belgrano); Gregoria Pérez de Denis; patricia que colaboró con Belgrano (se extiende por bajo el puente) y el presbítero Pascual Silva Braga, quién fue el primer delegado electo por el pueblo de Rosario que obtuvo el reconocimiento de “villa” para el poblado, hecho ocurrido en 1823 (tramo que une las calles Córdoba y Santa Fe, a espaldas de la catedral y del Palacio).

 Una de las esculturas de Lola Mora

El nombre proviene del juramento que el general Belgrano tomó a sus hombres en el momento de crear la bandera, utilizando las siguientes palabras: ¡Soldados de la Patria! (…) juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo ¡Viva la Patria!”

Finalmente interesa destacar un hecho olvidado de la historia de Rosario, fue en 1956 cuando el pasaje “Juramento” pudo desaparecer. Se trató de un virtual negociado entre ciertos funcionarios; propietarios de inmuebles a expropiar y un grupo inversor; pretendían levantar en el lugar un monoblock de veinte pisos; que, de concretarse, hubiera empequeñecido al mismísimo “Monumento a la Bandera”. La decidida acción de Guido y de otros rosarinos frustró el espurio proyecto. 

 Recorte del diario "La Capital" ; observar  la construcción que se pensó levantar en la época

Una verdadera lección de lo que puede la movilización social contra los oscuros intereses de lucro en materia inmobiliaria.

Nota: el presente es una actividad del "Programa Rosario Cuna de la Bandera", de la Municipalidad de Rosario