Por Miguel Carrillo Bascary
Puede sorprender, pero la imagen no corresponde a una
de las decenas de banderas que identifican las múltiples tendencias de la
diversidad sexual, como puede parecer. Tampoco es una variante más de la
Wilphala (de las que ya llevo contabilizadas ¡24!). Hecha esta aclaración
entremos en tema.
Hace unos días daba a conocer un pequeño ensayo sobre la “Bandera de la Raza”
creada por Ángel Camblor a instancias de Gabriela Mistral, en 1933. Ver: http://banderasargentinas.blogspot.com/2019/01/una-bandera-injustamente-olvidada.html
"Bandera de la Raza" creada por Camblor (1932-1933)
Nuestro objeto en análisis
Hoy quiero comentar sobre la reseña que nos aportara
el investigador Manuel Vicente Sánchez
Moltó que se refiere a “otra bandera
de la Raza”, surgida en 1919 y que llegó a tener aprobación oficial.
Don Manuel no debería necesitar
presentación, pero para abreviar,
podemos señalarlo como un hispanista de ley, con particular especialización en
Cervantes y todo lo que se le refiera; así como en la rica historia de la
región de Henares, como que es “cronista oficial” de Alcalá; archivista; y,
también, reconocido filatelista. Mucha de su producción puede verse en la Red.
Debemos a Sánchez Moltó haber rescatado del olvido una
primera “Bandera de la raza” que no
es otra que aquella con que abro esta entrada, aunque su versión completa incorpora un gran escudo que sintetiza
una peculiar versión de los blasones de veinte
naciones de América, centrando un gran escusón con las armas de España; por
timbre un yelmo y por lema una cartela en plata (blanca) que reza “TODO POR LA
RAZA”, en gules (rojo).
"Bandera de la Raza" ideada por Spada (1919)
He aquí la imagen que reproduce “Banderas” Nº27, órgano oficial de la “Sociedad Española de
Vexilología”, publicado en junio de 1988, hace veinte años ya.
Observación crítica al diseño elegido
Los escudos americanos
Los países comprendidos
en ese gran escudo son, por lógico orden alfabético: Argentina; Bolivia; Brasil;
Colombia; Chile; Costa Rica; Cuba; Ecuador; El Salvador; Guatemala; Honduras;
México; Nicaragua; Panamá; Paraguay; Perú; Puerto Rico; Rep. Dominicana; Venezuela
y Uruguay.
Detalle ampliado del escudo
En realidad, son apócopes
de escudos, cada uno reúne los principales elementos de los oficializados,
pero con una expresión plástica del autor que resulta muy subjetiva.
Lo curioso es que en
el blasón se expresan un orden, que resulta totalmente reñido con la Heráldica, para el que no encuentro explicación más
que la arbitrariedad del diseñador; o eventualmente, la importancia política
que por entonces tenía las naciones involucradas. El desarrollo es el siguiente:
Argentina, México, Brasil, Chile, Perú, Paraguay, Guatemala, Nicaragua, Bolivia, Venezuela, Honduras, Ecuador, Cuba, Colombia, Uruguay, El Salvador, un
escudete que a criterio de Sánchez Moltó representaría a Puerto Rico, Panamá, República Dominicana y Costa Rica.
En cuanto al escudete
no identificado pero atribuido por Sánchez Moltó a Puerto Rico, me permito discrepar. A mi criterio se trata de Haití, opinión que sustento
con la palmera coronada de un “gorro de la Libertad” (que algunos llaman
frigio), atributos principales del escudo de armas de la república de Haití,
primera nación independiente de América Latina.
Modelo del escudo empleado a fines del siglo XIX
Diseño actual del escudo de Haití
En consecuencia, si consideramos que en 1919 el resto
de los hoy estados del continente estaban bajo dominio extranjero, excepto
claro está de los Estados Unidos, nos
estaría “faltando” Puerto Rico; aunque para justificar a los autores de la
composición apuntamos que la isla Borinquén estaba considerada entonces una
dependencia administrativa de Washington a consecuencia de la ocupación
posterior a la guerra con España.
De lo expuesto sorprende
la inclusión de Brasil y, agrego, de Haití; lo que nos hace entender que la
composición expresa a la América Latina
y no a Hispanoamérica; con lo que se diferencia netamente de la segunda
“Bandera de la Raza”, objeto de mi anterior comentario.
Sobre el yelmo
Sánchez Moltó entiende que la pieza simboliza a “los
conquistadores españoles”. También me
permito disentir sobre el punto. Es verdad que para la Heráldica la figura
remite a “los caballeros”; pero en la imagen se representa una pieza con su
celada abierta, un claro símbolo de la realeza. Esto podría confirmarse si
tuviera certeza del metal propio del elemento; supongo que ha de haber sido en
oro, lo que indicaría que ese yelmo representa nada más, ni nada menos que al
monarca español.
Aquí vale recordar que América no fue colonia de España sino una posesión personal de la Corona de Castilla, con lo que la pieza
recordaría esta circunstancia con referencia a las naciones contenidas en el
blasón.
El escusón de España
Apunta también el investigador alcalaíno, que el escusón representativo de España posee
una curiosa composición, donde faltan las armas de Navarra y de Granada, al par
que presenta “importantes alteraciones” ya que la Cruz y el León aparecen en
gules (rojo) sobre campo de oro “amarillo”.
Analizando la borrosa fotografía de la que dispongo
correspondiente al escudo en cuestión, no puedo adentrarme en consideraciones cromáticas
pero, efectivamente, el escusón es mezquino con
respecto blasón hispano, tal como lo observó Sánchez Moltó.
En suma, hay demasiados
errores en el emblema, por lo que me cuesta entender que esta bandera haya
tenido aprobación oficial, al menos en lo que a España respecta.
Valores vexilográficos
- Desde la óptica de la disciplina, esta primera “Bandera
de la Raza” no evidencia mayores méritos en materia de diseño. El escudo que
carga, sin entrar en detalles, es una verdadera abominación; resulta
inentendible para el observador y como veíamos contiene varios defectos
heráldicos.
- El minúsculo yelmo emplumado se desluce totalmente en comparación
al tamaño blasón; y, hablando de dimensiones, la figura que carga el paño
también me parece desproporcionada ya que cubre la mayor parte de la superficie.
- Otra falencia es la falta de explicación de los
colores elegidos; al menos Sánchez Moltó no lo informa. Se me antoja que, siguiendo el criterio expresado en el blasón, de representar los escudos de todos los países, la lógica diría que en las cinco franjas Spada quiso representar los colores presentes en la totalidad de las banderas del Continente y de España.
Se me hace evidente que el autor no tenía facilidad para estas
cosas.
Origen de la iniciativa
El mejicano Sixto
Spada fue el factotum de este
emblema y del “Himno de la Raza”,
cuya designación oficial es “Todo por la raza”, que lo complementaba. Para este
último contó con la colaboración del poeta español Francisco Quer de Barceló, que compuso la letra de la canción.
Ampliaré sobre ellos en el próximo apartado.
Agrega Sánchez Moltó que la iniciativa fue dada a conocer “en portada y a todo color” por
“Hispanoamérica”, suplemento de la revista “La Crónica”, editada en San Francisco
(California), en octubre de 1919.
Esta publicación, se nos explica, fue fundada el 18 de
abril de 1914 por el mejicano J. de la Fuente y el peruano Santiago Silva. El órgano
apoyaba por entonces al Partido Liberal de México y con sus ediciones sostuvo la
formación de la “Liga de la Raza Ibero-Americana”, sobre la que no encontré ninguna referencia. La revista estaba a cargo de Guadalupe Morales (director editorial) y Julio C. Arce, su propietario, ambos mejicanos.
Estas escuetas referencias nos permiten caracterizar
al proyecto de Spada y a él mismo con la ideología
liberal, en el sentido que por entonces se entendía, fundamentalmente
laicista, lo que se refleja también en el apoyo que recibió de la mayoría de
los gobiernos que habrían apoyado la consagración del símbolo, donde esta
ideología tenía fuerte protagonismo político.
El autor y compañía
Spada había nacido en Azcapotzalco (México, D.F.), en
1892; aunque otra fuente señala que esto ocurrió en 1890. Era hijo de Jacobo
Spada Bozzoni (*1861, de profesión carpintero) y de Marietta Zuliane Zanatta
(*1872- +1912); evidentemente inmigrantes de origen itálico.
Esto no revela que cuando concretó su iniciativa solo tenía 27/ 29 años de edad, cursó
estudios en Medicina, pero también tenía conocimientos
musicales, lo que explica la composición de la partitura del “Himno de la
Raza”.
A esto agregó dos marchas para pianoforte denominadas en conjunto, “¡A Trento! En Trieste”, que hizo publicar en Padua (1915); quizás mediante la intervención de algún
familiar o amigo de la familia residente en Italia. Esta obra tuvo un
considerable impacto en la emotividad de Italia, ya que aquella región le había
sido cercenada por la ocupación concretada por el Imperito Austro-húngaro
durante la Primera Guerra Mundial, lo que transformó la “cuestión del Trentino" en un tema de reivindicación nacional, algo similar a lo que es Gibraltar para España;
Alsacia, para Francia o las islas Malvinas, para Argentina. Al finalizar la
conflagración las tropas italianas ingresaron en Trento, el 3 de noviembre de 1918.
El compromiso de
Spada con aquella causa de la patria de sus padres, nos habla de una
personalidad comprometida, más allá de sus ocupaciones cotidianas.
Es evidente la intensa
actividad de Spada por aquellos años donde se registra también haber
publicado “Los dioses de la humanidad” (La Prensa, 1917); lamentablemente no he
encontrado otras referencias sobre nuestro referenciado. Mucho agradeceré
recibir alguna información que lo ilustre.
En cuanto al responsable de la letra del himno, Quer de Barceló, nació en Zaragoza (España)
hacia 1870, fue conocido por su seudónimo “Barcello”, nada más puedo aportar.
Lo que pasó más tarde
Sánchez Moltó nos señala que, Spada se dirigió formalmente a todos los
gobiernos implicados planteándoles los símbolos que acuñara y demandando su
adopción.
Nos agrega que obtuvo
respuesta positiva de “once países: España, México, Guatemala, Honduras,
Costa Rica, Panamá, El Salvador, Chile, Ecuador, Cuba y, sorprendentemente:
Puerto Rico.
Lamentablemente nuestro citado no abunda en mayores
consideraciones sobre el acontecer histórico posterior de esta compleja enseña.
Vemos que en la propuesta planteada, el llamado ciclo de los símbolos se frustró:
hubo una propuesta; existió una aceptación, incluso se trasuntó en su
oficialización (en nada menos que once estados), pero es evidente que no llegó a
enriquecerse por actos posteriores, de donde con los años se transformó en una bandera olvidada más.
Cabe destacar el particular
reconocimiento de Don Manuel Vicente Sánchez Moltó por haber rescatado este
interesante emblema de las brumas del pasado.
Hoy, con estos modestos comentarios, solo quise poner en valor este lejano antecedente
de los afanes por establecer un símbolo conjunto de los comunes vínculos entre
España y América, o lo que es igual, entre América y España.
Addenda:
La maravillosa oportunidad de enriquecer el
conocimiento general a partir de poder compartirlo queda evidenciada una vez
más en el aporte que realizó el amigo annual1920.21@gmail.com
que al tomar conocimiento de la nota de mi autoría me remitió una excelente
imágen de la publicación que reprodujo la imagen de la bandera diseñada por
Spada. Fue difundida por la revista “Hispano-Americana”
del 12 de octubre de 1819, que por entonces dirigía Julio Arce.
Si la analizamos ser verá que las apreciaciones
formuladas más arriba: