sábado, 3 de junio de 2023

Mención de “El estandarte argentino”

Las olvidadas "Memorias" de Juan Pardo de Zela y Vidal

 

Por Miguel Carrillo Bascary

Este distinguidísimo patriota, nacido en Galicia, nos dejó unas interesantísimas memorias sobre sus extensas campañas militares bajo los sucesivos mandos de Juan José Castelli, Belgrano, San Martín, Santa Cruz y Bolívar. Para darle carnadura les aporto algunas referencias biográficas en el apéndice de esta nota.

En esta relación histórica Pardo de Zela se refiere a la bandera que Belgrano presentó en Jujuy el 25 de mayo de 1812, a la que individualiza con el peculiar nombre de “estandarte argentino”.

Los hechos

Tras la derrota de Huaqui (20 de junio de 1811), los realistas ocuparon Cochabamba, Oruro, Santa Cruz de la Sierra, Potosí y Chuquisaca, precipitando la emigración de los patriotas hacia Jujuy y Salta. Como único valladar, la vanguardia conducida por Días Vélez debió apostarse en Humahuaca, en crítica situación.

En marzo de 1812 Belgrano sustituyó a Pueyrredón y se dedicó a reorganizar el ejército acantonado por entonces en Campo Santo (hoy en Salta, casi en el límite con Jujuy). Era una fuerza de apenas 900 hombres, muchos enfermos, todos desmoralizados, sin equipo militar ni logística. Nos dice Pardo[1] que en a raíz de su accionar Belgrano

“[…] empezó a ser respetado de enemigos y amigos, por la firmeza de carácter que desplegó restableciéndose en todo sentido su moral y economía interior”.

“Siete meses habían corrido sin que nada se aventajase; la fuerza del ejército no se aumentaba, el gobierno de Buenos Aires se manifestaba sin energía, al paso que el general Belgrano desplegaba un tesón digno de una memoria eterna y el que aumentaba en razón del peligro que se aproximaba […].

El general Belgrano fue instruido de este movimiento que no podía contener y que le obligó a dar las órdenes de retirada; pero antes de verificarlo reunió, no su ejército, sino sus compañeros, y hablándoles con aquella firmeza que demandaba el peligro, levanta el estandarte argentino, que por la primera vez saluda esta porción escogida de guerreros, jurando ante él, no abandonarlo sino con la existencia, cubriendo de este modo el velo que cubría el verdadero objeto de las intenciones de los buenos patriotas, para no depender de ningún otro gobierno y leyes, que aquel que ellos mismos se diesen, y dejando de pertenecer a la nación española, bajo cuya sombra continuaba la Junta Gubernativa dirigiendo los pueblos de la unión; al paso que el ejército español los castigaba como insurgentes, a los que podía conseguir tomar muchas veces indefensos, y desde cuya época ya no tuvo otro epíteto el ejército independiente, y su general el de Caudillo”.

“Se emprendió la retirada[2] con un orden admirable, sin dejar a los enemigos más que las ciudades de Jujuy, Salta y la memoria de nuestros solemnes votos que despreció el enemigo”.

Es patente que Belgrano presentó, hizo bendecir y jurar la que llamó “bandera nacional” en el curso de la solemne ceremonia del 25 de mayo de 1812 en la ciudad de Jujuy. Usualmente se referencia el acto en las propias palabras del prócer, que informó al respecto al Gobierno.

El testimonio de Pardo de Zela es lamentablemente muy escueto, pero no por esto menos trascendente. Su originalidad radica en el adjetivo que empleó, ya que todavía se usaba el de “Provincias Unidas del Río de la Plata”, lógicamente. La referencia a la argentinidad del vexilo obedece a que el autor debió escribir sus letras con mucha posterioridad a los hechos, ya en su edad madura. Las denominó con un extenso título:

Memorias que hago de los sucesos ocurridos en la guerra de la Independencia, desde que la capital del Rio de la Plata fue tomada por los ingleses hasta la conclusión de la total emancipación de los españoles, en que mezclo mi origen y carrera militar. Dedicada a la posteridad”. 

Apéndice – Datos biográficos de Juan Pardo de Zela y Vidal. 

Nació en El Ferrol (La Coruña), el 2.VII.1788 y falleció en Lima, el 6. VIII.1868. Era hijo del capitán de la Real Armada, José Pardo de Zela y de Josefa Vidal.

A sus doce años se embarcó en el buque que comandaba su padre y lo acompañó en las acciones contra los corsarios ingleses. Arribó a Buenos Aires en la corbeta “Mosca”, el 14 de junio de 1803. Se dedicó al comercio y cuando los ingleses invadieron la ciudad, se alistó en las fuerzas que portagonizaron la "Reconquista". Con toda lógica formó en el “Tercio de Gallegos”, donde sentó plaza de cadete. Combatió en la “Defensa de Bs. Aires”, el 12 de agosto de 1807 (Segunda Invasión). Su desempeño le valió la promoción a subteniente. Luego participó del movimiento de enero de 1809, en procura de sostenar la autoridad del virrey Liniers.

Tras la Revolución del 25 de mayo de 1810, abrazó la causa patriota. Como ayudante del general Ortiz de Ocampo marchó en la primera expedición al Alto Perú. Estuvo presente en los sucesos que sofocaron la contrarrevolución de Córdoba. Ingresó a Oruro acompañando a Castelli. Intervino en los combates de Cotagaita, Suipacha, Las Piedras, Tucumán y Salta. Se halló en el avance y la ocupación de Potosí. Asistió a los desastres de Vilcapugio y Ayohuma, donde fue hecho prisionero. Llevado a las Casas Matas de El Callao, recuperó su libertad tras penosos años de prisión, a consecuencia del “Tratado de Punchauca” (en mayo de 1821) y revistó en el Ejército Libertador del Perú, mandando la división que hizo la campaña de Ica.

Con el ejército del general Santa Cruz, en 1823 desembarcó en Quilca, tomó Arequipa y fue ascendido por méritos de guerra a general de brigada. Bolívar le encomendó la administración de los departamentos del centro de Perú y la pacificación de las insurrecciones de Huanta. En octubre de 1826 era prefecto-comandante y subinspector del departamento de Ayacucho, gobernador militar de la Costa del Sur y de los departamentos de Arequipa, Cuzco y Puno. A pesar de los cargos desempeñados se mantuvo al margen de las contiendas civiles.

Hasta su fallecimiento, el general Pardo de Zela fue considerado como una figura destacada, noble y austera. Estaba casado con la limeña Tomasa de Urízar y Bernales, con quien tuvo cuatro hijos: Juan, José Sebastián, Amalia y Teófilo Baldomero[3].

Nota: no debe confundirse con su hijo Juan Pardo de Zela y Urízar (Lima, 1829-Lima, 1881)


[1] “Memorias del General Don Juan Pardo de Zela, español al servicio de Buenos Aires y del Perú”. En Colección Documental de la Independencia del Perú. Memorias, Diarios y Crónicas. Recopilación y prólogo de Félix Denegri Luna. Tomo XXVI. Volumen 1, pp. 95. Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú. Lima, 1971. Cita en el capítulo III, pp. 124 y 125

[2] Con estas palabras alude al Éxodo que abandonó la ciudad de Jujuy, el 23 de agosto de 1812.

[3] Bibliografía: Jacinto. Yaben, Biografías argentinas y sudamericanas. Tomo IV. Buenos Aires. Metrópolis. 1938, pp. 445-446. Ricardo Piccirilli, “Memoria del general don Juan Pardo de Zela, español al servicio de Buenos Aires y del Perú”, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia. 1.ª Sección, Tomo XXXVI (1964), pp. 387-426. Ref.: A. Vilanova, https://dbe.rah.es/biografias/56630/juan-pardo-de-zela-y-vidal

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