viernes, 18 de diciembre de 2015

E. Unidos - Argentina: historia de encuentros y desencuentros

Banderas de Estados Unidos en tierras argentinas

En primer plano la "Pirámide de Mayo" levantada en 1811, 
al fondo la Catedral de Bs. Aires, lucen banderas de varias naciones

Por Miguel Carrillo Bascary

Dedico este post a los amigos de Estados Unidos que siguen este blog. Una nación que más allá de las muchas divergencias que nos separan prestó su constitución como base de aquella que permitió sellar la unidad de Argentina bajo el sistema de estado federal.

Evidencias de amistad

       Desde los tiempos en que la sociedad rioplatense luchaba por liberarse del régimen colonial las banderas de las "naciones amigas" acompañaron las más diversas circunstancias de la vida cotidiana. Prueba de ello es la siguiente lámina, obra del pintor argentino Carlos Enrique Pellegrini, que plasmó una nutrida presencia de banderas extrajeras ornamentando la célebre "Plaza de Mayo" en 1839, acompañando el ondear de la enseña nacional argentina.

Un alevoso ataque

El estado argentino fue reconocido por los Estados Unidos como una entidad soberana el 4 de mayo de 1822. Su independencia se había proclamado el 9 de julio de 1816. Por entonces el país estaba inmerso en una serie de luchas internas cuyo pretexto era la forma de gobierno que adoptaría una constitución cuya sanción había fracasado varias veces y que aún demandaría más de tres décadas para ver la luz.
Como sucesora de la Corona Española las Provincias Unidas del Río de la Plata, tal el nombre con la que también se conocía a la Argentina (1), ocupó las islas Malvinas en ejercicio de sus derechos soberanos. Lo hizo por intermedio del corsario David Jewett (1772 – 1842), de origen norteamericano, que se venía desempeñando al servicio de la nueva nación desde 1815. Jewett hizo formal toma de posesión del archipiélago el 6 de noviembre de 1820. Posteriormente fue sucedido por otros comisionados del gobierno de Bs. Aires, el último de los cuáles fue Luis Vernet que estableció una promisoria colonia bajo su autoridad de “comandante político militar”, una suerte de teniente gobernador dependiente de Bs. Aires. Era el mes de junio de 1829.
En tal carácter reglamentó la caza de lobos en la región, lo que motivó quejas de algunos armadores estadounidenses a quienes incautó uno de sus barcos. El cónsul de E. Unidos en Bs. Aires apoyó a los foqueros lo que implicaba desconocer la soberanía argentina en la región, lo que motivó un grave incidente diplomático.
Fue así que a fines de 1831 la corbeta U.S.S. "Lexington", de la Armada de los Estados Unidos, bajo el mando del capitán Duncan, llegó al núcleo del establecimiento argentino y bajo la fuerza de las armas desalojó a los colonos; saqueó y desmanteló las instalaciones, extinguiendo de hecho la autoridad argentina. El gravísimo atropello quebró las relaciones internacionales entre la Confederación Argentina y los Estados Unidos que se interrumpieron hasta 1843. Durante varios días la bandera norteamericana ondeó en aquel territorio argentino al amparo de las armas.
Este fue el diseño de la bandera de los E. Unidos por aquellos años; contaba con 24 estrellas, representativas del número de sus unidades políticas por entonces; la última que se había agregado correspondía a Missouri.

                    Diseño usado entre 1832 y 1836

Parecida bandera, otras circunstancias

Una segunda vez ondeó la bandera de Estados Unidos en territorio argentino en forma extraoficial, esta vez amparada por el Derecho Público Internacional. Por supuesto que hacemos abstracción de las oportunidades en que se ve y se vio en las legaciones oficiales y otras circunstancias de protocolo.
Antes de referirnos a ello debemos recordar que las desavenencias internas entre los argentinos se extendieron convencionalmente desde el 20 de junio de 1820 hasta el 1º de mayo de 1853 en que se sancionó la Constitución bajo el sistema federal; tampoco terminarían allí los conflictos sino en 1860, cuando Bs. Aires que se había separado de hecho se integró definitivamente al estado nacional.
En este turbulento período el país era virtualmente una confederación de estados provinciales cuyas relaciones exteriores manejaba el gobernador de Bs. Aires, Juan Manuel Ortiz de Rozas, conocido habitualmente como “Juan Manuel de Rosas”.
El 3 de febrero de 1852 en las inmediaciones de Bs. Aires tuvo lugar la batalla de Caseros que implicó la derrota militar de Rosas a manos de sus opositores conducidos por otro federal, Justo José de Urquiza, gobernador de Entre Ríos, en alianza con el partido unitario y contando con el apoyo de Uruguay y de una fuerza expedicionaria enviada por el Brasil.
En la batalla se comprometieron unos     50.000 hombres se enfrentaron en lo que sería la más numerosa batalla de aquellos tiempos, la que se prolongó por casi cinco horas. La derrota de Rosas resultó estrepitosa a consecuencia de diversos errores estratégicos y tácticos que fueron muy bien aprovechados por Urquiza y sus subordinados.

Escena de la batalla de Caseros (3 de febrero de 1852)
A la derecha, un contingente uruguayo avanza con su bandera

Cuando el fin era inminente Rosas abandonó el campo disfrazado y tras diversos incidentes se acogió a la protección inglesa y embarcó en un navío de esta nacionalidad para exilarse en Southampton, hasta su muerte en 1877.
La desorganización que siguió a la batalla fue de considerables proporciones, hasta el punto que la ciudad de Bs. Aires y la campaña adyacente quedaron sumidas en la anomia. Los derrotados, liberados de cualquier autoridad, buscaron salvarse por todos los medios posibles. Un gran número de los triunfadores, envalentonados con el logro también se consideraron eximidos de respetar las reglas de humanidad. En el caos, el lumpen y los aprovechados de siempre intentaron obtener rédito de las circunstancias. Partidas armadas saquearon los suburbios y aún el centro de la ciudad, con salvajismo similar al de tantas ocasiones ocurridas en otros lugares del mundo. Según algunas versiones el cuñado de Rosas y héroe del combate de Obligado, Lucio N. Mansilla alentó tácitamente los saqueos. Corresponde puntualizar también que los mandos triunfadores no fueron eficaces para controlar a la soldadesca.
En un intento quizás tardío de restablecer el orden Urquiza autorizó pasar por las armas a quienes fueran sorprendidos saqueando. Partidas de su dependencia y hasta de simples ciudadanos circulaban con armas intentando restablecer la calma y protegiendo la vida y los bienes de los porteños. Los comerciantes extranjeros se organizaron igualmente y organizaron su propia defensa, concitando la colaboración de los marinos de sus nacionalidades cuyos barcos estaban surtos en el puerto.
La confusión era tan manifiesta que no se recuerda situación igual. Los muertos se contaron por cientos. La anomia fue particularmente cruda entre el 4 y el 5 de febrero, nada parecía estar a salvo.
Según una costumbre inveterada de evidenciar neutralidad las residencias y casas de comercio extranjeras lucían las banderas de sus respectivos países.
En aquellas oscuras jornadas la bandera de los estados Unidos que previsiblemente ondeó sobre las propiedades de sus nacionales fue aquella que reproducimos, contaba ya con treinta y una estrellas atento haberse sumado a la Unión los estados de Arkansas; Michigan; Florida; Texas; Iowa; Wisconsin y California, la más reciente incorporación.

Este fue el diseño utilizado entre el 4 de julio de  1851 y el 3 de julio de 1858
Junto a la enseña norteamericana ondearon también por derecho de facto las de: Suecia; Suiza; varios estados Alemanes; Cerdeña; Francia, el Reino Unido; Rusia y quizás alguno más. El día 20 de febrero de 1852, las fuerzas urquicistas entraban triunfales en Buenos Aires. Cuenta la crónica que el general Justo José de Urquiza, montaba un soberbio caballo moro, enjaezado con arreos de plata; luciendo un poncho blanco donde destacaba la roja divisa que simbolizaba la federación; una elegante galera de copa alta en color negro resaltaba su figura. Una imagen de conquistador que hacía recordar la triunfal entrada de los generales a Roma.

El orden se había restablecido pero las banderas extranjeras seguían ondeando en los domicilios y establecimientos extranjeros. Este uso internacional se recrearía en numerosas otras oportunidades como intento de salvaguardar la integridad de quienes se amparaban en estos colores. A veces con éxito, otras sin poder soslayar el drama del imperio de la fuerza.

El ejército paraguayo saquea las tiendas argentinas en 1865; pueden verse diversas banderas extranjeras que izaron los comerciantes intentando proteger sus posesiones

Un punto en común

El Polo Sur es el punto geográfico donde las banderas de los países signatarios del Tratado Antártico coinciden en su flamear al impulso de los vientos helados. 

El hito que señala el Polo Sur rodeado de las banderas de los signatarios del Tratado Antártico

      Allí, desde el año 1956 se asentó la base Amudsen-Scott de los Estados Unidos y con ella la enseña de las franjas y estrellas.  Fue allí que el 10 de diciembre de 1965 (hace 50 años ya), un grupo expedicionario del Ejército Argentino, bajo la denominación de Operación 90, llegó al Polo comandados por el hoy general Jorge Leal y una decena de compatriotas.      
       Habían partido de la base argentina Belgrano el 26 de octubre, en seis tractores para nieve y recorrido 2.980 kilómetros. Las anécdotas de aquel glorioso momento son muchas, particularmente las que motivaron la sorpresa de los norteamericanos que vieron llegar a los pioneros argentinos al punto más austral de su territorio nacional.

Los miembros de Operación 90 saludan a la Bandera argentina que ondea en el Polo Sur
Actualmente la misma se exhibe en el Monumento a la Bandera (ciudad de Rosario)

      En aquel entonces, en plena Guerra Fría, los norteamericanos en un primer momento pensaron que los recién llegados eran soviéticos. Ocurrió que la expedición argentina había cubierto toda su travesía sin hacer ningún contacto con la base de E. Unidos.

Uno de los vehículos de la Operación 90 desfilando en la ciudad de Rosario, 
el 20 de junio de 2006 (Día de la Bandera nacional) a su bordo, el suboficial principal Ricardo Ceppi

Para saber más, sobre la Operación 90: 

SERIE:  1 - "Extrañas banderas sobre suelo argentino" 

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