Soluciones sencillas para el correcto uso de banderas grandes Abanderado del Regimiento de Infantería Asturias (España, 1727)
Por Miguel Carrillo Bascary
Por lo general, las dimensiones de una bandera de
ceremonias destinada a ser paseada en desfiles guardarán proporción con la altura promedio de una persona adulta.
La Historia nos demuestra que desde
el siglo XVII y hasta bien entrado el XIX las unidades de infantería portaban
banderas cuyos paños eran mucho más
grandes que los actuales y por lo general tendían tener una forma cuadrada. Esto tenía una clara funcionalidad, permitir que
el comandante de un ejército pudiera distinguir con claridad la posición de las
unidades en el campo de batalla, un presupuesto esencial para ordenar sus
desplazamientos.
En la actualidad hay diversas
circunstancias (generalmente ocurre durante las conmemoraciones históricas) que
obligar a usar banderas de gran porte,
lo que además de embarazar al abanderado y de complicar sus evoluciones demanda
numerosos cuidados para evitar uno de los grandes pecados que se pueden cometer
en el Ceremonial vexilológico: que el paño arrastre por el suelo.
La cuestión parece ser insoluble
pero generalmente se magnifica. La practicidad (pragmatismo prefieren decir
algunos) aporta dos sencillas formas para resolver el problema:
a) Enrollar el paño en el asta - Pareciera que este sistema es el más sencillo aunque
su estética no resulta agradable; pero el principal inconveniente radica en
cuando se enrolla el paño cambia el eje de sustentación del asta (por que se
agrega mayor peso en el tramo superior) y con esto las maniobras con la bandera
complican el desempeño de su portador.
b) Sumar la ayuda de un escolta- Si bien el abanderado será el principal
protagonista puede servirse de la colaboración del primer escolta que
contribuirá a recoger algún tramo del paño para evitar que arrastre.
Portador de la réplica del Pendón del Clavijo (Astorga, España) acompañado de mazeros
Observación
Eventualmente, si las dimensiones del paño no son desmedidas, el abanderado podrá apoyar el extremo en su extremidad izquierda (hombro; antebrazo) y aún ayudarse tomándolo con la siniestra
En conclusión
Cualquiera que sea el método que se
elija es imprescindible que el abanderado y sus escoltas ensayen las diversas
posiciones; solo así se puede asegurar con cierta perspectiva de éxito que
durante la ceremonia todo se desarrolle con normalidad.
En este tipo de situaciones hay un
dicho con plena vigencia:
Si no se ensaya es muy factible que algo salga mal
Si se ensaya, lo que sale bien seguro que saldrá mejor
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