viernes, 14 de febrero de 2025

Wenufoye: símbolo de contradicción (RAM vs. Democracia)

Las cosas en su lugar 

     

Por Miguel Carrillo Bascary

Esta nota muestra una faceta de la compleja realidad de un símbolo sometido a las tensiones de las ideologías. De ninguna manera puede entenderse como un análisis de los múltiples enfoques que habilita el tema.

Referencias de lo cotidiano

Desde hace algunos años Argentina sufre la acción de grupos, sedicentes mapuches, que plantean reivindicaciones más allá del marco legal, apelando a todo tipo de medidas violentas. Un panorama similar, pero de mayor entidad, se verificó en la Rep. de Chile, hasta el punto que su ejército fue mandado a poner coto a las graves agresiones[1], pasado ese crítico momento las tensiones continúa subyacentes. En los últimos meses las noticias de Argentina abundan en consideraciones sobre el problema, donde el interesado podrá abrevar en busca de mayor información[2].

Para los lectores del exterior, corresponde señalar que los “pueblos originarios” o “indígenas argentinos”[3] cuentan con una amplia gama de derechos colectivos, además de aquellos de carácter subjetivo que les corresponden por ser ciudadanos del país. Es lo que especifica Constitución Nacional en su reforma de 1994, (inciso 17[4] de su artículo 75) y en la numerosa normativa derivada. Para decirlo con claridad: en Argentina no hay mapuches, hay argentinos de etnia mapuche y como tales no tienen ningún impedimento para ejercer todos sus derechos, en el marco de la ley, como cualquier otro nacional. También es un dato de la realidad que mapuches con nacionalidad chilena, que habitan dentro de nuestras fronteras, lo que gozan de derechos como todo extranjero.

Perspectiva histórica

Las consideraciones históricas sobre la temática exceden mucho a este reducido medio. Habitualmente se habla del “pueblo mapuche”, aunque no hay consenso, sobre la acepción de este término. En él se distinguen diversas parcialidades u orígenes territoriales, que reconocen un tronco común con significativos caracteres culturales, pero que expresan diversas trayectorias históricas. Quienes se reconocen parte de la etnia mapuche son originarios de Chile; hoy habitan una importante porción de su territorio y de Argentina.

En esta última, la minoría tiene mayor densidad en las provincias de Neuquén, Chubut y Río Negro. También hay un número significativo en algunos puntos de la provincia de Bs. Aires, en La Pampa y San Luis, que si bien se identifican como “ranqueles” tienen origen aonikenk (tehuelche) y están fuertemente influidos por la cultura mapuche.

En tiempos pasados, las relaciones entre los mapuches, otras etnias indígenas y las comunidades bajo la égida de las autoridades de Chile y Argentina presentaron un complejo panorama de enfrentamientos sangrientos, alianzas parciales y períodos de convivencia pacífica. A lo largo del siglo XIX y hasta bien entrada el XX se definió una política integracionista que en la perspectiva del tiempo hubiera implicado la pérdida de la identidad cultural indígena. También hubo graves manifestaciones de xenofobia, hasta tiempos recientes, particularmente en Chile. En las últimas décadas el panorama cambió drásticamente, revelando peculiaridades divergentes a cada lado de la frontera andina. Hoy la diversidad cultural se valora como un rasgo positivo para el futuro de ambos países.

Perspectiva normativa

En este aspecto me enfocaré en la legislación argentina, partiendo con cierta arbitrariedad desde el año 1994, cuando se aprobó la reforma a la Constitución Nacional que introdujo el inciso 17 del artículo 75 entre las atribuciones del Congreso. Su importancia demanda reproducirlo:

Artículo 75.- Corresponde al Congreso: […] Inc. 7. Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería Jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones”.

El panorama reconoce importantes antecedentes, como la Ley Nº23.302 (1985), llamada de “Política Indígena y Apoyo a las Comunidades Aborígenes” y la Ley Nº24.071 (1992) por la que Argentina adhirió al “Convenido 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales”. Por su parte, muchas provincias aprobaron numerosas normas en beneficio de estas minorías. Desde entonces puede afirmarse que hubo un cambio de paradigma en favor de los pueblos originarios que implicó el reconocimiento explícito de sus identidades culturales y de la capacidad de autogestión que determinó una gran apertura en materia de participación sociopolítica.

Mapuches y banderas

En la historia a de Sudamérica hay referencias ciertas de que los mapuches se identificaron con distintos vexilos en diversas circunstancias.

Durante las Guerras de Arauco (ca. 1546- 1647) emplearon banderas azules con una estrella blanca de ocho puntas que, se acepta, representaba al Lucero de la mañana (planeta Venus), guñelve o wuñelfe, lo que dio nombre al vexilo. Su uso se documentó en la primera mitad del siglo XIX[5], pero ya contaba con una larga tradición oral. Tiene una amplia vigencia, a veces comparte el paño con una medialuna; el Lucero suele adoptar diversos diseños.

Una porción de la doctrina visualiza a la Guñelve mimetizada en el interior de la estrella que luce en su cantón la bandera que adoptó Chile[6] en 1817.


Aspecto actual en la pieza original y reconstrucción hipotética

Incluso, desde 1604 se computa la creación del Tercio de Arauco, formado por mapuches bajo autoridad peninsular que combatieron a sus compañeros de etnia en las Guerra de Arauco portando banderas hispanas. Esta afinidad se mantuvo hasta tiempos tan tardíos como las luchas por la independencia de Chile, donde los mapuches sostuvieron las enseñas blancas con la Cruz de Borbón en la zona de Chiloé hasta 1826.

Asimismo, puede computarse la experiencia del francés Orellie-Antoine de Tounens (1825-1878), sedicente rey de Araucanía y Patagonia, que se desarrolló en dos etapas entre 1860 y hasta 1862. Este aventurero reunió algunas tribus bajo la bandera que él mismo concibió como símbolo de su utopía. Pretendía ejercer soberanía sobre el norme espacio comprendido por el litoral sobre el Pacífico entre el río Bio Bío (Chile), el Estrecho de Magallanes y la costa atlántica de la Patagonia, hasta el curso del río Negro. Pretender que este experimento político constituyó un antecedente de la autodeterminación mapuches es desconocer la realidad, pero hay a quienes lo afirman con pasión.

Como otra referencia se computa la bandera de la Federación Araucana, que en 1934 se adoptó en Chile.

En la tradicional ceremonia conocida como guillatún (rogativa[7]) se emplean banderas azules y amarillas, lo que evidencian a la cosmogonía mapuche.

Rumbo al guillatún

Aparece la Wenufoye

Como respuesta al llamado “Quinto Centenario” de la llegada de Cristóbal Colón a América, en Chile se conformó el “Consejo de Todas las Tierras” o Aukiñ Wallmapu Ngulam (AWNG) que se reunió Temuco en 1990. En innegable que la izquierda fue principal impulsora de esta convocatoria que se concretó en el marco de la lucha contra la dictadura pinochetista (1973-1990) que reunió a grupos de diferentes posiciones ideológicas.

El Consejo promovió una significativa toma de conciencia sobre las tradiciones y la identidad mapuche, plasmando una perspectiva dialéctica contradictoria de la cultura mayoritaria, a la que caracterizó como “huinca” (wingka).

Este término puede traducirse como un equivalente de “raza blanca”, pero en lengua mapuche, equivale a extraño, invasor, extranjero, en definitiva, a lo “no mapuche” o a “los otros”. Los más extremos suelen asignarle el significado de “ladrón”.

En la “2a. Conferencia Nacional de Autoridades y Personalidades Originarias”, reunida en Temuco, entre el 18 y 21 de marzo de 1991, se convocó a presentar proyectos de banderas representativas de la etnia. Las referencias indican que llegaron entre 300 y 500 proyectos desde comunidades chilenas y de Argentina. Cada uno expresó a su manera diversos símbolos y colores que posteriormente se sintetizaron en cinco, que representaron a los diferentes orígenes territoriales del gran tronco mapuche[8]. En el ínterin el gobierno de Chile emprendió varias acciones en procura de desalentar el proceso en ciernes, lo que escapa a la temática de esta breve nota.

En la agitada reunión del Consejo que se realizó en Temuco el 6 de octubre de 1992 (algunas fuentes dicen que fue el 5 y aún el 7), por medio de una decisión cuya legitimidad podría ser cuestionada según indican algunos de los propios dirigentes de la etnia, se aprobó adoptar un diseño válido para todo el conjunto al que se llamó Wenufoye (canelo celestial, en tanto que este árbol tendría connotaciones místicas). La enseña resultó significativamente parecida a la divisa nagche, mientras que su emblema central es coincidente con la huenteche y la laftquenche:

Wenufoye


Banderas nagche y huenteche 

Bandera lafquenche 

Pocos días más tarde se presentó en esa ciudad y en Santiago de Chile, durante las manifestaciones de repudio a los actos del Quinto Centenario (12 de octubre de 1992), con lo que comenzó el proceso de difusión del símbolo.

En el año 1993 el gobierno de Chile dictó la ley sobre “Protección, fomento y desarrollo de los Indígenas”, Nº19.253[9] que, en tanto garantiza la “protección del patrimonio cultural” indígena, se considera que tutela a la Wenufoye. En el criterio mapuche esto implica el reconocimiento del emblema con carácter nacional; esta subjetiva interpretación no deja de ser forzada si se considera el texto normativo pertinente:

Artículo 28.- El reconocimiento, respeto y protección de las culturas e idiomas indígenas contemplará: […] f) La promoción de las expresiones artísticas y culturales y la protección del patrimonio arquitectónico, arqueológico, cultural e histórico indígena”.

En el año 2010 la Controlaría General de Araucanía (Chile) emitió su dictamen 022247N10[10], que concluyó afirmando:

“… la Municipalidad de Villarrica se encuentra facultada para autorizar el izamiento de la bandera, emblema o escudo del pueblo mapuche junto a la bandera nacional, en las reparticiones municipales de su dependencia, en el entendido que el uso de esos símbolos cumpla la exigencia de satisfacer una expresión cultural, educativa o artística de la referida etnia”.

Este parecer se consolidó a lo largo de los años, hasta la actualidad y constituye un reconocimiento jurídico de la Wenufoye por el Estado chileno.

Desde este contexto combativo y radicalizado la Wenufoye adquirió características políticas y su uso se divulgó con creciente aceptación hasta el punto que algunos advierten sobre el peligro de su banalización, ya que el omnipresente mercado se apoderó de ella y hoy se la ve como emblema de los más variados productos y vestimenta, aparece en manifestaciones folklóricas, en preparados naturales y demás.

En la actualidad la Wenufoye es un emblema multifuncional, con el que se identifica particularmente al pueblo mapuche. Es un atributo que lucen con legítimo orgullo quienes se ven reflejados en este paño, soslayando las pretensiones secesionistas que le asignan otros, que la consideran la imagen misma de un estado propio (Mapudungún), que abarcaría territorios que están bajo la soberanía de Argentina y de Chile.

Descripción

La documentación vinculada a la creación de Wenufoye se conserva de manera parcial. Existen varias descripciones, aproximadamente coincidentes que dan razón de su significado.

Corresponde describirla desde su centro, formado la representación plasmada en un cultrún o cultrum o kultrum ceremonial, usado en los ritos tradicionales. Es un instrumento de percusión formado por una caja semiesférica construida en un tronco ahuecado de canelo (foye, considerado un árbol sagrado), pero también de laurel (triwe) o lenga (variedad de roble), al que se adosa un parche de cuero ovino, caballar o de guanaco.  Su diámetro frisa en los 40 centímetros. En el interior se colocan piedrecillas, hierbas medicinales, plumas o huesos.

La superficie el parche se pinta de amarillo (chod) aludiendo a la vitalidad solar, y una figura compleja trazada en tinte rojo (o con sangre sacrificial) que representa la “tierra de los cuatro lugares” (meli witran mapu), señalada con los puntos cardinales, donde destaca al Este (pwel, lugar del nacimiento del Sol (a veces con forma de cruz gamada), con lo que se sintetiza al universo. En los espacios así definidos se representan generalmente al Sol y a la Luna, pero también a otros símbolos o al primero, en forma exclusiva, como así también estrellas. Cada cuarto de la superficie alude a las estaciones, formando una cruz de brazos iguales. Mientras que los trazos que las dividen evidencian al relmu (arco iris) otros indican que son las patas del choique (ñandú).

En cuanto al paño del vexilo consiste en tres franjas iguales, horizontales, en celeste o azul (calfu) signo de la vida, del cielo, el orden; verde (karü), la naturaleza, el poder de sanación, lo femenino, y rojo (kelü) la fuerza, el poder, la memoria ancestral.

Por arriba y por abajo, hay dos guardas rituales guemiles (ngümin) de color negro y blanco (kuri/ liq) aludiendo al equilibrio de todo, el día y la noche, lo estable y lo dinámico, lo tangible y lo intangible. Contiene una sucesión de estrellas escalonadas (nimiñ[11]), por lo general doce, número que puede variar, las que aparentan ser cruces en la mirada del profano. Se considera que estas guardas muestran el poder transformador que surge de las artes y el trabajo, el conocimiento, las ciencias.

Esta interpretación podría extenderse aún más, con numerosos detalles, que no siempre son coincidentes.

Símbolo de contradicción

En los últimos años esos grupos radicalizados de los que se habló derivó en la comisión de todo tipo de delitos: cortes de rutas, usurpaciones de tierras públicas y privadas, amenazas de todo tipo, destrucción de infraestructura, exacciones a los transeúntes, incendios de propiedades y de bosques nativos, violencias, hasta de lesiones y asesinato de pobladores de la zona. La organización Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) de la que Francisco Facundo Jones Huala es cabeza visible, se adjudicó la mayor parte de esas acciones[12]. La agrupación posee un escudo, pero no cuenta con bandera propia, sino que utiliza la Wuenufoye con la idea de dar legitimidad a sus actividades. Algunas de sus entidades satélites han empleado vexilos negros con el cultrún en blanco, lo que remite a una de las enseñas del anarquismo.

Transcurría el año 2017 bajo el gobierno del presidente Mauricio Macri, cuando a través de su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se planteó la seria amenaza para la convivencia democrática en la región que implicaban estas entidades clandestinas[13]. Coincidió el líder de la oposición en el Senado, Miguel Pichetto[14].

En Argentina la débil y hasta cómplice política de los gobiernos de Cristina (2007-2015) y de Aníbal Fernández (2019-2023) toleró estos abusos, incluso otorgó escandalosos subsidios[15] para estas agrupaciones, mientras que no ocurrió igual para con comunidades que acreditan larga residencia en sus tierras. No deja de ser significativo que en el año 2021 el ex canciller Rafael Bielsa[16], embajador argentino en Chile, abogara por la liberación de Jones Huala, detenido por crímenes en ese país. En Argentina, una mayoría de tribunales prefirió minimizar su accionar, dilatando la toma de decisiones en los procedimientos policiales y demorando las acciones tutelares de los pobladores perjudicados. Así, se configuró una gran paradoja, al amparo que les aporta el sistema legal argentino los grupos radicales niegan la soberanía de los estados argentino y chileno, desconociendo a sus autoridades y la vigencia de la ley en ambos lados de la cordillera. Una situación que aparece fogoneada y multiplicada con netos propósitos ideológicos desde la Mapuche International Link (MIL)/ Mapuche Nation, fundado en Bristol (1996)[17], activa central radicada en el Reino Unido.

El inicio de la explotación a gran escala del riquísimo yacimiento gasífero de Vaca Muerta en Argentina (junio, 2023) parece haber agregado un elemento más en la compleja la situación.

Paralelamente existen numerosas comunidades de mapuches que pueblan esas mismas zonas desde el siglo XIX, que desarrollan su vida con total normalidad, reivindicando sus demandas, cultivando sus rasgos culturales, explotando sus tierras y cooperando con la acción del gobierno constituido. Ellas también se identifican con la Wenufoye, no consideran que sea un vexilo separatista, en consecuencia, niegan las veleidades de formar un estado nacional mapuche (Wallmapu) basado en la pertenencia a la etnia y aspiran a que no se los confunda con los nucleamiento radicales. En su concepción, la Wenufoye no es una divisa combativa, ni un emblema que acompañe actos delictivos. No extraña entonces que hayan sido blanco de agresiones de quienes los consideran traidores a los ideales radicales.

No se conocen cómputos en Argentina pero en el año 2021 una nota de la BBC indicó que el 70% de los mapuches chilenos rechazaban la violencia[18] como medio de obtener sus reivindicaciones.

Aunque ambos sectores se referencien en la Wenufoye, es claro que existe una antinomia entre la visión de unos y otros. De esta manera la enseña se constituye en todo un símbolo de contradicción, una situación que admite ser explotada desde una perspectiva ideológica. Esta es la realidad que desde la Vexilología interesa puntualizar.

Identidad y convivencia

Ante evidencias de que los recientes incendios en la zona de El Bolsón (Río Negro) y Epuyen (Chubut) tuvieron origen delictivo y considerando las recientes manifestaciones de Jones Huala, el sentimiento de rechazo a las demandas de estos grupos se acentuó notablemente en la opinión pública de Argentina. La escalada piro maníaca colmó la medida. Así, por Resolución Nº210/ 2025 del Ministerio de Seguridad Nacional[19], se calificó a la RAM[20] como una “organización terrorista”.

En consecuencia, hay referentes sociales y políticos que pretenden se considere a la Wenufoye como un símbolo subversivo y que, por ende, debe ser proscrita[21]. Subjetivamente este designio puede entenderse como una posición extrema, ya que no puede considerarse que es de uso privativo de los violentos, ni mucho menos. Sin embargo, lo acontecido en los últimos años confunde las cosas y torna ambivalente la función del símbolo.

Desde la Vexilología podría decirse que a futuro se visualizan varias opciones. O bien alguno de los grupos referenciados modifica su diseño, para que exprese su particular posición o adoptan otro diferente, con el que se consideren mejor identificados, aunque esto se considera muy improbable.

En Chile existió un precedente en el vexilo que adoptó una fracción de la tendencia ultramontana; un paño rojo, con la estrella de Arauco en blanco[22].

En definitiva

Más allá de este planteo teórico se estima que la Wenufoye continuará siendo usada tanto por la generalidad de la etnia, como por la minoría ideologizada y violenta

El empleo de la Wenufoye acredita ya más de tres décadas y cuenta con amplia aceptación, además de que cada segmento detenta la aspiración de considerarse legítimo heredero de aquella bandera que surgió en 1991 en el despertar de las reivindicaciones por la identidad mapuche.

Por lo expuesto, quienes se dediquen al Ceremonial, al Protocolo, a la Organización de Eventos y los responsables de llevar adelante actos oficiales harán bien de actuar con extrema prudencia, cuando se trate de la aparición de este vexilo en sus eventos. De hecho, nunca debe compartir mástil, ni con la Bandera Nacional, ni con las de provincias, que que estas son símbolos de naturaleza estatal.

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Otra nota en este Blog

Banderas indígenas de Chile/3: Los pueblos de la ancestralidad mapuche. El gran tronco mapudungun; https://banderasargentinas.blogspot.com/2022/08/banderas-indigenas-de-chile-3-los.html



[3] Con este término figuran en la Constitución Nacional.

[5] FAMIN, César. Historia de Chile. Imp. Guardia Nacional. Barcelona. 1839, p. 14; https://books.google.com.ar/books?id=QvlQAAAAcAAJ&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false

[6] CARRILLO BASCARY, Miguel. El misterio de las dos estrellas https://banderasargentinas.blogspot.com/2023/01/el-misterio-de-las-dos-estrellas.html

[7] NAVARRO, Herminia. El Nguillatun, ceremonia mapuche: Un análisis desde la antropología lingüística https://repositoriosdigitales.mincyt.gob.ar/vufind/Record/MemAca_eade43da9c31537c79ce032f9ee848aa

[8] Ellos son los huiliches, lafquenche, nagche, pehuenche y huenteche.

[11] Doce son los jugadores del palín, suerte de juego lejanamente parecido al hockey sobre césped, que también se desarrolla con quince participantes. 

[12] Declaraciones de Jones Huala: https://youtu.be/pZD3xTUmlmE

[15] INFOBAE 9/2/2025: Dos auditorías de la SIGEN (Sindicatura General de la Nación) revelaron graves irregularidades en millonarios subsidios; https://www.infobae.com/politica/2025/02/09/dos-auditorias-de-la-sigen-revelaron-graves-irregularidades-en-millonarios-subsidios-girados-a-comunidades-mapuches-que-usurpan-tierras/

[20] Entidad establecida hace el año 2009, cuyos miembros han sido condenados como responsable de muchos delitos, tanto en Argentina como en Chile.

[22] CARRILLO BASCARY, Miguel. La estrella sobre el cielo sangrante. https://banderasargentinas.blogspot.com/2022/12/la-estrella-sobre-el-cielo-sangrante.html

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