domingo, 11 de noviembre de 2018

Recobrando la memoria ...

1918, la guerra inconclusa

Bandera conmemorativa compuesta por las de aquellas naciones que prevalecieron en la Primera Guerra Mundial
Por Miguel Carrillo Bascary
Un tema casi borrado de la memoria argentina

El 11 de noviembre de 1918 se firmó el “Armisticio” que hizo callar las armas en el frente europeo, la “Gran Guerra” como se la llamó entonces parecía finalizada, la historia comprobaría amargamente que solo se iniciaba un intervalo y que la conflagración renacería multiplicada en violencia y muertes en 1939.

Los argentinos de hoy no tienen conciencia de lo que significó aquella guerra y que, sin embargo, tuvo enorme repercusión en nuestra sociedad hasta el punto que determinó un cambio fundamental para nuestra forma de vida; modificó la estructura económica del país y hasta la composición de la sociedad.

Para simplemente esbozar los efectos que la lucha en la Vieja Europa produjo en nuestras pampas sería necesario un grueso volumen. Literalmente, en solo cinco años cambió el mundo.

Nos conformaremos en brindar algunas referencias para que esa falta de memoria a la que aludíamos no sea tan vergonzante.

Como primera medida digamos que estamos hablando de la “Primera Guerra Mundial”, como se le denominó poco más adelante.

Los adelantos que impuso la tecnología llegaron de la mano de la muerte: los tanques; el uso de la aviación y sus bombardeos; las ametralladoras y el colmo del espanto, los gases venenosos, un arma del Apocalipsis.

Hasta el Derecho se modificó, a impulso de las transformaciones que ocasionó el conflicto surgió el "Constitucionalismo Social" que daría sustento al llamado "estado benefactor" cuyo apelativo nunca llegó a realizarse pero que abrirá las puertas del sistema internacional de los Derechos Humanos, luego de terminada la "Segunda Guerra Mundial".

Los “beligerantes”

En el bando que eufemísticamente podemos llamar “vencedor” se alinearon: el Reino Unido (arrastrando ras de sí a todas sus colonias, literalmente); Francia (que hizo lo propio). Se sumaría también Bélgica y Luxemburgo tempranamente invadidas por Alemania, violando su neutralidad. En el camino quedó Rusia, que en 1917 se retiró del conflicto para implosionar en sus propias contradicciones y derivar en el sangriento régimen de los soviets dando lugar a otro imperio totalitario, la Unión de repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Estados Unidos se sumó tardíamente y su poderío industrial decidió la suerte de los “imperios centrales” como se denominó a los vencidos. La Italia y el mismo Japón combatirían asociados a los que luego enfrentaron en la Segunda Guerra”. Hasta el Brasil; Cuba y Portugal se sumaron a los aliados.

En frente opositor se contaron: Alemania; la entonces Austria-Hungría y el imperio otomano

Hubo estados desaparecieron; otros tantos surgieron (algunos en forma efímera), la geografía del mundo cambió para siempre.

Las víctimas

Vale mencionar algunas cifras, gosso modo. Diez millones de muertos; ocho de desaparecidos; veinte millones de heridos que llevarían en sus cuerpos y mentes el drama bélico hasta que la muerte agotara esos recuerdos voraces.

Millones más murieron por las enfermedades. Millones también se convirtieron en parias en sus propias naciones y debieron emigrar, las ríadas de refugiados marcaron una época.

La Guerra y nuestro país

Argentina no estuvo ajena, si bien no se contó entre los beligerantes tuvimos navíos hundidos y miles de argentinos se enrolaron en la lucha; algunos por fidelidad a las patrias de sus padres o abuelos; otros por deseos de aventura y hubo también los que sacrificaron un buen pasar por razones de ideales. Se trata de un número sin posibilidad de comprobación, pero algunas estimaciones extienden a 43.000 los argentinos que participaron del conflicto. Hemos de recordarlos.

Como nota peculiar, cientos de barcos comenzaron a cruzar los mares colmados de caballos nacidos en las pampas. En aquellos tiempos, donde la motorización estaba en pañales, aún era necesaria la tracción a sangre para la lucha armada. Una contribución del reino animal al dios de la guerra.

A partir de 1918 muchos europeos cruzaron el Atlántico con la esperanza puesta en una tierra lejana, Argentina. Miles viven aún, en sus descendientes, tan criollos como el mate, pero con alguna nostalgia por el terruño ancestral.

Una oportunidad asumida

Por increíble que parezca hubo un sector social que a la larga se benefició con los cambios ocurridos en una sociedad estratificada, profundamente paternalista.

Sí, hablamos de las mujeres. Las carnicerías de las trincheras llevaron a los hombres los frentes de batalla, la maquinaria bélica demandaba suministros y fue entonces que se convocó a las para cubrir las vacantes en las fábricas y en los campos. También en otro tipo de servicios. Se escribe fácil; fue dramático, pero es indudable que la “Primera Guerra” abrió a la mujer las puertas del mundo, bien están.

Esperanzas y espantos

Aquel 11 de noviembre de 1918, se creyó que las angustias habían terminado y que podría avizorarse una nueva realidad donde una “Sociedad de Naciones” garantizara la paz y promoviera el desarrollo humano.

Cruel ilusión, la fecha fue solo un hito en la historia de un género humano que lleva la violencia en sus genes. La gran depresión de 1929; los genocidios (comenzando por el de armenio, el mismo año de 1918); el holodomor (la hambruna en Ucrania y Rusia, con sus tres millones de muertos); el afianzamiento del colonialismo; los bombardeos atómicos; son apenas referencias de una cruel realidad.

Concluyendo

Entre tanto horror hubo sí oportunidades para que la vida se impusiera sobre la muerte. Ocurre siempre, en toda contienda humana. Es la luz al final de un túnel que nos da fuerzas para seguir en el acontecer de cada día.

Hoy 11 de septiembre valga un recuerdo para aquella humanidad estragada, para nuestros abuelos; bisabuelos y tatarabuelos, de los que apenas sabemos sus nombres que de una u otra forma sufrieron la Guerra en sus vidas.

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