jueves, 3 de julio de 2025

Pálido recuerdo para tantos héroes

Postrer homenaje al “soldado desconocido”

Urna votiva, Catedral de Bs. Aires (1945)

Por Miguel Carrillo Bascary

Guarda la Historia que algo más de 5.000 hombres integraron el Ejército de los Andes que protagonizaron la liberación de Chile, muchos de ellos también hicieron la campaña del Perú. 

De esa ingente legión solo 78 volvieron al país[1], los mandaba quien tenía la más alta graduación, el paraguayo José Félix Bogado, quien se sumó a los Granaderos de San Martín como “trompa de órdenes”, cuando fue liberado de los españoles, luego del combate de San Lorenzo. Nombrado por el Libertador teniente coronel quedó a cargo del resto de los últimos argentinos que quedaron combatiendo en el Perú.

José Félix Bogado (1777-1829)

El 9 de diciembre de 1824 se consumó la caída del último resto del otrora poderoso ejército realista, fue en la batalla de Ayacucho, con ello los últimos efectivos del ejército sanmartiniano emprendieron el regreso. Debieron recorrer un largo periplo. Habían sido olvidados, tanto por su patria como por los gobiernos de Chile y el Perú. Se embarcaron en el puerto de El Callao en junio de 1825 y llegaron a Valparaíso el 10 de julio. Estaban literalmente sin recursos y desprovistos de vestuario, cuesta poco imaginar el lastimoso aspecto que presentaban.

Un antiguo camarada de armas, el general Ramón Freire, a la sazón, director supremo de Chile los auxilió con una exigua suma que les permitieron subsistir hasta el verano, en que emprendieron el cruce de la Cordillera. Finalmente partieron el 13 de enero de 1826, algo más de un mes les demandó llegar a Bs. Aires, lo que ocurrió el 19 de febrero.

La ciudad los recibió con total indiferencia, haciendo realidad el axioma que dice: los pueblos se olvidan de sus soldados una vez que alcanzaron la paz. Es una constante, en todas las naciones y en todas las épocas. Los argentinos tenemos bien presente lo que pasó en Malvinas. Rivadavia disolvió formalmente el glorioso Regimiento, que solo existía en alguna olvidada carpeta. Los sobrevivientes que así lo quisieron fueron agregados a la escolta del presidente y del general en jefe del Ejército, Carlos M. de Alvear; dos notorios enemigos del general San Martín.

Solo siete veteranos quedaban de quienes formaron en los escuadrones del heroico regimiento en 1817. Entre los otros no todos eran héroes, tres llegaron como prisioneros, habían participado del motín que permitió la recuperación del fuerte de El Callao (5 de febrero, 1824) por parte de los realistas. Un desgraciado trio que acaso soñó que se les perdonara aquella acción que emprendieron cegados por el hambre y el olvido. No ocurrió así, un consejo de guerra los halló culpables y fueron colgados de la horca en la plaza del Retiro el 25 de noviembre de 1826.

¿Qué pasó después?

El “Regimiento de Granaderos a Caballo” sería recreado y reorganizado el 25 de mayo de 1903 por decreto de otro gran denostado por la opinión pública actual, el presidente y general Julio A. Roca. Para resaltar los servicios que acreditaba a la libertad del continente, por decreto del 31 de octubre de 1911[2] el presidente Roque Sáenz Peña ordenó que llevara el nombre de “General San Martín”.

De los caídos nadie se acordó. Fue recién un siglo más tarde del arribo de los veteranos desde el Perú, cuando se organizó un acto de homenaje que, mirado con los ojos actuales, puede interpretarse más como una justificación de la culpa nacional o como una herramienta emotiva instrumentada para resaltar la gestión del gobierno de facto del GOU[3].

El 5 de julio de 1945 el gobierno de facto del general Edelmiro Farrell, del que era ministro de Guerra, el coronel Juan D. Perón emitió el Decreto Nº14.932/ 45. Su texto puede verse en las siguientes imágenes, destaco particularmente sus “considerandos”, donde se justifica el proceder en la imposibilidad de repatriar los restos de tantos compatriotas que cayeron en las campañas de Chile y del Perú. Por ende, ase dispuso hacerlo con algunos restos que simbolizaran a ese todo, caracterizados bajo la significativa designación de “cenizas del soldado desconocido que luchó por la Independencia” entre los que se contaban también “los marineros que sucumbieron en los ríos y mares del Sud”. Contenidos en una urna se ordenaba que fueran depositados en el mausoleo dedicado al general San Martín, en la catedral de la ciudad de Bs. Aires. A tal fin designaba una comisión ad-hoc presidida por Farell y consagraba el día 17 de agosto para rememorar en forma conjunta al Libertador y a esos soldados desconocidos.

Mayores precisiones

En la fan page “Granaderos Bicentenario” puede leerse interesantes detalles, lo que resumo.  Se trajeron restos de soldados muertos en el Uruguay. De Riobamba (Ecuador), al no poder establecer el lugar de enterramiento, se extrajo tierra del lugar del combate, al igual que en Paracas (Perú), sitio del desembarco de la Expedición Libertadora del campo de batalla de Pasco. En Ayacucho, Chacabuco y Maipú se pudieron extraer algunos huesos. Desde Bolivia se trajeron restos óseos extraídos en La Florida, Huaqui, Suipacha y Sipe-sipe. En Salta y San Lorenzo se tomaron algunos restos, no así de Tucumán, por lo que se sumó algo de tierra del Campo de las Carreras. El rastreador Drummond extrajo arena de las costas de la isla Martín García, en donde varó la fragata Hércules al mando de Brown, lo que fue el aporte de la Armada. Las osamentas se incineraron y todo se colocó en la gran urna de bronce que permanece frente al túmulo dedicado al homenaje a San Martín en la Catedral de Bs. Aires. El 29 de agosto de 1945, a las 15:30 la urna fue cerrada (soldada) y colocada en ese lugar. (Ver foto al inicio de esta nota)

Providencialmente la urna no fue profanada cuando en junio de 1955 hordas fanatizadas saquearon e incendiaron parcialmente el templo porteño.

Referencia colocada en el atrio del templo

Años después el 17 de junio de 1957, como parte de las ceremonias que inauguraron el Monumento Nacional a la Bandera, en Rosario, otros restos óseos tomados del enterratorio del Convento de San Lorenzo fueron colocados en el Propileo, bajo la “Llama de la argentinidad”, encendida en homenaje al “soldado desconocido muerto en las luchas por la independencia”.

Puede ampliarse al respecto en de la llama de la eternidad en: https://banderasargentinas.blogspot.com/2023/04/los-restos-del-soldado-desconocido.html

"Llama de la argentinidad", Rosario



[1] Otras investigaciones amplían algo este número.

[2] Boletín Oficial del 16.11.1911 https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/11376841/19111116?busqueda=1

[3] Sigla que usualmente se traduce como “Grupo de Oficiales Unidos”, del que fue figura principal Juan D. Perón.

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