domingo, 27 de diciembre de 2020

La bandera más temida

La señal de PESTE


Por Miguel Carrillo Bascary 

Lo primero a destacar es que no se trata propiamente de una “bandera”, sino de una señal en “forma de bandera”. El vocablo “peste” vine del latín, pestis, apelativo con que se designaba a cualquier enfermedad que afectaba a un conjunto de personas.

El título que abre esta entrada se justifica plenamente, cuando pensamos el horror que despierta en la Humanidad constatar su miseria como especie ante el insondable misterio de la enfermedad, un estado capaz de aniquilar civilizaciones; destruir familias; descalabrar el comercio; paralizar el trabajo … en definitiva, que esta señal nos hace ver a los hombres y mujeres de toda edad, la nada que somos ante las realidades de la Naturaleza.

El terminar este año, el vexilo pestífero desnudando la soberbia de una Humanidad que se consideraba dueña de su destino.

Antiguo sobre franqueado con el timbre alusivo a la 
Exposición Mundial de N. York y una viñeta alusiva a la cuarentena

Los hombres de hoy nos igualamos con aquellos, que con un valor a toda prueba desafiaban los mares desconocidos en débiles embarcaciones de madera, pero palidecían al ver ondear en la brisa la “bandera de la peste”. Contra los piratas podía lucharse; eventualmente confiar en su misericordia, pero contra la enfermedad nada podía hacerse, sino rezar.

Hoy como ayer, ante ese tremolar, los ojos de la Humanidad se vuelven a los cielos buscando a Dios, en mil idiomas, pidiéndole su protección.

El enemigo invisible sigue acechando buscando presas; implacable; mutante; disfrazado en el negacionismo insensato de muchos para sorprender a los incautos y a otras víctimas, aquellas surgidas en la desconsideración de sus vecinos; de sus propios hijos y de sus amigos.

El color amarillo

A lo largo de los siglos diversas patologías se han visto reflejadas en la señal que hoy tratamos: el cólera; la viruela; el sarampión; la fiebre amarilla y la peste bubónica, por supuesto, la “muerte negra” que acabó con más de un tercio de la población europea en el siglo XIV.

Es paradójico que el amarillo, el mismo color del oro y del Sol, símbolo de la vida, de la prosperidad y la energía; haya sido seleccionado para representar el horror de la muerte por enfermedad.

El amarillo también ha señalado a los reos de traición; a las meretrices; a los condenados por herejía; a los locos y a los comerciantes en quiebra. En la Alemania nazi se impuso a los judíos una gran estrella de David de este color que debían llevar cosida sobre su pecho; cruel afrenta que avergüenza a todo el género humano. También en los medios del arte se considera que convoca a la mala suerte.

El amarillo fue el color predominantemente elegido para simbolizar la enfermedad, lo que podría explicarse por varias razones:

  • es uno de los colores más visibles al ojo humano y por ende sirve de advertencia para mantener alejadas a las personas sanas;
  • las principales potencias marítimas de Europa no lo usaban en sus banderas, de manera que en el mar no generaba confusiones;
  • el color ceniciento de la piel de los enfermos, suele representarse con el amarillo pálido, por contraposición del rosado, que caracteriza a la buena salud.

Como vemos, al amarillo se le atribuyen grandes dones pero también, connotaciones cargadas de negatividad.

Un oficio inmemorial

Un lejano antecedente de la enseña pestífera podrían ser las banderolas que llevaban en la Edad Media los cazadores de ratas (rat catchers) que recorrían calles y caminos de Europa aplicando su oficio para el control de estos roedores. En aquellas ciudades fétidas cumplían un verdadero servicio público. Una manifestación muy conocida es la conocida fábula del “Flautista de Hamelín”.

Subsisten antiguas viñetas que muestran a estos peculiares personajes. Se especula que pudieron ser amarillas, para resaltar mejor las siluetas de ratas que llevaban pintadas señalando el oficio.

 

Reforzando la alerta

Como una variante al “mensaje”, la señal de peste se potenció con el agregado del negro, representativo de la muerte en las culturas europeas que, en coincidencia con el amarillo componen una marca visual sumamente clara.

Esto se refleja en las señales negras-amarillas que se usan en las carreteras y como código de advertencia en materia de seguridad industrial. Apareció así la bandera cuadriculada en negro y amarillo.

Con el advenimiento de la cultura del automóvil fue necesario reglar su circulación y como principal señal luminosa se apeló al semáforo, donde el amarillo significa: cuidado; advertencia. De allí su simbolismo pasó a muchos otros usos.

Otros significados

La temida “yellow Jack”, como la llamaron los marinos británicos, se usó para advertir la presencia de enfermos a bordo; por extensión se empleó para simbolizar la cuarentena sobre una embarcación; los hospitales (antes de que se inventara la “cruz roja” a mediados del siglo XIX); los lazaretos; colonias de leprosos y otros lugares similares.

Otro nombre que mereció fue el de “Quebec”, emblema de la “Q” en el alfabeto de señales marítimas. Claro estereotipo discriminante que emplearon los británicos para con los habitantes de la antigua colonia francés de la ciudad homónima. Hoy ha persistido en el "Código Internacional de Señales" para la navegación, implementado desde 1855 por iniciativa de la "Cámara de Comercio Británica” (British Board of Trade). Sin embargo, luego de sucesivas revisiones el código Quebec hoy indica precisamente lo contrario a su primitiva connotación, y se considera que implica: “barco sano”.

La lucha actual

Al declararse la actual pandemia de corona virus la “Sociedad Española de Vexilología” promovió un concurso que permitió seleccionar un emblema de la lucha contra este mal. Se consideraron 23 proyectos (1) de entre los que fue seleccionado el que presentó José Manuel Erbez. Su memoria descriptiva dice así:

      “La mitad superior de la figura central en forma de Sol sobre la mitad inferior en forma de coronavirus simboliza la victoria sobre la enfermedad. Además, la mitad superior simboliza el amanecer de un nuevo tiempo sin cuarentena (representada por el amarillo de la parte inferior)”.

Notable síntesis en su mensaje; dotado de un bella esperanza y una señal coherente con la tradición aquí explicada. En cuanto a los colores seleccionados; consta el amarillo, por supuesto; pero superpuesto a él, vemos al celeste, emblema de un cielo despejado, sereno, formando un conjunto binario, tal como se expresa en los usos marítimos del Japón para aludir a la letra “Q”. Al respecto advierto la significativa diferencia con el diseño anterior, donde el azul se trasmuta en celeste, acorde al significado que le asignó su creador.

 

Formulo votos para que, vacuna mediante, se concrete el triunfo preconizado en el paño. Las vacunas que por estos días comienzan a distribuirse, así lo hacen esperar. Confiemos.

Banderas en consecuencia

Al comienzo de la pandemia se hizo conocido el crucero turístico “Diamond Princess” que puso en su borda una bandera de Japón con una inscripción que señalaba que llevan enfermos de covid (o por lo menos, así decía el epígrafe).

Vistos los efectos luctuosos de la pandemia, a lo largo del mundo diversas comunidades quisieron expresar su dolor ante la muerte de sus miembros mediante la clásica colocación de las banderas a media asta; lo que en otros tantos puntos del planeta fue rechazado por considerarse una claudicación ante la enfermedad. De ello surgió una polémica sin solución ya que, tanto es legítimo expresar el duelo con este posicionamiento, como es válida la decisión de mantener en alto las banderas. como emblema de fortaleza ante la adversidad. Ambas muy respetables.


Otras banderas de la angustia

Pero también en los últimos meses, luego de las primeras semanas de declarado el confinamiento surgieron otras señales dramáticas. Son las banderolas que procuraban llamar la atención de los poderes estatales y conmover a las simples personas de buena voluntad sobre el hambre y el desamparo que padecían las víctimas más vulnerables de la adversidad. Así, a la blanca se la asignó como significado una urgente demanda de alimentos y a la roja, al pedido de medicinas.


Una manifestación solidaria ante las consecuencias del coronavirus es la coloración de monumentos y de algunos elementos naturales con las banderas de los estados más afectados. Con espontaneidad así lo hizo la comuna de Zermatt (Suiza) que proyectó la enseña argentina sobre el Matterhorn (monte Cervino), actitud que también se reprodujo aludiendo a otros países. En la misma línea podría citarse a la ciudad de Bs. Aires que hizo lo propio con la de Italia, plasmada sobre el Obelisco que la caracteriza.


Así, en plena Era Tecnológica, la “bandera del horror”, la “bandera de la peste”; sigue atemorizando a la Humanidad.

 

Nota: Pueden verse los otros diseños que se presentaron a concurso desde el link https://vexilologia.org/propuestas-para-bandera-de-la-lucha-contra-la-covid-19/?fbclid=IwAR00gv8jsVAdJH2YnAMIfzgm2JafPX2RdaG52wkm9gKjE_hWdZSndfbA7IA

Como curiosidad les presento otros tres diseños presentados al concurso que por distintos motivos me llamaron la atención, en cada caso quedan señalados sus autores.

Daniel Silva                                       Mario Ruiz

Gerard Mendoza


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