Cuando Buenos Aires buscó darse escarapela
Por Miguel
Carrillo Bascary
Las escarapelas surgieron como emblemas militares que permitían identificar a los miembros de un ejército o coalición en tiempos donde la uniformidad no existía. En Argentina es bien conocida la iniciativa del entonces coronel Manuel Belgrano, que desde Rosario pidió al gobierno del Triunvirato que decretaría una escarapela nacional, para distinguir a los efectivos patriotas en caso de un enfrentamiento con los hispánicos. Un precedente cercano fueron las “medidas de la Virgen de Luján”, tradicional sacramental católico (1) que Juan Martín de Pueyrredón dispuso que usara el cuerpo que improvisó para enfrentar a las tropas británicas, en 1806.
En los primeros años de la historia nacional el uso de
la escarapela se difundió ampliamente y llegó a formar parte de los uniformes.
Las luchas de facciones hicieron surgir divisas que permitieron la mutua
identificación. La más conocida es la de color punzó, propia de los federales
que por muchos años formó parte del atavío cotidiano de personas de toda edad y
condición.
Pese a su innegable tradición no es un símbolo
nacional, por razones que nos llevarían a otro objeto que el que nos ocupa.
Puede ampliarse en
¿Escarapelas provinciales?
Esta introducción nos sirve para analizar el caso de
un símbolo propuesto desde el actual gobierno
de la provincia de Bs. Aires que se vio esterilizado a consecuencia de la
pandemia aún en curso. No es mucha la información disponible, pero la que aquí se
cita servirá para caracterizar el proyecto.
En concreto con el objetivo de crear una mística
social en torno al protagonismo de la provincia de Bs. Aires, en los primeros años
del 2020 su gobierno dispuso crear una “escarapela
bonaerense” que evidenciara los “200 años de la autonomía provincial”.
Recordemos que en Argentina cada provincia cuenta con
una bandera particular; algunas tienen un himno o canción local pero solo una cuenta con escarapela, la de
Santiago del Estero.
Esta se adoptó en el año 1997, en concordancia con la
reforma del escudo provincial, que a su vez se basó en la composición
tradicional del blasón en conjunto con la bandera que la provincia usa desde
1986. No ha sido mucha la difusión del
emblema, pero cumplimos con reseñar su existencia. Consta de una escarapela argentina y. superpuesta una estrella roja, convencional imágen del federalismo, con el Sol y la espada del apóstol Santiago que carga la bandera local.
Fue concebida para ser empleada exclusivamente en el
curso del año 2020, como representación de la autonomía provincial.
El portal oficial de Bs. Aires nos aporta los
siguientes datos: https://www.gba.gob.ar/noticias/bicentenario_provincia_de_buenos_aires
Los tres valores que inspiran el diseño son: “la diversidad, la producción y la
integración; pilares de la identidad y del orgullo bonaerense”.
La escarapela bonaerense se trata de un isologo
inscripto en un entramado más amplio; que expresa la idea de “una Provincia que abraza al País, una Provincia que integra a la
Nación con orgullo y protagonismo hermanada con las demás”.
Se continúa explicando, a manera de fundamentación,
que:
“a 200 años de su fundación, se han
superado los conflictos divisionistas que tuvieron dolorosa recurrencia en
nuestra historia. La Provincia es en la patria. No se trata de un isologo
cerrado sobre sí mismo, retrata a la Provincia sin fronteras, una tierra que se
ha distinguido por dar lugar y oportunidades a migrantes e inmigrantes
provenientes de distintas partes del mundo, que fueron también ellos los que
vinieron a poblarla y a construirla”.
Sobre el diseño
El proyecto fue desarrollado por el Ministerio de Comunicación Púiblica de la provincia, es todo lo que se informó al respecto.
Les comparto lo expresado en la web oficial:
“La escarapela está compuesta por elementos
del escudo provincial y del escudo nacional, enfatizando esa doble pertenencia.
En su centro contiene al sol amarillo del escudo provincial, un engranaje rojo
que retoma de su bandera y un anillo de olivos y laureles que se prolongan en
una infinita red de lazos que terminan de construir la imagen de la escarapela.
El
sol del escudo provincial, el engranaje de la producción y el trabajo, las
hojas del olivo y el laurel representando la unidad y la gloria construyen la
identidad bonaerense en el marco de su bicentenario.
El
contraste de colores y símbolos busca expresar la diversidad de la Provincia,
que con sus ríos, mares, sierras, campos, grandes ciudades y pequeñas
localidades compone un universo tan amplio como heterogéneo. La diversidad
reflejada por la escarapela convive en el marco de una integración solidaria,
entre el campo y la industria, la naturaleza y la cultura, la Provincia y el
País.
El
color rojo del engranaje remite al federalismo, a partir del cual la Provincia
asume su compromiso solidario con el resto de las provincias, pero también
expresa la idea de una provincia viva y vibrante; el rojo simboliza el ADN de
un pueblo que abraza los valores de la solidaridad, la igualdad, el trabajo y
la producción.”
Como se observa, se apela a una dialéctica ambiciosa, ciertamente
omnicomprensiva.
La composición es muy bella y
despierta la curiosidad por conocer su significado, pero desde mi experiencia en la materia no resulta apropiada al efecto buscado.
Posee una complejidad evidente lo que impide su fácil reproducción. Para
desentrañar su significado es imprescindible conocer la exposición de motivos. En
definitiva, luce más como un elemento publicitario que como emblema
institucional.
El rojo alcanza un protagonismo tal que opaca la alegada síntesis entre el Escudo nacional y el provincial. La
simplificación de los rayos solares solo permite advertirlos desde una muy
corta distancia. Quizás el blanco debió tener mayor diámetro.
Según se comentó desde fuentes oficiales esta escarapela del bicentenario provincial procura fundamentalmente destacar la identidad local, en tal caso no se entiende porqué se buscó referenciarla con la nacional. La incongruencia destaca aún más si se observa que entre sus colores falta el verde que compone el 50% del paño de su bandera. Pero, claro estás que son apreciaciones subjetivas.
De ciclos y símbolos
En todo aquello que simbolice a una sociedad
determinada puede distinguirse un ciclo;
que básicamente comprende varias etapas: elaboración; presentación a la comunidad;
su eventual aceptación; la oficialización y su enriquecimiento o enraizamiento
en la experiencia social.
Este orden no siempre es claro y, a veces, las etapas
se interrelacionan entre sí. En mi libro “La
Bandera Nacional de la Libertad Civil, su historia y su pueblo” (2015) me
detengo sobre esta temática. Para quien desee adentrarse con mayor profundidad
les recomiendo como imprescindible la obra del profesor Antonio Castagno, “Símbolos y
mitos políticos” (Eudeba, 1980).
El diseño de la escarapela comentada puede verse en cada página del portal web bonaerense; se difundió en medios oficiales cuando el gobernador abrió las sesiones de la Legislatura, pero por las circunstancias pandémicas su propósito quedó frustrado. Habrá que ver si durante el año próximo se insiste con su empleo.
De momento entonces, el ciclo de tan particular
escarapela está fracturado. Consta de su preparación; su presentación a la población de la
provincia (una faceta que solo ha podido concretarse en mínimo grado) y su
oficialización, en la forma expresada. Su falta de difusión es
evidente, ha impedido concretar la etapa de aceptación de la propuesta y
obviamente, tampoco ha sido posible avanzar en acciones que lleven al enriquecimiento, atento a las razones de público dominio.
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