La ceremonia en sí misma
Por Miguel Carrillo Bascary
¿Cómo
se promete?
La costumbre universal se inspira en el
juramento de fidelidad que prestaban las tropas por esto, quién requiere la promesa es una autoridad, en lo posible aquella
que tenga la de mayor jerarquía de entre los presentes al acto (ver foto superior).
En algunos
casos (que van en aumento), hemos visto que algún actor se caracteriza como el
general Manuel Belgrano y que participa en el acto de las promesas. Esto suele
impactar en los niños, pero no es correcto que sea él quién tome la promesa. En
todo caso podrá realizar una invitación a seguir su ejemplo de vida o formulará
una proclama patriota (arenga), pero para no desvirtuar el sentido de la toma
el rol deberá ser cumplido por la más alta autoridad que se encuentre presente en el acto.
La
promesa es pública. Se concreta ante toda la comunidad educativa y, eventualmente, frente al pueblo
en general reunido en ocasión de alguna fecha patria.
Se patentiza a partir de una fórmula que ha ido variando con los
tiempos. En algunas provincias está expresamente prevista en la normativa
vigente. En otras, cada entidad podrá definirla con amplia libertad, pero la experiencia indica que en ocasiones no es apropiada, bien sea por su "mensaje", bien ocurra por el uso de un lenguaje ampuloso, casi barroco.
El
acto de la promesa
propiamente dicha es muy sencillo, ya lo hemos visto. La autoridad recita la
fórmula y los promesantes responden a viva voz: ¡Sí prometo!
Inmediatamente los asistentes prorrumpen en un caluroso aplauso, como forma de
validar la promesa formulada y de expresar un sincero apoyo a la decisión manifestada por
los pequeños. Un toque de diana, aviso
marcial tradicional ejecutado con una trompeta, suele acompañar este momento.
El énfasis propio de la afirmación se explica en la completa decisión contenida en la expresión.
La
promesa se realiza de pie,
una posición que denota atenta disposición para el servicio. Su adopción
uniforme por parte de los promesantes indica también una humilde voluntad de
conjunto.
Por una elemental razón de orden los niños que van a prometer se forman en filas
con aquellos de menor estatura en las primeras. Es la mejor, para que todos
puedan destacarse. Sin embargo, tengo conocimiento que en alguna escuela
expresamente se dispuso que los promesantes se coloquen como gusten; ya que la
formación en filas remite a “costumbres castrenses”. Lamento disentir, absolutamente, en primer lugar porque la posición
caótica genera pujas entre los niños, siempre hay algunos que buscan sobresalir
y también los hay que se mantienen aislados; en segundo lugar, porque el
ordenamiento en filas no es exclusivo de los militares; es un comportamiento
humano casi atávico son innumerables los ejemplos que nos aporta la
cotidianidad.
En la mayoría de las provincias del
interior los promesantes remarcan su decisión extendiendo el brazo derecho hacia adelante, en forma más o menos
perpendicular a la línea de su cuerpo. Esta posición también tiene un origen
antiguo y constituye una recreación del gesto de tocar o besar la bandera que
realizaban los soldados al tiempo de jurar. Lo propio ocurre en la mayoría de
los juramentos que realizan nuestras autoridades cuando asumen sus funciones. Hemos podido constar este tipo de posición en: Catamarca; Chaco; Chubut; Corrientes; Formosa; Jujuy; La Rioja; Misiones; Río Negro; Salta; Santa Cruz; San Luis; San Juan; Santiago del Estero y Tucumán (en algunas de forma exclusiva).
La práctica también tiene su correlato en
el llamado “saludo Bellamy” (Pledge of Allegiance)
difundida a fines del siglo XIX por el pastor bautista Francis Bellamy
(EE.UU.;1886 – 1972). La más antigua referencia sobre esta forma de saludo la encontramos en el órgano de difusión del Consejo Nacional de Educación, Nº487, tomo XLVI, del 31 de julio de 1913. Esta usanza es de ejercicio cotidiano al comenzar la
jornada escolar en los Estados Unidos, aunque en algunos estados se practica solo los días lunes; mientras que en Argentina la promesa a
la Bandera se concreta una sola vez en toda la experiencia escolar de los
niños.
A consecuencia de que los nazis y fascistas
adoptaron la posición del brazo extendido como un saludo a sus líderes, fue
lógico que durante la Segunda Guerra Mundial el ritual despertara resistencias
en los Estados Unidos; por esto en muchas regiones fue reemplazado por el gesto
de llevarse la mano derecha al corazón,
una práctica que también se difundió en nuestro país en el curso de la última
década. Hemos constatado esta variedad en escuelas de: Bs. Aires; Córdoba; Corrientes; Chubut; Entre Ríos; La Pampa; La Rioja; Neuquén; Río Negro y Tucumán.
Algo más sobre el “saludo Bellamy”
El brazo
extendido tiene uno claro propósito mostrar la intención de posarse en la
Bandera, como objeto cuasi-religioso; tal como en muchas culturas se lo
considera desde el punto de vista de la civilidad. Es un gesto perfectamente
natural; de esto da fe el propósito de los fans de tocar a su
artista preferido.
Extender el
brazo hacia algún elemento significativo, propio de diferentes culturas, es un
gesto atávico de identificación, de búsqueda de protección, el que puede
interpretarse como un intento de recibir la buena influencia del objeto
religioso; en suma, de establecer un vínculo sensible, vital, positivo.
Veamos que sucede
con relación a la bandera. En una clase; como era impráctico que todos los
niños tocaran la bandera, Bellamy propuso sustituir ese contacto por el brazo
extendido, cuyas connotaciones positivas en la sociedad buscó reforzar
aludiendo al saludo romano.
Marco Aurelio saluda a Roma (Museo
Capitolino)
El fundamento
de lo enunciado podemos hallarlo en la forma en que se realizan los juramentos
durante la toma de posesión de las autoridades políticas, lo principalmente se
evidencia en aquellas ceremonias que implican a varios legisladores. Cuando
prestan su juramento no pueden materialmente apiñarse en derredor de la Biblia
y por ende extienden su mano derecha en su dirección, copiando claramente la
postura corporal propia del saludo Bellamy y del saludo romano.
El brazo extendido evidencia la intención de posar la mano en la
Bandera, que en muchas culturas era considerada un objeto cuasi-religioso. Es
un gesto perfectamente natural.
La más extraña forma de prestar promesa a la Bandera la hemos documentado en la provincia de Salta, como resulta de la siguiente fotografía, lamentablemente carecemos de otra referencia y mucho agradeceremos poder recibirla en nuestro correo.
Verdaderamente llama la atención ya que el saludo con el puño en alto (en este caso, el derecho) es un signo de rebeldía internacionalizado.
Cualquiera sea la forma elegida, el acto de la
promesa posee una emotividad impactante.
Por lo general los mayores reviven aquella edad en la que ellos mismos
formularon la promesa, con toda la inocente e inexpresable belleza que implica
verse reflejados en los niños.
¿Cuál es la fórmula para
prometer a la Bandera?
La disposición del “Consejo
Nacional de Educación” adoptada en 1909 y difundida por su órgano oficial
“El Monitor de Educación Común” estableció la siguiente fórmula:
“Alumnos: la Bandera blanca
y celeste – Dios sea loado- no ha sido jamás atada al carro triunfal de ningún
vencedor de la tierra.
Alumnos: esa bandera
gloriosa representa la patria de los argentinos. Juráis rendirle vuestro más
sincero y respetuoso homenaje; quererla con amor intenso y formarle desde la
aurora de la vida un culto fervoroso e imborrable en vuestro corazones;
prepararos desde la escuela para practicar a su tiempo con toda pureza y
honestidad las nobles virtudes inherentes a la ciudadanía; estudiar con empeño
la historia de nuestro país y las de sus grandes benefactores a fin de seguir
sus huellas luminosas y a fin también de honrar a la Bandera y de que no se
amortigüe jamás en vuestras almas el delicado y generoso sentimiento de amor a
la Patria.
En una palabra, juráis hacer
todo lo que esté en la medida de vuestras fuerzas para que la Bandera argentina
flamee por siempre sobre nuestras murallas y fortalezas, a lo alto de los
mástiles de nuestras naves y a la cabeza de nuestras legiones y para que el
honor sea su aliento, la gloria su aureola, la justicia su empresa”.
La alocución debía ser respondida por los niños con un
enfático: “¡Sí, juro!”
Inicialmente, la fórmula del juramento se componía del los
párrafos iniciados con las siguientes expresiones: “La Bandera blanca y celeste”… y
“flamee por siempre”, ambos pertenecían al discurso que Sarmiento pronunció
en la ciudad de Buenos Aires, el 24 de septiembre de 1873 ("Obras completas”,
XLVI), así lo determinó la presidencia del “Consejo Nacional de Educación”, ejercida
por el doctor José María Ramos Mejía, en sesión del 11 de febrero de 1909. Posteriormente, la fórmula fue ampliada,
y se le agregaron el segundo y el tercer párrafos: “Esa bandera gloriosa…” y “Juráis rendirle…”
por iniciativa del inspector general de escuelas, profesor Ernesto Bavio (Sesión
del Consejo del 26 de junio de 1909).
En el año 1949 se
reemplazó el término “alumnos” por el de “niños” (aunque por tradición continuó usándose en muchos casos) y en 1950 la
referencia al juramento se cambió por el de promesa, como se explicó poco
antes.
A más de un siglo de establecida, la fórmula aludida a comienzos el siglo XX es notoriamente anacrónica. Hoy son otros
los lenguajes; otros los códigos sociales; otras las vivencias que implican
aquellas palabras, que ya podían sonar pretéritas cuando se adoptaron, si
tenemos en cuenta que algunas de sus frases fueron tomadas del famoso discurso sarmientino
en 1873.
La fórmula de 1909 modificada en 1950 pervivió por muchas
décadas, hasta que la federalización del sistema escolar ocurrida en los años
90 dio lugar a variantes espontáneas e
inorgánicas, de amplia recepción en la realidad. Paralelamente algunas
provincias asumieron la facultad de regular específicamente la materia, lo que
en la práctica generó una gran variedad de manifestaciones.
Las mutaciones apuntan a simplificar
la alocución; se procura hacerla menos retórica; menos clásica; tiene a procurar una
mayor comprensión para el entendimiento de los niños; en pocas palabras se
intenta modernizar la expresión.
¿Cómo
debe colocarse la Bandera?
En una sociedad democrática como se precia de ser la argentina, la posición de honor de una bandera es la perpendicular al suelo, mientras se la eleva y se la coloca en la cuja del tahalí. Esta, y no otra, debe ser la posición durante la promesa. Resulta verdaderamente inexplicable la supervivencia de una práctica propia de las monarquías, que en inglés se conoce con el nombre de “dipping” y que en castellano se le dice "presentación" de la bandera.
La práctica indica que, en algunas
regiones, cuando el portador presenta la bandera durante el acto de la promesa, la inclina hacia el frente en un ángulo
aproximado a los 45º. Esta costumbre es
una rémora de la reverencia que las banderas hacían ante los monarcas, en
su condición de titulares de la soberanía de la nación (de hecho, esto continúa
haciéndose en los países realistas).
Más aún, no es inusual que las banderas se abatan ante el paso del rey hasta el punto de arrastrar por el piso.
Por otra parte, esta inadecuada colocación
suele generar muchos problemas a los
abanderados de pequeña contextura física o a quienes no están entrenados; ya que el peso del paño y del asta les resulta exagerado.
Nota: tomando en consideración el gran interés que ha despertado esta temática, la continuaremos desarrollando en próximos post. Para no perdérselos suscríbanse como seguidores del Blog.
Buenas tardes.
ResponderEliminar¿Será posible ampliar textualmente esta referencia?:
"órgano de difusión del Consejo Nacional de Educación, Nº487, tomo XLVI, del 31 de julio de 1913.".
Muchas gracias.
David Agüero
Justamente, alude a dicha publicación oficial, la cita contiene todas las referencias para poder verificarla
EliminarBuen día. Se llega aquí por una consulta vinculada con el ceremonial escolar y se encuentra un desarrollo tan apasionante que se hace imposiblec dejar la lectura. Felicitaciones. (Oscar - Instituto Decroly - Tucumán)
ResponderEliminarHola Oscar, celebro que mi Blog pueda serte de interés. Mi propósito es brindar un servicio que permita perfeccionar los conocimientos sobre el tema, sobre todo considerando que una de las actividades del Instituto Decroly es la capacitación en la pedagogía escolar de quienes estudian en mi muy querida natal. Te hago presente que mi pagina está abierta a consultas y aportes de los lectores. Cordial abrazo
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