lunes, 6 de septiembre de 2021

Actos de desagravios

Reparar siempre es necesario

Algunos lineamientos

Bandera argentina en llamas (ignoro el nombre del artista)

Por Miguel Carrillo Bascary 

En respuesta a varias consultas que me llegaron desde lugares tan distantes como Esquel y Tucumán en las que se me pedían algunas pautas sobre la forma adecuada de realizar un acto de desagravio, elaboré esta nota que espero pueda ser de utilidad. 

Inicua tendencia

En los últimos años han ocurrido agravios de diversa entidad contra los símbolos nacionales, monumentos históricos, sepulturas o estatuas levantadas a personalidades del pasado, templos de diferentes confesiones religiosas, placas de homenajes y otras instalaciones similares. Esta ola iconoclasta parece afectar a todas las democracias occidentales, con excepción de aquellas sociedades donde el respeto es un paradigma esencial a sus culturas. Quedan fuera del análisis los estados totalitarios de diversas ideologías donde la constante es la imposición de un pensamiento único, en cuyo caso los íconos que caracterizan a las minorías están indemnes a la acción oficial o para oficial.

Podrían señalarse como orígenes de estas acciones: las manifestaciones antiglobalización, la intolerancia religiosa, los extremismos de izquierda y de derecha, el ecologismo radical, los afanes “por hacer visibles” demandas sectoriales o el propósito de asumir protagonismos por fuera del sistema político vigente y, particularmente, las infinitas tendencias anarquistas, así como numerosísimos otros factores.

Pintada sobre el Monumento Nacional a la Bandera (Rosario),
luego de una de las reiteradas marchas de ciertos grupos políticos

En esta repudiable realidad tampoco faltan los “rebeldes sin causa”, los alienados, entre los que encontramos quienes dicen “obedecer a voces”; los que pretenden “perpetuarse” agrediendo a un bien reconocido por la sociedad, los resentidos por distintos motivos, y hasta aquellos que inconscientemente pretenden llamar la atención general sobre sus carencias subjetivas u objetivas. Podría continuar refiriendo otras ontologías, pero entiendo que con estas referencias es suficiente para circunstanciar estos comentarios. 

El rol de la ley

Todos los estados disponen de mecanismos legales que penalizan con menor o mayor dureza este tipo de conductas, en lo que también difieren es en la decisión de hacerlas cumplir. En muchos se ejecutan con eficacia. Me duele decir que, al menos en mi país, la actuación del sistema judicial en este tipo de menesteres suele ser tardía y hasta pusilánime, en la mayor parte de los casos. Tampoco esto será tema de mi desarrollo. Me referí a esta temática en una nota que compartí hace unos tres años, cuyo link aporto a los interesados: https://banderasargentinas.blogspot.com/2018/11/problemas-de-ceremonial-inscripciones.html 

¿A quién se ofende?

Existe un presupuesto fáctico: los monumentos, estatuas, placas, imposiciones de nombres y actos similares son señalados como valiosos a la consideración popular por decisión de las autoridades legítimas avaladas por la anuencia general.

Cuando se concreta un agravio que afecta a un bien social determinado a quien verdaderamente se ofende es a la comunidad que lo reconoce como válido. En consecuencia, la agresión tiene como sujeto al conjunto social implicado, es impropio pensar que lo conculcado es el elemento material afectado. En forma indirecta la violencia ejercida se traslada a la personalidad, al acontecimiento o al valor representado en la cosa, pero el verdadero destinatario de la acción es la sociedad.

Una nueva evidencia del agravio a los valores de una sociedad democrática

Ante este tipo de actos el sentimiento elemental comunitario es el de reparar. Esto demanda una manifestación de empatía y de sensibilidad que implica la respuesta social a la vejación, tanto provenga de autores identificados como no individualizados.

En mis recorridos por la legislación sobre Ceremonial he verificado que son escasísimas las pautas regladas sobre la forma de concretar los actos de desagravio. Este aparente “olvido” normativo es lo correcto, ya que la variedad infinita que pueden alcanzar las ofensas y la diferente entidad de sus sujetos pasivos implicaría un despropósito pretender abarcarlos desde la ley. 

Monumento a las brigadas internacionales, Madrid

Busto de Cervantes, San Francisco (Estados Unidos)
en la pintada puede leerse, "bastardo"

El presupuesto de toda acción

Principio rector: el objetivo del desagravio es la reparación integral, de tal manera que la restauración material se complemente como una reivindicación sensible y valorativa. En consecuencia, la reparación del agravio puede revestir dos formas:

1) La material o física, que implica

a) reparar el material dañado, procurando restablecer el estado previo al evento que lo afectó; o bien,

b) reemplazarlo por una réplica, cuando la restauración sea materialmente imposible, habida cuenta del grado de deterioro sufrido o que haya ocurrido la desaparición total del elemento; o también,

c) la reinstalación de los restos, recompuestos o adicionados de la manera conveniente, como testimonio de la violencia implicada en el agravio; y

d) la sustitución por un nuevo elemento que recuerde a lo afectado, que evidencie la barbarie del vandalismo y que en definitiva reitere la valoración positiva de lo desaparecido en la apreciación del grupo social de que se trate.

Consideraciones:

En estos cometidos siempre se buscará el mejor asesoramiento técnico posible, sin prisas, ya que ellas traducirse en pobres resultados. Una circunstancia que tendrá especial trascendencia si se trata de un bien de características históricas.

Definido el curso de acción lo lógico será contratar al mejor experto o equipo que sea factible para que ejecute la intervención. 

Monumento vandalizado que recuerda a víctimas de 
ejecuciones ilegales, en Chile

2) La reivindicación inmaterial

Esta faceta implicará la revalorización pública y expresa del mensaje contenido en la materia que fue afectada y generar una sensibilidad emotiva en lo social que actúe como bálsamo para los sentimientos del conjunto. Algunos podrán referirse a esto como la reivindicación moral. 

La necesidad de documentar la intervención

Cuando las tareas versen sobre elementos de valor histórico, particularmente, o cultural es imperativo documentar profesionalmente la intervención. Sirva como ejemplo en contrario la enorme lista de objetos del pasado que experimentaron alteraciones a consecuencia de distintos eventos, muchas veces con toda la buena fe de los comitentes, pero con efectos negativos que se revelaron con el paso de los años. 

Pintadas en la histórica Casa de la Independencia (Tucumán) 15/9/1971

Mi propósito en esta nota

El tema tiene múltiples relieves, tantos, que exceden del formato disponible en este Blog. También demanda un correspondiente análisis multidisciplinario. Hecha esta observación y no sin olvidar lo vertido en los párrafos precedentes, me limitaré a su análisis desde la óptica que impone en Ceremonial, buscando señalar los puntos comunes que trasciendan las diferencias entre estados, por lo que entiendo que los criterios que aporto podría reconocérseles validez universal.

Mi objetivo aquí consiste en explicitar algunos de los criterios que podrían orientar a cada actor institución al o social pueda diseñar el dispositivo ceremonial adecuado en procura de la reparación material y emotiva implicada en la acción dañosa.

 Participes

Podemos señalar en este acápite a quienes intervengan en todo lo largo del proceso reparador son sus protagonistas, en esto puntualizo a las víctimas más directas (familiares y/o compañeros de la personalidad agraviada), las instituciones vinculadas al evento, los grupos particularizados en su referencia, las autoridades y todos los que asistan a la ceremonial de reivindicación y, por supuesto, el pueblo en su conjunto, aunque no se sume materialmente al acta.

Unos incalificables queman una bandera argentina

Criterios a considerar

A mi juicio un acto de desagravio tendrá que ser:

- Empático con la o las personas o el sector social directamente afectado. Esto implica que tenga la posibilidad de contar con el debido espacio en el acto de desagravio, para los organizadores será una forma de acompañar sus duelos. Es lamentable pero muchas veces se propicia un dispositivo reparador y los organizadores omiten la participación a las víctimas directas. Este factor de exclusión no hace más que acentuar el dolor y eventualmente genera resentimientos.

- Proporcional al daño infringido. Tanto la exageración como la minimización tienen sus contraindicaciones.

- Emocionante. Como lo destaqué, las ofensas no se limitan a lo material, su principal impacto radica en el campo de las emociones de la sociedad agredida. Alcanzar el pertinente estado emocional resulta demanda fundamental en toda reparación.

- Solemne. Esta característica no es sinónimo de boato. Las solemnidades formales señalan la importancia de un evento y tiene una función insustituible en la dinámica social. Aún en los espectáculos artísticos y deportivos la solemnidad hace su presencia, más aún resulta connatural.

- Creativo. Más allá que en actos de este tipo deben reiterarse ciertos aspectos rituales inexcusables, siempre será posible adicionar alguna cuota de originalidad, de frescura, con espacio incluso para un rasgo inesperado que conmueva la sensibilidad general, tanto o más que el agravio.

- Oportuno. Es una cualidad difícil de sopesar a priori, mucho dependerá de las circunstancias. En ocasiones la inmediatez puede ser adecuada. En otras cabe dar lugar a cierto grado de templanza, de reflexión. En ciertos contextos, la celeridad temporal podría considerarse una provocación y eventualmente el agresor se motivará para redoblar su accionar con nuevas manifestaciones de su intolerancia y con ello surge el peligro de que los hechos escalen. También puede haber otros condicionantes que impidan ejecutar la reparación en fecha cercana al gesto ofensivo, como por ejemplo la necesidad de cumplir con una cuidadosa reparación material. Lo que sí es claro en la experiencia universal que la pasividad alienta a los abusos.

- Participativo/ pluralista, incluso si el agravio afectó a un grupo social determinado. Estas características son complementarias entre sí, manifiestan la conciencia democrática y con ello el valor de la igualdad material. Sugiero que tanto en la programación como en la ejecución se permita involucrarse a diversos actores sociales bajo el paradigma de que “la ofensa a uno es una ofensa a todos”. Es lógico que las responsabilidades podrán variar, por los que los protagonismos serán diferentes, todo es cuestión de equilibrio.

- Público. Es evidente que toda agresión procura “llegar al público”, impactar el tejido social, caso contrario quedaría en el ámbito de las relaciones interpersonales. En consecuencia, la reivindicación tendrá que ser todo lo pública que sea necesaria. Al respecto advierto cuatro causas:

a) que la genere la sociedad en forma espontánea, con prescindencia de las autoridades, eventualmente estas últimas podrán hacerse y eventualmente se sumarán al evento, aunque esto no es lo habitual pues el gobierno estaría reconociendo implícitamente que ha sido lento en dar respuesta al sentimiento general;

b) tampoco faltará que la iniciativa surja espontáneamente del activismo social en las redes sociales que hoy tienen la suficiente capacidad para lograrlo;

c) más allá de estas primeras formas es factible que el gobierno articule luego alguna ceremonia dotada de las adecuadas formalidades, y

d) finalmente, el desagravio podría disponerlo la propia autoridad, en cuyo caso habrá de dar participación a la comunidad en la mejor forma factible.

Demás está decir que en una realidad ampliada como la que vivimos, la cobertura mediática es fundamental para concretar el carácter que al que me refiero.

- In situ. Las más de las veces la reparación demandará que se concrete en el propio lugar donde ocurrió el hecho gravoso, pero no puede soslayarse que realizarla en otro ámbito podría contribuir a darle mayor repercusión o a magnificar las características del evento. También veo factible que el desagravio consistiera en un acto complejo, donde una parte se concrete en el sitio y otra u otras, en un espacio diferente.

- Pedagógico. Un factor delicado. En ocasiones la personalidad o hecho histórico afectado por el agravio pueden no ser bien conocidos por los participantes, por haberse perdido profundidad social por esto, como todo elemento comunicacional el desagravio que contener las referencias imprescindibles para remediar esta falta de información y en el desarrollo del evento corresponderá que se pongan de resalto. Para ello, puede resultar útil que cuando se invita al acto o se anuncie su realización se acompañe información accesoria a tal efecto y que en el momento de concretarse se distribuya entre los presentes una breve reseña impresa, accesoriamente cabrá incorporar la mención de las víctimas más directas y, porque no, los nombres de las entidades organizadoras o convocantes.

- Motivado. La experiencia me indica que este factor puede ser descuidado por los organizadores. De ser así pueden surgir interpretaciones erróneas sobre el acto reparador o bien el contexto social no entenderá qué está pasando. Explicitar debidamente los motivos del evento es fundamental si resulta espontaneo y, más aún cuando intervengan las autoridades. En este último caso corresponderá que además de los clásicos “comunicados oficiales” y de las “conferencias de prensa” se dicte el pertinente acto administrativo, que usualmente tomará forma de un decreto, una resolución o una declaración, si se trata de un cuerpo colegiado. Además, implicará dejar el adecuado registro administrativo para la memoria colectiva, será la forma de concretar el principio democrático de la publicidad de los actos de gobierno. 

Referencias para la organización de la ceremonia

Además de la cuidadosa selección de la fecha adecuada, de su hora, de las condiciones meteorológicas previsibles, del ámbito donde se desarrollará, de su más amplia publicidad y del equipamiento técnico, señalaré algunos ítems que considero pertinentes:

- Presencia de banderas. Nunca me cansaré de señalar que éstas no son parte del decorado. Desde ya que las banderas nacionales implican la presencia inmaterial de todo el pueblo que acompaña el acto. Por lo demás, las que correspondan a otros estados nacionales, a las provincias (estados subnacionales), ciudades, instituciones y otros conjuntos sociales expresarán sus simbolismos propios, lo que evidenciará el pluralismo y el acompañamiento. Demás está decir que deberán ocupar el lugar preminente que les asigna el Protocolo y que las condiciones de presentación habrán de ser impecables incluyendo en esto el rol que se asigne a sus portadores. Estos elementos hacen a la emotividad del acto.

- Ornamentación ambiental. Puede ser una opción para jerarquizar la ocasión y “crear clima” pero, señalo, se impone implementarla con prudencia, solo debe acompañar y no constituirse en centro de curiosidad o de atracción.

- El guionado. Por sencilla que sea la ceremonia de desagravio debe estar cuidadosamente guionada, una tarea que esencialmente es de conjunto. Ni el más experto ceremonialista admitirá confeccionar el guion en soledad; lógicamente que podrá proponer una estructura esencia, pero la participación de otros actores será fundamental. El guionado se requiere, tanto en las organizaciones gubernamentales como en aquellas que protagonizan los sectores populares. Advierto que la emotividad contenida en un desagravio puede llevar a un apartamiento del guion susceptible de generar excesos que luego se lamentarán. Las palabras y gestos tienen que ser, decididos pero prudentes. Lo propio vale para las glosas, por supuesto.

La presencia de la música

En el acontecer humano la música tiene un protagonismo que muchos olvidan, no debe ocurrir. Puntualizaré algunos ítems:

  • Ejecución del Himno nacional. Cuando la afrenta implique valores propios de la nacionalidad, es propio que los actos de desagravio comiencen con la entonación del himno patrio, su canto asociará a los presentes en la perspectiva de las emociones.
  • Intervención de una banda de música. Contribuirá a realzar la excepcionalidad del evento, sus sones contienen un mensaje visceral innegable. Ellos convocan sentimientos y conmueven el espíritu, desde la perspectiva biológicamente generan endorfinas. En la historia del Ceremonial el protagonismo de las bandas es una constante universal, por esto siempre serán bienvenidas. Por razones de hecho lo usual es que estas bandas pertenezcan a elementos de las fuerzas armadas o de seguridad, pero también pueden corresponder a instituciones civiles y en infinidad de casos esto será lo habitual.
  • En circunstancias más simples se podrá convocar a un clarín (en algunos lugares se lo denomina “trompa”). Los diferentes “toques de silencio” otorgan una peculiar emotividad a los eventos. Los instrumentos de percusión (tambor, caja de guerra, redoblante, bombo) promueven una sensibilidad especial ya que el rítmico golpear o su agitado repiqueteo contribuyen al alineamiento sensible de los presentes. Ciertos particularismos locales pueden aconsejar otro instrumento solista (un pífano, por ejemplo). También veo factible que se trate de un instrumento particular de carácter regional o religioso (un erke o kepa en el ámbito andino, o un shofar judío, si es que acompaña a un texto sagrado, y tantos otros). 

¿Bendiciones?

Es costumbre en muchas culturas el bendecir aquellos lugares o elementos que se sindican como históricos o simbólicos. En la eventualidad que hayan sido agraviados corresponde requerir los servicios del ministro del culto que corresponda para que los vuelva a bendecir y, además, formule una advocación pidiendo a Dios protección para ellos. Lo mismo vale cuando se reemplace el testimonio.

La participación de efectivos castrenses

Es también una constante universal. En algunos estados se descuenta su presencia en un acto de desagravio, es lo lógico y connatural, sin embargo, en otros existen factores que cuestionan este acompañamiento, no entraré en mayores consideraciones sobre esta perspectiva me limitaré a señalar que justifican su intervención. Así, en los sistemas democráticos, tanto las fuerzas armadas como de seguridad  expresan al pueblo y por antonomasia a las autoridades que éste la ha dado, tal es el fundamento liminar que avala la participación de los uniformados en las ceremonias de desagravio, particularmente cuando involucran a personalidades o hechos vinculados con la historia patria. 

Registro de lo actuado

En la era de la comunicación se impone el registro de toda actuación, más aún si involucra a algún estamento con autoridad. Para ello, la tecnología aporta numerosos medios que los organizadores sabrán disponer en lo que sea pertinente.

Esto implicará: documentar todo aquello que evidencie el evento dañoso, también las diversas instancias que demande su reparación, restitución o reemplazo. Obvio que ocurrirá lo propio con la ceremonia de desagravio propiamente dicha y con las repercusiones que implique.

Lamentablemente algunos actos vandálicos pueden repetirse en el futuro más o menos inmediato, ya sea en el mismo sitio o en otro de similares características, por lo que todo antecedente será valioso para procurar su reparación.

Conclusión

Sinceramente solo me queda esperar que estas reflexiones sean de utilidad a mis colegas y quienes consideren justo promover y organizar un acto de desagravio. Renuevo mi disponibilidad para cualquier consulta al respecto y, eventualmente, atenderé las observaciones y aportes que puedan realizarme.

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