miércoles, 10 de julio de 2024

Pacto de Mayo, análisis desde el Ceremonial

Apuntes de una noche trascendente

Esta foto[1] manifiesta conceptualmente al federalismo argentino, donde el poder se distribuye entre el gobierno nacional plasmado en la soberana Bandera argentina y en las enseñas de provincias, sus elementos esenciales. Ellas manifiestan a sus pueblos, y a las autoridades surgidas del ejercicio de sus propias autonomías, confluyentes en esa compleja forma de estado[2]. La figura del Presidente de la Nación, revestido de los atributos de su cargo ,corporiza al “Poder Ejecutivo fuerte”  como lo calificaba  Juan B. Alberdi en sus “Bases[3] y puntos de partida”, que anticipó el texto de la Constitucion Nacional. Ambos documentos aparecen extendidos sobre la mesa donde los congresales de 1816 suscribieron el acta de la Independencia argentina. Por sobre todo, un crucifijo materializa a “Dios fuente de toda razón y justicia” que, según consta en el Preámbulo, inspiró a los conencionales constituyentes cuando aprobaron esa norma fundamental en 1853.

Por Miguel Carrillo Bascary

Nota: intentaré analizar con objetividad la firma del “Acta de Mayo” los comentarios que aporto se concretarán desde la óptica del Ceremonial. De las siguientes líneas no debe inferirse ningún propósito político-ideológico. El tiempo dirá si se trató de una ocasión histórica o de un proyecto que naufragó pese a sus buenas intenciones. De momento fue evidente que los partícipes procuraron dar a la ceremonia un sobrio pero muy emotivo desarrollo. 

Referencias para los lectores que no sean argentinos

A la hora cero del día 9 de julio del año 2024, en la Casa Histórica (San Miguel de Tucumán) donde en la misma fecha de 1816 se proclamó la independencia nacional, respondiendo a la convocatoria del Presidente de la Nación se reunieron 17 gobernadores[4] y el jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Bs. Aires, con el propósito de rubricar el “Acta de Mayo”, documento de coincidencias básicas[5] que pretende establecer las pautas para cimentar un profundo cambio en la realidad nacional.

El momento elegido

La iniciativa presidencial originalmente llamada “Pacto de Mayo” fue planteada en marzo del corriente año ante la Asamblea Legislativa. Debió firmarse el 25 de mayo, fecha en que Argentina conmemora la formación del primer gobierno patrio, en 1810. Las negociaciones implicadas lo difirieron y finalmente se concretó en ocasión de un nuevo aniversario de la declaración de la Independencia. La coincidencia evidencia el propósito del gobierno de plantear una suerte de refundación del Estado nacional sobre la base de la Constitución argentina.

Mucho extrañó que la ceremonia haya ocurrido a partir de las cero horas, lo que desde la óptica comunicacional resultó negativo. Sin embargo, responde a costumbre que rige en muchas provincias del interior, donde las efemérides patrias se solemnizan desde el primer minuto de esos días.

Los espacios comprometidos

Indefectiblemente debía ser la “Casa Histórica de la Independencia”, hoy convertida en museo y centro de peregrinaciones patrióticas. Claro está que su arquitectura no se prestaba para este tipo de eventos, en que fue necesario arbitrar la presencia de varios cientos de personas convocadas. 

Los organizadores previeron dos espacios,  los momentos del inicio y del final, se concretaron en el paseo que se extiende justo al frente de la fachada. No resultó cómodo, pero permitió destacar el perfil de la construcción que es tan caro a los sentimientos nacionales; esto aportó un encuadre muy apropiado para referenciar la efeméride y predispuso los espíritus. El núcleo del acto,  la firma del documento, tuvolugar en elhistórico  “Salón de la Jura[6]” donde los congresales proclamaron la Independencia.

El dispositivo fue sencillamente espartano, acorde a la limitación de todo gasto innecesario que hoy es política de gobierno. Sumamente sobrio y serio, sin ningún rasgo festivo como fue estilo de la anterior gestión a cargo del Poder Ejecutivo.

El primer segmento del acto no demandó mayores artificios, solamente de un atril central movible que luego ocuparía el Presidente, una hilera de asientos destinados a los gobernadores y dos bloques de sillas para el resto de los asistentes. Un mínimo detalle discordante fue una silla diferente, de no haber alguna idéntica al resto, debió colocarse en uno de los extremos para que no fuera tan evidente.

Como únicos elementos tecnológicos había dos pantallas que permitieron seguir la ceremonia que se realizó en el interior. Sobre la inmaculada fachada, blanca con aberturas azules, destacaban, el Escudo nacional y dos astiles con sendas banderas argentinas, es decir, el aspecto habitual de este monumento histórico. Nada más y nada menos.

El segundo ámbito fue más sencillo todavía. En el fondo de la habitación se mantuvo un breve entarimado sobre el que lució la mesa[7] donde se firmó el acta de la Independencia, allí se vio un ejemplar original de la Constitución Nacional, como icono justificativo de lo que estaba por concretarse, y otro original de “Bases”, La presencia de estos testimonios históricos[8] fue pasada por alto por el guion del evento, con lo que se perdió la oportunidad de destacarlo a la población. Además, aguardaba el Acta que se firmaría luego y dos elegantes estilográficas oscuras.

En el testero permaneció como desde antiguo un crucifijo[9] de estilo colonial, mientras que, de pared a pared estaba la Bandera Nacional que definía el centro del espacio, acompañada por las enseñas de la que corresponde a la Ciudad de Bs. Aires y las de todas las provincias y; aún las de aquellas cuyos gobernadores se ausentaron.

Estas se dispusieron alfabéticamente, en orden alternado, según era propio. Todas se presentaron muy prolijas, munidas de astas y pies soportes de reglamento, con las corbatas acordes a la legislación y los usos vigentes, excepto la correspondiente a Jujuy que no lleva las leyendas que la particularizan. Los paños no mostraban plegados y contaban con invisibles expansores, lo que permitía apreciar sus cargas.

Algún ceremonialista podrá cuestionar que no se haya unificado el formato de los paños, pero entiendo que lo mostrado expone el criterio correcto, un tema que para explicarlo demandaría una extensión desproporcionada a los comentarios de hoy, por lo que será tema para una próxima nota.

Llamó la atención la ausencia de la Bandera Nacional de la Libertad Civil, símbolo patrio histórico reconocido por la ley Nº27.134[10]. Es cierto que su uso es opcional, pero hubiera sido una muy buena medida que se exhibiera teniendo en cuenta su probado origen belgraniano y a que representa al estado de derecho, un principio liminar de nuestra Constitución que coincide explícitamente con los valores que alega profesar el gobierno. Desde lo protocolar nada impedía colocarla, en su caso debió estar a la izquierda de la Enseña oficial de la Nación. La verdad es que no llego a entender la razón por la que el área de Ceremonial de Presidencia se empeña en no presentar este símbolo en los dispositivos a su cargo, desde su aprobación en el año 2015 han transcurrido tres gestiones presidenciales completas y sigue siendo ignorado en la presente. Es de esperar que esto cambie a la brevedad ya que la ausencia no tiene fundamentos y que se trata de un símbolo de alto significado. Cabe apuntar que el emblema se expone desde hace pocas semanas en el mismísimo “Salón de la Jura”.

Sobre las blancas paredes pendían los retratos al óleo de los congresistas que declararon la Independencia, en sus antiguos marcos dorados. El piso mostraba los gastados baldosines rojos que pisaron los congresales en 1816.

El desarrollo

Para este análisis me serviré de la trasmisión del acto por cadena nacional[11]. Como es usual se inició con la imagen de la Bandera Nacional flameando. Cuando se conectaron las cámaras mostraron la fachada de la Casa-museo y a los presentes saludándose, quienes poco a poco fueron tomando sus lugares.

Corresponde destacar por su enorme impacto emocional el momento en que el ex ministro y legislador Esteban Bullrich fue ingresado en una silla especial debido a la discapacidad que lo aqueja. Esta significativa muestra de compromiso con el momento no pasó desapercibida a los presentes, quienes al advertirlo se pusieron de pie y le dedicaron un prolongado aplauso. Un detalle de interés radicó en el poncho tucumano[12] con el que se cubría. Como correspondía, atento a su afección fue colocado en la primera fila, junto a la derecha de los altos jefes militares presentes.

Ya todos en sus sitios se anunció la presencia del primer mandatario, quien portaba su bastón de mando y revestía la banda presidencial, atributos de su cargo, sobre su traje oscuro, llevaba corbata lisa y una desconcertante camisa celeste grisáceo que, francamente, desentonaba tratándose de una ocasión solemne y en horas de la noche.

El Presidente llegó desde el interior de la Casa-museo llevando a su izquierda al Gobernador de Tucumán que oficiaba de anfitrión, más atrás se observó la discreta presencia del edecán de turno, perteneciente a la Armada. Seguidamente la banda militar presente interpretó el Himno nacional que corearon todos los presentes.

Posteriormente se anunció que el Presidente y los gobernadores se trasladarían hasta el “Salón de la Jura” para suscribir el “Acta de Mayo” y así lo hicieron. Acompañó el desplazamiento una marcha militar, a su término se generó un prolongado e incómodo bache en la trasmisión que debió haberse cubierto de alguna manera.

La guardia de Granaderos se colocó bajo el vano de la puerta, cerrando el ingreso, lo que resaltó su silencioso protagonismo tutelar que presta a la figura presidencial.

Posteriormente las cámaras mostraron al Presidente ingresando al Salón y tomar posición tras la mesa, mientras los gobernadores ya se encontraban junto a las paredes laterales, en los sitios designados por discretas cartelas, tal como es de práctica profesional. Esto es lo correcto, los gobernadores prestaron el marco para el ingreso presidencial y no como alguna crítica indicó, que el primer mandatario debía ingresar seguido de los primeros.

 

A continuación, la locución nombró a quienes firmarían el Acta, los que se fueron destacando a tal efecto, aproximándose a la mesa, saludando al Presidente, signando el documento y posando para una foto con él.

Quien primero lo hizo fue el gobernador de Tucumán, en su condición de anfitrión. Luego fue el turno del Presidente provisional del Senado, del titular de la Cámara de Diputados y de la Secretaria General de la Presidencia, único miembro del gabinete que llegó hasta el lugar. Continuó el acto con la firma de los gobernadores, según el orden de precedencia. Fue de lamentar que no se invitó a suscribir el documento a los dos expresidentes que se encontraban presentes, sentados en la primera fila de invitados.

Cumplo en dejar constancia que protocolarmente no correspondía la presencia de la funcionaria, ni tampoco su firma, lo que solo puede explicarse por su especial relación con el primer mandatario.

Hubo una circunstancia imprevista que reveló la importancia que tiene la atenta presencia de los funcionarios de Ceremonial, ocurrió cuando uno de los firmantes dejó caer el capuchón de la lapicera. Prestamente, el auxiliar se destacó con discreción, tomó la pieza del piso y con toda naturalidad la depositó en su sitio, superado así el inconveniente. Una muestra más de la callada, pero eficiente función del personal especializado.

Esta fase de la ceremonia fue muy formal y sobria. En todos los casos los encuentros terminaron con apretones de manos. Hubo algunos notorios gestos de afabilidad entre el Presidente y varios de los firmantes. Salió de este escueto marco protocolar el mandatario de Salta, quién se permitió saludar a la Señora Secretaria General y a un par de sus colegas; no quedó mal, pero llamó la atención.

Las firmas se fueron colocando en forma anárquica, Algunos gobernadores lo hicieron con grandes trazos, otros fueron más modestos. Al llegarle el turno al Presidente se vio precisado a firmar junto al encabezado, caso contrario su participación habría quedado confundida con las del conjunto. El lugar elegido le otorgó un protagonismo indudable.

 

En la etapa final la locución invitó a los presentes a colocarse para la tradicional “foto de familia”, la disposición fue totalmente espontánea, sorprendió ver al Presidente en segunda línea, como uno más. El Jefe de Gobierno de Bs. Aires advirtió la situación e intentó darle espacio a su lado, pero el primer mandatario lo tomó del hombro tranquilizándolo. En ese momento se vio a dos auxiliares de Protocolo que procuraron acomodar un poco a los funcionarios, esto permitió mayor realce a la figura presidencia, tal como se evidencia en las fotografías.

Posición inicial

Intervención de los auxiliares
 
Posición final

Igualmente, la disposición no fue la correcta, correspondía que el lugar central y, en primera fila, fuera ocupado por el Presidente de la Nación.

Ya sin la presencia del grueso de los gobernadores, fue el momento de colocar una muy simple ofrenda votiva en reconocimiento a los congresales de 1816. En primer lugar, lo hizo el mandatario tucumano, en su carácter de anfitrión, asistido por dos efectivos del Regimiento “Gral. Racedo” con uniformes de época, por ser la unidad que presta la guardia de honor en el sitio histórico, el tributo contaba con una leyenda muy apropiada que decía “Pueblo y Gobierno de Tucumán”. Esto se concretó ante el cuadro de quien presidía el Congreso el 9 de julio de 1816[13], Francisco N. de Laprida.

Acto seguido hizo lo propio el Presidente Milei, mediante una pieza algo más grande pero aún más sencilla, fue asistido por dos miembros de los Granaderos a Caballo.

En presencia de los dos altos funcionarios, los efecticos castrenses se ordenaron conforme el orden de precedencia que corresponde a sus efectivas unidades, y cumplieron con el saludo militar, en homenaje a los próceres.

En forma concomitante, un efectivo de la banda del Regimiento Infernales de Güemes procedió a ejecutar un siempre muy sentido toque de silencio[14]. Fue entonces que ocurrió el único fallo significativo de la ceremonia cuando una persona se interpuso subrepticiamente ante la cámara.

Tras lo expuesto los firmantes se dirigieron hacia el frente de la Casa Histórica, donde el Presidente de la Nación se dirigió al pueblo y a los presentes exponiendo los conceptos con que dispuso destacar la ocasión. Para esto utilizó un sencillo ambón transportable, desprovisto de todo emblema, claro que por sobre el disertante se hallaba el gran Escudo nacional que destaca el acceso al lugar. A cada lado, sendos Granaderos a Caballo dieron marco al momento. Flanquearon al primer mandatario, a su derecha el gobernador anfitrión y a su izquierda, el presidente provisional del Senado, en estricto orden protocolar.

El Presidente finalizó convocando a la unidad del pueblo argentino y proclamó en alta voz ¡Viva la Patria! que corearon todos los presentes. Terminó vivando por tres veces al principio de libertad, con la exclamación que popularizó durante su campaña y que ha repetido en cuanta presentación pública realizó. A manera de despedida manifestó “-Muchas gracias a todos. Gracias por tanta granea. Gracias por este gesto patriótico. Muchas gracias.

A mi juicio quedó patente que el agradecimiento estaba dirigido a todos los que cooperaron para dar forma y llevar adelante el compromiso implicado en los conceptos que componen el “Acta de Mayo”. Particularmente considero que se trata de un gesto auspicioso.

Mientras muchos se acercaban a saludar al alto funcionario la banda hizo escuchar la muy popular marcha, “Avenida de las camelias”, que compuso en 1915 el maestro Pedro Maranesi.

Con lo expuesto es indudable que cada detalle de la ceremonia tuvo como centro al Presidente de la Nación, protagonistas secundarios fueron los gobernadores y los otros funcionarios que se citaron. El resto de los invitados pasaron prácticamente desapercibidos por la cobertura de la TV oficial. Entiendo que hubiera sido muy pertinente que se destacara de alguna manera a los principales, sobre todo si se considera el pluralismo planteado en tan solemne ocasión. Como argumento para la posición en contrario que, se entiende, adoptó la organización, se apunta a que la firma del “Acta de Mayo” constituye un compromiso formal de llevar a cabo la gestión de gobierno que asumía la Presidencia de la Nación, los gobernadores y los legisladores nacionales, representados estos por quienes representaban a las dos cámaras.

Destaco en particular que el primer mandatario sostuvo permanentemente en sus manos el bastón de mando. Esto que podría ser de infima sigmificación es implica in mandato no escrito del Ceremonial ya que es emblema mismo de su poder. No han tenido esta prevención algunos de sus predecesores.

Apostillas

Algunas líneas sobre la vestimenta de los gobernadores que participaron del acto. La premisa era que se trataba de un acto de gran formalidad que carácter oficial que se cumplió en otras de la noche. Se imponía entonces llevar traje oscuro, la mayoría optó por el negro o un gris muy subido, algunos apelaron al azul y hubo un par de casos que eligieron al gris, lo que hizo que sus portadores desentonaras, notoriamente.

En cuanto al resto de los funcionarios varones se los vio con rigurosa corbata, tal como convenía a la ocasión, contraviniendo a estilo despreocupado de camisa abierta que rige por lo general en lo cotidiano, se hizo evidente que la gélida temperatura pudo incidir en lo expuesto.

También hubo un par (otros) que calzaron en marrón, fue menos evidente pero igualmente desacertado. No podemos dejar de lado tampoco el acierto del gobernador de Salta que llevó sobre su hombro izquierdo el clásico poncho representativo de su provincia, un detalle que bien pudieron imitar otros funcionarios pero que perdieron la oportunidad de capitalizar como elemento de identificación con sus terruños.

Hubo también dos casos donde faltó el adecuado asesoramiento para interpretar el código de vestimenta que requería el acto: uno de los gobernadores utilizó un sweater de lana amarillento, otro llevaba una campera tejida, con cierre relámpago, bajo su saco de vestir. Esto no pasó desapercibido para nadie y sus imágenes institucionales se vieron perjudicadas.

Otra falta, casi imperceptible para los televidentes radicó en las escarapelas que faltaron en las solapas de una buena cantidad de gobernadores, se infringió lo que mando una costumbre inveterada. ¡Una verdadera lástima!

La televisación no permitió apreciarla debidamente, pero la estilográfica era marca Parker, con guarniciones de oro y llevaba grabado el nombre del documento que se firmó. Previsiblemente será preservada para, oportunamente, ser exhibida en el Museo de Casa Rosada[15].

El servicio de audio fue impecable.

Concluyendo

  • Quedan expuestas así las observaciones que considero pertinentes sobre el dispositivo de firma del “Acta de Mayo”, las que practico con neto propósito didáctico desde la perspectiva del Ceremonial y Protocolo, un análisis de base objetiva que se apoya en las fotografías expuestas y en la trasmisión televisiva.
  • Sin dudas que podrían formularse otros aportes en parecido sentido, los que dejo a cargo de otros colegas, en la pluralidad de los enfoques radica la fortaleza de las construcciones conjuntas, sin que sea necesario coincidir en todo.
  • Es factible que de lo expuesto puedan sacarse elementos válidos para implementar eventos similares a futuro.
  • El tiempo dirá si el “Acta de Mayo” es un acto refundacional de la República Argentina o quedará como un intento más de alcanzar la anhelada recuperación de nuestra querida Nación. Reza el dicho popular que la esperanza nunca se pierde, pero hoy los argentinos demandamos concreciones ¿seremos capaces de realizarlas? ¡Confiemos que sí!



Notas y referencias

[1] La toma fue distribuida por “Presidencia de la Nación”, para esta nota se detrajo de A24 del 9 de julio 2024, que la publica con el significativo epígrafe de “Milei y la soledad del pacto de Mayohttps://www.a24.com/politica/pacto-mayo-milei-se-llevo-la-foto-gobernadores-pero-se-quedo-solo-sus-ideas-n1332937

[2] Nótese que la figura presidencial oculta casi totalmente la enseña de la provincia de Bs. Aires, distrito cuyo gobierno es el mayor opositor a la gestión que llegó al poder con las elecciones del año 2023. ¿Mera casualidad? Es factible, si se repara que corre igual suerte la bandera de Chaco.

[3] Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina es obra de Juan B. Alberdi (1810, Tucumán– 1884, Neuilly-sur-Seine, Francia). Lo publicó en 1852 en Santiago de Chile donde estaba exiliado. Sirvió de fundamento y de inspiración para la Constitución argentina que se aprobó en 1853. https://bcn.gob.ar/uploads/BasesAlberdi.pdf. Edición Biblioteca del Congreso de la Nación. Bs. Aires, 2017. Frase citada en su página 43.

[4] Hubo 6 gobernadores que no asistieron, todos ellos se identifican con el modelo político del anterior gobierno nacional. Tampoco concurrieron otros expresidentes, ni los ministros de la Corte Suprema de Justicia.

[5] Estos son los 10 puntos contenidos en el Acta: “1. La inviolabilidad de la propiedad privada. 2. El equilibrio fiscal innegociable. 3. La reducción del gasto público a niveles históricos, en torno al 25% del Producto Bruto Interno. 4. Una educación inicial, primaria y secundaria útil y moderna, con alfabetización plena y sin abandono escolar. 5. Una reforma tributaria que reduzca la presión impositiva, simplifique la vida de los argentinos y promueva el comercio. 6. La rediscusión de la coparticipación federal de impuestos para terminar para siempre con el modelo extorsivo actual que padecen las provincias. 7. El compromiso de las provincias argentinas de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país. 8. Una reforma laboral moderna que promueva el trabajo formal. 9. Una reforma previsional que le dé sostenibilidad al sistema y respete a quienes aportaron. 10. La apertura al comercio internacional, de manera que la Argentina vuelva a ser protagonista del mercado global”.

[6] Este salón es el único espacio que se preserva de la construcción original, el resto fue demolido en 1906 por amenazar ruina. Luego se reconstruyó sobre los cimientos definiendo el aspecto que hoy presenta, esta labor finalizó en 1943.

[7] Se trata de una mesa escritorio que perteneció al prócer tucumano Bernabé Araoz (Monteros, 1776-Trancas, 1824), está construida en guayacán.

[8] Dio cuenta de estas presencias el director del Museo, Dr. José María Posse, en una entrevista que le realizó el canal La Nación+ en horas de la tarde.

[9] El crucifijo es muy antiguo y perteneció a la familia Aráoz, pero no es el original de 1816, que se encuentra perdido. El actual se instaló en 1973. Puede ampliarse en: https://www.cadena3.com/noticia/secretos-de-la-casa-de-tucuman/secretos-3-el-misterio-del-crucifijo-original_391740 y en https://blogatarraya.com/2020/07/22/entre-la-cruz-y-el-escudo-el-museo-casa-historica-de-la-independencia/

[12] De ponchos e identidades (Nota 4)– Tucumán. El primer "poncho oficial": https://banderasargentinas.blogspot.com/2024/01/de-ponchos-e-identidades-nota-4-tucuman.html

[13] Recordemos que para esta función el cuerpo designaba a uno de sus miembros cada mes.

[15] El repositorio “tiene por objetivo preservar, investigar y comunicar la historia argentina a través de sus gobernantes, transcurridos 30 años de la finalización de su mandato”. Se encuentra en el subsuelo de la sede del Gobierno nacional.

3 comentarios:

  1. Buenas tardes Doctor una consulta, no podría haberse situado la bandera de Tucumán como anfitriona?, se obvia está condición? o es otro concepto el que prevalece, saludos.

    ResponderEliminar
  2. Podría haber sido un criterio que sin duda se hubiera aplicado si el evento se concretaba en otro lugar, pero evidentemente prevaleció el considerar que se trataba de un acto organizado por el gobierno nacional, realizado en un ámbito de igual carácter. No olvidemos que el Museo Casa Histórica de la Independencia es un monumento histórico nacional (cabe la redundancia apuntada) Gracias por tan interesante apreciación

    ResponderEliminar