martes, 29 de mayo de 2018

Banderas de paños pendientes/ 1

El  doble mensaje de las banderas pendientes

Parte 1


Por Miguel Carrillo Bascary

Una de las múltiples formas con que pueden exhibirse las banderas en interiores y que suele presentar mayores interrogantes es aquella en que el asta se coloca perpendicular a un muro, de tal forma que el paño cae por su propio peso en toda su extensión, sin formar ningún pliegue.

De esta manera la bandera queda “pendiente”, en una posición estática, absolutamente antinatural, si consideramos que lo habitual es que el asta se coloque en vertical al suelo o, a lo sumo, formando un ángulo de 45 grados con el muro.

En lo particular, esta disposición se designa como: “asta en paralelo al horizonte” o más sencillamente “asta en horizontal”.

Desde lo estético tiene la ventaja de que permite visualizar por completo el diseño y sus cargas, pero no deja de ser una anomalía, respecto de la apreciación lógica y natural del conjunto.

En definitiva, la posición es un recurso más que nos aporta el Ceremonial, que en algunas circunstancias puede ser un acierto y en otras no.

Un poco de historia

Cuando se exhiben banderas, estandartes y otros vexilos en esta posición, hay comentaristas que la señalan como indicio de que fueron tomados como trofeos en alguna acción de armas. No coincido con esta afirmación como un absoluto; pero algo de razón tienen los que así lo expresan, trataré de explicarme.

En la historia del mundo existe la costumbre prácticamente universal de sacralizar las banderas. Así, muchas culturas las hacen objeto de bendiciones y sacrificios o las toman como referencia en ceremonias de diversas características. Entre los católicos la tradición es bendecirlas y también suelen colocarse en inmediaciones de los altares.

Bendición de la bandera de El Cid

La usanza que comentamos hizo que las banderas fueran guardadas en los templos. Tomemos como ejemplo a los romanos, cuyos vexilos y otras insignias de sus ejércitos se preservaban en la aedes sacellum o cellae, capilla del principia, en el castrum, ubicado en el centro de toda fortificación y de los campamentos. Por la conformación material de estos símbolos la posición lógica era que mantuvieran la vertical, en perpendicular al suelo.

Capilla de un castrum romano, donde se observan las insignias

Con el tiempo los vexilos de las culturas cristianizadas mantuvieron la tradición y se preservaron en iglesias y capillas.

Por otra parte, los vexiloides conquistados también se guardaron en los templos como mudo testimonio de la gracia de las victorias obtenidas y como ex votos por las promesas realizados a Dios, bien en forma directa o por intersección de la Virgen o de algún santo. Al mismo tiempo evidenciaba la superioridad de las armas propias, bendecidas por la divinidad en neto contraste con las pertenecientes a los vencidos.

A medida que los paños iban cobrando mayor superficie, el mantener las banderas en vertical las hizo confusas a la mirada del observador, ya que los pliegues dificultaban su visual. Además, si las campañas eran exitosas las banderas tomadas como trofeos eran numerosas; con toda lógica los triunfadores querían lucirlas todo lo posible y no aglomeradas.

  
Fue así que surgió esta la colocación en horizontal, para ello se colocaron las astas con sus banderas en los capiteles de columnas y pilastras o bien en la galería superior (tribuna) o en el friso que deslinda los muros y la techumbre de las naves (entablamiento).

En contraposición, las banderas vencedoras se instalaron en el ábside o en el presbiterio, lo más cerca posible al altar mayor, centro de la celebración eucarística en la Liturgia católica, netamente jerarquizados respecto de las enseñas conquistadas a los enemigos.

Catedral de San Miguel y Sta. Gudula (Bucarest), Rumania cuya bandera se advierte a la derecha

Fue entonces que se comenzó a identificar la presentación en horizontal como una alegoría de la derrota sufrida. Hay ejemplos notorios que nos aporta la Historia.
Entre ellos, posiblemente el más conocido es el de la capilla del Hospital de Saint-Louis-des-Invalides en París, donde se observan en el entablamiento numerosas banderas tomadas por las tropas de Francia durante los siglos XVIII y XIX. En contraste, las francesas se agrupan junto al altar mayor.


Cuando se realizaron los funerales del almirante lord Horatio Nelson sobre las flotas de España y de Francia, las banderas capturadas en Trafalgar ornamentaron el interior de la catedral de Saint Paul (Londres), como puede verse en el notable grabado de Augustus Pugin (1806). Allí permanecieron como mudo testimonio por muchos años.


Otro caso resulta el de la “Sala de los Caballeros en el Binnenhof” (La Haya) durante la Gran Asamblea de los Países Bajos, donde se observan multitud de banderas tomadas a los ejércitos de España, es una obra de Bartholomeus van Bassen, que convencionalmente se data en 1651. Se trata de una representación con evidentes fines de propaganda, por lo que cabe dudar de la exactitud del número de trofeos.


Nota: continúa en http://banderasargentinas.blogspot.com/2018/05/el-doble-mensaje-de-las-banderas.html

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