Una cuestión clásica
Serie:
Problemas de Ceremonial
El Papa Francisco hace ondear una bandera argentina
Por Miguel Carrillo Bascary
Una consulta justificó que
sistematizáramos algunas observaciones que hoy compartimos en torno a la
posibilidad o no de que las banderas puedan hacerse tremolar en determinadas
ocasiones.
Dinámica de las
banderas
Para la
Física, las banderas son dispositivos
aerodinámicos. Más precisamente, la bandera
es un elemento textil ligero cuya propiedad dinámica es tremolar por efecto
del aire que corre por ambos lados de su superficie haciendo que el paño forme
ondas desde el lado de la driza hacia el otro extremo, el vuelo.
Este verbo “tremolar” deriva del latín vulgar: “tremolare”; temblar. En lengua española,
admite como sinónimos: ondear; ondular; flotar y flamear. También remite a: mecer;
sacudir y agitar. En inglés se utiliza la expresión “to flutter” y también: “to wave” o “swing the flag”.
Si
consideramos a una bandera también es un
elemento identificador formado por un paño que porta un emblema o que cuenta
con una determinada composición de colores y figuras, es obvio que cumplirá su
función cuando se exhibe desde una posición adecuada para ser visto. De allí, que
generalmente se enarbola o iza una bandera en un punto destacado para lo cuál
se utiliza un mástil.
Cuando se necesita
trasladar una bandera, es lógico prescindir del mástil y que en su lugar se
emplee un elemento portátil de similares características pero de pequeñas
dimensiones, que en español se denomina “asta”
o también “lanza”, pues en la Antigüedad se adaptaban estas armas para
transportar una enseña.
A falta de
brisa suficiente y para que la enseña pueda cumplir su función será el abanderado
quién genere el impulso dinámico necesario para que el paño se despliegue y muestre
su diseño. Para esto se sirve del asta como brazo de palanca; en un extremo se
fija la bandera, y en el otro se aplica la fuerza con los brazos podrá hacerla ondear;
tremolar; flamear.
Lo que el Ceremonial aporta
Esta
disciplina considera muy particularmente a todo tipo de vexilos en diferentes
circunstancias, lo que permite hacer una significativa distinción:
I. Si se trata de una ceremonia formal,
el abanderado llevará su bandera con solemnidad, adoptando posiciones
predeterminadas, conforme a circunstancias tipificadas. Cada una tiene su
significado en el imaginario social. La más solemne implicará que la enseña se
coloque en la cuja; para hacerla lo más visible posible. Si el portador permanece
estático la bandera la enseña se coloca a su derecha, el lado de honor.
Cuando
el abanderado marcha el ceremonial vexilológico internacional distingue varias
posiciones:
a) desplegado
al viento;
b) parcialmente
descubierto, sobre el paño;
c) con el asta
proyectada hacia delante y el paño cayendo desde ella; y
d) pendiente, por detrás del hombro (una posición difundida en los
estados eslavos, pero que no se admite ni en América ni en la mayor parte de
Europa.
II. Para las ocasiones desprovistas de
formalidad no hay reglas rigurosas. Las limitaciones que podemos señalar
son: que el paño no toque el piso; ni el agua; ni una pared; mucho menos que
arrastre sobre el suelo. El paño tampoco debe tomarse ostensiblemente con las
manos.
Es en estas
circunstancias que por acción de su portador la bandera se asocia naturalmente
al ambiente que reina en la comunidad. Las ocasiones de júbilo popular determinan
que las banderas sean impulsadas con entusiasmo. En los momentos alegres, pero
de menor intensidad, el tremolar tendrá similares características.
Es que las banderas son objetos culturales y
por eso participan abiertamente de las sensaciones que imperan en la sociedad
que las emplea.
El marco legal
Hay países que
tienen un riguroso ceremonial para las banderas; en tal caso habrá que
consultar la normativa para analizar si existe alguna prohibición de hacer
flamear una enseña.
En otros, como
en Argentina, las normas sobre Ceremonial disponen sobre la forma de llevar una
bandera en ocasiones solemnes: militares; cívicas y escolares; fuera de ellas
no prohíbe el tremolar. En consecuencia, a falta de una prohibición expresa, es
razonable que pueda hacerse flamear, mientras se lo haga con respeto y se
atienda a las condiciones que puntualizamos más arriba.
Siempre habrá objeciones
Algunas
tradiciones extremadamente conservadoras; eminentemente formalistas
caracterizan a ciertas banderas (particularmente las nacionales) como al estado
mismo: inmutable; rígido; sin emociones; conceptualizándolas como símbolos
inalcanzables; elementos dotados de religiosidad cívica; impersonales;
escindidos de sus pueblos.
Es obvio que
para quienes así piensen, el Ceremonial se transforma en un rito estereotipado
donde la forma de emplear; exhibir y evolucionar de las banderas solo deben
atenerse a un marco de regulaciones precisas; donde toda dinámica o
espontaneidad se considera una infracción susceptible de reproche.
No está mal;
pero reiteramos, las formalidades deben reservarse para las ocasiones solemnes
y las ceremonias oficiales
Afortunadamente,
el moderno Ceremonial cívico y la Vexilología consagran que las banderas como producto social enraízan
en los sentimientos y emociones populares; por lo que su uso en ocasiones
desprovistas de formalidad admiten lo espontáneo. Tal como lo vimos en líneas
anteriores.
En ciertas
regiones el tremolar de banderas en fechas u ocasiones de regocijo popular es
una tradición muy arraigada, particularmente en España. América, su heredera
cultural ha desarrollado costumbres similares.
La consulta en cuestión
En
consecuencia consideramos que; en un
evento cultural como representaciones teatrales; danzas; ceremonias deportivas;
desfiles festivos y similares, un
abanderado puede hacer ondear o tremolar la bandera que porta cuando quiere
destacarla ante los observadores; como forma de trasmitir una emoción; como
expresión de vigencia de los valores que encarna; y otros propósitos similares.
Referencia de trascendencia
La consulta
que motivó este blog hacía específica referencia a la posibilidad de hacer
tremolar la “Bandera Nacional de la Libertad Civil”, la segunda enseña argentina
desde la sanción de la ley nº27.134 que la reconoció como símbolo histórico de
este país.
Recordamos
aquí que la misma fue entregada en mayo de 1813 al pueblo de Jujuy como
testimonio de su heroicidad en las jornadas del Éxodo y de las batallas de
Tucumán y Salta, por el propio general Manuel Belgrano, a quién se acepta como
creador de la bandera nacional argentina. Las circunstancias de su creación y
su carácter popular justifican ampliamente que pueda asociarse a las ocasiones
festivas.
Por lo
tanto: es factible que la “Bandera
Nacional de la Libertad Civil” pueda hacerse tremolar en ocasiones festivas; en
eventos de naturaleza cultural o en momentos de regocijo popular.
Como evidencia
de lo expuesto cabe citar que el 23 de agosto de 2015, en la memorable jornada
donde por primera vez se presentó la “Bandera Nacional de la Libertad Civil” ya
reconocida como “símbolo patrio histórico” al pueblo de Jujuy, en ocasión del
desfile cívico- militar conmemorativo del Éxodo, la enseña fue tremolada desde
el propio palco oficial en manos del presidente de la “Asociación Gaucha Jujeña”, Gabriel Alemán, en presencia del entonces
gobernador de Jujuy y del resto de autoridades nacionales, provinciales y
representantes de fuerzas vivas; mientras que más de tres mil gauchos se
aprestaban a realizar su pasada y cantidad de público asistía emocionado al
histórico momento.
Justificación explícita
Las
observaciones que compartimos descansan en la experiencia cotidiana que puede ejemplificarse
con cientos de fotografías obtenidas en Internet/ Instagram. Las que siguen
corresponden a celebraciones españolas.
Posiblemente
el ejemplo más conocido del tremolar de banderas resulta de la centenaria carrera del “Palio” en Siena (Italia),
donde, incluso los “sbandieratori” (abanderados) arrojan al aire las banderas
de las “contradas” (subdivisiones urbanas), para recogerlas con gran habilidad
antes de que toquen el piso; también con ellas realizan un espectáculo
prodigioso, donde son protagonistas esenciales. La costumbre se replica en
numerosas localidades de Italia.
También en el interior de Argentina se
acostumbra que los tradicionalistas hagan tremolar sus banderas cuando desfilan
en celebraciones populares, como vemos en la fotografía superior.
Los triunfos
deportivos hacen proclive a mostrar las banderas nacionales asociadas al entusiasmo
popular, sin mengua del respeto que merecen como emblemas del Estado.
Las Olimpíadas
Pero posiblemente
sea en los Juegos Olímpicos donde se pueda verificar la aceptación universal
del tremolar de banderas; tanto en los desfiles de presentación como de cierre.
Téngase especialmente en cuenta que las delegaciones poseen carácter oficial,
representan a los diferentes estados; una suerte de enviados diplomáticos “sui
generis”. Algo similar
ocurre cuando se celebran grandes triunfos de deportistas argentinos en el
extranjero.
Con las siguientes fotografías se demuestra
fuera de toda duda la aceptación de que goza la posición sustentada en el presente post. Todas ellas corresponden a la delegación oficial Argentina. Sus abanderados son elegidos por el Comité Olímpico Argentino, de entre los deportistas más destacados de la Nación.
Río de Janeiro 2016: Luis Scola (Báquet)
Londres
2012: Luciana Aymar (Hockey)
Beijing
2008: Emanuel Ginóbili (Básquet)
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