lunes, 12 de agosto de 2019

El Decreto 10.302/44; su larga y pacífica vigencia

El decreto de 1944 sobre símbolos patrios argentinos

Modelo patrón de la Bandera argentina dispuesto en 1944
(Nota: la antigüedad de la impresión en papel amarillenta algo la imagen)

Por Miguel Carrillo Bascary
Introducción

En Argentina, la normativa sobre símbolos nacionales no está integrada en una sola disposición, que se compone de una serie de leyes y decretos redactados a la largo de doscientos años, con despareja técnica legislativa. Algo similar ocurre en la mayoría de los estados.

Durante los gobiernos del presidente Roberto Ortiz, al que sucedió su vice Ramón Castillo, por fallecimiento del primero (1938 – 1943) se intentó ordenar esta significativa materia. Con una lógica medida de prudencia, el Ministerio del Interior solicitó el pertinente asesoramiento a la “Academia Nacional de la Historia”, máxima autoridad oficial en la especialidad.

Oportunamente ésta elaboró un anteproyecto que puso a consideración del ente requirente. El mismo debía servir de base al mensaje del Ejecutivo por el mismo se pediría al Congreso que lo convirtiera en ley, pero la quiebra del orden institucional por el golpe de estado del 7 de junio de 1943 disolvió al parlamento argentino y la iniciativa se frustró.

Sin embargo, en la dirigencia nacional ya existía una decisión formada sobe la oportunidad de establecer definitivamente y de manera uniforme el diseño patrón de los símbolos nacionales, por lo que el gobierno de facto del general Edelmiro Farrel (1943 – 1946) retomó el proyecto y lo aprobó con la forma de un decreto, fechado el 24 de abril de 1944.

Esta norma, que se transcribe más abajo, hoy mantiene toda su vigencia, a despecho de los años transcurridos y de las modificaciones operadas en la realidad jurídica y social.

Luego de una dramática alternancia entre gobiernos surgidos de la voluntad popular y regímenes de facto, el 10 de diciembre de 1993 la Argentina alcanzó la actual normalidad institucional regida por la Constitución de 1853. Esto implicó un evidente rechazo a los gobiernos de facto y a sus acciones, lo que despertó alguna duda sobre la vigencia de las normas que emanaron de ellos.

El caso del Decreto Nº10.308/ 44

a) Panorama normativo

En el contexto referido, últimamente se me consultó si el decreto citado aun conservaba su fuerza dispositiva, esto motiva el presente ensayo donde analizó la cuestión.

Para encuadrar el estudio plantearé como hipótesis de trabajo el siguiente cuestionamiento:
¿El decreto Nº 10.302/ 44 mantiene su vigencia normativa o demanda que sea convalidado por el Congreso Nacional?

En aquellos tiempos donde el Congreso estaba impedido de funcionar los Ejecutivos de facto gobernaban por medio de decretos. La doctrina jurídica entendió que estos decretos perdieron su eficacia al finalizar el período de facto que se extendió entre 1930 y 1932.

Pero esta doctrina varió con el avance de los años. Con respecto a los decretos dictados por el régimen de facto de 1943 a 1946 se admitió que continuaran rigiendo si lo disponía expresamente una ley emanada del Congreso nuevamente en funciones.

b) En decreto en concreto

Indico aquí que el Decreto Nº 10.302/ 44 fue firmado por un presidente provisional en acuerdo de ministros, lo que señala la importancia que se le asignó; su texto es prácticamente idéntico al anteproyecto preparado por la Academia Nacional de la Historia con vistas a la eventual “Ley de Símbolos Nacionales”, pero que no llegó a tratarse en el Congreso.

Finalizado el gobierno de facto, el nuevo Congreso dictó varias leyes que ratificaron expresamente la validez de numerosos decretos. Realicé una compulsa de estas leyes, pero en ellas no se menciona al decreto del caso, lo que a priori podría señalar su caducidad al momento en que se restableció la normalidad institucional (20 de febrero de 1932)

c) Puntualizaciones

Sin embargo, diversas circunstancias señalaban la necesidad de ahondar el estudio, a cuya finalización me formulé las siguientes conclusiones:

1) El Decreto Nº 10.302/ 44 no fue ratificado por el Congreso cuando volvió a reunirse luego del período de facto. Hubo otros que fueron ratificados por leyes, pero versaban sobre materias que indefectiblemente demandaban una ley para seguir aplicándose.

2) Para el Derecho argentino, el Decreto Nº10.302/ 44 trata sobre una temática que no demandaba la exigencia de una ley, por esa razón no fue incluido en ninguna de las leyes que ratificaron esas normas.

3) Efectivamente, la legitimidad de lo dispuesto por el Decreto Nº 10.302/ 44 se funda en la Ley de Ministerios entonces vigente (Nº3727, sancionada el 10 de octubre de 1898), en cuyo artículo 8º, se asignaba competencia del Ministerio del Interior para el despacho de “los asuntos del gobierno político interno y de orden público”, entre los que queda comprendido que el Poder Ejecutivo, por conducto del citado ministerio tiene facultades para regular los símbolos nacionales.

4) Por otra parte, la Constitución Nacional no indica que la materia relativa a los símbolos nacionales sea de competencia propia del Congreso, a cuyo respecto traigo a colación el principio general del Derecho “donde la ley no distingue no debemos distinguir”. Esto indica que lo que corresponde a los símbolos es un tema que tanto puede ser abordado por el Poder Legislativo como por el Ejecutivo, los llamados poderes políticos.

5) Abundando, concluyo que el Decreto Nº 10.302/ 44 no fue un “decreto ley” sino un simple decreto que dictó el Poder Ejecutivo y por ello no precisó nunca ser ratificado cuando se restableció la normalidad institucional. La doctrina nacional entiende que los “decretos leyes” eran las normas emanadas de gobiernos de facto que legislaban sobre temas propios del Congreso, no es el caso del que nos interesa.

6) Con posterioridad a su dictado el Decreto Nº 10.302/ 44 fue citado en diversas normas de inferior jerarquía, las que dieron por evidente su vigencia. Esto es un factor fundamental como apoyo de la continuidad de la vigencia de esa norma hasta la actualidad.

7) Otro tanto se hizo en la práctica, lo que se manifiesta en diversas publicaciones y en la mismísima ejecución del Monumento Nacional a la Bandera, donde para representar a los símbolos patrios se utilizaron diseños en un todo conforme al decreto de marras. Esto es particularmente visible en los escudos nacionales esculpidos en la Torre; en el Propileo; en la Cripta y el que se exhibe en la vitrina “Argentina” de la “Galería de Honor de las Banderas de América” (donde se mostraba también una Enseña nacional igual a la dispuesta por el decreto de 1944).

8) En los 75 años que median desde 1944 hasta la actualidad, en ningún momento persona alguna planteó la caducidad del decreto. Las dudas parecen haber surgido en el último lustro.

9) Los comentaristas y divulgadores en materia de símbolos también tomaron como referencia el Decreto Nº 10.302/ 44, sin observaciones en contrario.

10) Lo destacado previamente constituye una práctica que asigna plena vigencia a lo ordenado por el Decreto Nº 10.302/ 44, tanto en el entender de los poderes públicos como en el de la sociedad entera.

Concluyendo

Finalmente, el argumento definitivo que avala la vigencia del Decreto Nº 10.302/ 44 más allá de la caducidad del gobierno de facto que lo dictó, es la Ley Nº23.208 (1985), que habilitó que la civilidad en general pudiera usar la Bandera nacional con Sol, cuyo artículo 2º dispuso “Derógase el artículo 2º del Decreto de fecha 25 de abril de 1884; el artículo 3º del Decreto 1027/43 de fecha 19 de julio de 1943; y el artículo 3º del Decreto 10.302/44 de fecha 24 de abril de 1944”, norma esta última que reservaba el uso del emblema con Sol para autoridades nacionales, provinciales y de gobernaciones.

Es evidente entonces que, si una ley juzgó necesario disponer la derogación citada, esa misma ley reconoció en forma implícita la plena vigencia del decreto indicado, con lo que se manifiesta el acerto de la interpretación que expongo.

La Bandera Oficial de la Nación según
especificaciones dispuestas por el Decreto Nº1650/ 2010

Anexo:  Texto oficial del Decreto Nº 10.302/ 1944
Buenos Aires, 24 de abril de 1944
Nº10.302/ 44
CONSIDERANDO: Que el Escudo, la Bandera y el Himno son símbolos de la soberanía de la Nación y de la majestad de su historia;
Que tienen caracteres establecidos por las primeras Asambleas constituyentes y fueron consagrados por los próceres de la emancipación;
Que tales emblemas: Escudo, Bandera e Himno, sufren desde lejanos tiempos modificaciones caprichosas en los atributos y colores los primeros, así como los versos, ritmos y armonía del último;
Que las cuestiones fundamentales relacionadas con la versión auténtica del Himno, en su letra y en su música, y las características del Escudo y de la Bandera, están dilucidadas a la luz de los más serios testimonios que remontan la investigación a sus mismos orígenes;
Que corporaciones académicas, comisiones especiales, historiadores, y la prensa del país, han hecho estimables sugestiones que el Poder Ejecutivo toma en cuenta al fijar los arquetipos de los emblemas y reglamentar su uso, para que queden resguardados de hechos y alteraciones que pudieran profanarlos o desnaturalizarlos.
Que el Poder Ejecutivo resolvió por decretos números 1027, 5256 y 6628, de junio 19, 13 y 26 de agosto de 1943, sobre la Bandera Oficial de la Nación, el tipo de Sol y la Banda que distingue al jefe de Estado;
Que el Escudo de Armas de la Nación tiene origen en el Sello usado por la Soberana Asamblea General Constituyente de 1813, la que por decreto de 12 de marzo del mismo año, ordenó el Supremo Poder Ejecutivo lo usase "con sólo la diferencia de la inscripción del círculo";
Que existen ejemplares auténticos usados por la Asamblea de 1813;
Que al adoptarlo ahora como se encuentra diseñado en la documentación de la Asamblea, cree prudente el Poder Ejecutivo no entrar a considerar objeciones de carácter estético o de otras clases opuestas al Sello, y en especial a algunos de sus atributos, pues su reforma escapa a las facultades del Poder Ejecutivo, ya que son instituciones de carácter constitucional;
Que la Bandera Nacional, creada por el Belgrano el 27 de febrero de 1812, fue consagrada con los mismos colores, "celeste blanco", por el Congreso de Tucumán, el 20 de julio de 1816 y ratificada por el mismo cuerpo en Buenos Aires, el 25 de febrero de 1818;
Que la sanción de 1818, consigna "azul" y agrega: "en el modo y forma hasta ahora acostumbrado", lo que para el general Mitre, autorizado intérprete en esta cuestión fundamental, significa que quedaba en todo su vigor lo anterior sobre el color, "que siendo la regla le sirve de comentario";
Que corresponde, entonces, tomar la expresión: "en el modo y forma hasta ahora acostumbrado", no sólo en cuanto atañe a la forma del paño, sino al color que tuvo presente el soberano cuerpo de Tucumán, al expresar en 1816, inmediatamente de las palabras "celeste y blanca": "de que ha usado hasta el presente";
Que no debe mudarse por otro el matiz impuesto por el benemérito creador de la enseña patria, al inaugurar la bandera en 1812 formada de "blanco y celeste", "conforme a los colores de la escarapela nacional" que nos habría de distinguir de las demás naciones;
Que este matiz del azul (el celeste), que quiere decir azul claro como el del cielo, fue adoptado también por el General San Martín en 1817, al formar la enseña capitana que recogió la gloria del Ejercito de los Andes;
Que felizmente concurre a esclarecer todas las dudas sobre el particular documento histórico de valor decisivo, anterior a las leyes de 1816 y 1818, que traduce sin equivoco las expresiones oscuras: "de que se ha usado hasta el presente" y "en el modo y forma hasta ahora acostumbrado";
Que en las instrucciones reservadas que reservadas que el director supremo de las Provincias Unidas otorgó desde la Fortaleza de Buenos Aires, el 21 de septiembre de 1815, a los patriotas Brown y Bouchard, concediéndoles facultades para el Corso en el Pacífico, con el mandato "de exaltar la idea de Independencia", se describe la forma y el color del Pabellón Nacional, en el artículo 3° de las mismas, que textualmente dice: "si se trabare algún Convate se tremolará al tiempo de él el Pavellón de la Provincias Unidas, á saver, blanco en su Centro, y celeste en sus extremos al largo";
Que este documento suscripto por el Director Álvarez Thomas y el Ministro de Guerra, Marcos Balcarce, clausura la polémica sobre los colores del pabellón argentino, y la forma en que se encontraban distribuidos en la tela;
Que conviene recordar, para mayor satisfacción, que éstos son los colores con que se lee el parte de la batalla de Maipú, en la Gaceta de Buenos Aires, del 22 de abril de 1818: "tinta celeste sobre papel blanco"; los mismos que recuerda el ilustre General Paz en sus Memorias haber visto en el cuadro militar del Río Pasaje, en 1813 levantados por las pulcras manos de Belgrano;
Que estos colores están vinculados a la mejor tradición de España que nos dio su Religión, su genio y su lengua; colores que se cubrieron de gloria en las batallas fundadoras de la nacionalidad y prestaron su sombra propicia a la Organización civil de la República;
Que la letra y música del Himno Nacional fueron motivo de patrióticos debates y veredictos que fijaron y resolvieron con claridad las cuestiones suscitadas;
Que se ha demandado con acierto la estabilidad de una versión única del Himno y que se determine el carácter inalterable de los símbolos patrio, a fin de poner término a la verdadera anarquía que existe por la ejecución del Himno Nacional y por la necesidad de que la enseña patria y el escudo, formados a menudo de acuerdo a normas diferentes para el Ejercito, para la Marina, para las escuelas o para las reparticiones nacionales, se ajuste definitivamente a un patrón único;
Que la letra de la canción patria está comunicada oficialmente por la Soberana Asamblea que la sancionó en pliego que custodia el Archivo General de la Nación y a cuyo texto corresponde atenerse;
Que con respecto al pleito de la música, existen pronunciamientos doctos que coinciden con el sentimiento popular, respecto de la versión musical más auténtica del Himno;
Que en razón de ellos, se acepta por el presente decreto, las conclusiones de la Comisión presidida por el Rector de la Universidad de Buenos Aires, en 1927, y que hizo suyas el Gobierno de la Nación, por Acuerdo de 25 de septiembre de 1928, adoptando la versión musical del maestro argentino Juan P. Esnaola, editada en 1860, como arreglo de la música del maestro Blas Parera y en el concepto compartido por la Nación, de que en el trabajo de Esnaola, nuestro Himno volvía a ser lo que fue;
Que por los motivos respetables invocados en el decreto de 30 de marzo de 1900, sobre omisión en el canto de algunas fases del texto de López, se confirma dicha decisión;
Que en cuanto a la Banda que distingue al jefe del Estado sancionada por la Soberana Asamblea en enero de 1814, y reformada por la ley de la Bandera Mayor, corresponde confeccionarla fielmente con los colores, forma y distintivo establecidos en 1814 y 1818;
Que este Gobierno al dar vida y afirmar las tradiciones que encierran los símbolos de nuestra nacionalidad, asegurándoles la pureza de sus mismos orígenes y el tratamiento reverente condigno, cumple con antiguos anhelos patrióticos e íntimas convicciones y satisface así una verdadera aspiración nacional;
Que estos emblemas, que son sagrados, irradian no sólo la sugestión religiosa del culto patriótico, cuya llama debe mantenerse viva, sobre todo en los países de inmigración como el nuestro, sino también, evocan los memorables acontecimientos de nuestra historia y las glorias que la tradición recuerda a través de los tiempos, para hacer "eternos los laureles que supimos conseguir";
Que al suscribir este decreto el Superior Gobierno confirma los conceptos de soberanía, que nos dicta la historia y que inscribió el Sable corvo de Chacabuco, Maipú y Lima y a que el Pueblo Argentino, invocando en la Canción Patria, le presta la más pura emoción de su vida de generación en generación.
El Presidente de la Nación Argentina, en Acuerdo General de Ministros,
DECRETA:
Artículo 1° – Téngase por patrones de los símbolos nacionales, los ejemplares y textos mencionados en los considerandos de este decreto, y cuyas reproducciones auténticas corren agregadas al expediente número 19.974–F–1943.
Art. 2° – La Bandera Oficial de la Nación es la bandera con sol, aprobada por el "Congreso de Tucumán", reunido en Buenos Aires el 25 de febrero de 1818. Se formará según lo resuelto por el mismo Congreso el 20 de julio de 1816, con los colores "celeste y blanco" con que el General Belgrano, creó el 27 de febrero de 1812, la primera enseña patria. Los colores estarán distribuidos en tres fajas horizontales, de igual tamaño, dos de ellas celeste y una blanca en el medio. Se reproducirá en el centro de la faja blanca, de la bandera oficial, el Sol figurado de la moneda de oro de ocho escudos y de la de plata de ocho reales que se encuentra grabado en la primera moneda argentina, por ley de la Soberana Asamblea General Constituyente de 13 de abril de 1813, con los treinta y dos rayos flamígeros y rectos colocados alternativamente y en la misma posición que se observa en esas monedas. El color del Sol será el amarillo oro.
Art. 3° – (Artículo derogado por Ley N° 23.208 B.O. 20/8/1985.)
Art. 4° – La banda que distingue al Jefe del Estado, autorizada por la Asamblea Constituyente en la reforma de estatuto provisorio del Gobierno del 26 de enero de 1814 y alcanzada por la distinción del 25 de febrero de 1818, ostentará los mismos colores, en igual posición y el sol de la Bandera Oficial. Esta insignia terminará en una borla sin otro emblema. Tanto el sol como la borla serán confeccionados con hilos, con baño de oro, de óptima calidad y máxima inalterabilidad en el tiempo.
(Artículo sustituido por art. 1° del Decreto N° 459/1984 B.O. 9/2/1984.)
Art. 5° – En adelante se adoptará como representación del escudo argentino, la reproducción fiel del Sello que usó la Soberana Asamblea General Constituyente de la Provincias Unidas del Río de la Plata, el mismo que ésta ordenó en sesión de 12 de marzo de 1813, usase el Poder Ejecutivo.
Se reservará y usará como Gran Sello de la Nación, el diseño del Sello de la Asamblea de 1813, es decir, conservando la región coronaria comprendida entre las dos elipses de la figura.
Art. 6° – Adóptase como letra oficial del Himno Argentino, el texto de la canción compuesta por el diputado Vicente López, sancionado por la Asamblea General Constituyente, el 11 de mayo de 1813, y comunicado con fecha de 12 de mayo del mismo año, por el Triunvirato al Gobernador Intendente de la Provincia. Para el canto se observará lo dispuesto por el Acuerdo de 30 de marzo de 1900.
Art. 7° – Adóptase, como forma auténtica de la música del Himno Nacional, la versión editada por Juan P. Esnaola, en 1860, con el título: "Himno Nacional Argentino. Música del maestro Blas Parera". Se observarán las siguientes indicaciones: 1°) en cuanto a la tonalidad, adoptar la de Sí bemol que determina para la parte del canto el registro adecuado a la generalidad de las voces; 2°) reducir a una sola voz la parte del canto; 3°) dar forma rítmica al grupo correspondiente a la palabra "vivamos"; 4°) conservar los compases que interrumpen la estrofa, pero sin ejecutarlos. Será ésta en adelante, la única versión musical autorizada para ejecutarse en los actos oficiales, ceremonias públicas y privadas, por las bandas militares, policiales y municipales y en los establecimientos de enseñanza del país.
El Poder Ejecutivo hará imprimir el texto de Esnaola y tomará las medidas necesarias para su difusión gratuita o en forma que impida la explotación comercial del Himno.
Art. 8° – Por el Ministerio del Interior se reglamentará el tratamiento y uso de estos símbolos; se reproducirán los tipos y modelos que se adoptan y depositarán en el mismo Departamento.
Por el mismo Ministerio se dispondrá la impresión de un volumen con transcripción del presente acuerdo, el decreto reglamentario que se ordena, los modelos y textos respectivos, con antecedentes y referencias históricas y legislativas que contribuyan a ilustrarlo.
Art. 9° – Quedan derogadas todas las disposiciones que se opongan a este decreto.
Art. 10 – Comuníquese, publíquese en el Boletín Oficial y archívese.
Firman: FARREL (presidente de facto) – Luis C. Perlinger – César Ameghino – Juan Perón – Alberto Teisaire – Diego I. Mason – Juan Pistarini.


Adenda II:  El Sol según la ilustración que acompañó la edición del anteproyecto de ley. Obsérvese que es una impresión en relieve, dorada; sin resaltar ningún rasgo interior.


El Sol actualmente en uso: fue reglamentado por el Decreto Nº1650/ 2010, presenta una ejecución mucho mejor formada, con detallas en marrón.


Adenda II: El Escudo argentino según el diseño que acompañó al anteproyecto de ley de referencia presenta este aspecto:

 (Nota: la antigüedad del papel de donde fue tomado amarillenta los colores) 

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