Las bandas símbolos de dignidad y poder
Enrique II, hijo de Alfonso XI, con banda y capa de armiños
Por Miguel Carrillo Bascary
Los orígenes de la tradición
Una ancestral costumbre latina y muy
particularmente hispana es el uso de bandas cruzadas sobre el pecho que desde
la Antigüedad vemos lucir en sus retratos a reyes, dignatarios y jefes
militares.
Podríamos remontar su origen hasta el
tahalí que se empleaba para llevar la espada. De allí que su correcto uso
indique que estas bandas se llevan pendientes desde el hombro derecho,
atravesando pecho y espalda, hacia el lado izquierdo de la cintura. Sin
embargo, cuando el portador lleva espada la banda se emplea a la inversa, de
izquierda a derecha, a fin de no estorbar el empleo del arma si es necesario
desenfunda.
Entre las más antiguas referencias sobre el
uso de estas bandas se encuentra la “Crónica de Alfonso XI, "el Justiciero”, rey
de Castilla (1312 a 1350). Allí se cuenta que en 1330 él mismo se ciñó una banda de
tela “ancha como una mano” y autorizó que le imitaran algunos caballeros distinguidos como señal de su particular lealtad o de los notables servicios
militares prestados. Las referencias que guarda la tradición difieren
en cuanto al color de la banda; para algunos era negra y para otros, roja.
Son numerosas las alusiones al uso de
bandas que nos aporta la iconografía de la época colonial tardía. Por conocidas, sobresalen los retratos de los monarcas, virreyes y
otros dignatarios de la Corte castellana. En particular recordamos los cuadros en
que Goya pintó al Rey y a su familia, donde los retratados ostenta la banda de
la Orden de Carlos III con sus clásicas franjas: celeste, blanca y celeste. Peculiar
estructura que da origen a una de las hipótesis sobre el diseño de la Bandera
argentina.
Carlos IV y familia
También se destaca el uso de bandas en
los miembros de las órdenes militares más tradicionales en España. Asimismo, utilizaban bandas los
oficiales superiores de los reales ejércitos y los profesores de las
universidades.
Aquí se demuestra una de las funciones de las bandas, identificar a su portador como
alguien dotado de poder. No puede negarse que las bandas ofrecen una alta
visibilidad. Originalmente se empleaban sobre la misma armadura para que los
subordinados distinguieran a sus jefes. En el uso actual se lucen sobre el
traje, excepto cuando el dignatario viste frac, única oportunidad en que se oculta
parcialmente bajo esta prenda.
Capitanes generales de la Real Armada de España
Cuando un vasallo recibía la banda de una
orden a la que pertenecía el monarca, de alguna manera se asimilaba al grupo
íntimo del Rey, pero esto no implicaba una equiparación, siempre se reconocía
preeminencia al monarca.
La imposición de las bandas se realizaba mediante un ceremonial
solemne que tenía por objeto evidenciar que su portador era particularmente
distinguido de entre sus pares. El uso de las bandas denotaba un avance en el
servicio al Rey y en el mando castrense; según el caso. Por tal motivo las
bandas se usaban tanto durante el desempeño de las funciones asignadas y en
todas aquellas ocasiones donde se ponía en evidencia el rango: ceremonias
cortesanas y religiosas; desfiles y paradas; bailes; festivales y similares.
Fernando VII
De estas referencias podemos inferir
que las bandas tenían un doble
significado: eran investidura de autoridad y también evidenciaban una
distinción por servicios meritorios prestados, tanto militares como civiles, lo
que señalaba que el portador poseía determinada autoridad y gozaba de ciertos privilegios.
Luis de Córdova y Córdova (2º Cap. gral. de la Armada Real, siglo XVIII)
Las bandas en tierras rioplatenses
En la historia argentina las bandas
aparecen tempranamente en una evidente continuidad con el uso vigente en los
últimos años de la Colonia. Es así que en el ámbito militar son reguladas como atributo de los brigadieres
generales, adoptando los colores blanco y celeste con flecos de hilo de oro en
sus puntas. Así resulta del decreto emitido por la Asamblea Constituyente de
1813, datado el 5 de mayo de ese año, complementado por su similar de fecha 1º
de febrero de 1814, que establecía diversas variedades de este atributo.
Cuando la misma Corporación sancionó
el Estatuto Provisorio, en 1814, dispuso que el Director Supremo, titular del poder ejecutivo, se distinguiera con
una banda, blanca en el medio y azul a los costados, terminada en una borla de
oro (artículo 3º). La norma especificaba que tal banda sería “distintivo de su
elevada representación”.
Poco más adelante, el Congreso General
reunido en Tucumán confirmó esta práctica por medio del decreto fechado el 25
de febrero de 1818 y procuró que la banda del Director Supremo no se
confundiera con las que utilizaban dignatarios de inferior jerarquía. A tal fin
el decreto dispuso que la banda
directorial llevara un sol bordado en oro, sobre el pecho, para que su lucimiento
fuera ostensile. Por lo tanto, Juan Martín de Pueyrredón fue la primera
autoridad patria que lució el Sol en el pecho.
Se considera que el Sol elegido se
correspondía con el que corona el escudo adoptado por la Asamblea de 1813 para
los sellos del Estado; que luego pasó a la moneda y, a la propia Bandera
nacional, precisamente en 1818. Todos los autores señalan este precedente como
el origen de la actual “banda presidencial”.
Por otra parte, el decreto de 1818
implícitamente señaló que era relativamente común el uso de bandas con variados
propósitos, pero que todas ellas indicaban una dignidad especial en su portador, bien sea como autoridad política,
militar o como miembro de alguna orden meritoria. Vgr. la “Legión de Mérito”,
creada en Chile, para distinguir a los guerreros que combatieron por su
libertad, distintivo que era muy usado por los militares argentinos que habían
acompañado al Libertador en su campaña trasandina.
Las escasas referencias de tiempos
posteriores señalan que las bandas
continuaron en uso de las autoridades unipersonales durante el tiempo del
Directorio y en la presidencia de Rivadavia.
Ocurrió lo propio en provincias. En Bs. Aires Rosas empleaba una banda enteramente
rojo punzó. Los gobernadores entrerrianos y santafesinos las utilizaban conforme
a los colores de sus banderas provinciales. Según referencias el resto de los
gobernadores también usaron bandas pero no se cuenta con certeza sobre sus
colores.
Bandas presidenciales y otras
Ya en el período constitucional la
costumbre se mantuvo y vemos su uso por parte del presidente de la Nación y los
gobernadores de provincia; muchas veces se empleaba lisa.
Justo José de Urquiza, primer presidente constitucional, Argentina
Urquiza lució habitualmente una banda
bicolor, celeste y blanca, al igual que los presidentes Derqui, Mitre y
Sarmiento. Sin embargo, hay evidencias iconográficas de que estos últimos
usaron también bandas con la tradicional composición trifranja, celeste, blanca
y celeste, sumando el Escudo nacional. Avellaneda empleó solo bandas trifranjas
con un escudo rodeado de banderas y de un anillo de 14 estrellas, aludiendo a
las provincias históricas; pero también fue el primer presidente constitucional
que lució el Sol en el centro. Desde la presidencia de Roca se emplearon
escudos nacionales. Pellegrini y Quintana lo llevaron flanqueado por catorce
banderas. Yrigoyen en su segundo mandato y Justo, volvieron al Sol; pero J. F.
Uriburu empleó otra vez un escudo. Ortiz y Castillo utilizaron ambos diseños en
forma aleatoria.
Antiguas bandas presidenciales (Museo del Bicentenario, Bs. Aires)
Finalmente, durante el gobierno de
Farrel (1944 – 1946) se adoptó el
criterio de utilizar exclusivamente el Sol, disposición que fue respetada en
los gobiernos que le siguieron, tanto los de iure como los de facto.
El Decreto Nº 10.302/44 estableció los
caracteres de la banda presidencial en
los siguientes términos:
“Art. 4.-
La banda que distingue al Jefe del estado, autorizada por la Asamblea
Constituyente en la reforma del estatuto Provisorio del Gobierno, de 26 de
enero de 1814 y alcanzada por la distinción de 25 de febrero de 1818, ostentará
los mismos colores, en igual posición, y el sol bordado en oro de la Bandera
oficial. Esta insignia terminará en una borla de oro sin ningún otro emblema”
Como vemos la norma se apoya
específicamente en los precedentes de
1814 y de 1818, lo que evidencia una
continuidad entre los primeros gobiernos patrios y la presidencia de la
Nación constituido en el año 1853.
Presidente Fernando De la Rúa (Argentina)
Ese decreto también especifica que tanto
los colores como el Sol devienen de la propia Bandera nacional. De esta forma
se plasma la identificación del Jefe de
Gobierno nacional con la misma Patria, abstracción hecha de su persona;
haciendo mérito aquí que al Presidente de la Nación le corresponde la
representación oficial del Estado ante el concierto internacional. De esta
manera, el primer mandatario “corporiza” al Estado en su propio físico.
Por el “Reglamento de Uniformes
Militares” de 1871 se ratificó la vigencia del uso de bandas para los altos jefes del Ejército. La disposición se
reiteró en su posterior versión, aprobada por decreto del 15 de mayo de 1896.
El uso persiste hasta la actualidad.
General, uniforme de gala (Argentina)
En provincias no resultó extraño que
las bandas de los gobernadores
llevaran bordado el escudo local. Pero la costumbre no fue general. Algunos,
como el de Misiones, no usan banda.
Miguel Liftchitz, gobernador de Santa Fe (2015 /2019)
Estos antecedentes identifican otro
carácter relativo a las bandas; quién
las usa desempeña una autoridad con mando efectivo, ya sea civil o militar.
No conocemos que en Argentina hayan empleado bandas los legisladores o los
jueces; tampoco los vicepresidentes (excepto cuando estuvieron en ejercicio de
la presidencia) ni los ministros.
La tradición ha consagrado el significado de la banda presidencial.
Así resulta de las palabras de Bartolomé Mitre, cuando el 12 de octubre de
1868, al poner posesión del cargo de nuevo presidente a Sarmiento, manifestó: “Coloco en vuestros hombros la Banda
presidencial con los colores de nuestra bandera que simboliza la parte de
soberanía que vais a representar”.
En concreto la banda presidencial, y
por ende todas las otras bandas que suelen emplearse, no son un símbolo del Estado, sino exteriorizaciones del cargo
desempeñado. Por consecuencia son un bien de propiedad y de uso del dignatario,
de manera que, al dejar el cargo el funcionario saliente no la entrega, se la
lleva como un recuerdo, privado ya de contenido, excepto de la memoria emotiva
de la persona que la portó.
La tradición en otros estados americanos
Ceremonia de investidura de Ollanta Umala (Perú)
Perú reconoce
el uso de banda bicolor dese que San Martín desempeñó el carácter de “protector”
de su independencia. Aquí es tradicional que las autoridades inferiores usen
bandas con diversos colores; lo que se asimila a Bolivia, en donde la verdadera investidura no es la banda
presidencial, sino en el collar del
Mariscal Sucre.
Autoridades de Cuzco (Bolivia)
Algo similar ocurre en Chile, aquí se interpreta que el
atributo del poder radica en la “piocha”, término con que se designa a una
condecoración, que une los dos extremos de la banda, a la altura de la cadera.
Este elemento es una condecoración en forma de estrella de cinco puntas con el
escudo chileno en su centro. Fue recibida por O’Higgins cuando en 1813 asumió
como jefe del Ejército. Desde entonces se transmitió sucesivamente entre los
primeros mandatarios. El último en usarla fue Salvador Allende. Según la
versión oficial, la joya se perdió en el incendio ocurrido en el Palacio de La
Moneda, el 11 de septiembre de 1973, cuando cayó el nombrado. Más tarde
Pinochet hizo confeccionar una réplica que transmitió a su sucesor, Patricio
Alwyn, dando continuidad a la costumbre. Para la tradición chilena la piocha es
el símbolo del poder del que es investido el primer mandatario, la banda apenas
es un accesorio de aquella.
Banda presidencial de Chile, usada con frac
El presidente de Uruguay, también emplea tradicionalmente una banda con pluralidad
de rayas blancas y azules.
Banda presidencial de Uruguay
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