lunes, 9 de enero de 2023

Taller de Ceremonial 2023 – Segunda sesión

Algunos desastres y pocos aciertos

Foto 1, tomada en el año 2022 (así me informó el lector que me la remitió)

Foto 2

Por Miguel Carrillo Bascary

Mis comentarios

Sobre la Foto 1: Un desfasaje temporal y una funcionaria “distraída”

Lo fotografiado, al igual que uno de los casos del Primer Taller 2023 (http://banderasargentinas.blogspot.com/2023/01/taller-de-ceremonial-2023-primera-sesion.html, otra vez involucra a la provincia de Tucumán, pero esta vez se trata de una tragedia indisimulable.

El análisis de esta toma es muy sencillo, posiblemente muchos tucumano tendrán presente la imagen por ser muy reciente.

Primeramente destaco como un hecho positivo que la organización haya tenido la precaución de quitar la etiqueta a las botellitas de agua. Obsérvese también que las cartelas están vueltas hacia los expositores para señalar sus ubicaciones en la mesa.

Pasemos a lo otro, donde para señalar la presencia de una funcionaria del “Jardín de la República”, el personal de Ceremonial de otra provincia argentina  no tuvo mejor idea que colocar a su frente una banderita de Tucumán pero ocurre que ¡esta corresponde a la que se aprobó en tiempos de “Palito” Ortega, en el año 1995!, no es la  vigente. La que se muestra se usó durante su gestión Antonio Domingo Bussi, aquella que los subsiguientes gobernadores, Julio Miranda y José Alperovich, se empeñaron en ningunear hasta que en el 2008 se derogó la ley que la implementó.

Banderas de la provincia de Tucumán (1995-2008 y 2010 hasta hoy)

Quiere decir entonces, que la repartición de Ceremonial que actuó como anfitriona en la ocasión (cuya referencia de origen prefiero callar) estaba desactualizada nada menos que ¡CATORCE AÑOS!

En esto hay una responsabilidad directa del agente que colocó el vexilo derogado, pero por sobre todo, la culpa debe atribuirse a quien estaba a cargo de la repartición.

¿Falta algo? ¡Por supuesto! Veamos entonces.

Ante la gravedad de la situación, lo que la funcionaria tucumana debió hacer, ni bien ingresó al recinto y antes de tomar su posición en la mesa, era dirigirse hacia alguno de los funcionarios locales para hacerle notar el “desliz” y pedirle que retirara el emblema en la forma más discreta posible. Al no actuar de la manera indicada avaló el error, lo que en un funcionario que representaba a su provincia, implica una significativa ligereza de su parte. Si grave fue la acción de la organización, igual o más grave, fue el “dejar pasar” de la funcionaria tucumana.

Lejos de ser un hecho circunstancial que se olvida con el tiempo quedó registrado y sigue presente en las redes. 

Sobra la Foto 2: El problema de entremezclar

El afán por ser “políticamente correcto”, particularmente con referencia a la exhibición de las enseñas de las comunidades LGTBQ+, suele deparar numerosos errores.

Nada obsta a visibilizar a las minorías, de cualquier tipo que sean, pero en materia de Ceremonial de banderas debe actuarse con el debido profesionalismo.

Cuando éramos chicos aprendimos que mezclar gaseosas colas con las de naranja podía parecer una buena idea, pero en la práctica daba lugar a mezclas intomables.  De esta amarga experiencia podemos extraer buenas conclusiones. Salvando las distancias lo mismo pasa cuando se juntan vexilos de diversa naturaleza.

Usualmente, las banderas que más vemos en la realidad representan a entidades de Derecho Público, las que llamamos “estatales” u “oficiales”, si queremos ser más amplios. Estas corresponden a estados nacionales, regiones, provincias, departamentos,  municipios, comunas y también a las organizaciones internacionales de estados, como excepción cabe sumarles los pabellones de la Santa Sede y de la Soberana Orden de Malta, tal como se ha aceptado desde hace siglos. Como sus derivadas tenemos otras enseñas, que expresan a: oficinas, mandatarios, unidades militares, funcionarios, comisiones de servicios públicos y similares.

Por lo demás existe otro numerosos tipos de banderas con las que se identifican: etnias, empresas, sindicatos, ongs de diversa naturaleza, clubes, entidades de servicios, conmemoraciones, marcas comerciales, movimientos políticos, civiles, artísticos y de otro tipo.

También se ven decenas de vexilos que evidencian a comunidades vinculadas a la diversidad sexual. Apercibidos de su muy numerosa variedad quienes participan de ellas han buscado sintetizarlas en un símbolo común. En un primer momento se empleó la ya clásica enseña arco iris, que creó en 1977 el artista norteamericano Gilbert Baker. Pero, cuando se advirtió que no expresaba adecuadamente las múltiples facetas de la diversidad se propusieron variantes y otros emblemas. El que por el momento saca ventaja sobre sus similares es la llamada “bandera del orgullo progresivo” (Progress pride flag), propuesta por Daniel Quasar en 2018 (también se la data en 2017), que adicionó los colores transgénero, a las comunidades LGBTQ+, a sus miembros “de color” y a los afectados por el SIDA.

La enseña de referencia

Ante este complejo panorama, el principio ordenador general es que jamás deberían intercalarse banderas de naturaleza pública con aquellas que son de otra naturaleza. Esta últimas deben disponerse con especial prudencia y nunca en posiciones que relegan a las primeras.

Luego de esta necesarias precisiones encararemos lo que surge de la foto en análisis.

Corresponde a la fachada del Concejo Municipal de la ciudad de Rosario (Santa Fe, Argentina), donde el balcón embanderado corresponde al despacho de su Presidencia ¡nada menos!. Encontramos allí a la enseña del Progreso flanqueada por sendas banderas nacionales de Argentina.

Esto expresa una flagrantes infracción a las reglas universales de la precedencia protocolar en materia vexilológica.

Nunca se debió admitir que las enseñas nacionales cedan su primacía y, menos aún, que se mezclen vexilos oficiales con aquellos que no lo son.

Nada obsta que el Concejo haya querido visibilizar las demandas de reconocimiento de  estas minorías, pero bien se pudo ubicar de otra forma al símbolo que las representa. Por ejemplo: sobre los dinteles de las puertas, en un mástil colocado sobre la cartela que vemos más abajo, o colgando desde el balconcito de la cúpula, que aunque esté a un superior nivel superior la menor jerarquía de la abertura subordinará la posición a la que corresponde a la Presidencia. Si verdaderamente se quería destacar la enseña policromática pudo ornamentarse con ellas los astiles laterales del primer piso. Eso sí, nunca se debió asignarles el centro, que es la posición de honor, por que de esta forma se marginó a las banderas nacionales.

Como adenda cabe discurrir sobre la existencia de tres mástiles en la fachada. Este número está en relación al triple orden estatal que es dable de verificar en el caso, de tal manera que el central debió destinarse a la Bandera Oficial de la Nación, el de su derecha a la que representa a la provincia de Santa Fe y en el restante irá la que alude a la ciudad de Rosario.

En esta fachada institucional, la ausencia de los símbolos provincial y municipal es inconcebible. ¿O acaso se considera que en el edificio funciona una repartición del Gobierno nacional? ¿En qué quedan las demandas de autonomía institucional por la que viene bregando Rosario desde hace un siglo ya?

2 comentarios:

  1. Muchas gracias, Profesor! Me encanta contar con estos talleres. Con respecto a la foto 1, me gustaría añadir también, la desprolijidad del flameo de las banderas, el cuál debe dirigirse de derecha a izquierda, no sé cuido ese punto, es más que un detalle tratándose de símbolos patrios. Obviamente el error que señala usted es inconcebible. El jefe o encargado de Protocolo debe trabajar con conciencia y responsabilidad.
    Muchas gracias nuevamente por la publicación de estos ejemplos prácticos donde aprendemos, repasamos, ratificamos y rectificamos conceptos. Saludos cordiales.

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  2. Bravo Silvana, muy atinado ti aporte. Muchas gracias por tus palabras que siempre alientan. Cordial saludo

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