jueves, 7 de diciembre de 2023

Malvinas, historia e implicancias de un decreto secreto

Y mucho más, en revista CALACUERDA Nº21

 

Tambor del Batallón N°2 de Policía, provincia de Bs. Aires (1847)

Viñeta de la carátula de la revista Calacuerda Nº21

En este Blog presentamos esta revista que produce la Sociedad de Historia Militar (https://banderasargentinas.blogspot.com/2023/08/revista-calacuerda-un-material.html) a la que recomendamos calurosamente. Está dirigida por Diego Argañaraz, integran su Consejo de Edición: Leonardo Diego Muñoz, Miguel Escalante Galain Alejandro Millán Seeber.

Hoy les aportamos un link desde el cual podrán acceder a su Número 21 que contiene un variado conjunto de colaboraciones, como podrán verificar en su índice. La publicación no se limita a temáticas argentinas, sino que suma notas vinculadas a lo americano y europeo, circunstancia que incremente su interés.

Gracias a la generosidad de sus responsables en este número se da a conocer un ensayo de mi autoría que titula nuestra entrada de hoy, “Malvinas, historia e implicancias de un decreto secreto”. Como es obvio se relaciona con la “Causa Malvinas”, tan cada a nuestros sentimientos.

En la oportunidad se referencian los antecedentes normativos que avalan los derechos soberanos de Argentina y se detiene en diversos decretos que se dictaron con motivo de la transitoria recuperación de los archipiélagos en 1982 pero, particularmente, se aborda las diferentes implicancias que generó el Decreto Decreto Nº681/ 82, el que permaneció fuera del conocimiento público por varias décadas.

La nota aporta reflexiones y estudia distintas variables vinculadas al Derecho Público nacional e internacional, desde una perspectiva original. Contiene un apéndice donde se trascriben normas más relevantes, incluso el decreto secreto, por supuesto. Juzguen los lectores al respecto.

Podrán bajar la publicación íntegra, libre y gratuitamente desde el siguiente enlace: http://www.revistacalacuerda.com.ar/assets/cala21.pdf



Blasón de la Sociedad de Historia Militar

miércoles, 6 de diciembre de 2023

Banderas y foto protocolar

Asunción presidencial 2023

Javier Milei, el presidente de la Nación Argentina en su despacho

Por Miguel Carrillo Bascary 

Los argentinos esperamos contando las horas hasta que el 10 de diciembre asuma la presidencia de la Nación aquél hombre a quien votamos en ejercicio legítimo de la democracia sobre la base del principio de representación popular.

Para los lectores que no sean de nacionalidad argentina, su nombre es Javier Gerardo Milei y sus referencias biográficas apuntan que nació en Buenos Aires, el 22 de octubre de 1970. Es licenciado en Economía por la Universidad de Belgrano y llegó al poder encabezando al partido “La Libertad Avanza”, alcanzando en la segunda vuelta electoral un inédito 56% de los votos válidos emitidos, mientras que su rival solo alcanzó poco más del 44%.

Entre la copiosa información disponible en las redes en donde se adelantan diversos detalles sobre la ceremonia de asunción y del juramento de práctica que deberá prestar me llega la fotografía que ilustra esta nota donde se adelanta cuál será una de las fotos oficiales que se le requerirá cuando ya se encuentre en funciones.

La imagen fue compuesta por Jaime Arizabaleta, según informa mi fuente.

Ahí lo vemos, con gesto adusto y decidido, atento a la crítica situación del país, lleva la banda presidencial propia de su investidura colocada sobre un formal traje oscuro, sobria corbata negra y está sentado en el sillón de su despacho oficial en la “Casa Rosada”, rodeado de papeles a la espera de resolución.

Por detrás se observa la ventana que se abre hacia la histórica “Plaza de Mayo”, a su derecha la “Bandera Oficial de la Nación” expresión simbólica de la soberanía del país y del gobierno que encabeza como primer magistrado.

A su izquierda está la bandera presidencial, también atributo de su cargo, que si bien no está regulada por norma alguna se viene usando desde hace más de sesenta años.

Bandera presidencial argentina
Autor de la imagen: Francisco Gregoric 

Mayores referencias sobre este emblema pueden encontrarse en: Bandera presidencial de ceremonia - Un recorrido gráfico sobre su historia, accesible desde https://banderasargentinas.blogspot.com/2023/03/bandera-presidencial-de-ceremonia.html

La segunda fotografía que los usos ceremoniales determinan lo mostrarán igualmente trajeado, revestido de la banda correspondiente a su cargo y con el bastón presidencial en sus manos.


Nota: La banda lleva en su centro al Sol, con diseño idéntico al que luce la Bandera nacional, en la toma no se alcanza a visualizar debido a la posición de los brazos, 

domingo, 3 de diciembre de 2023

Belgrano, las armas en la lucha por la independencia

Un panel y una muestra de excepción

Osvaldo y Martín Gatto, expositores en el evento

Con la organización conjunta de la Asociación Cultural Dante Alighieri y del Centro de Estudios Belgranianos de Rosario, se realizó el panel que protagonizaron el Prof. Osvaldo Gatto y su hijo, Martín, que se complementó con una excelente muestra de armas blancas y de pólvora negra.

Los más de cien privilegiados que pudieron participar gozaron de explicaciones de primer nivel con las que los panelistas explicaron la forma de uso y de construcción de aquellas armas que dieron la libertad a la Patria.

Vista del magnífico recinto y de parte de la concurrencia

En rápida síntesis se pasó de una primitiva lanza y de una autentica macana incásica hasta los diversos mosquetes, sables, pistolas y pistolones, para llegar a una réplica exacta de la pistola que la Asamblea del XIII le entregó al general Manuel Belgrano como testimonio de agradecimiento por los triunfos obtenidos en Tucumán y Salta.

Presentó la actividad la locutora nacional y periodista Denis Cardozo, quien también dio lectura a la nota de adhesión cursada por el señor presidente del Instituto Nacional Belgraniano, Lic. Manuel Belgrano. Seguidamente, el presidente de la entidad anfitriona, Dr. Luis Martinell Ferreyra dio la bienvenida a los presentes, mientras que el Dr. Miguel Carrillo Bascary, en representación del Centro y del Instituto Nacional Belgraniano, referenció los extensos y brillantes antecedentes de los expositores, a quienes con toda justicia podemos llamar "los Vulcanos rosarinos".

El Dr. Luis Martinell saluda a la audiencia

También se registró la presencia de representantes de la Asociación Valor Rosario, entidad que aboga por difundir todo aquello que resalte la identidad de la ciudad, en este caso el emprendedorismo de la familia Gatto, la que por tal razón adhirió al evento y contribuyó a difundirlo.

Entre los invitados se encontraron representantes de la Caja de Jubilaciones Abogados, de la Asoc. Reservistas de Rosario, del Colegio de Magistrados, Instituto de la Tradición Martín Fierro, diversos Rotarys Clubs, asociaciones de exalumnos, de la Universidad de Rosario, de otras instituciones belgranianas y grupos culturales.

La presentación fue acompañada de un video en donde se mostró el accionamiento de varias de las armas expuestas y distintos momentos del proceso de su reproducción.

Martín Gatto presentando el video

El público tuvo la oportunidad de observar en vivo y en directo los numerosos ejemplares expuestos, tomando directa experiencia de la emoción que implicó conocer que con muchas de las armas mostradas se contribuyó a dar la libertad a la Patria. Sobre el final, los expositores se prestaron muy amablemente a responder preguntas que les formularon los asistentes.

Si bien no fue factible la trasmisión por srtreaming, todo fue filmando, de manera que en breve se espera poder aportará el link para que los interesados accedan al contenido de la charla.

En suma, que la ocasión cumplió ampliamente con las expectativas que despertó desde su inicio. El evento es prolegómeno de numerosas acciones que las entidades convocantes emprenderán en conjunto y que se desarrollarán en el tradicional auditorio de la Dante Alighieri.

Cabe resaltar que los Gatto han producido un libro profusamente ilustrado en donde se relata la historia de la pistola que fuera del general Belgrano (hoy en el Museo Histórico de la Nación) y de todo el proceso de su exacta reproducción, material que se podrá adquirir desde: http://www.osvaldogatto.com.ar/index.php?view=product&pid=207

La réplica de la pistola regalada al Prócer en su set para coleccionistas
y el libro sobre su historia

También podrán observar un amplio panorama. Sean las lineas finales para agradecer a Osvaldo y a Martín Gatto por haberse brindado a la audiencia en tan magnifica forma y a todos los que colaboraron en esta realización.

Mayor información sobre la actividad de los panelistas en sus diversas realizaciones, desde cañones hasta dagas y puñales: http://www.osvaldogatto.com.ar/ En su página pueden verse ¡más de 90 videos!

Seguidamente un álbum fotográfico con algunas facetas del evento.

Osvaldo muestra una antigua granada de mano

Con la réplica de la famosa pistola

Con la réplica del sable que la Asamblea regaló a Belgrano

Martín muestra parte de las armas exhibidas

Varios asistentes inspeccionando lo mostrado

Un aspecto del auditorio

Martín Gatto con una caja de pistolas de duelo

El Prof. Gatto, un apasionado por su trabajo de hábilísimo artesano



Diversas piezas que integraron la muestra

M.C.B.

200 años de un justo título

La Villa del Rosario y su Santa Patrona

La Capilla de Nuestra Señora del Rosario hacia 1823 (imagen hipotética)

Por Miguel Carrillo Bascary 

Corría el año 1823, Rosario era un pequeño conjunto de ranchos y de unas pocas casas que se habían nucleado espontáneamente en derredor de la capilla dedicada a Nuestra Señora del Rosario (valga la redundancia) a lo largo de los cien años anteriores. Pasados ya los azares de la guerra, conseguida la independencia de las Provincias Unidas, devenidas en la Confederación Argentina, gobernaba la provincia de Santa Fe el mariscal Estanislao López.

Llegado el mes de septiembre de ese año, más precisamente el día 21, los vecinos más caracterizados de entre las 1.000 personas que habitaban las pocas manzanas que circundaban la hoy plaza “25 de Mayo”, se reunieron en la “sala del señor cura y vicario del lugar”, como dice el acta levantada para constancia del acontecimiento en vías de concreción. Se hallaban presentes el comandante de la milicia de la región, Don Vicente Basualdo, así como Don Santiago Correa, juez y alcalde del partido designado por el Cabildo santafesino.

No eran tiempos fáciles, acababa de finalizar la novena dedicada “Nuestra Señora de los Ángeles”, bajo la advocación del Rosario, titular de la parroquia en la que se inscribía la población. Por medio de esa prédica se impetraba la lluvia para la tierra reseca que auguraba grandes penurias en el corto plazo, mientras que los esperanzados rosarinos se aprestaban a celebrar la fiesta religiosa que le estaba dedicada, por la que se conmemoraba la victoria en Lepanto[1] de la flota cristiana por sobre la otomana.

A despecho de estas difíciles circunstancias, confiando seguramente en que la intercesión de la Virgen María sería propicia, aquellos hombres expresaron su designio de solicitar que se conociera al poblado como “villa o ciudad”, ni más, ni menos. Sus aspiraciones no paraban en esto, también pedían la anuencia de las autoridades para jurar fidelidad a “Nuestra Señora del Rosario” como su “patrona”. Digamos que era tradición que al fundarse una población se estableciera un santo o una advocación mariana a los que se rendía especial veneración y a quienes se atribuía la gracia de mediadores para la asistencia espiritual y material de los vecinos, a falta de tal acto Rosario no contaba con ninguno de ellos.

Hasta ese momento la aldea se conocía como la “Capilla del Rosario”, por haberse formado insensiblemente en torno a la misma, sin acto alguno que consagrara esa nominación. En las deliberaciones de los reunidos en casa del cura párroco se observó que poblaciones menores, concretamente San Nicolás de los Arroyos y La Bajada (Paraná) habían obtenido reconocimientos similares y que Rosario acreditaba importantes servicios “a la causa de la libertad e independencia de la Nación y especialmente de la Provincia”. En los relatos sobre aquellos tiempos suele soslayarse qué servicios eran estos, acá me permitiré resumirlos: la contribución de la población para los gastos de la Defensa en la II Invasión Inglesa; la construcción de baterías defensivas en 1810 y 1812 y el aporte del 10% de su población masculina a la expedición al Paraguay que mandara Belgrano; la ayuda que prestó al entonces coronel San Martín previamente al combate de San Lorenzo; la adhesión  a la Revolución de Mayo, el haber soportado el incalificable incendio de 1819 con que Balcarce pretendió vengarse del apoyo rosarino a la autonomía de la Provincia; y otras muestras de patriotismo, que justificaron largamente que Belgrano encontrara el marco propicio para concebir la Bandera Nacional que presentó el 27 de febrero de 1812.

 Los reunidos debatieron y adoptaron una resolución unánime, requerir que así lo dispusiera la Junta de Representantes de la provincia (equivalente a su actual Legislatura). Si bien en el acta se consigna aspirar a ser “villa o ciudad”, no consta por qué finalmente solo se procurará el primero. Al decir del historiador Juan Álvarez[2], de ser reconocida como “ciudad” habría implicado formar un cabildo, lo que implicaba los gastos consecuentes, una pesada carga económica al vecindario que con esto se evitó.

Siete días más tarde se labró acta de lo ocurrido que, además de los funcionarios citados, firmaron: el cura párroco, Pascual Silva Braga, Juan A. Poms, Pablo Vidal, Gabriel López, Alberto Basaldúa, Pedro Pérez, Francisco Crespo, Joaquín de Ibarlucea, Miguel Ramírez, Benito Meonis, Constantino y Francisco Carbonell, José de Fuentes, Juan de Avellaneda, Ventura Corra, Tomás Romero, Marcelino Bayo, Nicolás Zamora y Francisco Vidal. Varios de estos apellidos constan en los anales de la hoy ciudad.

Siendo necesario tramitar lo pertinente, ante el Comandante del lugar y del juez Alcalde, el día 2 de octubre se dio poder al Cura Párroco, Doctor Pascual Silva Braga[3] para que actuara como representante del vecindario, con legitimidad para procurar que se lo reconociera “villa” y se declarar como “Santa Patrona a Nuestra Señora del Rosario”, en tanto ella era “objeto de nuestros afectos y culto”, según se dejó escrito.

Nuestra Señora del Rosario, aspecto original [4]

Este documento oficial implica el primer ejercicio de la potestad electoral que radicaba en los rosarinos, por lo que constituye un hito fundamental en la historia cívica de la hoy ciudad. Cabe señalar que la jurisdicción contaba con representante ante la Junta pero, en vez de confiarle tan legítima gestión, se resolvió comisionar a Silva Braga, quizás por considerar que sería mejor y más fiel ejecutor de la decisión popular, no es un detalle menor.

No perdió tiempo el investido y, como reza el escrito que presentó ante el gobernador “en nombre de este pueblo del Rosario”, formalizó su cometido, dando inicio a las actuaciones comisionadas. Ante lo razonable, oportuno y pertinente de lo peticionado el Gobernador López, que se hallaba circunstancialmente en el lugar, se expidió por formal decreto del 29 de octubre de 1823, en los siguientes términos:

“Rosario, Octubre 29/823. En vista de la justicia con que se solicita la declamatoria de Villa o Ciudad a esta población, el Gobierno la aprueba por su parte, debiendo pasar a la honorable Representación Provincial, de quien es privativo resolver sobre el particular, y extender los diplomas al efecto. [Firmaba] López.

Se patentizaba así la decisión favorable a la solicitud, pero en respeto del esquema institucional de la época, López giró el expediente a la Junta como órgano competente para resolver al respecto. La Representación se expidió mediante el documento siguiente, que tiene el carácter de ley:

 

De esta manera, el 2 de diciembre de 1823, el poblado mereció una doble distinción, se la reconoció como “villa”, o sea que adquirió el carácter que hoy implica el ser un “pueblo”, y también se dio autorización oficial para jurar como “patrona” a “Nuestra Señora del Rosario”, lo que se concretó días más tarde en solemne función a la vez, cívica y religiosa.

Es importante señalar un grave error en que suele incurrirse, cual es el de usar el título de “Villa del Rosario” para designar al poblado en fechas anteriores a 1823. Como resulta de lo expuesto, hasta ese año su apelativo usual era el de “Capilla del Rosario” o, en tono más solemne, “Capilla de Nuestra Señora del Rosario en el Pago de los Arroyos” ¿Queda en claro?

La ley de referencia consigna una declaración que cabe comentar, ya que expresa conceder a Rosario el título de Ilustre y Fiel Villa, con dependencia de esta capital de provincia”. Este tipo de calificativos era tradicional en España y sus dominios, aunque para la fecha el sentido de estas designaciones se había vaciado de contenido, atento a la declaración de la independencia nacional, no dejaba de ser un honor dispensado al vecindario. Observo aquí que se trató de una liberalidad dispuesta por la Legislatura, pero que al mismo tiempo irrogaba “recordar” a los rosarinos que su Villa quedaba sujeta a la autoridad de la capital santafesina, algo nada inocente, por cierto.

Lo demás ya es conocido: el 5 de agosto de 1852 se reconoció a Rosario como “ciudad”, contaba entonces con unos 3.500 habitantes, casi un siglo más tarde el desarrollo económico y social reuniera en su ejido medio millón de personas[5], laboriosas, emprendedoras, solidarias, llegadas desde diversas regiones del mundo para amalgamarse con las raíces criollas que le dieron origen.

Hemos visto así que han pasado ya doscientos años de que Rosario fuera reconocida como “villa” (pueblo) y que el Gobierno civil autorizara como “patrona” a Nuestra Señora del Rosario, cuya imagen histórica llegara precisamente, el 3 de mayo de 1773, hace ya doscientos cincuenta años. Ella es el más antiguo testimonio material de quienes dieron forma al laborioso pueblo hoy devenido en ciudad y que luce con orgullo su condición de “Cuna de la Bandera Nacional”.

Nota

[1] Esta decisiva batalla, que se dio el 7 de octubre de 1571, salvó a Europa del predominio musulmán y se hizo general el concepto de que se debió a la intercesión de Nuestra Señora del Rosario a la que la Cristiandad se había confiado, pese al muy superior poderío de la flota enemiga. En consecuencia, surgieron las advocaciones marianas sinónimas de aquella, “María Auxilio de los cristianos” y “Nuestra Señora de la Victoria”. El Papa Clemente XI declaró el carácter “universal” de la solemnidad y a principios del s. XX sería el santo Papa Pio X quien la fijó cada 7 de octubre. Hasta esa fecha se concretaba el primer domingo de ese mes. Por esta razón, la Ley Nº2882 estableció esa fecha como “día de Rosario” y feriado local.

[2] En Historia de Rosario (1689-1939). UNR Editora/Editorial Municipal de Rosario, 1998, pp. 222/223.

[4] Aspecto que presentaba en 1823. En 1941 se la dotó de una corona preciosa (a partir de la donación de sus joyas personales que hicieron unas 850 señoras y señoritas) y de un aura, también se cambió de posición del Divino Niño. Fue confeccionada en Cádiz, es una imagen "de vestir" construida en madera de sándalo, tiene rostro y manos de cerámica y cabello natural. Con el agregado de la corona y de su base hoy mide un metro con un centímetro.

[5] El Censo Nacional de 1947 computó 467.937 habitantes para la ciudad de Rosario.

Nota: mayores referencias pueden verse en https://banderasargentinas.blogspot.com/2023/01/1823-rosario-reconocida-como-villa.html

viernes, 1 de diciembre de 2023

¿La estrella de Navidad va con o sin cola?

Pregunta que inquieta al armar el pesebre de Navidad


Por Miguel Carrillo Bascary

Una de las cuestiones clásicas al armar los pesebres de Navidad (también llamados “belenes”), es si la estrella que guió a los magos y que eventualmente se coloca sobre la gruta, debe llevar cola o no.

Algo de Astronomía

Antes de adentrarnos en el tema es necesario resaltar que la fuente bíblica que origina la imagen no especifica la naturaleza del cuerpo celeste, al que genéricamente se identifica como “una estrella”, aunque bien se ha señalado que pudo ser un planeta, un cometa o, eventualmente, de la conjunción de dos o más astros. Lo indudable es que no pudo ser un meteorito, ya que el lapso que demora en consumirse al ingresar en la atmosfera resulta incompatible con el prolongado viaje de los llamados “Reyes Magos” desde su origen hasta Palestina.

El término “cometa” deriva del griego y en idioma español su significado podría expresarse como “estrella de larga cabellera”. A lo largo de la Historia han dado lugar a diversas fantasías

En cuanto a la mentada “cola”, por la que se pregunta el título de esta nota, en realidad debe llamársela “cauda”. Obviamente este término es un sinónimo, pero hablando con propiedad resulta mucho más exacto, ya que este es el vocablo que usa la Astronomía para referirse a los cometas.

Éstos, cuyo núcleo de hielo y roca desprenden partículas y radiación en forma de gases o polvo que al acercarse al Sol toman diversos aspectos y colores. El fenómeno genera una transitoria atmósfera del cuerpo, que se llama “coma”. Las caudas son de extensión variable, pudiendo extenderse desde los 10 a más de 100 millones de kilómetros.

Los magos y la Estrella

Las referencias que tenemos sobre la misma nos vienen de la Biblia, más concretamente del Evangelio de San Mateo, quien narra el nacimiento de Jesús con mayor detalle que los otros evangelistas. Claro está que no es un libro de Historia, pero tampoco podemos soslayar que contiene tradiciones asentadas a lo largo de dos milenios.

Lo concreto es que Mateo informa sobre unos “magos[1] de Oriente” que llegaron a Jerusalén siguiendo una estrella que les pareció muy peculiar. Es la misma que la tradición ubica en los belenes y que artistas de todas las épocas presentan acompañando a los magos o complementando la escena del Niño Dios reposando en el pesebre.

La caracterización de “magos” es muy amplia, en realidad, el término identifica a personas poderosas en riqueza y también en conocimientos, difícilmente monarcas de algún estado, pese a que el vulgo les atribuya esta condición. Los exegetas de la Biblia son contestes que eran sabios, científicos para la época y por lo tanto serían expertos en Ciencias Naturales, Medicina, Matemáticas y, por carácter transitivo, también en Astronomía. Algunos arriesgan que profesaban el culto a Zoroastro. Lo concreto es que no debieron engañarse respecto de la singularidad del astro navideño.

Tampoco es claro el tiempo en que se produjo en encuentro de los magos con el Niño, los expertos católicos estiman que habría sido luego de dos años del nacimiento, lapso que justificaría que Herodes haya dado la orden de asesinar a los nacidos hasta dicha edad, con el fin de extirpar toda amenaza hacia su trono. 

El escrito de San Mateo

Concretamente el autor consigna el episodio en el capítulo segundo de su Evangelio y lo hizo en los siguientes términos, que tomo de la “Biblia de Jerusalén[2]”:

2:1. Nacido Jesús, en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, 2:2. diciendo: "¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarle". […]

Herodes interpretó que podía tratarse del esperado Mesías e hizo consultar a los sumo sacerdotes y escribas del pueblo de Israel, quienes le recordaron una antigua profecía que relacionaba al esperado Salvador con la pequeña ciudad de Belén en Judea como lugar de su nacimiento. Ante lo cual los magos resolvieron ponerse en marcha en esa dirección. Esta es la cita del caso:

2:9. Ellos después de oír al rey, se pusieron en marcha, y he aquí que la estrella que habían visto en Oriente, iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. 2:10. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. 2:11. Entraron en la casa; vieron al niño con su madre María, y postrándose, le adoraron; luego, abriendo sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra”. […]

De esto resulta que la estrella se desplazaba por el cielo nocturno de Oriente a Occidente y que su brillo y/o volumen debió ser muy notorio como para llamar la atención de los magos. Nada conocían de ella en la corte de Herodes, donde también debió haber sacerdotes y escribas familiarizados con el firmamento de la zona. Su ignorancia sobe el fenómeno contrasta con el saber de los magos orientales, lo que desde la crítica religiosa se interpreta como un particular designio de Dios que reveló el nacimiento de Cristo a los paganos y que el acontecimiento pasó desapercibido a los israelitas herodianos.

Objetivamente parece lógico pensar que los conocimientos astronómicos de los primeros pudieron ser superiores a los de toda la intelectualidad judaica, atenazada por la cerrada interpretación que reinaba en aquellos tiempos y que le habría impedido ver los nuevos acontecimientos.

Llama la atención también que, luego de salir de Jerusalén, la estrella los precedió en su marcha hasta que inopinadamente “se detuvo encima del lugar donde estaba el niño”. Oportunidad en que los sabios visitaron la casa[3] donde se hallaba el Divino Infante en compañía de su madre María, a quien reconocieron y honraron como a un verdadero rey[4].

Así, los magos habrían visualizado al astro, al que siguieron y que transitoriamente quedó oculto cuando su cauda dejó de ser visible cuando el cuerpo celeste se aproximó al Sol, lo que habría inducido a los eruditos a presentarse ante la corte herodiana a recabar mayores informes. Luego la cauda habría reaparecido, lo que posibilitó que siguieran la trayectoria que marcaba. Lo que no encuentra explicación astronómica es que la estrella se haya detenido sobre Belén, por lo que aquí entramos decididamente en el ámbito del misterio que expone el libro sagrado.

Los racionalistas intentan explicar que la “estrella” pudo ser una conjunción entre Júpiter y Saturno[5]¸también se ha dicho que quizás fue la conjunción de otros varios planetas o la ocultación de Júpiter en Aries[6]; otros hablan de una supernova. La tradición universal, la conceptúa como un cometa, contando con el apoyo de lo que evidencia su transitorio ocultamiento, esto lo ratifica la doctrina católica y de otras numerosas confesiones de igual tronco, pero es preciso señalar que para la Iglesia de Roma no se trata de un dogma de fe, por lo que la cuestión queda abierta a todas las especulaciones.

Concluyendo

  • Es factible entonces que la Estrella de Belén o de la Navidad, debió contar con una cauda, lo que implica que fue un cometa, por lo que debería representarse con una cola, a gusto de quien tenga la responsabilidad de armar el pesebre.
  • Nada obsta tampoco, a que el astro se presente sin su cauda, ya que el relato San Mateo indica que se estacionó sobre Belén en donde en humilde cuna había nacido Nuestro Salvador, peculiaridad que asombró a los magos, quienes como conocedores de la mecánica celeste lo consideraron un verdadero prodigio, acorde a la epifanía que protagonizaban.

En consecuencia, para armar un belén es igualmente válido representar la Estrella con o sin cauda, las razones surgen de la presente nota.


[1] No dice cuántos, pero la tradición alude a tres, aunque también se indica que fueron cuatro y hasta doce en las versiones armenia y siria. Respecto al lugar o lugares de procedencia también debaten los comentaristas, para algunos habrían sido caldeos, para otros de Arabio o Persia; no faltan los que les atribuyen un mismo origen, sea cualquiera que fuese.

[2] Editorial española Desclée de Brouwer. Bilbao. 1967.

[3] Si bien la expresión podría aludir al “lugar de habitación” y en consecuencia identificarse con la cueva del pesebre la cronología de los hechos indicaría más bien que José había conseguido una casa en Belén, desaparecida la superpoblación motivada por el censo que transitoriamente lo obligó a alojarse en la caverna donde nació el Niño.

[4] El rey al que se refieren y al que aluden los magos ante Herodes como “rey de los judíos”, no resulta un personaje más en la Historia. Hubo muchos reyes del pueblo hebreo que no motivaron el prodigio de la estrella, tampoco los sabios orientales se habrían molestado ante el nacimiento de cualquier monarca. Todo apunta a que estos consideraron que el prodigio tenía una trascendencia universal que justificó su viaje. Como eruditos los magos habrían conocido de diversas profecías que anticiparon el nacimiento de Cristo, lo que motivó y justificó su peregrinación. Así se menciona al vaticinio del mesopotámico Balaán; el del profeta Daniel, el libro de Henoc, los oráculos sibilinos y los salmos de Salomón, en la tradición judía, pero también la doctrina zoroástrica que surge del Saushyant persa; del Avesta y del Bundahishn. Todo lo cual caracterizaba al nacido como verdadero rey del mundo.

[5] Así lo postuló Kepler en 1614, una hipótesis que magnificaría la poca trascendencia del fenómeno según la crónica babilónica.

[6] Según Michel Molnar en su La estrella de Belén: el legado de los magos. Rutgers University Press, New Brunswick, 1999. (ISBN  978-0-8135-6471-5)