martes, 24 de enero de 2023

James Bond 007, su Aston Martin y la Chica de Oro

Íconos de una época

 

 

La "Chica de Oro", el Aston Martin y 007


Por Miguel Carrillo Bascary


1964 – Se estrena Goldfinger (Dedos de Oro, en Argentina), tercera película de la saga de James Bond, el inefable agente 007 del MI5, con Sean Connery en el papel protagónico.


A 59 años de distancia su impacto permanece. Quienes pudimos verla en el cine recordamos la enorme repercusión que tuvo. Proyectó a Connery hasta su estrellato como el prototipo del play boy amante de las aventuras y de cuanta beldad encontrara. Ellas, las chicas Bond componían un estereotipo femenino que hoy está en franca crisis.


La película mostró el apogeo y lujo del jet set y señaló la aparición de los recursos tecnológicos al servicio de la ficción, en tiempos donde los que hoy aporta la era digital resultaban insospechables.


El éxito fue clamoroso y se transformó en una de las películas de más taquilla en la historia del cine, hasta el punto que hubo salas en los Estados Unidos que permanecieron abiertas las 24 horas para satisfacer la demanda de los espectadores.


¿Quién no se acuerda del muy británico Aston Martin DB 5, dotado con artilugios tan sorprendentes como sus ametralladoras ocultas tras los faros y las chapas-patentes intercambiables? 


Era capaz de cubrir su marcha con densas cortinas de humo y de levantar un blindaje para protegerse. Tenía detalles sofisticados, como su sedoso tapizado en cuero y teléfono inalámbrico. Sumaba: misiles, un esparcidor de clavos miguelitos, arietes frontales y un dispositivo lanzador de aceite. Pero, convengamos que el mayor acierto era el asiento eyectable, para quitarse acompañantes indeseables. Hoy hasta podemos asombrarnos con la capacidad de imaginar el actual GPS, prefigurado en su geo localizador.


Este Aston Martin fue el primero de los fabulosos autos Bond, es el mismo que también usó en su siguiente misión, Thunderball (Operación Trueno), tres años más tarde.


Sean Connery y su máquina letal


Parecerá increíble, pero aquél DB5 está espléndido, en diciembre de 2022 se subastó y pagaron por él 2.992.000 libras esterlinas que ingresaron al fondo benéfico del Príncipe de Gales.


Otro sugerente icono que marcó a fuego la historia del cine fue la “chica de oro” un verdadero símbolo erótico en tiempos donde los condicionamientos fílmicos de entonces hoy nos parecen de cuento.


Ella era “Jill Masterson” (Shirley Eaton), quien muere con el cuerpo recubierto de oro en polvo, como una manifestación de poder y maldad del archivillano que da nombre al film (Gert Frobe), al que busca desenmascarar 007.


Así la encuentra Bond (escena de la película)


Su foto, de espaldas, “muerta” sobre una cama, asesinada por el coreano "Oddjob"resultó de tan alto impacto que sirvió como afiche a la película.



Claro que para públicos más conservadores se empleó un cartel mucho más casto, pero igualmente insinuante.


Al constatar la penosa pérdida de su amiga Bond menciona que murió asfixiada por que el oro tapó los poros de su piel y, para hacer más creíble la causa, explica: “Se sabe que igual les pasa a las bailarinas de cabaret. Está bien siempre y cuando dejes un pequeño parche desnudo en la base de la columna, para permitir que la piel respire”. 


Una verdadera leyenda urbana que potenció con sus dichos, cuando la fisiología comprueba que tal asfixia es imposible. Por las dudas la producción tomó sus precauciones, dejó sin pintar el abdomen de la artista (como se ve en la foto) y llevó un médico a la filmación.


El público aceptó la causa de la muerte en forma universal y aún perdura como si se tratara de una “verdad científica”. Más todavía, entonces se difundió la noticia de que Shirley falleció en el set, hasta el punto que durante los meses que siguieron al estreno la actriz debió hacer presentaciones públicas para desmentirlo.


El maquillaje insumió más de una hora y media, oportunidad en que “Jill” se cubría con una tanga y llevaba dos conos adheridos a sus pechos, con lo que la producción cumplió con los rígidos códigos del Hollywood de aquellos años.


Cuando Shirley comentó su experiencia dijo que se sentía untada con un gel algo grasiento, incómodo y caluroso. Para sacárselo tuvo que tomar varios baños turcos y someterse a duras refriegas.


Para que se entienda la repercusión mundial de la chica de oro basta mencionar que Shirley, cubierta totalmente de purpurina dorada de oro excepto sus labios y en sensual pose, fue tapa de la famosísima revista LIFE. Los chicos de entonces pudieron colgar la foto en sus habitaciones por solo 35 centavos de dólar.


LIFE, 6 de noviembre, 1964 


Shirley Eaton había nacido en 1937. Para el casting de Goldfinger no solo se tuvo en cuenta su innegable belleza, sino que también acreditaba más de 15 películas e intervenciones en varios capítulos de la exitosa serie de TV El Santo (The Saint), acompañando a Roger Moore (12 de enero de 1937), donde cumplió con varios papeles.


Shirley Eaton, con su pelo de oro y su piel al natural


Su actuación en Goldfinguer la proyectó como un verdadero símbolo sexual.  Mayores referencias sobre su carrera pueden verse en http://www.shirleyeaton.net/. El pasado 12 de enero cumplió sus primeros 87 años.


La muy corta aparición de Shirley en la película resultó ser tan fuerte que eclipsó al personaje femenino principal, Honor Blackman,  que actuó bajo el sugerente nombre de Pussy Galore, igualmente preciosa. La misma que personificó a Cathy Gale en la serie de culto “Los Vengadores”. Honor, sin renegar de su femineidad, se destacó por reivindicar la posición de las mujeres. Murió el 5 de abril de 2020 ¡a sus 94 años! (muy bien llevados)


Honor Blackman en su plenitud y en su brillante atardecer

¿Y Sean Connery? ¿Qué se puede decir sobre tan enorme figura de la filmografía mundial? Está todo dicho. Valdría recordar las siete veces que protagonizó al agente con lincencia para matar: Dr. No (1962), From Russia with love (1963), Goldfinger (1964), Thunderball (1965), You only live twice (1967), Diamonds are forever (1971) y, por último, Never say never again, en 1983.



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