Una identidad a
partir de la diversidad
Por Miguel Carrillo Bascary
En Argentina estamos en un tiempo donde los enfrentamientos sectoriales
parecen marcar a fuego a la sociedad. Personeros de intereses sectoriales pujan
por obtener réditos y mantener privilegios absurdos, de espaldas a las
necesidades del pueblo. Paralelamente oscuras manipulaciones externas y la
complicidad interna de otros incentivan a una pequeña fracción de una minoría que
desembozadamente pretenden erigir un estado
independiente que abracaría una cuarta parte del territorio nacional, sin
trepidar en métodos de extrema violencia.
Ante este duro panorama me referiré a un ejemplo del pasado común, que orienta
cuál debe ser la actitud para encarar el futuro inmediato de nuestro país.
Una historia de
banderas en la meseta patagónica
Argentina no es una excepción a la múltiple composición étnica, donde
confluyen los aportes de pueblos originarios muy diversos, descendientes de
españoles, afroamericanos, inmigrantes de toda Europa, del Medio y hasta del lejano
Oriente.
En el marco de un estudio sobre las etnias originarias que emprendí en el
año 1999 recibí una valiosa información que comparto como núcleo de la presente
nota, la complemento con otros materiales recabados de diversas fuentes.
En este contexto centraré el análisis en la
realidad de la meseta patagónica al
terminar el siglo XIX y dar comienzo del XX, donde la densidad poblacional era
absolutamente mínima, concentrada en algunos puntos de la geografía que fueron
poblados por galeses y donde los pueblos originarios caracterizados como aonikenk llamados comúnmente tehuelches todavía
recorrían las planicies.
El término aonikenk, es una castellanizada
del nombre que se dan a sí mismos, el que por carecer de escritura se recoge su
fonética como aonek'enk o awkkoi 'a’ien, indicativos de "hablante
de lengua sureño" o, simplemente, “sureño”.
El vocablo es una simplificación que abarca un conjunto de pueblos originarios de
la Patagonia y de la región pampeana, que los usos y costumbres denomina
habitualmente tehuelches meridionales. Este último gentilicio derivaría del mapudungun (legua
de los mapuches), chewel che (“gente brava”), aunque otros dicen
que significaría “gente del páramo”. Para tratar de ser fiel a la herencia
autóctona y no apartarme del conocimiento popular me referiré a este pueblo como tehuelche/ aonikenk.
El título de esta nota alude a la “bandera
argentina-tehuelche (aonikenk)” a la
que caracterizaré como un producto de
síntesis intercultural de significativo valor, un designio revelado de
convivencia armónica, base de un desarrollo conjunto a partir de la diversidad.
Para analizarla es imprescindible situarnos en la historia concreta y en el ámbito espacial
del territorio implicado.
Prolegómenos
Hacia 1893, por impulso del emprendedor
italiano Francisco Pietrobeli, se solicitó al Gobierno nacional[1] la
creación la que en un primer momento se llamó “Colonia Pastoril Sarmiento”, por ser éste el nombre del
departamento donde se enclavaba, en el entonces lejano territorio del Chubut. Su
formación se autorizó por decreto del 21 de junio de 1897, previendo que cada uno
de los 200 lotes tendría unas 625 hectáreas y se adjudicarían gratuitamente a los
argentinos y extranjeros que se radicaran allí por el término de cinco años, acreditando
su explotación económica.
En la zona estaban radicados un grupo de sus
primitivos pobladores de la etnia
tehuelche/ aonikenk, junto
a varios colonos argentinos. En 1898 se sumaron cinco familias galesas y tres polacas.
Otra fuente también menciona a un matrimonio lituano.
En su condición de originario, Desiderio Torres, gran conocedor de la zona,
prestó invalorable apoyo a la radicación de los recién llegados y con el tiempo
su protagonismo se agigantó hasta el mito, como que se dio su nombre al museo regional,
al que me referiré más adelante.
Con los años llegaría otros grupos familiares provenientes de lugares tan diferentes como se evidencia en sus banderas agrupadas en un panel que se exhibe en el museo local, esto es: Argentina (obviamente), España, Países Bajos, Líbano, Alemania, Suiza, Rusia, Sudáfrica, Polonia, Lituania, Bulgaria, Checoslovaquia, Francia y Bélgica. Hay otras dos que no se distinguen bien, pero una es la de Gales y la restante parecería ser la de Chile, toda vez que en 1912 el inspector de escuelas Marcelino B. Martínez informa que concurrían a clases varios niños de esa nacionalidad[2].
Inaugurado en 1972, el Museo Regional “Desiderio Torres” depende de la Municipalidad local, contiene colecciones paleontológicas, arqueológicas e históricas. Hoy ocupa la reconstruida estación del antiguo ferrocarril que vinculó a Sarmiento y Comodoro Rivadavia, entre 1914 y 1973. Tiene como anexo el parque paleontológico “Valle de los Gigantes”, que expone réplicas de dinosaurios cuyos restos se encontraron en las inmediaciones.
La bandera en concreto
En dicho repositorio obra una pieza excepcional, razón de
ser del presente estudio. Tiene la
estructura de una bandera argentina, que carga un Sol humanizado de diseño muy
original, ya que impresiona como un rostro muy realista estampado, hasta el
punto que recuerda vagamente la muy conocida “Sabana Santa” de Turín.
Según lo acredita la tradición y lo que me hizo saber en
el año 2000 el director del Museo, Guillermo
Caroli Williams[3]:
“…fue confeccionada con telas de sábanas,
cocidas a mano y teñidos los paños de celeste por las primeras mujeres inmigrantes a quien el Ing. Policarpo Coronel les
encargó esta tarea. Pero el Sol – continua explicando el funcionario – fue resuelto magníficamente por las mujeres aborígenes, con tintas de
calafate y molle, dejando aquí su impronta de excelentes pintores de kai ajnún [mantas
pintadas] o quillangos[4], usados por los pueblos tehuelches”.
Como también destacó Caroli Williams, “esta conjunción
de inmigrantes y aborígenes, habla a las claras de la excelente relación
que se dio en nuestros espacios y que figura en las crónicas de los viajeros”.
Esta última referencia es la que da carácter ejemplar al proceso de mutua integración cumplido
entre los primeros pobladores de la Colonia Sarmiento, lo que en mi entender
debería servir de ejemplo para los tiempos presentes. Tal actitud no fue excepcional,
sino que se trató de una constante en las relaciones entre los tehuelches/ aonikenk y los colonos winkas (blancos), particularmente los de
origen galés que en la actualidad se recuerda en fiestas y celebraciones.
El textil es un testimonio
de las aspiraciones de progreso y trabajo común en el marco de afianzar el
concepto de multiculturalidad de la Nación argentina. Por la manera en que se
confeccionó este vexilo, es justo fundamento para considerarlo como una bandera
argentina-tehuelche (aonikenk), sin que
implique minimizar el aporte cultural de otros colonos presentes en aquel
momento en que se izó por primera vez a los vientos patagónicos.
La comunicación que me cursara el director del Museo
“Desiderio Torres” acompañó la fotografía
del Sol que abre esta nota y la imagen de la enseña. Para más, se adjuntó un esquema de la pieza,
información complementaria y otras fotografías que aquí se identifican con un
asterisco. Este aporte cobra un especial valor a veintitrés años de aquella
colaboración.
Respondiendo a la misiva recibida me permití señalar en
su respuesta:
“Las características de la bandera en cuestión son realmente únicas.
La técnica con la que se representó al Sol ha logrado darle una expresividad
notable, incluso atendiendo a los cánones platicos actuales. El diseño es
coincidente con la gran diversidad de representaciones del sol en nuestra
bandera que existían hacia finales del siglo XIX. El buen estado genera de
conservación de la divisa permite observar que el desplazamiento del astro
hacia el asta es también una característica relativamente habitual en las
representaciones de nuestra bandera hacia la segunda mitad del siglo XIX y
principios del XX. Es remarcable la luminosidad que aun ostentan los planos celestes,
sobre todo si consideramos que es un color muy fácil de desteñirse por
incidencia de la luz solar. La proporción entre su largo y su ancho no dejan de
llamar la atención, quizás pudiera tener explicación en el contexto para el que
fue preparada. Sin lugar a dudas la pieza tiene un alto valor vexilológico, más
allá del carácter testimonial que implica para la historia de Sarmiento y de la
convivencia intercultural que representa”
Y, agregaba:
“… llegado el caso de que Sarmiento
resuelva adoptar una bandera municipal el diseño del sol contenido en la
reliquia bien podría ser un elemento principal en tal enseña, dado la evidente
raíz histórica y los restantes valores que posee”. Más
adelante veremos que esto no ocurrió.
La fotografía previa demuestra que la pieza luce en mejor condición que la mostrada en el año 2000, como
lo indica estar contenida en una vitrina protegida por una cortina que permite
aislarla de la luz y evitar la potencial contaminación por hongos e insectos. Sin
embargo, acorde a los criterios actuales que aconseja la técnica, para lograr
la debida conservación de los textiles antiguos la bandera debería exponerse en
forma horizontal y con humedad controlada. Además, al encontrarse
inmediatamente al lado de un ventanal recibe un considerable caudal lumínico, a
despecho del cortinado que la cubre. Bien
seria que se pudieran aplicar estas pautas a la brevedad posible.
Un caracterizado vecino de Sarmiento, Bernardino Etcheto[5] fue
nombrado “encargado escolar suplente de Colonia Sarmiento”, por resolución del
15 de junio de 1912 del Consejo Nacional de Educación[6]. Este
dato aislado nada dice, pero constituye un antecedente al hecho de que aquella
bandera quedó en algún momento en su poder. Cuando en 1972 se formó el museo
local, la familia del pionero la entregó al mismo, una decisión que honra sus
descendientes. Esto demuestra el alto valor emotivo e histórico con que la
comunidad reconocía a la pieza.
Veamos un poco más sobre su
historia
En 1899 llegan el Ing. Policarpo Coronel[7] con la misión
de mensurar las tierras que componían la colonia, un rol altamente
significativo en el contexto histórico de aquel entonces. Con naturalidad se transformó
en un referente directo de la autoridad del estado argentino en aquella desolada
región.
No extraña entonces que el 20 mayo de 1900, el Inspector de Escuelas Nacionales, Raúl
B. Díaz, recibiera una nota cursada por un gran número de pobladores de
sarmiento, en la que solicitaban que se creara
una escuela en la localidad y donde se nombraba como “nuestro
representante” al Ing. Coronel. En razón de la época y la distancia la petición
demoró varios meses en llegar a destino, pero cuando obtuvo dictamen favorable de
la Inspectoría fue casi provisto de inmediato. Asombra que 15 días más tarde
fuera despachado por el Consejo Nacional de Educación, cuando en la actualidad
un pedido similar podría durar meses, sino años.
Así, la resolución del 26 de marzo de 1901, que dispuso crear “una escuela mixta infantil en la “Colonia Sarmiento” (Chubut)”. Se
inauguraría pocos meses más tarde, el 8 de noviembre de ese mismo año, con la
asistencia de 14 niños y niñas. Díaz la describe así:
“Ocupa la escuela una
casa con paredes y techo de zinc y piso de tierra, gratuitamente cedida por don
Benito Grillo. Tiene los muebles y útiles mas indispensables, pero en mal
estado por haber permanecido bajo la nieve varios meses[8]”.
La exigüidad sugerida en la descripción justifica que
no tuviera un elemento imprescindible en todo establecimiento escolar, una bandera nacional.
En la emergencia vemos nuevamente el protagonismo del ingeniero Coronel que
promovió la elaboración de la bandera que tratamos.
El acto por el que se establecía una escuela
en aquellas lejanas regiones tenía importancia fundamental ya que marcaba el inicio institucional de un núcleo
poblacional. Con presencia de las autoridades, los vecinos de la zona y,
lógicamente, los futuros alumnos, se izaba la bandera nacional, ocurrían los
discursos de rigor, el maestro tomaba posesión, se firmaba un acta dando cuenta
del acontecimiento y se complementaba todo con la lógica fiesta popular.
Un informe
posterior indica que en 1902 la escuela estaba dirigida por Flora S. de
Suárez Orozco y que constaban inscriptos 32 varones y 34 niñas, de los que
asistían regularmente la mitad. Las clases se cerraron con la fiesta alusiva al
25 de Mayo cuyo programa desarrolla en detalle[9].
La siguiente fotografía mostraría a los alumnos de la escuela fiscal en 1912,
tal las referencias con que la señala el Museo Histórico de Río Negro.
Una ampliación de la toma permite distinguir
las facciones de niñas y niños cuyas facciones denotan biotipos europeos y de pueblos originarios, como protagonistas del
proceso de enseñanza aprendizaje implicado.
Es factible que esta bandera se usara en los actos conmemorativos del 25 de Mayo y
del 9 de Julio desde comienzos del siglo, también aquella con que la comunidad
se identificara en otras ocasiones
memorables, como la inauguración del trazado ferroviario entre Sarmiento y
Comodoro Rivadavia que significativamente ocurrió el 25 de mayo de 1914. En la
fotografía siguiente[11], tomada
en la terminal local destaca una gran
bandera, cuyas dimensiones se corresponderían con la que hoy guarda el
Museo:
La lejanía entre los diversos embriones de
pueblos y estancias de Chubut y de otras gobernaciones justificó que a partir
de 1914 se crearan escuelas ambulantes
que recorrían una determinada jurisdicción, entre sus elementos se llevaba una bandera nacional que permanecía
izada en el lugar donde se asentaba mientras duraba el período lectivo que era
de 4 meses y medio. Una extensión justificada por la crudeza del clima.
Concluyendo
- La
bandera argentina- aonikenk (tehuelceh)
es una palpable evidencia de una síntesis intercultural en pro de un futuro
común en desarrollo económico, social e institucional.
- Una pieza que merece conocerse
Bibliografía
principal (además de la referenciada
en el texto)
Coicaud, Alejandra. “Historia de la Colonia Sarmiento
(1897-1945). Acta Académica. Mayo
2002. http://revista.uaca.ac.cr/index.php/actas/article/view/610/631
Municipalidad de Sarmiento, Chubut. Ref.: https://www.sarmientochubut.gob.ar/?q=historia
Caviglia, Sergio. “La Educación” En El Chubut 1810 1916 Rawson: Ministerio de Educación de la Provincia de Chubut. Rawson, 2011: https://archive.org/stream/LaEducacionEnElChubut18101916/La+Educaci%C3%B3n+en+el+Chubut+1810-1916_djvu.txt
[1] El pedido se fundó en las prescripciones de la Ley Nº1.501 de 1884, llamada
“Ley de Hogar”, que habilitaba una serie de medidas para la radicación de
pobladores en tierras fiscales (Registro
Nacional, Tercera parte, 1874, p. 846. Nº13.925.)
[2] Caviglia, Sergio Esteban. La educación
en el Chubut 1810 1916. Rawson. Ministerio de Educación de la provincia de
Chubut. 2011, p. 196.
[3] En nota al autor de fecha 2 de marzo de 2000, preservada en mi
archivo personal. Caroli Williams es investigador, artista plástico y escritor.
https://www.academia.edu/28008261/Problem%C3%A1ticas_de_distribuci%C3%B3n_de_la_tierra_p%C3%BAblica_en_Chubut_Poblamiento_y_colonizaci%C3%B3n_del_territorio_en_Colonia_Sarmiento_
[4] Los quillangos son suavísimos cueros de guanacos nonatos o con
tiempo de nacido (chulengos), ensamblados y cosidos con la "vena" del
cogote de los ejemplares adultos, respetando la forma original del cuero del
animalito. Se usa con el pelo hacia adentro y en el exterior se pintaba con
figuras geométricas, fundamentalmente de choiols,
es decir representaciones de la cruz con el punto central, un diseño
impropiamente conocido como “pampa” que se referencia con la cruz andina, chakana.
[5] Bernardino fundó la "Casa Etcheto” (más tarde “Bernardino Etcheto
e Hijos” S.R.L., que se disolvió en 1951), se dedicaba a ramos generales, pero
también actuó como financiera en materia de préstamos, hipotecas, empeños,
prendas, giros, recibía depósitos, ahorros y tramitaba comisiones. Más tarde fue
corresponsal del Banco de la Nación Argentina.
[6] Expediente Nº6.384. El Monitor de
la Educación Común. N°474. Bs. Aires. Junio 30 de 1912. Tomo XLI, p. 335: http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/monitor/monitor/474.pdf
[7] El ingeniero Policarpo Coronel (1866-1911), como factótum del pedido
para formar la escuela, fue sindicado como impulsor de la elaboración del
vexilo. Pertenecía a una tradicional familia de Santiago del Estero. Se graduó
en la Universidad de Bs. Aires. Colaboró con el perito Francisco Moreno (1852-1919)
en la demarcación de los límites con Chile y con las exploraciones de Manuel
Olascoaga (1835-1911), con lo que adquirió amplia experiencia que justificó fuera
contratado para realizar las mensuras y delinear el trazado de Comodoro
Rivadavia y Colonia Sarmiento (1899-1901). Ameghino es una figura consular de
la historia argentina, naturalista, explorador de la Patagonia, científico y
pionero del conservacionismo como que se le debe la creación del primer parque
nacional (Nahuel Huapi). Fue perito en la demarcación de los límites con Chile.
Sus colecciones son el fondo fundamental del Museo de Historia Natural de La
Plata y de la biblioteca publicad de esa ciudad. Olascoaga fue Ingeniero
militar, fue el primer gobernador de Neuquén y fundo la ciudad de Chos-malal.
Fue también periodista, demarcó los límites con Bolivia y relevo numerosos
espacios en Santa cruz y Chubut, es autor de numerosas publicaciones históricas
y, fundamentalmente, científicas. Texto completo del informe en: http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/monitor/monitor/353.pdf,
p. 742.
[8] Informe publicado en El Monitor
de la Educación Común. Tomo XVIII Nº853. 31 de julio de 1902. Bs. Aires, p. 742: http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/monitor/monitor/353.pdf
[9] Informe publicado en El
Monitor de la Educación Común. Tomo XIX. Bs. Aires. 31 de julio de 1904.
Nº378, p. 1163: http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/monitor/monitor/378.pdf
[10] En lo particular discrepo con la referencia de la foto ya que,
aunque la toma esté cortada parecería que la operación encubrió a una persona
con habito religioso, que en el contexto de la época sería un sacerdote
salesiano, una congregación educacionista con gran arraigo en la Patagonia. En
cuyo caso no correspondería a la escuela de Sarmiento, que era laica. Queda
abierta la cuestión.
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