Una monarquía más en América
Por Miguel Carrillo Bascary
La concepción eurocéntrica de la Historia peca de un parcialismo injusto e irrazonable que recién en las últimas décadas encuentra oposición.
Es innegable que, en el continente africano, como en cualquier otra porción del planeta las sociedades desarrollaron estructuras de poder de muy diversas características pero que respondían a las tradiciones y cosmovisiones de cada pueblo.
El colonialismo bajo una de sus peores construcciones, el comercio de esclavos para ser vendidos en América arrasó con las culturas africanas.
Con ello, los esclavos convertidos literalmente en ganado debieron adaptarse a su nueva condición de sumisión en una sociedad que les era totalmente extraña. De alguna manera intentaron preservar aquellos rasgos de identidad plural que les resultara posible en cada entorno en concreto.
Es indudable que entre ellos pudieron reconocer algunos individuos que derivaban de linajes propios de África y, a partir de esto, se recrearon vínculos de lealtades. Cabe suponer que otros individuos resolvieron sumarse por propia decisión a tales reconocimientos, aunque en origen no hayan pertenecido.
El Estado Plurinacional de Bolivia, desde la sanción de su actual constitución política aprobada en el año 2009 reconoció formalmente la existencia de entidades que por sus características comunes se consideren minorías sociales organizada como una monarquía no soberana. En particular menciona al pueblo afroboliviano cuatro normas, siendo el artículo 32, la más significativa a los efectos de esta nota. Veamos:
“Artículo 3. La nación boliviana está conformada por la totalidad de las bolivianas y los bolivianos, las naciones y pueblos indígena originario campesinos, y las comunidades interculturales y afrobolivianas que en conjunto constituyen el pueblo boliviano.
Artículo 32. El pueblo afroboliviano goza, en todo lo que corresponda, de los derechos económicos, sociales, políticos y culturales reconocidos en la Constitución para las naciones y pueblos indígena originario campesinos.
Artículo 100. II. El Estado protegerá los saberes y los conocimientos mediante el registro de la propiedad intelectual que salvaguarde los derechos intangibles de las naciones y pueblos indígena originario campesinas y las comunidades interculturales y afrobolivianas.
Artículo 395. I. Las tierras fiscales serán dotadas a indígena originario campesinos, comunidades interculturales originarias, afrobolivianos y comunidades campesinas que no las posean o las posean insuficientemente, de acuerdo con una política estatal que atienda a las realidades ecológicas y geográficas, así como a las necesidades poblacionales, sociales, culturales y económicas…”
Poco antes, la prefectura del Departamento de La Paz, ejerciendo las funciones que le competen reconoció oficialmente al Señor Juan Pinedo como "rey afroboliviano" , siendo "digno de contar con el respeto, reconocimiento y consideración" de la población (sic). Se acompaña imagen del documento, Resolución Nº2.033 emanada del Consejo Departametal del 15 de nocviembre de 2007, por lo que no merece que se la incluya dentro de la nómina de micronaciones.
Es el caso de la Dinastía Real Afroboliviana hasta prueba en contrario reúne a gran parte de los afrodescendientes que habitan la extensa zona de las Yungas y se manifiesta en varios departamentos.
En razón de la brevedad remito a los interesados a la muy completa web de la Dinastía[1]. Ahí se podrá ver la trayectoria histórica de este pueblo, los fundamentos jurídicos y culturales que definen sus instituciones, junto con otros aspectos de significación.
De esa misma fuente copio la lectura heráldica del blasón dinástico:
“Escudo cuartelado. Primer cuartel de oro, un sol de gules figurado. Segundo cuartel de azur, un barco al natural. Tercer cuartel de azur, una llama al natural, contornada. Cuarto cuartel de sinople, un busto de africano coronado. Timbrado con una Corona Real. Lema: "Ductus sum a maioribus" (Mis antepasados me guían)”.
Apunto que la corona se corresponde en diseño con la que luce el escudo oficial del Reino de España. El sol flamígero recuerda al que ostentan las banderas de Uruguay y Argentina, bien que en esta última tiene 32 rayos.
La bandera, podría calificarse como “heráldica”, ya que toma sus colores del blasón, cargado al mismo en el tercio inmediato a la asta en la franja central.
Resulta necesario precisar que, técnicamente es un vexilo dinástico, no una bandera que represente al pueblo afroboliviano en su conjunto. Esto no implica que, de hecho, se utilice para identificar al importante segmento de la comunidad que reconoce un vínculo cultural con la dinastía.
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Nota: hace algún tiempo publiqué en este Blog[2] “La última monarquía nativa de América. El pueblo Naso o Teribe, en Panamá”. En este caso se trataba sobre un señorío de origen americano, con lo que difiere de lo analizado en la presente.



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