Oscar Gálvez, portando la bandera de la Asoc. Corredores de T. C.
Por Miguel Carrillo Bascary
La especialidad
Es la categoría más antigua del mundo, luego de Indianápolis, se
inició el 20 de junio de 1937 con su primer “Gran Premio” que ganó Ángel Lo
Valvo (Ford). Sus cultores, mecánicos/pilotos, fueron verdaderos pioneros que abrieron
las sendas que con los años evolucionarían en la trama de rutas que permitió el
desarrollo del automóvil en Argentina. Las carreras de entonces se
desarrollaban por primitivas sendas en durísimas condiciones para hombres y
máquinas; de forma que su extensión era de miles de kilómetros, con los que
unían las diversas ciudades del interior del país.
En la década de 1940 se declaró abiertamente
la lucha entre Ford, cuyas principales figuras fueron los hermanos Juan y Oscar Gálvez (luego se les
sumarían Dante y Torcuato Emiliozzi) y Chevrolet marca de la que Fangio, José F. González y Eusebio Marsilla
fueron sus figuras más destacadas. Estas máquinas era cupés
de origen norteamericano, muy modificadas por el talento de los preparadores
argentinos.
En 1948 el TC protagonizó la mayor
gesta del automovilismo continental, el “Gran
Premio de la América del Sur” que unió las ciudades de Buenos Aires
(Argentina) y Caracas (Venezuela), que vio vencedor a Domingo Marimón (Chevrolet);
Oscar Gálvez quién pudo haber ganado fue desclasificado por una causa
reglamentaria que no radicó en su máquina. Al retorno de la troupe, desde Lima
(Perú) a Buenos Aires, triunfó Oscar Gálvez en forma inapelable.
Evolución, decadencia y resurrección
En 1967 el panorama cambió
radicalmente con la presentación del Torino,
basado en un compacto norteamericano rediseñado para su lanzamiento comercial
en Argentina. El equipo preparado por Orestes Berta debutó con el triunfo de
Luis Gradassi en la Vuelta de San Pedro e impuso una hegemonía con visos de
modernidad que opacaron a las populares cupecitas tradicionales. El campeonato de
ese año lo obtuvo Eduardo Copello, y de esta manera se rompió la hegemonía
Ford/Chevrolet que se mantenía desde hacía décadas.
Desde entonces la categoría comenzó a
cambiar para derivar en los Sport Prototipos Argentinos, especialidad que alcanzó
un desarrollo técnico excepcional al par que el TC languidecía. Sin embargo, los
costos determinaron que SPA se extinguiera en pocos años. Los numerosos accidentes
mortales registrados en las competencias de TC en ruta abierta hicieron que se prohibieran,
con lo que pudo haber desaparecido, pero se reinventó y se transformó en una
especialidad pistera sumamente sofisticada, tal como se la conoce en la
actualidad.
En este contexto se desarrolló la Asociación Corredores de Turismo Carretera, que se fundó el 30 de agosto
de 1960, como una agrupación de
pilotos que debía velar por sus intereses. A mediados de los años 70 comenzó a
fiscalizar las competencias de la especialidad.
Logotipo de la entidad que define su bandera
Oscar Alfredo Gálvez, el abanderado
Oscar en la tapa de la prestigiosa revista deportiva
Nacido en 1913 y falleció en 1989, fue un
extraordinario piloto que compitió también en las pistas de Europa (Grand Prix, antecesora de la F 1) y supo demostrar con un resonante triunfo sobre los mejores ases de entonces. Fue en el G. P. de Palermo, en 1949; con un Alfa Romeo. Entre
sus derrotados figuró Alberto Ascari (luego doble campeón mundial de Fórmula
1); Fangio (5 títulos ecuménicos) y Nino Farina (primer campeón de F 1, en
1950). Lo hizo bajo una torrencial lluvia; segundo fue Fangio ¡a dos vueltas!
Gálvez, triunfa en Palermo (6 de febrero de 1949)
Sin duda su más brillante campo de acción fue en el TC
donde obtuvo 43 triunfos y cinco
campeonatos. Su carrera se prolongó hasta 1963, siempre con Ford. Había
debutado a los 24 años.
Uno de sus coches de T.C.; hoy en el Museo "J. M. Fangio"
La popularidad de Oscar fue enorme y su leyenda se prolonga hasta la
actualidad. Dotado de gran calidad humana
gustaba relatar con todo detalle sus anécdotas deportivas y lo hacía con
sensación de presencia. Hoy el principal autódromo argentino, el de Bs. Aires,
lleva su nombre, asociado al de su hermano Juan, que murió en una competencia.
Portada del autódromo que lleva su nombre
En la foto que preside esta entrada los vemos a Oscar desfilando por su pista y portando
con orgullo la bandera de la ACTC en oportunidad en que la pista fue
bautizada con el nombre de su hermano.
La bandera
Esta bandera, negra, con las siglas de la entidad, con
el tiempo fue reemplazada por una de color blanco, lo que queda testimoniado
por las fotos que se acompañan.
Para los aficionados al automovilismo la figura de
Oscar portando la divisa de la ACTC está íntimamente enraizada en la historia
de la categoría. Un dignísimo abanderado
de la pasión tuerca que fue su vida.
Ya retirado, Oscar posó sobre su legendario Alfa Romeo de 1949
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