domingo, 29 de marzo de 2020

Anomia y Protocolo

Cuando impera la anomia
Serie: Errores de Ceremonial


Por Miguel Carrillo Bascary

El “Real Diccionario de la Academia Española” dice que la “anomia” es: la “Ausencia de ley” y que en Psicología y Sociología indica el “conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación”.

Cuando un especialista amigo me remitió la foto que preside esta entrada y me pidió algún comentario al respecto, lo primero que vino a mi mente fue el término “anomia”.
Trataré de explicarme.

La oportunidad

El evento se realizó en un importante centro de convenciones del Nor Este Argentino que tiene a su disposición todo el equipamiento necesario para este y otro tipo de realizaciones.

Concitó la participación de representantes de nuestro país, Brasil y el Paraguay; un carácter internacional, que se vio jerarquizado por una concurrencia significativa.

A priori, no escapará a la consideración general que la evidencia fotográfica expresa una total falta de criterio en la disposición del ambiente, lo que resalta particularmente en las banderas. De esta forma un encuentro de este nivel se vio falto de la calidad organizacional que debió expresar. Una pena.

Sinceramente, cabe esperar que en futuras realizaciones puedan tenerse presente que estos aparentes “detalles” que desmerecen el gran esfuerzo empeñado.

Advertencia

Como en todos los casos de la serie “Errores de Ceremonial” abordamos el tema con un neto objetivo didáctico; sin ninguna otra implicancia. Lo importante es aprender de nuestros propios errores; también de los ajenos y, fundamentalmente, tener presente la experiencia para no incurrir en ellos en el futuro.

El caso en particular

Lo que primero destaca es la forma en que se dispusieron las banderas de Brasil y de Paraguay, “vistiendo” la mesa del auditorio donde fueron presentadas las autoridades públicas comprometidas; las que encabezaban las delegaciones invitadas; las propias del evento y los sucesivos expositores.

Las banderas nacionales son símbolos que merecen la más alta consideración en el Ceremonial. No son simples elementos decorativos ni pueden ser usadas para otro fin más que poner en evidencia que representan a sus pueblos y estados. En consecuencia, no pueden “usarse” para “vestir la mesa”, carentes de la dignidad adecuada; arrugadas; arrastrando parcialmente por el solado; en definitiva, sirviendo a un propósito que no les corresponde.

Otro aspecto negativo es que: en la disposición de banderas presentes no se cumplió no con un axioma esencial en el Derecho Internacional, el que manda expresar la igualdad intrínseca de todos los estados en una ocasión como la que nos ocupa. O sea, que las tres enseñas debieron presentarse de igual forma, reconociendo la primacía de la Argentina, según los cánones del Ceremonial.

En el caso, vemos que la de Argentina está izada a la derecha del espacio (¡menos mal!), pero las de Brasil y el Paraguay pierde jerarquía colocadas a nivel del piso y recubriendo la mesa; totalmente subalternizadas.

Los titulares de las delegaciones extranjeras debieron exigier a los organizadores la correcta colocación de sus respectivos símbolos, como condición misma de su presentación en público. Una actitud que deberían seguir todos aquellos que representan a nuestro país en realizados eventos en el extranjero. La dignidad misma de ciudadanos así lo justifica.

Un tercer defecto grave es colocar la bandera de la institución organizadora a la derecha de la de Argentina, cuando debió ser ésta la que ocupara el lugar de privilegio. La regla de la derecha es esencial en materia de Protocolo y tiene carácter universal; no hacerlo así es un error inexcusable.

Finalmente, hay otra incorrección, ya que la enseña institucional arrastra por el suelo. Pareciera que su asta quedó muy corta. El negativo efecto estético es absoluto. La posición indica, literalmente, que la jerarquía de la entidad “está por el piso”. Una imagen muy negativa.

Esta sucesión de yerros indica con toda claridad que, en materia de Ceremonial y Protocolo, no reinó la anomia. Imperó.

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