Tradición
secular en torno a la Bandera argentina
Nuestras Señoras de la Merced
(Tucumán) y del Carmen (Mendoza)
Por Miguel
Carrillo Bascary
Las
consultas que recibe periódicamente
este Blog son muy valoradas. La
mayoría versan sobre cuestiones poco debatidas, que me incentivan a estudiar
nuevos problemas. No siempre es posible llegar a definiciones, pero el solo
plantear la problemática ya constituye todo un desafío. En ocasiones el debate
enriquece el conocimiento general, es el caso de la presente, que comparto en
las siguientes líneas.
Desde hace más de ochenta años se hizo usual que las imágenes de Nuestra Señora de la Merced, de Tucumán, y de Nuestra
Señora del Carmen, de Mendoza, se muestren
con sendas fajas y bandas dotadas con los colores y el diseño que se
corresponde con la bandera nacional argentina.
El observador recibe el informe que le aporta su vista
con naturalidad, sin mayor espíritu crítico, pero quien va más allá de esta tácita
apreciación se ve interpelado por esta perspectiva vexilológica, de manera que
en su mente se formula la pregunta ¿Qué
razón asiste para que estas dos imágenes religiosas lleven tales prendas?
Los estudios históricos indicarán que esto
refleja el carácter de “generalas”
con que Manuel Belgrano y José de San Martín las reconocieron en los ya lejanos
años de 1812 y 1817, tal como se recordará más adelante.
Un interlocutor, más inquieto aún, avanzará
en la cuestión y bien podrá inquirir sobre las circunstancias y las formas que tuvieron originalmente; esto constituye la materia del presente ensayo.
Así, en correspondencia con cada una de las
imágenes históricas, son dos los
interrogantes planteados, que implican varios puntos en común por lo que,
para intentar responderlos, demandan el concurso de la Historia, la
Vexilología, la Uniformología y la Imaginería religiosa. Comenzaremos partiendo
de dos trascendentes hechos del pasado argentino.
El primero
En el sentir del general Manuel Belgrano y de
la población involucrada, la victoria sobre la vanguardia del ejército hispano
en la batalla de Tucumán (24 de septiembre de 1812) se consiguió gracias a la intervención de Nuestra Señora de la Merced,
cuya fiesta se conmemoraba ese mismo día y a la que las tropas patriotas se
habían encomendado. Así en el parte del triunfo pude leerse: “La Patria puede gloriarse de la completa victoria que han obtenido sus
armas el día 24 del corriente. Día de Nuestra Señora de las Mercedes bajo cuya
protección nos pusimos”.
La tradición y diferentes alusiones
documentadas indican que en razón del inminente batalla la función litúrgica
debió postergarse hasta el 27 de octubre de 1812, en cuya oportunidad se concretó
una solemne procesión que encabezaba la imagen de la advocación mariana. Durante
su transcurso el general Belgrano hizo detener al cortejo y en una demostración
singular se hincó ante la imagen de Nuestra Señora al par que la reconoció como
“generala del ejército”. Como manifestación concreta del título le entregó su bastón de mando que anudó
en la mano derecha. Desde entonces se denominó “Virgen generala” y así la
nombra el prócer en diversos documentos.
Belgrano entrega su bastón de mando a Ntra. Sra. de la Merced
Poco más tarde, tras ceder el mando del ejército a San Martín, le escribió Belgrano: "Conserve la bandera que le dejé; que la enarbole cuando el ejército se
forme; que no deje de implorar a N. Sra. de las Mercedes, nombrándola siempre
nuestra Generala" (carta del 6 de abril de 1814).
La histórica imagen, fotografía reciente
El segundo hecho.
Su principal fuente documental es el relato
que nos legó el general Gerónimo Espejo[1]. Nos hace saber que, en
vísperas de iniciarse la expedición a Chile, el general José de San Martín reunió
a sus oficiales para definir bajo la protección de qué advocación mariana se
pondría el Ejército de los Andes, asignándole el carácter de patrona. La decisión
recayó en Nuestra Señora del Carmen, posiblemente por ser la más popular en la
región.
San Martín entrega su bastón de mando a Ntra. Sra. del Carmen
En consecuencia, el 5 de enero de 1817, en
la ciudad de Mendoza, se concretó una formación especial en la que participó
todo el Ejército. Fue ahí que el prócer presentó e hizo jurar la bandera que
llevaría la fuerza en su empresa libertadora. Luego de la misa y del posterior
Te Deum, San Martín invistió a la imagen
de Nuestra Señora del Carmen como generala del Ejército de los Andes,
ofreciéndole su bastón de mando. Este era de palisandro, con empuñadura de
topacio.
Imagen tradicional y la que se venera en la Ciudad de Bs. Aires
Observaciones
Es evidente el paralelismo entre el gesto
de ambos prohombres. Puede decirse que la conducta de Belgrano fue más
espontánea, mientras que la de San Martín estuvo planificada minuciosamente
para dejar una impronta indeleble en todos los presentes. En ninguno de los casos se documentó que
los próceres hayan colocado banda o faja alguna a las imágenes. El gesto de
entregar el bastón pareciera haber sido suficientemente explícito.
Sin embargo, según la tradición, la
correlación ínsita entre la vara y los textiles habría determinado que ambas imágenes se ornamentaran con
estos últimos, hasta la actualidad. No hay referencias explícitas sobre la
forma ni los colores que pudieron tener las bandas y las faja, pero es dable
suponer que sería idénticas a las que vestían ambos próceres, como parte de los
atributos de los brigadieres. Con los años, en ambos casos éstas adoptarán el
aspecto con que hoy las vemos, de tras franjas y en los colores nacionales (Ver
las fotos en el inicio). Las circunstancias expuestas justifican emprender este
breve ensayo.
Las preguntas en
concreto
Sobre la base fáctica desarrollada los interrogantes que se intentan responder
aquí son los siguientes:
1).- ¿Qué diseño debería tener la “banda de
general” que se coloca a la imagen de Nuestra Señora de la Merced de Tucumán,
para que responda a la que usaba el general Belgrano cuando le entregó su
bastón de mando?
2).- ¿Qué diseño debería tener la “banda de
general” que se coloca a la imagen de Nuestra Señora del Carmen de Mendoza,
para que responda a la que usaba el general San Martín cuando le entregó su
bastón de mando?
Las conclusiones a que podamos llegar no
aspiran a cambiar la costumbre aquilatada sobre el aspecto que presentan ambas
imágenes sagradas, para nada. No nos anima ningún afán revisionista, simplemente
intentaremos aproximarnos a la realidad
de los hechos históricos. Nada más, ni nada menos.
Respuesta al
primer interrogante
Inicialmente adelantamos que su resolución no puede ser concluyente
por no existir antecedentes debidamente documentados. Intentaré desarrollar la
cuestión en los siguientes términos.
Desde el siglo XVI, los brigadieres
generales de los ejércitos realistas empleaban como señal de su rango una banda de tela roja[2],
cruzando desde el hombro derecho hacia la cintura izquierda, complementada por
una faja[3] de igual color. Si bien
tenía unos dos palmos de ancho, al estar colocada quedaba plisada en forma
irregular, lo que se observa muy bien en la iconografía. Mientras que los
oficiales superiores empleaban la misma en forma de faja. El rojo reflejaba a
los estandartes reales; así se referenciaba el poder del Rey en cuyo nombre
ejercían el mando.
En rigor la banda estuvo asociada a la figura del rey desde fecha tan
temprana como el siglo XIV, así se evidencia en algunas representaciones del
monarca Juan I de Castilla (1358-1390)[4].
Según la iconografía de la época las bandas se anudaban tanto sobre el hombro
derecho como en la cintura, que de esta forma se tornaba ampliamente
visible para distinguir a su portador. Veamos
como ejemplo dos retratos; el primero corresponde a Alejandro Farnesio[5], fue pintado por Otto van Veen y está datado en 1585; el segundo
pertenece a Juan de Austria[6] y es una obra de Alonso Sánchez
Coello, quien la ejecutó en 1567.
Alejandro Farnesio y Augsburgo Juan de Austria
En los primeros ejércitos de la Patria (Provincias
Unidas del Río de la Plata/ Argentina) se
continuaron aplicando las regulaciones militares españolas. Es factible
entonces que los generales de los primeros ejércitos patriotas hayan empleado
esa banda roja, pero no hay evidencia documentada.
Desde la perspectiva que nos aporta la
Emblemática, la continuidad se hizo evidente con el uso de la escarapela roja como divisa particular. Esto llevó a Manuel
Belgrano[7], comandante de la
guarnición de las baterías de Rosario, a solicitar al Triunvirato la
sustitución de este emblema, a lo que se proveyó con la creación de la escarapela nacional por decreto del 18 de febrero de
1812. Se transcribe:
“En acuerdo de hoy se ha
resultado que, desde esta fecha en adelante, se haya, se reconozca y se use, la
Escarapela Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, declarándose
por tal, la de dos colores; blanco y azul celeste, y quedando abolida la roja
con que antiguamente se distinguían”.
Es muy improbable que, cuando Belgrano comandó
el Ejército Auxiliador del Perú (1812-1813) haya empleado una banda roja, ya
que este color estaba íntimamente relacionado con el poder realista. Recordemos
que el Prócer era sumamente cuidadoso
en lo relativo a la disciplina de la Emblemática, pero también se recordará
que, en el contexto propio de la época, los militares patriotas pasaban por
alto mucho de lo previsto en las ordenanzas militares españolas.
La Asamblea
General Constituyente reunida en 1813 desarrolló un protagonismo destacado
en materia de los símbolos del poder. Recuérdese que: creó el Escudo, acuñó
moneda, oficializó el Himno, suprimió títulos y balsones realistas, estableció
como fiesta cívica al 25 de Mayo, etc. Por esto no sorprende que la ley del 5 del mismo mes y año[8] dispusiera los atributos que
singularizarían a los grados militares, cuando ordenó que el más alto de entonces,
el de brigadier, tuviera una “faja blanca y celeste con fleco de oro en
las puntas” y que se llevara ceñida a la cintura.
El texto de la ley es claro, se refería
expresamente a una faja, nada decía sobre una banda. Recién el decreto del 1º de febrero de 1814[9], dispuso para el uniforme
de general una divisa íntegramente de color “celeste con borlas de oro, que descenderá del hombro derecho al costado
izquierdo”, atravesando pecho y espalda.
Consideramos que el rechazo del gobierno a
la Bandera[10]
no tenía por qué alcanzar a la banda,
que era emblema de uso personal. En 1812 no existía ninguna directiva sobre
la confección de uniformes. Cada oficial lo disponía libremente, sobre la base
del azul que se empleaba habitualmente.
La disposición blanca
y celeste la consagró formalmente la ley del 5 de mayo de 1813. Es lamentable que la norma no
mencione sus antecedentes, en el contexto de la época este tipo de mutaciones
no era espontáneo, sino que solían consagrar un uso general. Conociendo a Belgrano,
queda en claro que habrá adecuado sus atributos a lo que aquella ordenaba, por
lo que el vencedor en Tucumán habría empleado la faja “blanca y celeste”,
propia de los brigadieres, si es que ya no venía haciéndolo desde antes.
Es plausible que el 27 de octubre de 1812, cuando
Belgrano encontró la procesión de la Virgen de la Merced, como parte de la investidura de “generala” con
que la distinguió, colocándole su bastón de mando, también pudo despojarse de
la faja de (brigadier) general que portaba. De esta manera completó la entrega
de los dos atributos de su mando.
Tenemos que considerar que como la imagen era de escasa talla el Prócer pudo
aplicársela a manera de banda, para destacarla más, caso contrario, la prenda
tendría que haber dado varias vueltas a la cintura de la Virgen, generando un
abultamiento poco elegante.
En esta posición, faja colocada como banda,
habría coincidido con la iconografía previa en que estas últimas pendían del hombro
derecho y eran de cierto ancho, con
flecos de oro, formando un nudo o borla, como remate, a la altura de la
cintura.
Interesa señalar porqué entendemos que la banda caía de derecha a izquierda. La
razón es sencilla, ya que de esta forma no ocultaba las medallas que por tradición
se llevan sobre la izquierda del pecho, sobre el corazón.
En cuanto a la disposición de los colores, la mención del blanco en primer lugar parece
indicar que ocuparía la posición superior y el celeste, la inferior, de forma
que sería de solo dos franjas y sin aditamento (de sol, escudo u otro) en su
paño[11].
Esta composición es el más lejano antecedente de la actual banda presidencial[12], que con el tiempo
incorporará, ora un Escudo nacional, ora un Sol, similar al que porta la
Bandera oficial[13],
hasta que el Decreto Nº10.302/ 1944[14] estableció
definitivamente sus características en la forma con que la conocemos.
En abono a la tesis, debe recordarse que el
uso de la composición celeste, blanca y celeste de nuestra Bandera se aprobó
recién en julio de 1816, por lo que sería impropio entender que los atributos
castrenses tuvieran esta disposición en fecha tan temprana como septiembre de
1812 o mayo de 1813. Por lo tanto, la imagen de Nuestra Señora de la Merced no debió lucir la presentación tripartita
en aquellos primeros años.
En consecuencia, aquella banda y faja que
usaba Belgrano en 1812 debieron asimilarse a la que luce el retrato del general
Juan Esteban Pedernera[15], que se ilustra
seguidamente.
General Juan Esteban Pedernera
(1796-1886)
Respuesta al
segundo interrogante
Tiene una resolución segura, que nos
permite afirmar que la banda impuesta por San Martín a Ntra. Señora del Carmen,
invistiéndola como generala del Ejército de los Andes fue de un solo color,
celeste, con fleco y borla de oro en su extremo.
Así lo había ordenado el Decreto 4 de marzo de 1814, donde el
Director Supremo, Gervasio de Posadas[16], estableció que una “banda
celeste” distinguiera a los generales en jefe de los ejércitos patriotas, tuvieran
una No contamos con certeza sobre de qué material era, pero posiblemente fue de
tafetán, seda.
Imagen referencial, fajín usado
por los coroneles del Ejército español
La disposición continuaba vigente en
vísperas del cruce de los Andes (enero de 1817). De ello da cuenta la extensa iconografía sanmartiniana del período,
que lo representa usando una banda del tipo indicado.
General José de
San Martín (Gil de Castro, 1818)
También en este caso la posición correcta del elemento indicaba
que debía pender del hombro derecho, cruzar el pecho y la espalda, para
cerrarse a la izquierda de la cintura (aunque en algunas representaciones del
prócer esté invertida, por un error o licencia del artista).
En el caso de los retratos pintados al
Libertador por el peruano José Gil de Castro y Morales (1785-1841), contemporáneo
del Prócer, entendemos que se muestra la banda
de izquierda a derecha para destacar los entorchados de la faja. De hacerlo a la inversa, los
terminales hubieran quedado ocultos por la mano izquierda del retratado y el
correaje del sable. Veamos las siguientes imágenes:
San Martín, Protector del Perú General Bernardo O'Higgins
Conclusiones
Con lo razonado
sería factible concluir afirmando que:
a)
La
imagen de Nuestra Señora de la Merced, como generala del Ejército Auxiliador
del Perú, habría recibido del Gral. Belgrano la faja blanca y celeste que era
emblema del generalato con que se la invistió. Se le habría impuesto en forma
de banda atento a que la talla es menor a la del cuerpo humano al que
representa.
b)
La
imagen de Nuestra Señora del Carmen, como generala del Ejército de los Andes, recibió
del Gral. San Martín la banda celeste con aditamentos de oro que expresaba su
cargo.
Es cierto que estas
definiciones no cuentan con referencias documentadas pero el andamiaje lógico
que vincula la normativa entonces vigente, la costumbre imperante y las
tradiciones parecerían suficientes para abonar las respuestas plasmadas a los
dos interrogantes que originan esta nota.
Lo que siguió después
Con los años el
aspecto que las históricas imágenes adquirieron respectivamente en 1812 y 1817
se fue mimetizando con el uso generalizado de la banda y faja de tres franjas
que revestían los más altos grados militares. La normativa sobre uniformes así
lo consagró, bien que restringió el uso de estos atributos para los uniformes
de gala de los tenientes generales. Por correspondencia, fue natural que el Decreto Nº9.471/ 1943[17]
diera valor a la decisión de ambos próceres y, por ende, reconoció con el grado de “generalas” del Ejército Argentino a la
Virgen María en sus advocaciones de: “de la Merced” (o “de las Mercedes”),
de Tucumán y a “del Carmen”, de Mendoza. Al año siguiente el primer mandatario revistió
a estas imágenes con la banda y faja propias de este grado, con lo que se
difundió una iconografía que las incorporan.
Andando el
tiempo se consideró procedente replicar
este uso en imágenes sagradas de las mismas advocaciones marianas que se
veneran en otras regiones del país hasta el punto que se hizo una constante,
con lo que se perdió la memoria general sobre el origen de la práctica.
[2] Se elaboraban
con raso de seda, cuyo aspecto satinado se logra mediante un proceso de tejido
especial, donde los hilos de la urdimbre flotan en la parte superior de los
hilos de la trama, en lugar de atravesarlos. Esto le da su característico brillo.
La técnica permite obtener una textura suave, agradable al tacto.
[3] En España se
la denomina “fajín”.
[5] Vivió entre 1545
y 1592. Duque de Parma, Plasencia y de Castro. Capitán general del Ejército de
Flandes (1578) y del ejército español que invadió Francia (1590)
[6] Hijo extramatrimonial
de Carlos V (1547-1578). De extensa actuación al mando de los ejércitos reales,
entre lo que destaca el triunfo en la batalla de Lepanto (7.10.1571).
[7] Oficio del 13
de febrero de 1812, datado en el poblado Capilla de Nuestra Señora del Rosario: “Parece que llegado el caso de que Vuestra Excelencia se sirva declarar
la escarapela nacional que debemos usar, para que no se equivoque con la de
nuestros enemigos, y no haya acciones que puedan sernos de perjuicio; y como
por otra parte observo que hay cuerpos del Ejército que la llevan diferente, de
modo que casi sea una señal de división, cuyas sombras, si es posible, deben
alejarse, como Vuestra Excelencia sabe, me tomo la libertad de exigir de
Vuestra Excelencia la declaratoria que antes expuse”.
[10] Enterado el
Gobierno de la presentación de la bandera en Jujuy, reconvino a Belgrano al
respecto por oficio del 27 de junio de 1812, a cuyas resultas el prócer se
comprometió a “retirarla y deshacerla”,
mediante oficio del 18 de julio.
[11] Así también se
entiende que era la bandera que Belgrano creó el 27 de febrero de 1812, la que
presentó ante el Ejército en Jujuy el 25 de mayo del mismo año, y la que recreó
en Tucumán en enero de 1813 como “bandera
del ejército”, que este conservó hasta el 24 de septiembre de 1816, cuando
se sustituyó por la de tres franjas, que oficializó el Congreso General en
julio de ese año.
[12] Será
tripartita la banda que caracterizará al titular del Poder Ejecutivo, el
Director Supremo, según lo dispuso el “Estatuto Provisorio del Gobierno” datado
el 26 de febrero de 1814, que reza: “Art.
3°.- Llevará una banda bicolor, blanca al centro, y azul a los costados,
terminada en una borla de oro, como distintivo de su elevada representación”;
https://es.wikisource.org/wiki/Reglamento_para_el_Gobierno_Provisorio_de_1814
[13] La presencia
del Sol es una suerte de síntesis del escudo de las Provincias Unidas, tal como
se usaba en los documentos oficiales, el que se tomó de la imagen de las
primeras monedas patrias acuñadas por orden de la Asamblea en 1813.
[15] San José del
Morro (San Luis), 25 de diciembre de 1796; Bs. Aires, 1º de febrero de 1886. Abogado.
Guerrero de la Independencia y veterano de las campañas libertadoras a Chile y el
Perú. Presidente interino de la Nación argentina (1851).
[16] Bs. Aires, 1757-1833.
Miembro del Segundo Triunvirato (1813-1814). Director Supremo de las Provincias
Unidas del Río de la Plata (1814-1815).