El Via Crucis de la Catedral de Rosario
Por Miguel Carrillo Bascary
¿Qué es el Via Crucis?
La oración conocida por este nombre es una costumbre clásica en tiempos de Cuaresma y Semana Santa, aunque puede realizarse a lo largo de todo el año; lo que muchos fieles no suelen tener presente.
Se originó en el recorrido que los primeros cristianos realizaban por la ciudad de Jerusalén recreando la Pasión de Jesús y su camino hasta el Calvario. La tradición indica que fue la propia Virgen María quién diariamente recorría esas calles recordando a su divino Hijo.
Con los años se extendió universalmente y desde el siglo XVIII se representa en imágenes o esculturas distribuidas a lo largo de las naves de los templos; cada uno de los cuales recibe el nombre de "estación".
Fue San Leonardo de Puerto Mauricio (Génova, 1676 - Roma, 26 de noviembre de 1751) misionero quien como franciscano y misionero itinerante difundió extraordinariamente la práctica. Pio IX lo canonizó en 1867 y Pío XI lo nombró patrón de las misiones populares en 1923. La tradición indica que el Santo propuso a Benedicto XIV construir un Vía Crucis alrededor del Coliseo. Con el tiempo se abandonó la costumbre que se retomó en 1925 durante el pontificado de Pío XI. En 1964 el papa San Pablo VI presidió el rito que se hizo costumbre hasta la actualidad, excepto en años donde que cuestiones extraordinarias lo hayan impedido.
A partir de 1342 la orden franciscana, que atendía el culto en los Santos Lugares, sistematizó el Vía
Crucis. Inocencio XI en 1686 autorizó que los cristianos impedidos de concurrir
a Jerusalén recorrieran las estaciones en sus iglesias y dispensó indulgencias
para la práctica; además, asignó a los franciscanos entronizar las cruces
indicadoras y las imágenes complementarias que se instalaron en todos los templos
del mundo, siempre con la anuencia del obispo del lugar. En 1731 Clemente XII fijó las estaciones en 14; pero en 1991 San
Juan Pablo II agregó la "Resurrección", por lo que su número se elevó a quince.
Es tradicional que los devotos recorran las estaciones orando y meditando en el amor de Jesús implicado en el sacrificio de Pasión y muerte en la cruz, acompañando emotivamente el último camino de Jesús. La intención de la tradición es recordar a los fieles el llamado de Cristo para seguir sus pasos.
Cada una de las estaciones señala un momento en el doloroso trayecto. En realidad, las estaciones se simbolizan con una cruz; los cuadro o íconos que la representan son una ayuda para la meditación.
Quienes realicen el Via Crucis con devoción pueden obtener lo que la Iglesia llama “indulgencia plenaria”, es decir el perdón de la pena merecida por los pecados. Para esto se necesita: 1) tener disposición interior de desapego al pecado, incluso al venial (esto es fundamental); 2) confesarse y comulgar piadosamente y rezar por las intenciones del Papa (usualmente y al menos un Credo, un Padrenuestro y un Avemaría). Estas condiciones pueden cumplirse “algunos días antes o después de la ejecución de la obra prescrita (el rezo del Via Crucis, en nuestro caso); sin embargo, es conveniente que la comunión y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice se realicen el mismo día en que se haga la obra”.
Si te interesa lo referido a las indulgencias podrás ampliar leyendo el documento pontificio: “Constitución Apostólica INDULGENTIARUM DOCTRINA” http://w2.vatican.va/content/paul-vi/es/apost_constitutions/documents/hf_p-vi_apc_01011967_indulgentiarum-doctrina.html
El Via Crucis de la Catedral de Rosario
Rosario cuenta con un Via Crucis, que, como obra de arte es verdaderamente excepcional. Está colocado en derredor de la nave, en la iglesia Catedral y recibe el apelativo “de Cristo Rey”, ya que responde a una advocación muy sentida de “Acción Católica”, movimiento laico de la Iglesia, que promovió su instalación. La referencia se expresa en el monograma de Cristo (Crismón) enlazado por una corona que consta en cada uno de los cuadros.
a) Su historia
Se concretó por iniciativa de la Junta Parroquial de Acción Católica, que más tarde concitó el aporte de la señora Elvira Echesortu de Sugasti, de manera que pudo fundirse en bronce.
Se expuso al público por primera vez en el Museo de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”, en la muestra abierta el 27 de septiembre de 1952, como parte de las actividades conmemorativas del primer centenario de la declaración de Rosario como ciudad, un hecho que se concretó por ley del 5 de agosto de 1852. Ya en aquel momento generó excelentes comentarios.
Para la ocasión monseñor Francisco Núñez, cura párroco de la Catedral, preparó el opúsculo “Via Crucis de Cristo Rey” donde se reproducen de cada una de las estaciones junto a pertinentes reflexiones.
Quedó instalado y fue bendecido
por el Arzobispo Caggiano el 4 de
octubre de 1952, en vísperas del día de Ntra. Señora del Rosario (7 de
octubre), fundadora de la ciudad, a quien está dedicado el templo. El Vía Crucis fue un presente para monseñor Núñez en ocasión de su cumpleaños 50
quién se desempeñó en este servicio entre 1941 y 1955.
b) El artista
Es obra del rosarino Eduardo Barnes (1901 – 1977), quien a
mediados del siglo pasado se destacó como autor de esculturas, particularmente
religiosas, que se encuentran distribuidas por toda la región.
Entre 1949 y 1950 viajó a
Europa donde pudo estudiar in situ
numerosas iglesias; oratorios y catedrales; lo que se evidencia en las
características generales de sus trabajos que con trazos eminentemente modernos
poseen una fuerte reminiscencia del románico.
Expuso en Roma, Bs. Aires, Mar del Plata y, por supuesto, en Rosario. También fue profesor extraordinario en la Universidad Nacional del Litoral, como docente de “Modelado” en la Escuela de Arquitectura, hoy facultad.
La obra de Barnes ha
merecido juicios elogiosos de la crítica. Los taseles de muchas de sus
concepciones se preservan en el museo ubicado
en el subsuelo del teatro “El Círculo” que en épocas de normalidad puede
ser recorrido por los interesados y turistas.
Barnes también participó en la construcción del Monumento a la Bandera, que se levanta en Rosario en homenaje a ese símbolo nacional. Actuó como asesor artístico del arquitecto Ángel Guido, uno de sus creadores, quien actuó como director de la obra. Barnes ejecutó dos hermosos bronces contenidos en la “Galería de Honor de las Banderas de América”. Patentizan el protagonismo de Rosario en la creación de nuestra Enseña nacional y de los denomina respectivamente: “Belgrano crea la Bandera en Rosario” y “Bendición de la Bandera nacional”.
A manera de los antiguos
maestros gremiales de la Antigüedad, Barnes colocó en toda su producción un peculiar monograma que expresa al
“Avemaría”, lo que implica una invocación a la Madre del Señor; se inscribe en
un cuadro partido que permitiría referenciar a las iniciales del artista
(la “B” y la “E”). Es habitual que el público atribuya el anagrama a una
criptica referencia al nombre del artista, sin advertir la invocación religiosa
que evidencia la profunda devoción del artista.
Por su parte, la conservadora y legataria de Barnes, Elvira Fernández, nos aporta otra interpretación del anagrama de donde estaría compuesto de las letras "EAB", por las iniciales del nombre de la esposa del artista, Amelia, y las de sus hijos, Ajax y Ariel.
Como peculiaridad puede citarse que, cuando Barnes realizó este Vía Crucis apeló a una antigua costumbre medieval, por la que el artista incluía en la obra a su mecenas. Es así que, en el cuadro de la decimotercera estación, correspondiente a “Jesús en la Cruz” (de izquierda a derecha) vemos entre los personajes que se encuentran al pie a: San Juan; a la Virgen María; al entonces arzobispo de Rosario, monseñor Antonio Caggiano y a un soldado romano.
Caggiano (1899 – 1979) provenía de una humilde familia santafesina y llegó a ser obispo de Rosario en 1934, más tarde fue nombrado cardenal y arzobispo de Bs. Aires.
También a Barnes se debe
la medalla conmemorativa de la coronación
de Ntra. Sra. del Rosario, cumplida en 1941.
Anverso y reverso de la pieza
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