Donde vive Santa Claus
(Una historia de nuestra Navidad)
María Luz y Mariana
Por Miguel Carrillo Bascary
Mariana, nuestra primera hija, fue muy, pero
muy esperada. Llegó un 5 de agosto y colmó nuestras vidas.
María Luz vino tres años después, un caluroso
día de Reyes (6 de enero) … y nos robó la otra mitad del corazón.
Cada una trajo sus dones; cada una llegó con su
vida y personalidad. Al fin y al cabo los humanos somos seres únicos e
irrepetibles en la magnitud de la Historia del Universo, nada menos; pero, para nosotros, Gabriela, su mamá; y yo, su
papá, ellas son todavía más especiales: ¡son Ellas!
Hoy les contaré una historia; una historia de
nuestra Navidad.
Aquél diciembre de
1994 Mariana tenía 8 años y María Luz unos 5. Las dos esperaban la Nochebuena con una
enorme ilusión; esto es una de las muchas cosas que hacen los chicos con esa
edad.
Más allá de las verdades de nuestra Fe las
costumbres navideñas son parte de la cultura; por eso, la forma de vivir ese
hermoso día tiene muchos puntos en común, en cualquier región del mundo donde se
viva.
La leyenda de Santa
Claus; San Nicolás; Papá Noel;
el Viejito Pascuero; Babbo Natale; Julemanden; Kris Kringle; Père Noël; SinterKlass; Father Christmas; Black Peter; Santa Kurohsu; Kaledu Senis o como queramos llamarle, está
enormemente extendida..
Aunque haya tanta diferencia en sus nombres hay
un punto central en la leyenda: Santa vive
en un lugar impreciso cercano al Círculo Polar Ártico; con Mama Claus; sus
gnomos; los renos y otros seres de maravilla Allá trabajan todo el año
fabricando regalos para los chicos “que
se portan bien”.
Antes que la tecnología celular nos sumergiera
en la sociedad planetaria donde hoy vivimos; allá lejos y hace mucho tiempo … una de las grandes ilusiones de
los chicos era escribirle una carta a
Santa para contarle que se habían portado bien y, por supuesto para pedirle
algún regalo de premio.
Hoy quizás sea
necesario explicar qué era una “Carta”. Vamos a tratar de recordarlo juntos, porque
la última que escribí una fue hace mucho, mucho tiempo.
Una “carta” era una pieza de papel (no
importaba mucho el color ni el tamaño) donde la gente escribía lo que le había
pasado; sus ideas, sueños y, principalmente, sus sentimientos; a veces se acompañaba
con algún dibujo de varios colores o pegatinas de figuritas que hubieran
gustado. Los más románticos agregaban alguna florcita; un pétalo de rosas o una
cinta de raso con oculto pero explícito significado. Algunas las rociaban con
gotitas de su perfume. El colmo del romanticismo.
Perdón, me distraje con la Historia; ¿a quién
se le escribía? – Por supuesto que a alguien querido y lejano ¿Qué sentido tenía
mandar una carta a un desconocido? Para esto estaba la “correspondencia
comercial”; pero esto es otra cosa.
Luego de estampar con satisfacción nuestra
firma, el papel se doblaba y se introducía en un sobre; una especie de cajita
de papel que cerrábamos bien, preferentemente mojando con nuestra lengua el borde
engomado.
Ya, casi, casi, teníamos una “carta”. Pero
faltaba algo, quizás lo mas importante.
En esos remotos tiempos no sabíamos qué era
marcar “enter” y para “mandar la carta” teníamos que caminar sus buenas cuadras
hasta un lugar llamado “Correo” … a secas, un remotísimo pariente de los mails
que hoy usamos.
Después de hacer alguna cola (en eso nada ha
cambiado) comprábamos una estampilla, el maravilloso pasaje multicolor de
sugerente borde dentado, que era necesario usar para que la carta “viajara” a su
destino.
Luego volvíamos a dejar una pizca de nuestro
ADN en la saliva que usábamos para humedecer el reverso engomado. Con extremo
cuidado colocábamos la estampilla en el ángulo derecho del sobre y con un
rotundo golpe de puño quedaba fijada ¡Ya teníamos la carta!
Venía después otra operación de cuidado: colocar
la carta en el “buzón”. Una caja, bien robusta, que “comía” cartas todo el día.
Generalmente era rojo; redondo, con lejana semejanza a esos hongos de los
cuentos.
Antes no nos preguntábamos por qué ese color; hoy sabemos que era para destacarlo entre la cantidad de cosas que poco a poco se iban amontonando en el paisaje de
las ciudades. Así, cuando alguien venía del campo o no conocía mucho el lugar podía
ver al buzón desde lejos y llegarse para “mandar la carta”. Dicen que el único
problema con los buzones es que algunos vivos querían venderlos; pero lo dramático es que ¡siempre se encontraba un comprador incauto!
La ultima operación, echar la carta al buzón, demandaba mucho cuidado, pero por alguna
incomprensible razón generalmente se reservaba a los más pequeños. Creo que
cuando la carta se deslizaba de nuestras manos todos sentíamos un ligero temor
al pensar que podía perderse, no llegar y que con eso se perdería parte de
nosotros mismos. ¡Algo de razón había!
Después solamente
quedaba esperar. Aguardar al menos varias semanas para que ese “alguien”
especial, su destinatario/a nos contestara … ¡con otra carta!
Ahora, como los más viejos ya recordamos lo que
era una carta y los más chicos al menos pueden imaginársela, volvamos a los
lejanos días en que Mariana y María Luz estaban dejando poco a poco sus
juguetes.
Al empezar diciembre los chicos tenían que
preparar la carta para Santa, el problema era la dirección. Nadie conocía donde
vivía. Tampoco lo sabían las mamás ni los papás ¡Ni siquiera los abuelos!, que
como eran más viejos conocían más de la vida.
La cosa era tener fe. Ese fin del año 1994 Mariana
que era “grande” y ya escribía suelta hizo la carta, por supuesto que incluyendo a su hermana.
Cada una puso su “firma”. María Luz pegó el sobre y, otra vez, la protagonista
fue Mariana que escribió en él : “Santa Claus – Polo Norte” y, en la
parte de atrás puso el nombre de las dos; junto a la dirección de nuestra casa.
Fue entonces que Mamá recomendó agregar “Argentina”; no fuera que Santa lo
olvidara.
Esa vez, de la estampilla y del correo también se
ocupó Mamá. La magia estaba hecha, solo
faltaba esperar la Navidad. Mientras tanto, se armó el pesebre; el “arbolito”,
con sus luces y brillantes globos de vidrio y todas las noches las chicas
escuchaban una historia real: que Dios
que se hizo hombre por amor a todos y que cada Navidad se presentaba como un
Niñito, recostado en un pesebre.
Los preparativos avanzaron y con tanta cosa las
chicas festejaron la hermosura que es una Navidad en familia ¡y se olvidaron de
la carta!
Ya estaba avanzado enero cuando un cartero pasó
por casa. (Acá seguro que hay que explicar a los chicos de hoy que el cartero
es un señor que hace “running” todo el día mientras reparte cartas)
Ese día nos dejó en la portería un gran sobre
de cartulina, rojo y blanco. EL MISMO QUE VEMOS REPRODUCIDO:
Lo primero que se mira en un sobre es quién lo
manda y … ¡AQUI LO TENEMOS!, pueden leerlo ustedes mismos, nada menos que
¡Santa Claus!, con su dirección incluida!
Con todo cuidado las chicas abrieron el sobre y
encontraron una hermosa silueta acartonada de Santa conduciendo su trineo rojo,
lleno de regalos, tirado por un auténtico reno; acompañado de un gnomito con
cara de inuit y un precioso perrito husky (los mismos que arrastran los trineos
polares), acurrucado entre los paquetes para protegerse del frío!
Nuestro pesebre y el trineo de Santa
No se trataba de un truco, era un verdadero
regalo de Santa y el sobre venía marcado como “Prioritaire A” ¡correspondencia
especial para Mariana y María Luz!
Un mensaje de Santa completaba el regalo, como está en inglés acompaño la traducción:
Polo Norte, Groenlandia
Queridos amigos:
Espero que disfrutes de armar este regalo de mi parte. Es un
recordatorio de que vendré a visitarte en Navidad. Visitaré a cada uno,
inclusive a ti.
¿Podrás imaginarte lo ocupado que estoy con todos los regalos que
debo fabricar? Pero todo el ajetreo y el bullicio vale la pena cuando pienso en
vos y en todos mis amigos.
Muchos están interesados en saber a dónde vivo. Mi lugar en la
nieve queda en Groenlandia, cerca del Polo Norte. Muy pocos saben que
Groenlandia es la isla más grande del mundo. Groenlandia es muy conocida por su
fantástica naturaleza y el medio ambiente limpio. Créeme, es un buen lugar para
vivir.
Te envío mis saludos para vos, tu familia y tus amigos y les deseo
a todos una ¡muy Feliz Navidad! - SANTA CLAUS
Tres estampillas extrañas lo certificaban y,
para que no quedaran dudas, estaban timbradas con el logo de Santa. En los matasellos
se leía “Kalaallit Nunaat / Grønland” (Groenlandia, en castellano)
El regalo “extra” de Santa dio una gran alegría
a las chicas … casi tanta como la de Mamá y Papá. Santa había cumplido; algo tarde, eso sí, porque Groenlandia queda
lejos (unos 13.000
kilómetros ).
El único problema estaba en la etiqueta con los
nombres de las destinatarias; parece que el gnomo ayudante de Santa estaba un
poco distraído, porque en vez de “Mariana” dice “Mirtha”; un detalle menor que podemos
perdonarle ¡También en tierras de Santa hay gente desatenta! No todo puede ser
perfecto.
Un detalle más, que aquellos a quienes gustan las
banderas no les habrá pasado desapercibido:
el sobre es claramente una bandera de Groenlandia, donde el Sol de invierno
tiene la cara del personaje de leyenda más querido del mundo: ¡Santa Claus, por
supuesto!
Abierto el gran sobre, fue todo un desafío armar
el troquelado con la imagen ilustrada por Greten Lis Hansen; según diseño de
Birgitt Clematide y Claus Fenger; impresa por MAP Design. Es gesto de buena
voluntad reconocer los créditos.
Como verán, esa Navidad de 1994 fue una experiencia hermosa, muy especial, que
se prolongó hasta el enero del ‘95. Particularmente para Mariana y María Luz …
pero también para su Mamá y su Papá (que no podían creer que la carta hubiera
llegado a destino y vuelto en forma de presente)
Esta recreación se
basa en una vivencia de nuestra familia. Recoge una experiencia hermosa que hace décadas
se transformó en un clásico, cuando los correos de muchos países del mundo recibían
miles de cartas que tenían por destinatario a Santa Claus y por domicilio: el
“Polo Norte”; el “Ártico” o, simplemente, la “Casa de Santa”.
Muchos fineses; islandeses; noruegos y suecos; también
algunos habitantes de Alaska podrán discutir si Santa vive o no en Groenlandia,
pero la cuestión no debe generar disputas. La explosión demográfica, con sus
millones de niños que nacen cada año, y la Biotecnología justifican, sin lugar
a dudas, que Santa Claus; sus gnomos y sus renos ¡también tengan clones!
Por lo que hemos podido averiguar la “Fundación
Santa Claus de Groenlandia” es la responsable de enviar esa tierna respuesta,
procura así retribuir el amor por los niños y alentar los vínculos fraternales
entre diferentes culturas; contestando puntualmente las cartas que le escriben
desde todo el mundo.
También promueve la ecología y la difusión de
la cultura inuit y procura arraigar que el
“verdadero” hogar de Santa está en la gran isla de “Tierra Verde”
(Greenland/ Groenlandia). Los fondos para esta tarea tienen diversos orígenes,
pero el gobierno autónomo local acompaña con un importante subsidio. Como un
gesto de hermandad Santa contesta puntualmente las cartas que le escriben niños
de todo el mundo.
Groenlandia es un
estado autónomo dentro del reino de Dinamarca. En Nuuk
(nueva denominación de Goodthaab), su capital, la Fundación tiene su sede y
mantiene un museo totalmente
dedicado a Santa.
Bandera de Nuuk, al fondo se ve el monte Sermitsiaq
que destaca en la siguiente foto
Aportamos algunas fotografías de ensueño como nuestra personal adhesión para promover
los fines de la Fundación.
Nuuk en invierno
Nuuk en verano
Cada año las oficinas del correo de Nuuk reciben
algo menos de 80.000 cartas; esto justifica que exista allí el buzón más grande del mundo que podemos
ver seguidamente:
Historia
de la bandera de Groenlandia
Hace tiempo que escribimos sobre esta hermosa bandera, pueden consultarla en este blog desde los siguientes
links:
Primera parte: http://banderasargentinas.blogspot.com.ar/2016/03/cuandouna-bandera-argentina-pudo-ser-la_1.html
Segunda: http://banderasargentinas.blogspot.com.ar/2016/03/cuandouna-bandera-argentina-pudo-ser-la.html
Para los amantes de la
Filatelia:
Los sellos que usó Santa Claus corresponden a:
Margarita II, reina de Dinamarca; coronada en 1972; de la casa Schleswig-Holstein-Sonderburg, rama
de la dinastía de Oldenburg, originaria de Glucksburg, ciudad del norte de Alemania; según se nos informa.
Jonathan Petersen (1881 - 1961) fue un músico
danés autor de la canción “Nunarput
utoqqarsuanngoravit” en groenlandés "Tú, nuestra vieja tierra". La letra fue
escrita por el sacerdote inuit Henrik Lund. La
compasión fue adoptada como himno nacional groenlandés en 1916.
Para los que gustan de la Vexilología, también en
Groenlandia hay estampillas con banderas:
¡ Juullimi
ukiortaasamilu pilluaritsi !
¡ Feliz
Navidad y Año Nuevo !
Una lindisima historia y una mejor experiencia para esas niñitas y sus papás! Gravias por compartirla!!
ResponderEliminarHay mucha emoción comprometida en esta nota. Muchas gracias por tus lindas palabras. Van mis deseos de una feliz Navidad para vos María C. que el Niño Dios te bendiga
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