jueves, 29 de septiembre de 2022

Crónicas del Monumento a la Bandera/ 6: De nombres y de historia

Las esculturas de Lola Mora en Rosario

Tres de las obras de Lola Mora (Pasaje Juramento, Rosario) 

Por Miguel Carrillo Bascary


Esta nota complementa la que se publicó hace unos días http://banderasargentinas.blogspot.com/2022/09/cronicas-del-monumento-la-bandera5-lola.html

 Recapitulando

Son diez las esculturas obras de Lola Mora que hoy pueden verse en el “Pasaje Juramento”, anexo al Monumento Nacional a la Bandera que existe en Rosario. Es inmejorable su ubicación, en el interior de la fuente “Lola Mora” que rescata del pasado el frustrado proyecto de levantar un memorial al magno acontecimiento de la creación de la Bandera. 

Hoy “las hijas y los hijos” de Lola se muestran, impertérritos a quienes llegan desde las más lejanas las regiones de la Patria. ¡Qué digo! También ante los miles de turistas extranjeros que, año tras año, se aproximan admirados. Mientras, con la vista acostumbrada a su presencia, los vecinos ni les prestan atención cuando pasan frente a ellas, atareados. En un eterno diálogo, su mudez se expresa, nos cuentan del sueño que debieron componer y que sin culpa no alcanzaron.

Como toda obra de arte, cada escultura es lo que quien la mira quiere que sea, literalmente. Aquellas de las que hablamos no tienen nombre, al menos, ninguno es oficial.

La imaginación de algunos las ha “bautizado” con amplia liberalidad, sin que medie norma alguna que lo avale. Cada guía turístico, cada funcionario, cada turista improvisa y las nomina. Cada folleto ratifica o cambia esos apelativos. En este punto, la imaginación puede ser muy florida y confronta con lo evidente de las formas marmóreas sin ningún dejo de abstracción, en una dinámica inconducente con el clasicismo de sus rasgos que emergen de sus toscas terminaciones, aquellas que muestran su naturaleza mineral y que su autora nunca pudo pulir, ensamblar y terminar. 

Repasemos:

I. Con su eterno saludar al descubrirse[1] reciben al visitante “Los Gauchos”. Otros los llaman “Los Paisanos”, no está mal, pero convengamos que este último término luce mucho menos expresivo. En un afán localista de asignar protagonismo a quienes laboraron en las colonias agrarias de la zona también se los cita como “Los Agricultores” desposeyéndolos de su indudable raíz criolla. Quienes prefieren destacar una visión social denominan la escultura como “El Pueblo”.

II. Dos mujeres, una de ellas, de aparente mayor edad carga que a un pequeño, la otra atisba por sobre su hombro. Son “Las Damas Patricias”, más sencillamente “Las Patricias” o, como les dicen los más chicos, “Las Señoras”. Un memorando de la Dirección de Parques y Paseos elaborado en 1980 las denomina "Dos Madres". También se ha propuesto llamarlas “Las tres edades de la vida”, porque en ellas están representadas: la madurez, la juventud y la niñez. Son mujeres de elite, así lo evidencian sus vestidos que, con acierto, la autora muestra de acuerdo con la moda propia de 1812[2], cuando nació la Bandera.

III. La Libertad” que, al mostrar las rotas cadenas de la tiranía, compite con ventaja con una visión menos revolucionaria, más institucional, que la designa como “La República” o también, una mención inmaterial, “La Patria”.

IV. En amorosa actitud se ve a “La Madre y su Hijo”. “La Maternidad” prefieren decirle otros. En suma, que no hay hijo sin madre, la abstracción matricial no puede prescindir de la figura del niño. Con su gesto la mujer parece destacar al joven el ejemplo del creador de la Bandera y el ondear del paño en designio del futuro. Hay amor y hay un ejemplo. La sencillez del vestir caracteriza a esta madre como una mujer de pueblo.

V. Con su inconfundible vestimenta religiosa también está “El canónigo Gorriti bendiciendo a la Bandera” recordando a quien el 25 de mayo de 1812, en Jujuy, consagró el paño a la providencia de Dios. Revestido de una prenda litúrgica hace el gesto de esparcir el agua bendita. También para esta figura existe una versión de consumo local, rosarino, que la sindica como “El cura Julián Navarro bendiciendo la Bandera”. Navarro era el párroco del Pago de los Arroyos, que en 1812 tenía cabecera en la “Capilla del Rosario” como entonces se conocía al poblado. Desmiente esta versión localista el solideo[3], que corona la cabeza del togado, elemento indicativo de jerarquía eclesial, impropio de un simple párroco como el citado. Para otros, menos reverentes quizás, no será ni Gorriti ni Navarro, solo “El Cura”, mientras que para los más reverentes es “El Sacerdote”, aunque no pocos lo nombran como “El Obispo”, mientras que el memorando de esculturas presentado en 1980 por Parques y Paseos lo llama "Fray Gorriti", pese a que es notorio que el prócer no perteneció ni a los Franciscano ni a otra orden religiosa.

VI y VII. Hacia el Noreste se observan a “Los Granaderos” (ver foto en el inicio de la nota) como los llama el vulgo confundido por el característico morrión que llevan. En esto termina el parecido, en realidad se tratan de dos infantes que portan uniformes de época, su atuendo correspondería al 7 de Infantería, regimiento favorito de Belgrano. Entre ambos se distinguen a “El Centinela” o “El Vigía”, parapetado detrás de un murete[4], que es la más anodina figura de la fuente. En origen era un personaje marginal, destinado a dar terminación a una de las escenas representadas en el monumento inconcluso El otro se impone por sí mismo y es el que cautiva la mirada de los niños, es “El Soldado” que aparece avanzando cautelosamente, con el fusil en sus manos, en franca actitud bélica.

VIII. Incólume, expectante, se yergue otra figura en uniforme, este sí que corresponde a un Granadero[5]. “El Clarín de la Patria” lo designan, aunque también se lo llama “El Trompa”, aludiendo al vocablo con que se conoce al instrumento en los ámbitos castrenses. Parece permanecer atento, al aguardo de recibir las órdenes del jefe para lanzar a la carga a los jinetes.

IX. Sobre otra fémina marmórea, “La Gloria” o “La Victoria”, siempre surge la polémica. La primera resulta muy apropiada para caracterizar la mística revolucionaria encarnada en la Bandera. La segunda acaso es más acertada ya que a sus pies se observa un cóndor que parece acreditar el designio del Libertador San Martín, al triunfar sobre los Andes para llevar la libertad al continente.

X. Finalmente se llega al centro de la escena, para algunos es “Belgrano y la Bandera”, será solo “Belgrano”, para otros. Ahí, vemos al prócer, enhiesto, sosteniendo con su diestra la Bandera. Lo acompaña un hombre en traje de civil, más atrás, sus hombres le prestan guardia y dan resalto. Otros pareceres se centran en  el símbolo, para ellos es “La Creación de la Bandera”. También acá hay una versión “local”, que prefiere denomina al conjunto “La Jura de la Bandera”, un acontecimiento que no ocurrió en Rosario sino en Jujuy, el 25 de mayo de 1812. Los documentos con que el Prócer reseñó el histórico acto aseveran en Rosario su tropa no prestó juramento a la Bandera. La verba del Patricio, que se expresó en los siguientes términos[6]:


“Soldados de la Patria. En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro excelentísimo gobierno; en aquél, la batería de la Independencia, nuestras armas aumentarán las suyas; juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores y la América del sur será el templo de la independencia, de la unión y de la libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo: ¡Viva la patria! 

Terminando

En concreto, que los nombres que reciben las esculturas de Lola Mora son muchos y variados, los hay con mayor o menor apego a la realidad de los hechos históricos a los que aluden. No parece ser imprescindible que una norma los defina con rigor, la variedad que se registra tiene una espontaneidad que vale por sí misma.



Bloque de estampillas sin valor postal 
emitido por la Municipalidad de Rosario en 2002


Notas y referencias

[1] Uno de los personajes hace ademán de descubrirse levantando el chambergo que lleva.

[2] Se trata del estilo “imperio”, muy alejado de que es propio de las representaciones escolares, donde se hace a las féminas revestidas de amplias polleras, “a lo dama antigua”, una moda que puede datarse entre 1830 y 1870.

[3] El solideo es un sencillo casquete de seda que portan los dignatarios de la Iglesia católica sobre sus cabezas.

[4] En realidad, sería una “pirca” nombre que reciben los cercos construidos con grandes piedras, propios del Norte argentino en donde se desarrollaron las principales acciones militares vinculadas a la gesta del general Belgrano.

[5] El histórico Regimiento de Granaderos a Caballo fue formado por el general José de San Martín a partir de marzo de 1812, desde febrero de 1813 estuvo en las principales acciones militares de la emancipación argentina. Numerosos efectivos del cuerpo formaron a las órdenes de Belgrano cuando este comandó del Ejército Auxiliador del Perú, concretamente en 1812/1813 y en 1816/1819.

[6] Proclama referida al juramento que tomó Belgrano a su tropa y que acompañó al oficio del 27 de febrero de 1812 donde informó al Gobierno la novedad ocurrida en Rosario.

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