martes, 21 de junio de 2022

Banderas de la inmigración

Cuando la diversidad de orígenes plantea opciones

 
Plaza de los Inmigrantes, Monteros, provincia de Tucumán

Por Miguel Carrillo Bascary

Introducción

Hay sociedades que a lo largo de su historia se caracterizan por haber recibido en su seno diversas corrientes de inmigrantes. Ellos llegaron para forjar su futuro y el de sus familias en una nueva tierra. Con el devenir de las generaciones las culturas se fusionaron y se enriquecieron mutuamente. Surge aquí el deseo de revalorizar esas procedencias, en una suerte de sentimiento nostálgico que hace a un valorable sentido de identidad recobrada.

Se hace usual entonces que en algunas fechas determinadas se celebre una fiesta o encuentro de donde los descendientes de esas colectividades celebran sus raíces y expresan su reconocimiento por la hospitalidad recibida, al par que el conjunto social vivencia el valor de las diversidades consecuentes que dan forma a la realidad común. 

Afiche del “Primer Encuentro de Colectividades Extranjeras”, Rosario - 1985 

Argentina es uno de esos países donde cientos de miles de inmigrantes encontraron su hogar y se afincaron en las diversas latitudes de su geografía. En muchos casos pudieron mantener sus costumbres y tradiciones que de alguna manera llegan hasta el presente.

Una consulta y su proyección

Hace algunos días se me consultó desde un municipio sobre una cuestión que considero de interés para casos similares. Comparto acá lo estudiado y lo resuelto ya que entiendo que la situación puede plantearse en otros muchos lugares del país en donde migrantes de diversos orígenes originaron conjuntos sociales sui generis que derivan de la interpenetración cultural.

La ciudad aludida goza del privilegio de contar con una plazoleta donde en un mástil flamea la Bandera Nacional, que está rodeado de algunas decenas de otros mástiles más pequeños donde se izan las banderas de los países de origen de muchos habitantes de la zona. La pregunta era ¿qué banderas correspondía colocar en ellos?

Obviamente, el número de mástiles era limitado, se imponía entonces adoptar un criterio que justificara la elección evitando caer en sin sentidos que pudieran generar resentimientos entre los descendientes de aquellos pueblos y que tampoco se pudiera pensar discriminaciones o, peor aún, en sentimientos xenófobos.

Ciertamente que la preocupación era justificada y merecía un estudio adecuado a la seriedad del planteo.

A priori, aunque sea de manera empírica es factible individualizar a muchas naciones que aportaron sus hijos e hijas a la formación de la Argentina. No hace falta mucha imaginación para ello, por supuesto. Sin dudas que vendrán a la mente del lector los nombres de una pluralidad de países, pero la aparente segura respuesta no es tan sencilla. En lo personal podemos olvidar alguno, pero si es un gobierno o una institución de importancia la que incurre en la omisión puede constituir un escándalo de proporciones.

No es igual el perfil de las comunidades descendientes de inmigrantes afincados en el Sur de la provincia de Tucumán, en comparación con el de Misiones, el de los lagos cordilleranos o de la desembocadura del rio Negro. Tampoco es igual el de Rosario, que el de quienes se radicaron en la zona de Rafaela, aunque ambas ciudades se encuentren en la provincia de Santa Fe. En cada sector se evfidencian diversos componentes venidos de múltiples países y hasta de distintas regiones del mundo.

No hay dudas que la disponibilidad de un limitado número de mástiles impide mostrar la diversidad de tan numerosos aportes con sus banderas izadas, lo que obliga a replantear la cuestión.

Veamos un ejemplo, es indudable la presencia galesa en Chubut, pero representar la inmigración en el Chaco incluyendo la bandera del dragón rojo carece de todo sentido. Vale lo mismo para los suecos que llegaron a Misiones, pero no cabría mostrar su enseña en los llanos de La Rioja. ¿Se entiende?

A mi criterio, la respuesta estaba implícita en el siguiente interrogante ¿De qué naciones provino el mayor caudal inmigratorio en la zona?

Analizados estos orígenes y estimado su número, así como el enraizamiento de sus descendientes, en el lugar, se identificarían las que correspondía explicitar con sus banderas. 

Este fue el consejo y así se hizo.

Afiche de la Fiesta Nacional de las Colectividades, Rosario - 2015

Ciertas peculiaridades

Si se quiere testimoniar la presencia en una zona determinada, habrá que indagar por el origen nacional y aún regional de quienes se afincaron en ella.

En este cometido surgen algunos problemas que corresponde señalar:


En algunos casos los estados de origen han desaparecido, absorbidos por otros o se han dividido entre varios. Sería el de los oriundos del Piamonte, una región que hoy es parte de Italia.


En gran medida se deberá tener presente las enormes diferencias regionales que existían en los paises de origen, de las que sus descendientes se sienten legítimamente orgullosos. Ejemplo conocido es el de los catalanes, que cuestionan su vínculo con el Reino de España.


Hay circunstancias donde usar la bandera de origen replantearía graves conflictos. Sería el caso de los descendientes de emigrados republicanos de España. 

Sin dudas que la Embajada española haría presente su oposición ante la Cancillería argentina.


En otras circunstancias, quienes provenían de un determinado lugar conformaron un nuevo estado en fecha relativamente reciente que no existía al tiempo de su partida.

Como vemos, las variables son muchas y todas merecen considerarse.


Consecuentemente, un criterio podría indicar que se izaran las banderas que históricamente pertenecieron a los llegados, aunque algunos de estos estados hoy hayan desaparecido y aquí surge un problema, no es común que se tengan referencias ciertas sobre la recta forma en que deberían representarse las banderas usadas en el momento histórico que correspondía al del mayor caudal inmigratorio. 

Además, conseguir ejemplares de esos vexilos del pasado es ciertamente complejo, por no decir poco menos que imposible. Otro parecer sostendría que corresponde mostrar las actuales insignias. Por lo expuesto es más práctico y menos comprometido inclinarse por este último criterio.


Con rigor de ceremonialistas, las regiones de origen no deberían mostrar sus banderas en paridad con las de estados nacionales, aunque un criterio más generoso aconsejaría no ser tan formal, ya que bien se podría admitir la mixtura. 

Una observación: los organizadores de este tipo de encuentros o foros deberán extremar los cuidados para que la representación de las banderas se adecue con exactitud a sus diseños oficiales, ya que lamentablemente no es poco usual que se deslicen groseros errores. Si así ocurriera, no solo queda cuestionada la seriedad de la convocatoria sino que pueden provocar legítimos resentimientos en las colectividades afectadas.


En síntesis
, que la situación puede llegar a ser compleja por lo que para definir qué banderas presentar se deberá conocer razonablemente bien de donde provinieron los caudales foráneos a la zona y cuál es su expresión cuantitativa en la actualidad, ya que tampoco tendría sentido colocar la bandera de inmigrantes que tuvieron otrora gran influencia en el lugar pero que en la actualidad practicamente han desaparecido.

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