Una bandera con larga historia
Reconstrucción hipotética (Imagen de Celeste Herrera/ Fundación Regimiento 11)
Por Miguel Carrillo Bascary[1]
Convocados por el señor Eduardo Giro, de la “Fundación
11 de Infantería” (Mendoza), realizamos este aporte como una contribución al empeño de
difundir la Gesta Libertadora,. convencidos de la plena vigencia del ejemplo
que legó el general San Martín para el desarrollo de nuestra Patria Grande.
Datos históricos
Corría el año 1822, cuando
aquellos argentinos que alguna vez revistaron en el glorioso “Ejército de los
Andes”, principalmente en los batallones 7º y 8º del arma de Infantería[2], fueron
agrupados por decisión de San Martín en la nueva unidad que se denominó
“Regimiento de Infantería Río de la Plata[3]”.
Dedicamos estas referencias a la bandera que lo presidió.
Cinco años habían pasado ya
del expectante momento en que emprendieron el cruce de los Andes para liberar a
Chile y al Perú. Muchos se inmolaron en las batallas subsiguientes, otros
fueron víctimas de las enfermedades que asolaron sus campamentos; algunos dejaron
la vida militar y formaron familia en tierras extrañas. Solo unos cientos
continuaban batallando en las lejanas regiones peruanas. Su general en jefe era
Enrique Martínez[4].
Todavía faltaba un tiempo para que la totalidad de la América del Sur alcanzara
su libertad, lo que ocurrió con la batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824)
en que se extinguió el poder español en el continente.
El general Martínez fotografiado en su ancianidad.
Ese postrer regimiento
estaba herido por la derrota sufrida en la campaña de “Puertos Intermedios”;
falto de vestuario y de asistencia logística; se le adeudaban varios meses de
paga. La disciplina no era la mejor y, además, el cuerpo pasaba una difícil
situación institucional. En 1820 había desaparecido el gobierno en las “Provincias
Unidas”, la anarquía puso en cabeza de la provincia de Bs. Aires las relaciones
internacionales, que bien poco podía hacer. Siendo titular de la fuerza,
Martínez logró que el Regimiento fuera reconocido como elemento dependiente de
aquella, comisionado en territorio del Perú (ley del 29 de junio de 1823)
Como la unidad no tenía
bandera, Martínez dispuso dársela; su escudo fue labrado en base a hilos de oro
y plata (único elemento conservado al presente); pensamos que su paño debió ser
de seda, como era tradicional en estos casos. La misma se presentó solemnemente
en la ceremonia realizada para recordar la Revolución que instauró la Primera
Junta (“Junta Provisional Gubernativa”), en Bs. Aires; tuvo lugar en la plaza
de la Independencia (Lima), el 25 de mayo de 1823. Fue entonces que Martínez
arengó a los efectivos del “Río de la Plata” diciendo: “Nada importa que hayáis
quedado pocos de los que vieron los días de las victorias. Desde el oriente del
Río de la Plata hasta las alturas del monte Pichincha, existen las reliquias de
vuestros valientes camaradas; pero la sangre de esos héroes se ha derramado
sobre la tumba de los enemigos del género humano y cuatro grandes repúblicas
del nuevo mundo les deben gratitud y memoria. Conservad la gloria de vuestras
banderas y jurad por el Sol de este día que ellas serán vengadas; y cuando
volváis a vuestras patrias llevad el orgullo de haber merecido el renombre de
heroicos defensores de América”.
Lamentablemente no son
muchos los datos sobre esa bandera. En rigor, la enseña se perdió durante el
aciago amotinamiento en la fortaleza de El Callao (4 al 5 de febrero de 1824),
pero fue providencialmente preservada con amorosa dedicación por un sargento
perteneciente a la banda del Regimiento 8. Tiempo más tarde, cuando se produjo
la capitulación de la fortaleza el general Tomás Guido[5] fue
abordado por la viuda del veterano que, cumpliendo la última voluntad de su
esposo puso la bandera a disposición del antiguo secretario de Libertador.
Cuando Guido regresó a Bs. Aires la entregó al ministro de Guerra; era el
destino que le correspondía, corría el mes de julio de 1826. En la nota que
pertinente la llamó “Bandera de los Andes”, una expresión que contribuiría a
confundirla con aquella que condujo al Ejercito Libertador en la campaña de
Chile. No se advirtió adecuadamente que Carlos de Alvear, a cargo de aquella
cartera, acusó recibo precisando que se trataba de la “Bandera del Regimiento
Río de la Plata”.
Guido, en traje de coronel, pintado por Gil de Castro
Inexplicablemente la
reliquia cayó en el olvido. Reapareció entonces en escena el general Enrique
Martínez, quién merece reconocimiento por legarnos valiosas referencias sobre
esta enseña. Era a la sazón ministro de Guerra, cuando en 1829 unos
subordinados la encontraron muy estropeada junto a algunos trastos que se
acumulaban en la chimenea de la repatriación. Cruel e injusto olvido. Solo
podemos imaginar la desagradable impresión que debió embargar al veterano
guerrero, no olvidemos que él la había mandado construir para que presidiera
las acciones de aquél glorioso Regimiento y entonces la hallaba, casi destruida,
poco menos que en la basura. Esto justificó sobradamente que la llevara a su
domicilio para preservarla y esperar la ocasión que le permitiera devolverla
con todos los honores; así lo explicó años más tarde. Algunos criticarían la
unilateral actitud de Martínez, pero la perspectiva de casi dos siglos le
otorga justificación. Corrían tiempos difíciles para nuestro país, la guerra
civil era una cruda realidad.
Al cabo de unos años; la
fobia despertada por el celeste se manifestó como una directriz política, se
prohibió exhibir y hasta conservar todo objeto que tuviera el color odiado. No
solo la pública exposición de un elemento celeste o verde ponía en peligro a su
poseedor; aun su posesión en privado era un riesgo cierto de vida. Lo concreto
es que por razones de seguridad personal Martínez partió al exilio en
Montevideo, llevándose la pieza.
Finalmente, el viejo
guerrero pudo devolver la pieza al gobierno de la provincia de Bs. Aires, en un
solemne acto realizado el 11 de septiembre de 1858 y se la colocó en una lujosa
vitrina que se instaló en el Ministerio de Guerra. Las brumas del tiempo habían
caído y se llegó a creer que se trataba de la mismísima insignia que siguió el
“Ejército de los Andes” en su gesta libertadora.
Dos años después el país recibió
con júbilo la sanción de la reforma a la Constitución nacional que juraron las
autoridades de Bs. Aires el 21 de octubre de 1860, de esta manera la provincia
se integró formalmente al Estado argentino, luego de permanecer segregada por
propia voluntad durante siete años; así comenzaba una nueva y fundacional etapa
en nuestra historia institucional. Como símbolo de esta unión la bandera del
“Regimiento Río de la Plata” participó del solemne acto que se concretó en la
plaza de la Victoria[6] cuando
el único orador de entonces, Bartolomé Mitre, se dirigió a los presentes
exhibiéndola en una de sus manos y en la otra, un ejemplar de la Constitución.
Cuando en 1862 se inauguró
el monumento al Libertador en la plaza del Retiro (Bs. Aires), un grupo de
veteranos la sacó de su reposo y la condujo hasta el lugar, donde recibió el
emocionado reconocimiento de todos los presentes. Volvió a mostrarse en público
cuando se repatriaron los restos de San Martín en 1880; para entonces ya se
había dilucidado la confusión relativa a las dos “bandera de los Andes”. En
esta oportunidad acompañó a la auténtica y ambas recubrieron el catafalco
luctual.
En 1890 el Ministerio de
Guerra y Marina cedió la reliquia al “Museo Histórico Nacional”. De allí volvió
a salir en 1931, oportunidad en la que fue paseada por las calles de Bs. Aires.
Su reconstrucción
La imagen que acompaña a
estas referencias es una reconstrucción hipotética del diseño que pudo
presentar esta bandera cuando su flamear mantenía materialmente viva la contribución
de las “Provincias Unidas del Río de la Plata” a la independencia del Perú. De
ella solo queda el escudo, por lo que se considera que el paso del tiempo
afectó gravemente el paño, lo que impide conocer su forma original, ningún
testimonio se ha conservado.
En cierto impreciso momento
del siglo XIX se intentó preservar el blasón y devolverle su antigua función
para esto se lo cosió al paño de una bandera nacional (celeste, blanco y
celeste), pero curiosamente se lo colocó paralelo a las franjas y la
horizontal, con lo que se obtuvo la antinatural composición que aún mantiene.
No hay registros sobre esta intervención por lo que su estado actual se nos
presenta como un gran interrogante sin posible respuesta. Más aún, la pieza se
colocó en un gran marco vidriado y desde entonces se la exhibió en una inusual
posición vertical.
El propósito de la
“Fundación 11 de Infantería” de poner en valor este precioso testimonio del
pasado americano; también emblema de la férrea amistad entre peruanos y
argentinos, generó el proyecto de reconstruir la histórica enseña, por lo que
el señor Giro nos pidió informes al respecto, lo que se concreta en estas
líneas.
Ante la falta de una
descripción precisa la preservación del escudo permitía aventurar varias
hipótesis sobre el primigenio diseño de la bandera; pero, en cuanto a la
disposición general del símbolo, fue necesario optar por la que se consideró
más probable. Entendimos que era razonable suponer que adoptó una similar a la de
bandera del “Ejército de los Andes”; a dos paños; con su escudo vertical al
asta; tal como se reproduce en un grabado[7] sobre la
batalla de Maipú que se realizó hacia 1819, siguiendo indicaciones del coronel
José Antonio Álvarez Condarco, famoso por su extraordinaria memoria visual. Estimamos
también que esta disposición estaba bien presente en la memoria de Martínez[8] cuando
en 1823 fue necesario proveer de enseña al “Regimiento Río de la Plata”.
Considerando las reglas del
diseño entendemos que los colores del paño se invirtieron, para que el campo
celeste del escudo no se confundiera con la franja inferior del lábaro.
Asimismo, se colocó el blasón en el centro del campo, por considerarse que ese
es el lugar tradicional donde se ubican tales elementos. Hay evidencias
concretas que indican el uso de banderas con esta disposición (celeste sobre
blanco) en mayo de 1813; así lo consigna Juan Manuel Beruti[9] en sus
clásicas “Memorias Curiosas”; quién también dejó escrito que el 17 de abril de
1815, por primera vez se enarboló en el Fuerte “la bandera de la patria,
celeste y blanca”. Otra evidencia importante en favor de esta disposición es la
enseña del Batallón Nº7, preservada en el Museo Histórico de Montevideo y
estudiada por el profesor Julio Luqui Lagleyze; allí se observan dos banderas
celeste arriba y blanco abajo. Lo expuesto refuerza la tesis que se refleja en
la representación comentada. Sobre estos parámetros la diseñadora gráfica
Celeste Herrera fue convocada por Giro para recrear la imagen reproducida en
forma de bandera.
Como peculiaridades pueden
señalarse: a) el gorro de la Libertad evidencia un curioso almohadillado (matelassé); b) incorpora una borla en su
extremo, conocida como mascaypacha;
símbolo del poder de los Incas, presente ya en la “Bandera[10]
Nacional de la Libertad Civil” que Belgrano entregó a Jujuy como reconocimiento
por sus esfuerzos de guerra; este atributo cobra especial significado en la
enseña del “Regimiento Río de la Plata”, considerando el teatro de operaciones
en que se desempeñaba, ya que evidenciaba una suerte de reivindicación de las
culturas originarias; c) la forma elíptica del campo es menos ahusada que la
propia del Escudo nacional y tiene un borde bien definido; c) el gajo vegetal
derecho es una palma (¿simbolizando, quizás. las victorias obtenidas en Chile y
Perú?); d) los gajos no se cierran sobre el Sol; tampoco los une alguna cinta
por su base, como ocurre con el Escudo nacional; y, finalmente, e) el astro
posee dieciséis rayos, aunque solo se visibilizan ocho.
CONCLUSIONES
- Se ignora cuál fue la disposición original de la “bandera del Regimiento Río de la Plata”; no existe ningún testimonio al respecto.
- Solo se conserva su escudo, una pieza que está debidamente documentada, por lo que cabe considerarlo una reliquia cívica del pasado argentino y americano.
- La reconstrucción efectuada por la “Fundación Regimiento 11” traduce una hipótesis razonable que se sustenta en las consideraciones aquí vertidas.
Imagen difundida en diversos sitios de Internet
[2] Además. se integraron algunos
efectivos del cuerpo de “Cazadores” y de los “Granaderos a Caballo”. Muchos de
sus efectivos eran morenos libertos peruanos.
[3] Informalmente también se lo
llamó “División de los Andes”; “División Lima” y “Regimiento argentino”.
[4] Nació en Montevideo en 1789 y
fallecería en Bs. Aires, en 1870. Revistó en el Reg. 3 en el sitio de
Montevideo. Pasó luego al “Ejército de los Andes” y cumplió toda su campaña.
Combatió en Potrerillo; Guardia Vieja, Chacabuco; Curapaligüe; Cancha Rayada;
Cerrito del Gavilán; Maipú (donde fue hecho coronel); El Callao. Realizó la
campaña de “Puertos Intermedios”. Fue jefe Estado Mayor; también gobernador de
Talca y Curicó (Chile).
[5] 1788 -1866. Militar;
diplomático; ministro; senador; amigo y destacado colaborador de San Martín.
[6] Hoy integrada a la “Plaza de
Mayo”, en la Ciudad Autónoma de Bs. Aires.
[7] La ilustración fue editada
por la casa Thomas Edward Brown, de Londres. En él puede verse a San Martín
cargando al frente de la caballería, acompañado de una enseña de dos paños;
blanco el superior y celeste el inferior, con un escudo desplazado hacia el
asta.
[8] La insignia del ejército
sanmartiniano no fue llevada al Perú, quedó en Chile.
[9] Este cronista continuó un
relato de autor desconocido iniciado en 1717; en este diario, consignó los
acontecimientos ocurridos hasta el año 1856, con algunos intervalos. Juan
Manuel Beruti fue hermano de Antonio Luis Beruti, conocido protagonista de los
acontecimientos de aquella época.
[10] Por ley Nº 27.134 (2015) fue
reconocida como “símbolo patrio histórico”, constituyéndose en una enseña
complementaria de nuestra Bandera oficial de la Nación. Su original se preserva
en San Salvador de Jujuy.
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