Escudo de Jujuy
Por Miguel Carrillo Bascary
Hoy 18 de noviembre Jujuy celebra los 184 años de su
autonomía.
Recordarlo puede sorprender, pero demuestra cuán
desconocido resulta nuestro acontecer como nación. Equivocadamente, los
argentinos de damos por sentado que Jujuy siempre fue provincia, pero no fue
así.
Se ignora que Jujuy fue una de las más difíciles
fundaciones de la Conquista. Se olvida que en su crecimiento fue opulenta
intermediaria por su posición entre la riqueza de Potosí y el puerto de Bs.
Aires, esas riquezas fueron echadas a la hoguera que consumió el hierro de las
cadenas coloniales.
Solo Jujuy y pocos más recuerdan que Belgrano dedicó al
pueblo jujeño el cariño de un verdadero padre; que destacó a sus vecinos entre
los mejores soldados de su ejército y que buscó entre ellos a algunos de sus
más íntimos colaboradores.
La historia de Jujuy tiene períodos notables que es
necesario perpetuar en la memoria de las generaciones. No es una provincia
grande, ni rica, nunca centró en sí el poder político del país. Sin embargo, es
un pueblo constituido y aliado a sus hermanos en una federación cimentada en
sacrificios y tradiciones comunes.
Jujuy formó en su origen una jurisdicción municipal
sujeta a la gobernación del Tucumán. Más tarde se la agrupó con otros pueblos
en la intendencia de Salta; durante esta asociación política despertó a la Revolución
y contribuyó a sostener heroicamente la guerra por la Independencia.
Conocida la deposición del virrey Cisneros, Jujuy
adhirió entusiasta al ideario de Mayo y envió una diputación a Bs. Aires. En
aquellos complicados tiempos los avatares políticos llegaron a desconocerle derechos
que la asistían aún bajo el dominio colonial. A pesar de estos conflictos, la Revolución
se hizo con todo el poder de las grandes ideas.
No suele recordarse que Jujuy se hermana con Rosario, porque
en ella se aclamó y juró la bandera de Bandera de Belgrano, nacida en las
barrancas litorales. Fue el 25 de mayo de 1812; oportunidad en que también fue bendecida
por el canónigo Gorriti (el mismo que como integrante de la Junta Grande,
defendió las autonomías locales contra el ímpetu del centralismo porteño y la
elite cordobesa).
Alegoría de la bendición de la Bandera (Catedral de Jujuy)
Días después Belgrano exigió cumplir ese juramento y
ordenó abandonar y devastar el territorio para dificultar el avance de las
huestes realistas.
Exodo de Jujuy (autor anónimo, Museo Histórico de Jujuy)
Aquel pueblo hizo los preparativos con dolor y lágrimas,
marchando al Éxodo (gesta de la civilidad que no se le exigió a ninguno otro
pueblo de la patria, de cuyo sacrificio en pos del bien general del país tendríamos
que tomar ejemplo en nuestra historia presente). Entonces se perdieron fortunas;
archivos; otros bienes materiales y culturales; recuerdos y hasta la vida de
muchos. Tras las victorias de Tucumán y Salta, los jujeños regresaron a sus derruidos hogares recién en
marzo de 1813. Como el bronce, el frío del patriotismo
tiene también sus salobres condensaciones.
El comercio de Jujuy llenó repetidas veces las arcas
de los Ejecitos del Norte; las estancias donaron sus ganados y caballadas; sus vecinos
engrosaron las filas de los regimientos; el
paisanaje jujeño integró las partidas de Güemes (algo que la historia escolar
injustamente dice que las formaban “gauchos salteños”). En nueve
oportunidades su suelo fue invadido y la ciudad saqueada varias veces por los
españolistas, viéndose Jujuy confiada solo a su esfuerzo para defenderse y
restablecerse.
Gauchos jujeños rinden homenaje a sus ancestros (Jujuy, 1941)
El 9 de julio de 1816, Teodoro Sánchez de Bustamante,
en cumplimiento de las instrucciones recibidas tres meses antes por el Cabildo
de Jujuy, refrendó la Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas
y en ese histórico Congreso reclamó la igualdad
de derechos soberanos de su pueblo con los del resto del país en formación,
prefigurando ya el ideario federal.
El aciago año de 1820 en que desapareció el gobierno
nacional y los posteriores plantearon el afán
autonomista de Jujuy, con la abierta oposición a Güemes que, como
gobernador de Salta, buscó prolongar la influencia salteña.
Cuando Argentina enfrentó al Brasil (1826), Jujuy mandó batallar a sus milicias
bajo las ordenes de José María Paz que contribuyeron con su heroísmo al gran
triunfo en Ituzaingó.
El proceso autonómico de Jujuy en mucho se parece al que protagonizó Santa Fe, para
cortar la dependencia que la unía con Bs. Aires. Culminó el 18 de noviembre de 1834, cuando los jujeños se reunieron
al toque de campana, expresaron: “que el pueblo había reasumido todos sus
derechos para discutir, resolver y decidir su suerte” por lo que proclamaron
separarse de la jurisdicción de Salta formando
una nueva provincia.
Por oficio del día 30 el flamante gobernador de Jujuy,
José María Fascio, informó con todo orgullo y pacífica serenidad al de Salta: “El pueblo jujeño quiere ser libre … el
reconocimiento de la independencia es una necesidad para la provincia de Salta
y voto ardiente del último jujeño”.
José María Fascio, primer gobernador jujeño
Conocida la noticia, la Legislatura salteña reconoció la autonomía proclamada de Jujuy en
su sesión del 2 de diciembre; pero su gobernador desconoció la medida y marchó
con sus fuerzas contra Jujuy. El enfrentamiento ocurrió el 13 de diciembre de 1834, cuando las armas de la nueva provincia obtuvieron
una victoria definitiva. Desde ese día,
Jujuy fue autónoma y única responsable de sus destinos. Pocos meses más
tarde se dio su primera constitución.
Pero poca sería su tranquilidad, en 1837 su pueblo fue otra vez fueron llamado a las
armas para rechazar a las tropas peruano-bolivianas que invadieron Jujuy,
una guerra que suelo olvidarse y que finalizó dos años más tarde.
Piedra de molino que Rosa entregó a Jujuy como testimonio de su accionar en la guerra contra la Confederación Peruana-boliviana, hoy en el Museo Histórico Nacional
(Foto de la Dra. Fernanda Distel)
Hoy Jujuy afronta los nuevos desafíos de la hora. Es un
pueblo fortalecido que está en pleno proceso de reforzar sus instituciones. Con
todo orgullo hoy Jujuy se proclama “abanderada
de la Patria”, ya que en ella se juró y bendijo solemnemente la Bandera
nacional y porque supo preservar ese testimonio de agradecimiento que le confió
Belgrano en reconocimiento a sus esfuerzos de guerra, la “Bandera Nacional de la Libertad Civil”, con la que se identifica, nuestro
cuarto símbolo nacional, reconocido como tal por el Congreso Nacional en el año
2015 (Ley Nº 27.134).
Bandera Nacional de la Libertad Civil en la vitrina que la guarda, Casa de Gobierno de Jujuy
Nota: desde 1994 la "Bandera Nacional de la Libertad Civil" es la enseña oficial de la provincia de Jujuy; en los brazos de su corbata lleva escritas dos fechas: "23 de agosto de 1812" día en que se despobló la ciudad de Jujuy por orden de Belgrano que convencionalmente comienza el "Exodo" y "18 de noviembre de 1834" en que la provincia proclamó su autonomía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario