Una cuestión delicada
Por Miguel
Carrillo Bascary
Esta nota intenta
responder la consulta que realiza un lector de este Blog, el Lic. en Cs. de la
Comunicación Octaviano Cuello, sobre:
¿Qué sucede en caso de que el abanderado deba recibir una distinción?
¿Puede dejar la bandera al escolta?
¿Puede un abanderado scout reciba una insignia en la prenda sin moverse del lugar?
En el Ceremonial cívico de Argentina no hay una norma general que regule el punto, lo que permite múltiples ópticas para abordar el caso.
Tradicionalmente el ser abanderado de una escuela o institución es la máxima distinción que puede recibirse. Esto implica que en el cometido representa a toda la comunidad educativa o ente social de que se trate, de manera que está desempeñando una función de servicio al conjunto, al par que constituye un honor personal haber sido designado para esto.
Algunos han definido un verdadero dogma al respecto. Otros, según se me apunta, encarnan tradiciones en contrario, como en el ámbito castrense donde los abanderados ceden la Enseña al primer escolta cuanto deben recibir una distinción o una insignia personal.
Debe considerarse, que
la Bandera Nacional simboliza al
conjunto de los argentinos y a las autoridades que democráticamente se han
dado. La Enseña patria no es un simple objeto ceremonial que el abanderado
puede dejar de lado para recibir una distinción personal, pero también es
lógico que ésta implique el legítimo deseo de ser destacado. Como vemos, el
caso en consulta es delicado.
La respuesta usual ha sido que el abanderado no debe ni puede dejar la
bandera, de forma que no cabe que la resigne al primer escolta, ni aun
transitoriamente. Esto siempre se justificó en que el deber se servir al
conjunto está por arriba del lucimiento personal del portador del paño.
Ocurre que en la sociedad
de consumo en que vivimos y en Occidente en particular, los valores colectivos
parecen ubicarse luego de aquellos que resaltan a la individualidad. Así, el principio enunciado precedentemente puede
generar insatisfacción a todos los implicados o al menos un cierto sabor amargo
de injusticia.
Esta realidad evidente lleva
a pensar que podría actuarse con cierta
elasticidad, a condición de hacerlo con toda prudencia, lo que abre diversas
salidas que intentaré referenciar dejando abierta la posibilidad de que cada institución
adopte el criterio que parezca adecuado dentro de los parámetros indicados.
Desde ya creo que esto supone considerar
la opinión de la persona a quien se busque destacar.
El tipo de distinción que se discierne también abre opciones:
- Si se trata de una medalla o distintivo de mérito, es factible que la autoridad encargada de imponerla se acerque al abanderado y se lo prenda al pecho o lo coloque en el cuello pendiente de una cinta. De esta manera el portador no tendrá que abandonar la atención de la bandera en ningún momento.
- Si el testimonio es un certificado impreso, un pergamino o un objeto (una beca, un libro, etc.), el caso se complica ya que inmediatamente, cuando el joven retome la bandera, debería ceder el testimonio lo a quien actúe como un transitorio depositario. Este “desprendimiento” no condice con la gratitud que debería demostrar en público. Veamos un ejemplo negativo:
Otra opción es que tras nominar a quien será premiado y expuestas
las razones de la distinción el maestro de ceremonia invite a recibir el premio
a la persona que el homenajeado haya
encomendado. En el caso de escolares, lo usual sería que fueran ambos
padres, si están presentes, pero esto abre un sinfín de situaciones impredecibles
ante la realidad de familias monoparentales y ensambladas, lo cual puede ser un
motivo de conflicto y generar tensiones emocionales que la prudencia aconseja
evitar. Si, eventualmente, el joven opta que sea otro pariente (hermano,
abuelo/s, etc.), un amigo o tercero/s que no sean sus progenitores, también acá
surgen las lógicas complicaciones.
No me extenderé en esto ya que considero que lo expuesto resulta suficiente.
Cuando se distinga a los escoltas
Por carácter transitivo, la mayor parte de lo dicho respecto del abanderado es aplicable a los escoltas, sin embargo, como ellos no portan materialmente la bandera, una interpretación amplia admitiría que los escoltas sean transitoriamente reemplazados por otros, para recibir la distinción personal a que han sido acreedores. Al respecto, cuando el primer escolta deja su puesto, lo reemplazará el segundo, mientras que un tercero al que podríamos llamar “escolta suplente”, ocupará el lugar del que originalmente era segundo. Si se llama a recibir la distinción a los dos escoltas en conjunto, los suplirán otros dos alumnos, según el orden de mérito aplicable.
Apéndice
Muy distinto es el caso si
la institución pretende que el abanderado se dirija a los presentes durante la
ceremonia. Todo indica que debe evitarse ya que las funciones de abanderado y vocero son incompatibles. La
Enseña patria merece las mayores consideraciones entre las que se encuentra la
atención de su portador.
Veamos algunos ejemplos negativos que ilustran lo
inadecuado:
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