El Imperio que olvidó a sus súbditos
Por Miguel Carrillo Bascary
Noticia
sobre el caso
Un inédito acontecimiento ocurrió el 4 de agosto de
1881 en la ciudad de Pretoria, hoy capital administrativa de Sudáfrica y sede
de su Poder Ejecutivo. Los protagonistas fueron los residentes ingleses que
quisieron repudiar la política metropolitana para con sus intereses que
consideraban traicionados. Ellos resolvieron manifestar su sentimiento con un
poco ceremonioso sepelio de la Union Flag.
Unos 2.000 “fieles súbditos” se encolumnaron tras el símbolo que llevaban en
una carroza mortuoria, así recorrieron la población y al llegar a la plaza del
Mercado la depositaron en un lujoso ataúd.
Algunas fuentes informan que se colocó una lápida, otras que se escribió sobre el cajón la siguiente leyenda:
“In loving memory of the British flag in the
Transvaal, who departed this life on the 2nd August, 1881, in his fifth year. In
other climes none knew thee but to love thee’. Resurgam!"
“A la cariñosa memoria de la Bandera británica en el Transvaal quien partió de esta vida en el 2 de agosto de 1881 en su quinto año. En otros climas nadie te conoce sino para amarte ¡Resurgam!
La expresión latina final puede traducirse como una certeza,
“resucitará”, una inscripción popular en lápidas victorianas.
El epitafio es suficientemente demostrativo del ánimo
de los protagonistas y expresa el inveterado desprejuicio de los británicos por
su símbolo, un sentimiento que aún hoy se mantiene hasta el punto en que
no es poco usual que la insignia imperial aparezca en objetos de uso profano
como vajilla, tapizados y ¡hasta en ropa interior! Algo que merecería sanciones
en no pocos estados.
Seguidamente alguien pronunció un elocuente discurso
donde se lamentó la traición a la bandera y a los valores que representaba. No
faltaron amargas referencias al primer ministro Gladstone, tras lo cual se
concretó el entierro del pabellón en medio de exaltados vítores e insultos que
proferían los presentes.
En suma, esta pantomima cargada de sensibilidad escandalizó a la sociedad victoriana, puso en aprietos al Gobierno y con más o menos detalles se difundió a lo largo del mundo. Como lo prueba esta nota incluso trascendió en el tiempo. En la perspectiva de más de un siglo de aquel acontecimiento podemos considerarlo un verdadero acting de gran impacto. Ahora hagamos un punto y aparte para circunstanciar debidamente estos hechos.
Antecedentes
mediatos
A fines del siglo XVIII el colonialismo británico
impulsó la ocupación de Sudáfrica, que había sido ocupada unos cien años antes por
colonos neerlandeses y hugonotes de ascendencia francesa que prosperaron con
modestia y laboriosidad. No les fue fácil por la lógica resistencia de las
tribus locales, algunas de ellas verdaderos imperios, como lo revela el que
formó Shaka (1787-1828) responsable de un atroz genocidio que tuvo por víctimas
a otros clanes zulúes y a las demás etnias de la región. Los bóeres (campesinos,
granjeros), como se llamaron estos colonos europeos debieron superar sus diferencias para
enfrentar a las disciplinadas tropas de chaquetas rojas que llegaron en apoyo
de los mercaderes ingleses.
Como un gesto de resistencia pacífica, desde 1835 los
colonos bóeres emprendieron una gigantesca oleada inmigratoria (Great Trek) hacia el norte del río
Orange, lo que originó la formación de varios pequeños estados y de uno mayor, que tomó
el nombre de ese cauce fluvial.
La
bandera de los Cuatro Colores
Entre 1856 y 1857, las pequeñas republicas bóeres de Utrecht, Soutpansberg, Lydenburg y Pothchefstroom al Norte del río Vaal se unieron para formar la "República Sudafricana" (ZAR) que se identificó con una bandera formada por la que usaban los Países bajos, con una barra verde sobre el lado del asta, conocida como “Vierkleur” ("Cuatro colores") que se izó por primera vez en la localidad de Potchefstroom el 6 de enero de 1857 y que se usó hasta octubre de 1874. Entre el 12 de abril de 1877 y el 7 de agosto de 1881 fue transitoriamente mostrada en algunas zonas con predominio bóer.
De pleno derecho se la usó desde el 8 de agosto de
1881 el 31 de mayo de 1902, sin perjuicio de que tiempo más tarde reapareció en
el curso de nuevas luchas con los británicos. En mérito a estos antecedentes la
“Vierkleur” se incorporó en el centro de la bandera sudafricana en 1928 y se
mantuvo allí hasta 1994, cuando tras las elecciones donde se impuso Nelson
Mandela surgió la nueva república de Sudáfrica. Aún hoy es un símbolo popular entre la minoría blanca.
Cabe destacar que entre 1910 y 1994 la región abarcada por el nombre de Transvaal no tuvo una bandera formal, pero de manera extraoficial se empleó la “Vierkleur”. Desde 1994 su territorio está divido entre las provincias de Gauteng, Mpumalanga, Limpopo y del Nor-Oeste.
La “Primera
Guerra Bóer”
El Transvaal
quedó bajo la dominación británica en 1877, lo que se corporizó en algunas
guarniciones militares y una reducida administración colonial, además de las factorías
comerciales. Obviamente esto se representaba con el flamear de la Union Flag.
Las tensiones fueron acentuándose hasta que la lucha estalló
abiertamente 16 de diciembre de 1880. La desproporción de fuerzas en número de
combatientes, recursos logísticos y armamento era netamente favorable a los
británicos, sin embargo, la táctica empleada por los bóeres y su decisión por
defender su territorio les permitió alcanzar la victoria en la batalla de la
Colina de Majuba (27 de febrero de 1881) que desembocó en el armisticio del 23
de marzo de ese año que marcó el fin de la lucha armada.
La debilidad británica llevó a la “Convención de Pretoria”[1] del 3 de agosto de 1881, , donde el Imperio se vio obligado a reconocer una amplia autonomía a la república bóer que reafirmó su personalidad como sujeto de derecho público internacional, al par que surgió el reino nativo de Suazilandia como un protectorado de la Corona.
En el
siglo XX
La relativa estabilidad en la región se mantuvo hasta
que el descubrimiento de importantes minas de oro y de una importantísima veta diamantífera
despertaron otra vez la codicia del capitalismo inglés, esto llevó a la “Segunda
Guerra Bóer” que se desarrolló del 11 de octubre de 1899 al 31 de mayo de 1902,
donde también se sumó como beligerante el Estado Libre de Orange. Esta vez el
poder colonialista logró imponerse, no sin protagonizar prácticas genocidas
repudiables que diezmaron la población civil de los estados bóeres.
En 1910 se formó la Unión Sudafricana bajo la Corona
británica, que en 1961 mutó en la República Sudafricana, ya como estado plenamente
soberano. Son conocidas las vicisitudes del régimen de apartheid con que la minoría blanca se mantuvo en el poder al pecio
de una cruel segregación racial. La primera elección libre con plena
participación de los segmentos sociales de color dio paso al gobierno de Nelson
Mandela, que asumió en 1994. Como símbolo de esta nueva realidad Sudáfrica
cambió la bandera que la había identificado hasta entonces y con sus cinco colores
ondeó por primera vez el 27 de abril de 1994.
El caso
bajo análisis
Volvamos ahora a los sucesos de 1881. El artículo 33
de la “Convención de Pretoria” estipuló:
“Inmediatamente
después de la ratificación de esta Convención, como en el último artículo
anterior mencionado, todas las tropas británicas en el territorio de Transvaal
dejarán el mismo, y se llevará a cabo la entrega mutua de municiones de
guerra”.
De hecho, esto implicó la pérdida del poder colonial
en la región, causa directa de las “exequias” de la Union Flag a las que se aludió al
comienzo de esta nota.
Tras el armisticio de 1881 la desazón de la minoría
inglesa afincada en el Transvaal adquirió caracteres dramáticos, muchos lo
abandonaron y se extendió un generalizado sentimiento de haber sido abandonados
por el Gobierno, que encabezaba William Gladstone. Los acontecimientos se
precipitaron y el 26 de marzo se instaló un mástil en la plaza del mercado de
Pretoria donde se izó la insignia británica pero, por sobre la misma, ondeó la
“Vierkleur” ante el alborozo de los bóeres. Finalmente, aquella fue derribada,
pisoteada por la multitud y arrastrada por el suelo.
Las manifestaciones de repudio hacia el gobierno de
Londres continuaron. El 3 de abril una esfinge de Gladstone fue paseada en un
carro seguido por una festiva banda, acompañado por el desprecio generalizado de
los súbditos ingleses, y luego fue quemada como si fuera un traidor. Actos
similares ocurrieron en otras poblaciones y en algunos casos también ardió el
pabellón imperial.
El 2 de agosto, en vísperas de firmarse la "Convención de
Pretoria", arreció el malestar, ya sabemos de qué manera se desarrollaron los
hechos que generaron la parodia de sepelio del vexilo.
El 8 de agosto la bandera de la República Sudafricana (ZAR) fue izada ante el júbilo de la población bóer, de la vergüenza de la pequeña comunidad de ingleses y la indiferencia de los pobladores de otras nacionalidades que habitaban Pretoria.
¿Qué pasó
con la bandera inhumada?
El mismo día de la vergonzante ceremonia, algunos realistas exhumaron el ataúd amparados en las sombras de la noche para eludir la previsible reacción de los descontentos, lo abrieron y retiraron la bandera. Después izaron el sarcófago en el frente de la oficina de correos, como si fuera un improvisado patíbulo, claro gesto de repudio al agravio sufrido por el pabellón británico.
Fue entonces que el teniente coronel George Frederic Gildea tomó la Union Flag y cuando fue repatriado la llevó
consigo a Inglaterra. Más allá de toda consideración política el gesto de
Gildea honró el juramento de fidelidad que prestó al tomar las armas.
Cuando se retiró de la carrera militar Gildea tenía el grado de mayor general y era “compañero de la Orden del Baño”, el grado inferior de esta honorabilísima corporación fundada en 1725. Culmino así una digna trayectoria profesional.
Algo
sobre el entierro de banderas
En la historia bélica, cuando una bandera estaba en
serio riesgo de ser tomada por el enemigo como trofeo de guerra era costumbre y
aún lo es, enterrarla para sustraerla de ese destino. Si la suerte de las armas
lo permitía eventualmente podía recuperarse, en caso contrario la naturaleza se
encargaba de hacerla desaparecer.
En la actualidad las costumbres recogidas por la “Guide to Britain’s Flag Protocol”
producida por el prestigioso “Flag
institute” con el patrocinio del Comité de Banderas y Heráldica del
Parlamento británico disponen que cuando una bandera ha cumplido con su vida
útil debe destruirse de manera digna, por ejemplo, quemándola, rasgar o cortándola
en tiras”. Esto da lugar a emotivos ritos cívicos.
En Argentina y en muchos otros estados las banderas de
izar rotas, degastadas o desteñidas también son incineradas en solemnes
ceremonias. Al respecto, puede consultarse en este Blog:
“El misterio de la bandera enterrada”, http://banderasargentinas.blogspot.com/2016/01/el-misterio-de-la-banderaenterrada-por.html
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