En el Día del Profesor
Mi personal agradecimiento a quienes fueron mis profesores en la vida. A todos quienes lo hicieron con generosidad y dignidad.
También a quienes no cumplieron su rol,
porque me hicieron ver tan excelsa misión se arroja al barro cuando no se la
cumple a cabalidad y cuando lo que se enseña no condice con la vida que llevaron.
¿Por qué esta recordación?
Cada 17 de septiembre se
recuerda el “DIA DEL PROFESOR” en
recuerdo de José Manuel Estrada, paradigma de la docencia secundaria, terciaria
y universitaria, ya que ese día de 1894 terminó su vida en la tierra para
comenzar a vivir en la eternidad.
¿Qué hizo Estrada para merecer este recuerdo?
Nació en Bs. Aires en 1842
y murió en Asunción (Paraguay) a sus 52 años, en 1894.
En su trayecto vital simplemente,
trató de cumplir con el mayor compromiso,
con su familia, con el País y con Dios. Nada más, ni nada menos. Así lo
testimonió en su acción. Estrada fue un
católico comprometido con las realidades de su tiempo.
Estaba dotado de una riquísima intelectualidad, que supo
cultivar y dominar con su voluntad. Había quedado huérfano de niño y fue
educado por su abuela, descendiente directa de Liniers. Sus únicos estudios sistémicos los cumplió en el Colegio que la
Orden Franciscana tenía en Bs. Aires.
A sus 16 años se inició en
el periodismo, una tarea que
desarrolló durante toda su vida. Este comienzo anticipó sus talentos como
escritor y su enorme capacidad para la oratoria que ejercitó con lucidez y
vigor. Al año siguiente publicó una obra
urgiendo que el Estado de Bs. Aires acatara la Constitución nacional, como paso
esencial para pacificar el país. Su pluma fue incesante y produjo innumerables obras, particularmente
sobre Educación e Historia Argentina.
Con 19 años fundó la Sociedad
“San Francisco Javier”, para educar a los obreros y artesanos de su ciudad.
Desde entonces comenzó se reveló como un
educador nato. Contaba con solo 20 años cuando polemizó con otras figuras
públicas de la época, rebatiendo la antojadiza opinión de que el catolicismo y
la democracia eran incompatibles y reivindicando que todos los seres humanos,
como hijos de Dios, estaban hermanados en dignidad y derechos, cualquiera fuera
su raza. Un pensamiento que preside la declaración Universal de Derechos
Humanos (1948).
Tenía 22 años, cuando con
Lucio V. Mansilla y otros jóvenes formó
el “Círculo Literario”, que sería un verdadero think tank en aquella Argentina de la segunda mitad del siglo
XIX en tren de convertirse en una potencia mundial emergente.
La capacidad que demostró justificó
que a sus 23 años ideara y dictara su “Curso de Historia Argentina” en la recientemente
creada Escuela Normal de Profesores, que brindó con acceso público y enorme éxito.
Fue el inicio de los estudios
sistemáticos sobre la Historia Argentina.
Nada menos que Sarmiento, ubicado en las antípodas del
pensamiento católico de estrada, lo designó Secretario de Relaciones Exteriores
y luego, con 27 años, jefe del Departamento General de Escuelas.
En 1874 asumió como director general de Escuelas Normales,
y al año siguiente tomó a su cargo la cátedra de “Derecho Constitucional y Administrativo”,
en Universidad de Buenos Aires.
Cuando en Bs. Aires se
conoció la muerte de Rosas, Estrada se dirigió a sus alumnos con un célebre
discurso donde manifestó una sentencia que se ha hecho célebre: “¡Desgraciados
los pueblos que olvidan! Aquellos de cuyo corazón desaparece la memoria de sus
bienhechores” (24 de abril de 1877, puede leerse en https://constitucionweb.blogspot.com/2010/02/la-tirania-de-rosas-desgraciados-los.html) El alumnado lo acompañó vivándolo hasta su casa,
recorriendo todo el centro de la ciudad.
Sumaba 34 años cuando fue
nombrado por Avellaneda como rector del Colegio
Nacional de Buenos y la cátedra de “Instrucción Cívica”. Desde allí
emprendió una profunda reforma educativa, sosteniendo la necesidad de proveer
un salario digno para los docentes manifestó “la vocación del profesor no se debe
confundir con la del mártir”.
En el marco de la
intensísima polémica laicista impulsada por los liberales en pro de excluir a
los católicos del régimen educativo, presidente Julio Argentino Roca destituyó a Estrada debido que este se
había transformado en el paradigma de la posición de su fe. Sus alumnos
manifestaron públicamente su repudio a esta medida. Ante una multitud de estudiantes
que concurrió a su casa para apoyarlo, Estrada manifestó: 'De las astillas de las cátedras destrozadas por el despotismo, haremos
tribunas para enseñar la justicia y predicar la libertad'.
Cuando consideró necesario
incursionar en la política 1871 fue electo convencional para reformar la Constitución
de su provincia. En 1873 llegó a diputado por la misma. En 1883 presidió la
Asociación Católica, que derivó en el partido político Unión Católica, por el
que Estrada fue electo diputado nacional, en 1886. Cuatro años después fue uno
de los oradores en el célebre mitin del
Frontón Florida donde se fundó la Unión Cívica de la Juventud, antecedente
directo de la Unión Cívica Radical. La ocasión fue determinante para el
inicio organizado del repudio a la corrupción
del régimen conservador.
Murió mientras desempeñaba
como diplomático en Asunción, cuando sus restos llegaron a Bs. Aires fueron
velados en la Catedral y el presidente Luis Sáenz Peña acompañó el sepelio y dispuso
rendirle honores públicos de general
de división. Decenas de miles de personas le brindaron silencioso homenaje.
Quisiera finalizar con
otra cita de Estrada: “Ser profesor es la elección de una
forma de vida que se asume desde la labor diaria, las exigencias, la lucha, el
agotamiento, la esperanza y la alegría de hacer lo que eligieron ser”.
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