Los casos de Moscú, Barcelona y Lillehammer
Por Miguel Carrillo Bascary
I.- Moscú (1980), las banderas "neutrales"
En ese año de Juegos Olímpicos los conflictos internacionales pudieron más que los ideales enunciados por Pierre de Cuvertin. La Unión Soviética había invadido Afganistán, en el mes de diciembre de 1979, en contravención con los principios vigentes en el Derecho Internacional y la secuela de violencia inevitable en toda guerra. Por paradoja correspondía que los J.J.O.O. se disputaran en Moscú. Estados Unidos, presidido entonces por Jimmy Carter, dispuso boicotear la celebración y, como protesta, prohibió la participación de sus atletas.
Sesenta y cinco estados adhirieron a la medida: Albania, Alemania, R.F., Antigua y Barbuda, Antillas Neerlandesas, Arabia Saudita, Argentina, Bahamas, Bangladés, Barbados, Bahréin, Belice, Bermudas, Bolivia, Canadá, Chad, Chile, China, Corea del Sur, Costa de Marfil, Egipto, El Salvador, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, Filipinas, Fidji, Gabón, Gambia, Ghana, Haití, Honduras, Hong Kong, Indonesia, Irán, Islas Caimán, Islas Vírgenes de Estados Unidos, Israel, Japón, Kenia, Liechtenstein, Malasia, Malawi, Marruecos, Mauricio, Mauritania, Mónaco, Níger, Noruega, Pakistán, Panamá, Papúa-Nueva Guinea, Paraguay, República Centroafricana, Singapur, Somalia, Suazilandia, Sudán, Surinam, Qatar, Tailandia, Táipei, Togo, Túnez, Turquía, Uruguay y Zaire. Liberia retiró su delegación luego de la ceremonia inaugural.
Por su parte los comités olímpicos de varios países dispusieron que sus representativos se identificaran con el pabellón de los cinco anillos, para señalar que el espíritu de los Juegos no debía mancillarse con las disputas políticas, aunque este gesto no pudo ocultar que era una sutil forma de adherir a la condena contra la U.R.S.S. Este fue el caso de: Andorra, Australia, Bélgica, Dinamarca, Francia, Inglaterra, Irlanda, Italia, Japón, Luxemburgo, Países Bajos, Puerto Rico, Suiza y San Marino.
Otros comités olímpicos occidentales autorizaron la participación de sus atletas, pero en la tradicional ceremonia inaugural no presentaron sus banderas, sino que desfilaron con otras, concebidas ex –profeso, como tácita adhesión al repudio por la ocupación soviética.
Nueva
Zelanda adhirió formalmente al
boicot, decisión que acató su “Comité Olímpico”, sin embargo, un grupo de
atletas consideraron tomar parte. Como no contaron con autorización para usar
la bandera olímpica, se presentaron bajo una nueva divisa, que sumaba al tradicional color negro propio de los
representativos neozelandeses la hoja de helecho plateado (silver fern) y los anillos olímpicos, en una composición monocroma
que se había diseñado poco antes con propósito de marketing. La participación
fue mínima, solo un penltlatonista y tres canotistas, ninguno obtuvo medalla.
Los atletas de Portugal concurrieron amparados por una curiosa bandera que llevaba los colores olímpicos con la adición el escusón que campea en el escudo nacional, cuyo simbolismo remite a los cinco reyes musulmanes que el rey Alfonso Enríquez derrotó en la batalla de Ourique (1139), en celeste. Once atletas formaron la delegación, compitieron en Atletismo, Box, Gimnasia, Halterofilia, Judo y Natación, sin que pudieran conseguir medallas.
En cuanto a España, los registros que he consultado difieren. Algunos consignan que los 156 atletas peninsulares se identificaron con la bandera olímpica, otros que lo hicieron bajo la enseña del Comité Olímpico Español. Compartieron en 16 especialidades y obtuvieron una medalla de oro (vela), tres de plata y una de bronce. Se agradecerá toda referencia que esclarezca la cuestión. Correcciones: ver Adenda, por favor.
II. Barcelona, 1992. La bandera del diamante
Una compleja situación ocurrió en ocasión de los
Juegos a realizarse en esta ciudad. El gobierno de Sudáfrica se encaminaba a un cambio drástico en que se eliminaba el
apartheid y se concedía ciudadanía a
los habitantes no blancos, que en 1994 darían lugar a una nueva era política,
con la elección de Nelson Mandela. Desde 1960, la nación estaba marginada del
movimiento olímpico a consecuencia de su política de segregación racial.
Identificar a la delegación con la todavía vigente bandera adoptada en 1928 que había aclarado sus colores en 1982.
Todavía estaba lejana la adopción de la nueva enseña, que ocurrió en 1994. En la delegación participaron 96 deportistas que debía competir en 19 deportes. Demostrando el cambio de paradigma, el portador de la bandera fue el maratonista Jan Tau. Sudáfrica obtuvo solo dos medallas de plata, en Atletismo (10.000 m femenino) y tenis (doble masculino).
Sudáfrica usó en Barcelona una “bandera provisional o interina” de paño blanco, clásico del olimpismo, que carga los clásicos anillos
sobre un perfil representativo de un diamante grisado tallado, aludiendo a la
minería, principal riqueza del país, y tres “destellos” en azul (la lluvia y el mar), el
rojo (la tierra) y el verde (la agricultura).
La adopción fe controversial. Su diseño va a contramano de las pautas que define la Vexilología ya que su simbolismo no es claro y, además, anfractuoso, tampoco incorporaba algún elemento tradicional, como sí pudo ser la gacela (springbok) que se usaba como representativo del país en el rugby, al parecer el dominio que los blancos tenían en este deporte fue la razón de su no consideración.
III. Lillehammer, Noruega (1994)
En los Juegos de Invierno celebrados en la oportunidad, los dos atletas sudafricanos que compitieron se identificaron con otra bandera ad-oc, autorizada por la "Confederación Deportiva Sudafricana y Comité Olímpico" (South African Sports Confederation and Olympic Committee, SASCOC), donde se mantiene el blanco como fondo, cargando un escudete integrado por el nombre del país, en jefe, los anillos olímpicos y dos gajos de laureles, en cuyo diseño predomina el verde. Solo compitieron dos sudafricanos que no alcanzaron medalla alguna.
Sin embargo el logo de SASCOC adoptado en 1991, que incorpora la flor nacional, el protea rey (protea cynaroides), cuando se lo usa como bandera adopta la forma siguiente:
Enseñanzas
Más allá de la recopilación informada cada uno de los casos tratados dejan enseñanzas que corresponde capitalizar tanto desde la Vexilología como del Ceremonial.
- El de Moscú manifiesta varios criterios para encubrir una posición política y, al mismo tiempo, cómo es factible soslayar el protocolo de banderas aún en una realidad donde la tradición es tan fuerte como la que ejemplifican los Juegos Olímpicos.
- El Sudáfrica en Barcelona, expone que ninguna empresa consultora de diseño puede reemplazar a un vexilólogo. El emblema acuñado, además de prescindir de la tradición cultural local, constituye una producción fría, que se asimila a un logo o marca de fábrica. Desafortunado intento.
- En cuanto el de Lillehammer y a la eventual enseña usada en Barcelona por el C. O. de España, señalan la necesidad de que toda entidad, además de contar con un logo o isotipo que la identifique debería prever la necesidad contar con una bandera, en tanto los vexilos tienen amplio uso en el mundo del deporte, aunque lo propio puede decirse respecto de entidades que se desenvuelvan en otra actividad. Son numerosísimos los casos en que los logos se aplican sin más sobre paños de colores enteros, sin reparar en su despropósito con respecto a los cánones de la Vexilología.
ADENDA
Corresponde agradecer a varios amigos del grupo Vexilología-Vexillology, Luis Mi Arias y Francisco Manuel García, que respondieron al interrogante planteado respecto de la bandera con la que desfiló la delegación de España, que en definitiva fue la insignia del Comité Olímpico de ese país, como lo certifica la foto que sigue:
Luis Mi precisa que el emblema del C.O. Español lleva un reborde y acompaña la imagen del caso, como se verá con esta adición el logo gana en definición y presencia:
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