martes, 1 de diciembre de 2020

La cinta negra no alcanzó, ¡para nada!

Porqué son imprescindibles los especialistas en Ceremonial

Por Miguel Carrillo Bascary

Los hechos

Sirve como disparador a este comentario lo ocurrido en la previa del partido Pumas - All Blacks, donde estos tributaron un especialísimo homenaje a Maradona al ofrendar su propia camiseta, con el nombre del ídolo y su “10” característico. Por contrapartida el seleccionado argentino solo lució la tradicional cinta negra, como es de práctica usual. Esta situación generó una ola de comentarios adversos para con el representativo nacional.

Las responsabilidades

Lo primero a señalar es el grosero error de la dirigencia, es decir la "Unión Argentina de Rugby" (la A.F.A. del deporte para los futboleros); no corresponde cargar esta responsabilidad sobre el plantel Puma, por cuanto no son ellos a quienes corresponde disponer en cuestiones extrañas al juego mismo.

Fueron los hombres de la UAR quienes debieron considerar la necesidad de concretar un homenaje de características acordes a la dimensión deportiva y popular de Maradona.

Más aún, si se recuerda que Diego era considerado un “puma honorario” por haber acompañado al equipo en distintas circunstancias.

La UAR debió dimensionar la magnitud de la ocasión; la audiencia televisiva del momento y por sobre todo el innegable afecto que “El 10” despierta en la gente, incluidos en quienes practican el rugby.

Es cierto que la UAR dispuso adherir al duelo del mundo deportivo con la usual cinta negra; pero debió pensarse que era poco, muy poco, demasiado poco. De hecho, fue un gesto tan minúsculo que cualquier profesional de las Relaciones Públicas y de la Comunicación al servicio de la entidad pudo haberlo advertido. Esto no disimula que la capacidad de los dirigentes no estuvo a la altura.

Es indudable que la cinta debió estar; pero era obvio pensar en alguna demostración mucho más significativa, acorde a la dimensión de un deportista como el fallecido. 

Podemos preguntarnos: ¿qué otra cosa pudo implementarse? La respuesta será: ¡Cualquier otra cosa!, pero bien pensada y mejor ejecutada. Las posibilidades eran infinitas, hoy son infinitos los reproches.

En definitiva, el gesto de la cinta, resultó un “ninguneo” inaceptable. No dudo que no fue de mala fe, pero lo ocurrido no puede remediarse.

Reitero, de esto son responsables los dirigentes. Tanto los que viajaron con la delegación como los que quedaron en Argentina, ya que las comunicaciones de hoy han dejado de ser problema para conjurar las distancias. Hubo tiempo suficiente para plantearse cómo homenajear a Maradona. Los más altos niveles de la UAR debieron definirlo.

La responsabilidad es de todos ellos, que demostraron no estar a la altura, ni de la representatividad de sus respectivas “uniones”, ni de la competencia que se demanda para conducir un deporte espectáculo de características mundiales y que, a nivel de los Pumas, tiene dimensión profesional.

No basta que “alguien” se responsabilice. Personalmente creo que deberían ser “varios” (no uno, tampoco “dos o tres”) y no precisamente “varios cualquiera”. El rugby argentino lo demanda.

Las reflexiones

Fijada esta posición seguiré analizando la cuestión desde mi especial perspectiva profesional, el Ceremonial. Observo que la raíz de este verdadero pecado mortal deportivo es mucho más honda, mucho más grave. ¡Sí mucho más!

Aunque no conozco la realidad de la UAR, parece elemental que una entidad que maneja un presupuesto millonario deba contar con un equipo de ceremonialistas y relacionistas públicos profesionales y de primer nivel, imbuido de la mística del rugby, pero capacitado al altísimo nivel que su rol demanda. 

No solo eso, dicho equipo no solo debería ser consultado, sino participar en plenitud en las decisiones que se deban tomar.

Una organización de la naturaleza de la UAR tiene una responsabilidad planetaria. Representa a un deporte, con todo lo que ello significa en la actualidad, pero también es la imagen del país, aun de quienes se preguntan por qué la pelota rugby es ovalada.

Los que nos desempeñamos en Ceremonial sabemos bien que en muchos ámbitos dirigenciales, tanto empresariales, como institucionales y por sobre todo políticos, se mira a la disciplina con displicencia. Son demasiadas las veces en que no se nos consulta; en otras, el pedido de asistencia es a último momento, lo que nos demanda improvisaciones cuasi “mágicas” para poder superar la urgencia

Cuando algo sale bien, pocas veces se manifiesta el reconocimiento y, si algo fracasa, cargamos con la factura. Es demasiado usual que la dirigencia actúe en contra de nuestros consejos profesionales. Hay quienes piensan que Ceremonial se reduce a coordinar las invitaciones; decorar un recinto; contratar la locución y el catering; acomodar “las banderitas” (sic); etc.; etc.

Estoy seguro que los colegas tendrían mucho que agregar sobre lo dicho.

Más aún, existen organizaciones donde las funciones de Ceremonial no están previstas o se asignan como una tarea más a la Secretaría o al área de Prensa. No se advierte la trascendencia de la disciplina en un mundo donde la cultura de la imagen es un rasgo de la modernidad. Como prueba basta lo ocurrido en aquella aciaga ceremonia del sábado.

En el caso de las delegaciones, particularmente cuando el destino es el exterior, si existe un equipo de Ceremonial en la institución su participación es problemática y, de llegar a concretarse, seguramente que será mínima, meramente testimonial.

Trataré de explica por qué es fundamental que el profesional ceremonialista esté presente en persona en los acontecimientos que protagoniza una delegación representativa. En el curso de los eventos la rapidez y solidez de respuesta es fundamental, imprescindible.

Quienes nos desempeñamos en el ambiente podríamos aportar innumerables ejemplos de cómo hemos tenido que intervenir en circunstancias, donde de no hacerlo, la dirigencia a los que asistimos habría quedado muy mal parada, cuando no decir en ridículo. Es habitual que la perspicacia profesional acrecentada por la experiencia práctica permita que el ceremonialistas anticipe muchos inconvenientes permitiendo que se articulen respuestas adecuadas que salven la situación.

Volvamos al ejemplo del partido Pumas vs. All Blacks. Es impensado que un gesto como el que tuvieron estos últimos no haya sido conversado previamente con la organización del evento y con la delegación argentina. Aún en el caso que la dirigencia nacional no hubiera pensado algo especial, el conocer del homenaje neozelandés, debió advertirles que “algo había que armar”. De mínima, que los argentinos retribuyeran a sus oponentes una camiseta puma con el nombre del ídolo futbolero. Que el entrenador nacional o el presidente de la delegación estuviera en el campo para ser él quien recibiera la prenda y la mostrara a la TV y a la tribuna. Los jugadores pudieron salir portando un retrato “del Diego”; una bandera con crespón; en fin … Debió pensarse.

Una variante muy natural hubiera sido que ambos capitanes se encontraran en el centro del campo y en esas circunstancias se produjera la entrega de la casaca. A este nivel, no hay lugar para sorpresas, sin que esto implique eximir a la dirigencia nacional de articular una respuesta adecuada.

Supongamos en cambio que la entrega de la camiseta “10” no fue acordada. Pensemos que los Hombres de Negro quisieron sorprender emotivamente a los Pumas. En este sentido llamó la atención que su capitán se adelantara con la casaca enrollada, como ocultándola a la vista de sus contrincantes. Entendemos que nuestro capitán no tuviera “reflejos” para retribuir al gesto (Que no los tuvo, pero que no estaba dentro de lo previsible que los pudiera tener ¿O sí?).

Pienso que la dirigencia nacional debería capacitar lo suficiente a los principales referentes del equipo para asumir roles proactivos en cualquier imprevisto que deban enfrentar en el desarrollo de sus funciones. Para esto también es imprescindible la adecuada asistencia de un ceremonialista que pueda aportarles nociones de la disciplina como ayuda y complemento a las delicadas misiones que están llamados a desempeñar.

Siempre suponiendo que el gesto All Blacks fue inesperado, si en el campo hubiera estado un profesional del Ceremonial inmediatamente habría actuado ¿Cómo? Por ejemplo, asesorar al principal miembro del staff que estaba en el lugar para que, en vez de recoger la camiseta y dirigirse hacia su banco, la hubiera alzado y mostrado a los presentes y a las cámaras, como aceptando y jerarquizando el tributo. También éste pudo haber convocado a los Pumas para que lo rodearan y tocaran la prenda, evidenciando una correspondencia con el gesto. O, luego de recogerla, pudo haberla entregado al capitán para que hiciera lo propio. Pudo haber pedido el micrófono y prometer en público que todo el equipo la entregaría a los familiares del Diego.

Explico aquí que en los partidos de rugby el entrenador/DT del equipo no se encuentra al lado del campo de juego, como en el futbol, sino en una cabina, en lo alto de la tribuna, por lo que con los tiempos de la TV no hubiera podido bajar para protagonizar la representación del plantel como hubiera sido lo deseado. En consecuencia, fue uno de sus auxiliares se dirigió hasta el centro de la cancha para recoger la camiseta ofrendada.

Es evidente que faltó la repentización requerida por el acontecimiento, pero destaco también que la dirigencia de la UAR tuvo más de 40 minutos (lapso que dura el primer tiempo en el rugby) para pensar “algo” que paliara la falta de respuesta. Ese “algo” se podría haber concretado antes de comenzar el segundo período y esta manera los negativos efectos pudieron perder volumen.

Las conclusiones

  • En todos estos “pecados” parece haber incurrido la UAR, mal que nos pese a los amantes del rugby y también, a todos los argentinos.
  • En el deporte como en el ceremonial la emoción tiene un componente principalísimo, no debe olvidarse. Nunca.
  • Sirva como ejemplo esta dolorosísima situación para que las dirigencias de todos los sectores de la sociedad adviertan la importancia del profesional ceremonialista.


ME RECTIFICO

Uno de los amigos del Blog me hace conocer que desde la perspectiva de la cultura Maorí, el colocar la camiseta en el césped en la forma que lo hicieron los All Blacks significa honrar a un guerrero muerto en el lugar donde pertenece y será recordado. Tratándose de un deportista, ese lugar de honor es el campo de juego.

Por esta razón no hubiera cabido que el capitán Puma la mostrara; ni que la hubiera recibido el u otro miembro de la delegación argentina en propia mano; tampoco que se generara un cambio de camisetas en el centro del campo.

Eso no obsta que los Pumas pudieran haber retribuido el gesto honorifico de otra manera, por ejemplo entregar al equipo contrario una camiseta Puma con el nombre y número de Maradona, por ejemplo.

6 comentarios:

  1. Excelente.
    Sería muy bueno que alguien hiciera llegar este artículo a los Directivos de la UAR, Para que vean de que manera tomar medidas y reparar la falta de cintura y que piensen de qué forma pueden retribuirá los All Blacks su oportuno homenaje.

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  2. Muchas gracias por tu comentario. Sí sería bueno. Agrego todas las instituciones debe tomar nota de lo ocurrido. Así como se va al médico cuando uno se enferma y se siguen sus isntrucciones, igual vale el ejemplo para las corporaciones y de la Administración pública

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  3. Excelente y clarificador Miguel, como siempre. Valoro tu rectificación tanto com el mismo artículo. Gracias.

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  4. Excelente aporte estimado y distinguido Colega.
    Gracias por tanto

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  5. Gracias por vuestros comentarios, levantan el ánimo entre tantas noticias que nos llegan cotidianamente

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